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¿Propaga la contaminación el covid? La incógnita que puede cambiarlo todo
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¿Una vía más de transmisión?

¿Propaga la contaminación el covid? La incógnita que puede cambiarlo todo

Investigadores españoles intentan aclarar si la polución incide en la transmisión y si su presencia pudiera ser clave para agravar la infección por coronavirus

Foto: Foto: EFE.
Foto: EFE.

La actual pandemia emergió en uno de los países más contaminados del mundo. Las ciudades chinas envueltas en niebla por culpa de los gases del tráfico y de la industria son uno de los iconos habituales para ilustrar este problema. Por eso, desde el principio de la epidemia, los epidemiólogos se preguntaron si la polución, que tiene mucho que ver con las enfermedades respiratorias y otros problemas de salud, contribuía a aumentar el número de casos graves y fallecimientos. Más tarde, estudios en Italia y en EEUU parecían corroborar esta relación, pero más allá de que algunos mapas de mala calidad del aire y de incidencia del coronavirus sean relativamente parecidos, ¿qué hay de cierto en esta asociación?

Paradójicamente, los confinamientos trajeron una de las pocas noticias positivas de esta crisis. Los niveles de contaminación cayeron drásticamente, sobre todo por la reducción sin precedentes del tráfico. No obstante, para muchos ciudadanos la preocupación por el medio ambiente ha pasado a un segundo plano frente a la urgencia de proteger su salud y se enfrentan al dilema de tener que elegir entre el transporte público, con los riesgos que contagio que puede conllevar, y el vehículo privado. Ante la posibilidad de que muchos opten por su coche particular, ¿completaremos el círculo que nos lleva, de nuevo, a sufrir más contaminación a pesar del teletrabajo, el descenso de la actividad y las nuevas restricciones?.

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Además, otra duda nos asalta ahora que se confirma la “evidencia abrumadora” —según las palabras de un grupo de científicos que escribían hace días en ‘Science’— de que el SARS-CoV-2 se transmite por el aire porque queda suspendido durante mucho tiempo, atrapado en los aerosoles que exhalamos: ¿los gases expulsados por los vehículos pueden adherirse a estas partículas y contribuir al transporte del virus?

Ninguna de estas preguntas tiene una respuesta clara, pero una investigación de la Universidad de Cantabria, junto con otros grupos de Reino Unido y Portugal, pretende encontrarla en los próximos meses. Un nuevo proyecto dirigido por Ignacio Fernández Olmo, catedrático de Ingeniería Química, pone el foco en España para saber cómo ha incidido la pandemia en la calidad del aire de las principales ciudades y si tiene sentido relacionarla con la severidad del covid, además de tratar de esclarecer si las partículas que emiten los vehículos contribuyen a la transmisión del virus.

Este último objetivo es “la parte más compleja”, reconoce el investigador en declaraciones a Teknautas. “En el aire que respiramos hay una mezcla de partículas de origen industrial y otras biológicas, como las que desprende una persona, que son muy finas. Es posible que se mezclen con todo ese cóctel de componentes en suspensión”, añade.

placeholder La famosa boina de contaminación que surge sobre Madrid. (EFE)
La famosa boina de contaminación que surge sobre Madrid. (EFE)

Su equipo lleva años tomando muestras para analizar la contaminación del aire y ahora la metodología será la misma. “En un filtro, recogemos las partículas que están suspendidas y que respiramos, incluyendo los virus y, por lo tanto, SARS-CoV-2”, comenta. La idea es identificar el ARN del SARS-CoV-2 haciendo una PCR en colaboración con un grupo de medicina de la universidad cántabra.

Muchos científicos consideran probado que el virus se mantiene suspendido en los aerosoles biológicos en ambientes interiores con tal concentración que puede resultar infectivo. Incluso los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC) lo acaban de aceptar tras cambiar de criterio más de una vez. En cambio, “se entiende que en ambientes exteriores, se diluye en el aire y la exposición va a ser tan mínima que no va a tener efecto; de ahí la recomendación de permanecer en exteriores y no en interiores”, comenta Fernández Olmo. Además, el hecho de que la contaminación pudiera ayudar a la propagación del virus en ambientes exteriores también pierde importancia en nuestro contexto debido al uso obligatorio y generalizado de las mascarillas.

