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Los datos que señalan dos de los grandes fallos en la segunda ola: mascarillas y rastreo
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Solo se rastrea al 35% de contactos estrechos

Los datos que señalan dos de los grandes fallos en la segunda ola: mascarillas y rastreo

Mascarillas al aire libre en lugar de en espacios cerrados y un sistema de rastreo precario que en algunas comunidades ya ha colapsado. Son dos de los factores que explican la segunda ola

Foto: Un bombero, con una mascarilla con la imagen de la Virgen de La Paloma. (EFE)
Un bombero, con una mascarilla con la imagen de la Virgen de La Paloma. (EFE)
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España y la Comunidad de Madrid se han convertido en el epicentro de Europa del coronavirus, con el mayor número de contagios registrados, y la pregunta lleva semanas resonando: ¿qué hemos hecho mal para acabar así tan pronto? ¿Qué decisiones se han tomado distintas a las de otros países? Pedro Sánchez esquivó el lunes responder estas preguntas, pero los datos llevan semanas dando pistas sobre el combo de factores que ha desencadenado la segunda ola. Y hay dos frentes fundamentales que explican parte de la situación: el mal uso que estamos haciendo de las mascarillas (en que la confusa comunicación del Gobierno tiene un papel clave) y el desigual rastreo de contactos que se está realizando en muchas comunidades autónomas.

La primera gran conclusión que arrojan los datos es que los españoles somos de los más cumplidores a la hora de llevar mascarilla en comparación con el resto de Europa. Pero algo va mal: un 88% de españoles encuestados que han dado positivo en coronavirus en las últimas cuatro semanas asegura usar mascarilla, frente al 92% de los que no se han contagiado. Es decir, la mascarilla apenas marca la diferencia. Sin embargo, la medida principal que recomiendan los epidemiólogos para evitar contagios, limitar el contacto y la distancia física, es precisamente lo que menos cumplen los infectados: solo el 58% de los positivos asegura limitar sus contactos cercanos, frente al 73% de los que no se han contagiado. Las cifras soportan nuevamente la hipótesis del mal uso de las mascarillas como uno de los grandes factores que explican parte de la situación actual.

Foto: Estatua de Ava Gadner en la localidad gironina de Tossa de Mar. (EFE)

"La pregunta no es tanto si usamos o no la mascarilla, la pregunta es dónde la usamos. Y ahí es donde estamos fallando. Por un lado, somos los más cumplidores, pero por otro lado, no la usamos en lugares de alto riesgo, como interiores mal ventilados de bares, restaurantes y casas en reuniones privadas. Y creo que es un problema de comunicación y educación ciudadana. Si el mensaje, en lugar de ser simplemente "lleva mascarilla", hubiera sido concienciar de que el riesgo está en interiores y ahí es donde hay que llevarla, creo que estaríamos en otra situación. La gente está harta de llevarla por la calle durante horas y solo está deseando meterse en algún sitio para quitársela sin que nadie la vea. Jamás se ha documentado un brote por contagio en plena calle", explica Nuria Oliver, doctora por el MIT, asesora del Gobierno de la Comunidad Valenciana en la pandemia y responsable de 'Covid-19 Impact Survey', una de las mayores encuestas sobre el coronavirus llevadas a cabo en nuestro país, con más de 280.000 respuestas hasta el momento.

Se trata de un proyecto de epidemiología digital, una nueva rama de la epidemiología tradicional que intenta recabar datos por otras vías más allá de los circuitos sanitarios y que ha dado lugar, entre otras cosas, a la creación de las 'apps' de rastreo en toda Europa. Y los resultados son reveladores. "Hay que interpretar con cuidado las cifras, no se puede concluir una relación causa-efecto, pero sí apuntan a algo que estamos comprobando: el uso masivo de mascarillas no reduce el riesgo de contagio de forma significativa. Solo se reduce de verdad si se usan en espacios cerrados mal ventilados", explica a este diario el epidemiólogo Fernando Rodríguez Artalejo, quien señala además a qué deberíamos dar más importancia a la hora de protegernos. "La medida fundamental es la distancia social, reducir el número de contactos y la distancia. Luego vendría la mascarilla y más tarde lavarse las manos. Hablamos de un virus que se transmite principalmente por el aire, hay muy pocos casos documentados de transmisión por tocar superficies".