Aun así, no está demás intentar realizar estas mediciones. De hecho, un estudio italiano procedente de la región de Lombardía —especialmente castigada por la epidemia— “nos sorprendió”, reconoce el científico de la Universidad de Cantabria, puesto que detectó en exteriores el ARN del virus en partículas PM10 (menores de 10 micras). Por eso, uno de sus objetivos es ver si ellos también pueden encontrarlo tanto en interiores en el aire libre vinculado a la contaminación.

Donde mejor se está es al aire libre, es de sentido común, lo peor son las concentraciones y la falta de ventilación

En cambio, uno de los grandes defensores de la transmisión de SARS-CoV-2 por aerosoles, el español José Luis Jiménez, de la Universidad de Colorado, considera que ese artículo italiano parte de una idea equivocada: “Esta hipótesis se basa en la idea errónea de que los virus están desnudos en el aire”, asegura. En realidad, los aerosoles que exhalamos y que portan el virus tendrían un tamaño mayor que el de las partículas contaminantes y estas últimas no ayudarían a transportar el coronavirus, según explica Jiménez.

“Si ya decimos que la contaminación te va a infectar, entraríamos en una psicosis. Donde mejor se está es al aire libre, es de sentido común, lo peor son las concentraciones y la falta de ventilación”, recuerda Isabel Urrutia, neumóloga y coordinadora del área de Medio Ambiente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ).

Revisar los casos de neumonía

A priori los expertos consideran poco probable que la contaminación ayude a propagar el virus y que, incluso si lo hiciera, el efecto sería insignificante al aire libre. En cambio, no descartan que la mala calidad del aire pueda incidir en la probabilidad de que una persona sufra una versión más grave de la enfermedad por los problemas respiratorios que causa. Por eso, la Separ está realizando un estudio en colaboración con varios hospitales españoles que consiste en revisar las neumonías por covid y ver si la contaminación ha tenido algún impacto en la severidad. Se trata de “analizar la relación entre vivir en ciudades más contaminadas y la gravedad de neumonías por covid”.

“Aún no se puede decir que haya más covid ni que sea más grave en las ciudades contaminadas”, advierte Urrutia, “pero es una hipótesis de trabajo”. Los estudios iniciales sobre esta cuestión se limitaban a superponer mapas de contaminación y mapas de incidencia del covid. Aunque en Italia y EEUU coincidían bastante (en especial, un análisis de la Universidad de Harvard que asociaba contaminación y muertes por covid en casi todos los condados estadounidenses), este es un caso claro de que correlación no implica causalidad. “Faltarían por analizar muchas variables. Es lógico que las áreas más contaminadas sean las que tienen mayor densidad de población y en ciertas zonas, mayor hacinamiento”, señala la experta.

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Foto del grupo que estudia la relación de la contaminación y el covid-19 en la Universidad de Cantabria. (Imagen cedida)

Aun así, la idea parece tener mucho sentido, porque en otras enfermedades respiratorias ya existen evidencias científicas de que en las ciudades con mayor índice de contaminación aumentan los problemas de asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) e incluso las hospitalizaciones por neumonía, sobre todo en edades avanzadas. El material particulado (PM) y óxidos de nitrógeno (NOx) “provocan una respuesta inflamatoria del organismo y sobre todo de las vías respiratorias”, comenta Fernández Olmo, que también va a analizar esta cuestión en su proyecto.

Por eso, “en EEUU vieron que las poblaciones más expuestas a partículas en suspensión en los años anteriores habían dado lugar a un mayor número de ingresos por covid. Nosotros queremos ver si en España ha pasado algo así a partir de los datos de calidad del aire preexistentes y las estadísticas de hospitalizaciones, UCI y mortalidad”. Aunque España está lejos de los niveles de contaminación de países como China, en el caso de los NOx los valores límite que marca la legislación europea “se superan con frecuencia en Madrid, Barcelona y otras ciudades de más de 100.000 habitantes”.

El descenso de la contaminación

No obstante, las cifras de contaminación de 2020 nada tienen que ver con las de años anteriores. Los meses de confinamiento y las restricciones posteriores las han hecho disminuir drásticamente y aún está por ver qué consecuencias medioambientales y para la salud puede tener. “Durante el estado de alarma el movimiento de vehículos cayó en un 70% y también hubo un descenso parcial de la actividad. Nunca se había dado esta situación, así que también queremos averiguar cómo se refleja en los niveles de calidad del aire”, explica el catedrático de la Universidad de Cantabria en referencia a otra de las partes de su proyecto. En teoría, debería notarse mucho más en la contaminación asociada al tráfico (especialmente, los NOx), que en las partículas en suspensión, que también dependen de factores atmosféricos.

El parón de la actividad durante algunos meses —que quizás aún se arrastre debido a otras restricciones y al teletrabajo— es un auténtico experimento a gran escala y sin precedentes, pero probablemente se quedará en una anécdota que no tendrá mucha repercusión para el futuro. “La calidad del aire de 2020 debería ser bastante mejor, pero obviamente ha sido un hecho puntual por una reducción muy importante del transporte”, apunta Fernández Olmo. Por otra parte están los gases de efecto invernadero, como el CO2: “La caída se verá reflejada en los inventarios anuales, pero estará muy alejada de lo que realmente necesitaríamos reducir”, apunta.

Por su parte, Urrutia llama la atención sobre la falta de datos en relación con las patologías respiratorias: “La contaminación descendió durante el confinamiento, pero no sabemos si han disminuido los ataques de asma y los problemas de EPOC, ya que la gente no acudía al médico, porque los centros de salud estaban cerrados, ni a los hospitales, porque tenían miedo”.

placeholder El cielo de Madrid, durante el confinamiento de abril. (EFE)
El cielo de Madrid, durante el confinamiento de abril. (EFE)

Los neumólogos también dudan de que pueda haber efectos positivos duraderos, salvo casos puntuales. “El aire contaminado afecta a las mujeres embarazadas, así que la menor exposición en este periodo puede hacer que los niños nazcan con mejor capacidad pulmonar. También habrá gente que se ha librado de empezar a desarrollar asma. Sin embargo, si el año que viene recuperamos los niveles de contaminación habituales, este episodio no nos protegerá”, explica la experta.

Hace unos días, Urrutia y sus compañeros presentaban el Año Separ 2020-2021 por la Calidad del Aire, Cambio Climático y Salud, con un peso importante del covid por todas estas cuestiones y un importante dilema: “Queremos fomentar el transporte público, pero es cierto que en los sitios cerrados el virus se contagia más”, lamenta. No obstante, “podemos pedir que se intente usar en coche lo menos posible y que se sustituya por andar e ir en bicicleta. Es cierto que en las grandes urbes es más difícil, pero hay gente que vive en ciudades pequeñas que se desplaza en coche a distancias muy cortas”.

En cualquier caso, expertos en la transmisión de aerosoles como José Luis Jiménez consideran que el transporte público es relativamente seguro, porque a diferencia de otras actividades, los usuarios mantienen puesta la mascarilla todo el rato y no suelen ir hablando. De hecho, los países que mejor han rastreado los focos de contagio, como Japón, no los han encontrado en el metro, sino más bien en los bares.

La actual pandemia emergió en uno de los países más contaminados del mundo. Las ciudades chinas envueltas en niebla por culpa de los gases del tráfico y de la industria son uno de los iconos habituales para ilustrar este problema. Por eso, desde el principio de la epidemia, los epidemiólogos se preguntaron si la polución, que tiene mucho que ver con las enfermedades respiratorias y otros problemas de salud, contribuía a aumentar el número de casos graves y fallecimientos. Más tarde, estudios en Italia y en EEUU parecían corroborar esta relación, pero más allá de que algunos mapas de mala calidad del aire y de incidencia del coronavirus sean relativamente parecidos, ¿qué hay de cierto en esta asociación?

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