Estas prioridades sanitarias contrastan con la particular lista de prioridades de la población. El Instituto de Salud Carlos III realiza su propia encuesta ('Cosmo-Spain') dentro de un estudio internacional promovido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y, en la ronda realizada el mes de julio, el uso de la mascarilla fue la medida más frecuente que citaban los ciudadanos para evitar el contagio (91%), por delante de otras como lavarse las manos (89%), usar gel hidroalcohólico (86%) y guardar distancia física (84%). La medida clave se queda en cuarto lugar.

placeholder Una paloma se posa sobre una escultura del centro de la ciudad de Valencia. (EFE)
Una paloma se posa sobre una escultura del centro de la ciudad de Valencia. (EFE)

El otro gran frente que ha podido contribuir a la situación actual de contagios apunta al rastreo. O, más bien, a la ausencia del mismo. El 65% de los encuestados en España (1.100 contactos estrechos) que aseguran haber sido contacto estrecho de un infectado (han pasado al menos 15 minutos a menos de metro y medio de distancia) reconoce no haber recibido llamada alguna de rastreadores en su comunidad. Solo uno de cada tres contactos estrechos ha pasado por el sistema de rastreo. "Aquí hay bastante confusión, mucha gente cree haber estado en contacto con un infectado y se escandaliza porque no les llame un rastreador. Solo tiene sentido rastrear contactos estrechos. Y estos datos confirman una realidad: en algunos sitios, no hay recursos suficientes para realizar PCR a todos los contactos estrechos ni rastreadores para llamarles", explica Artalejo.

"Si el 65% de los contactos estrechos no ha recibido llamada, mucho rastreo no se está haciendo. Lo que sabemos es que las llamadas se están concentrando principalmente en el hogar, lo cual no es suficiente. Estamos siguiendo una estrategia de trazar, testar y aislar, pero solo se está trazando a los miembros del hogar y en muchos sitios se están tardando varios días en entregar los resultados de las PCR. Hay evidencia científica de que, con cada día adicional que tardas en confirmar o no un positivo, es un día adicional que esa persona puede estar contagiando. Mucha gente, hasta que no recibe el resultado, sigue haciendo vida normal", explica Oliver.

Si miramos a los positivos en covid, del total de encuestados, un 40% asegura no haber recibido llamada alguna o, si la ha recibido, señala que ninguno de los contactos que ha facilitado fueron luego rastreados. Solo el 11% asegura que "algunos" de sus contactos estrechos fueron contactados y casi un 50% que, además, fueron testados con una prueba de PCR.

Los datos resultan aún más inquietantes si atendemos a la efectividad del rastreo en España comparada con otros países. Del total de encuestados en España, un 8,6% reporta haber tenido contacto estrecho con alguna persona infectada. Pero el porcentaje clave es otro: de ese 8,6% (1.368 personas encuestadas), solo el 1,2% (16 personas) señalan que fue la llamada de un rastreador la que les avisó de ser contacto estrecho con un positivo desconocido. Además, solo el 0,1% se enteró por la 'app' Radar Covid. Los porcentajes son insignificantes comparados con los de Alemania, donde un 12,5% de los contactos estrechos asegura haberse enterado por un rastreador, y un 8,3%, por la 'app'. En Italia, el dato de efectividad del rastreo tradicional es muy similar al de España, pero sube significativamente la efectividad de su 'app' Immuni.

"Las muestras de Alemania e Italia son aún pequeñas, pero los resultados empiezan a ser llamativos. Y la interacción social es el gran factor diferencial. Estamos cruzando datos de cuántos contactos sociales dice tener cada persona y qué actividades consideran de mayor riesgo de contagio. Hay una conclusión interesante y es que la gente con mayor interacción social cree que casi todas las actividades son seguras", explica Oliver. "Quienes se relacionan con poca gente es todo lo contrario, creen que la mayoría de actividades son de riesgo". Es una conclusión que requiere más cifras y tal vez jamás se pueda transformar en una medida concreta. Sin embargo, que España ha tenido, y tiene, un problema con el uso de las mascarillas y el rastreo de contactos es algo que a estas alturas parece más que confirmado.

España y la Comunidad de Madrid se han convertido en el epicentro de Europa del coronavirus, con el mayor número de contagios registrados, y la pregunta lleva semanas resonando: ¿qué hemos hecho mal para acabar así tan pronto? ¿Qué decisiones se han tomado distintas a las de otros países? Pedro Sánchez esquivó el lunes responder estas preguntas, pero los datos llevan semanas dando pistas sobre el combo de factores que ha desencadenado la segunda ola. Y hay dos frentes fundamentales que explican parte de la situación: el mal uso que estamos haciendo de las mascarillas (en que la confusa comunicación del Gobierno tiene un papel clave) y el desigual rastreo de contactos que se está realizando en muchas comunidades autónomas.

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