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Las vacunas ya no necesitarán frío para que funcionen
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SE RECUBRIRÁN CON SÍLICE

Las vacunas ya no necesitarán frío para que funcionen

Con este hallazgo, se prevé que se salvará la vida de millones de niños en países en vías de desarrollo

Foto: La doctora Asel Sartbaeva, que ha dirigido el proyecto. Foto: Universidad de Bath
La doctora Asel Sartbaeva, que ha dirigido el proyecto. Foto: Universidad de Bath

Científicos de la Universidad de Bath (Reino Unido) han desarrollado una técnica que permite evitar que las vacunas se degraden por falta de refrigeración, con lo que, potencialmente, podrían salvarse millones de vidas.

Una de las grandes dificultades de las vacunas reside en mantener su refrigeración cuando se transportan. Las formulaciones son seguras entre 2 y 8 grados, pero a otras temperaturas las proteínas empiezan a deshacerse, haciendo que las vacunas sean ineficaces, por lo que mandar vacunas a lugares remotos o peligrosos se convierte en una tarea muy complicada y que tiene como resultado que millones de niños se quedan sin unas inyecciones que pueden salvarles la vida.

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Sin embargo, científicos de la Universidad de Bath han encontrado una forma de evitar que las vacunas que pierden o ganan temperatura se echen a perder. Al encapsular las moléculas de la proteína en una capa de sílice, la estructura permanece intacta incluso cuando se calienta a 100°C o se almacena a temperatura ambiente hasta tres años. Esta técnica, conocida como ensilicatura, fue probada en el laboratorio hace dos años y ahora ha demostrado su eficacia en el mundo real.

No pierden efectividad

En su último estudio, publicado en la revista científica ‘Scientific Reports’, los investigadores enviaron muestras tanto recubiertas de sílice como normales de vacuna antitetánica de Bath a Newcastle por correo ordinario (480 kilómetros, que por correo tarda un día o dos). Cuando posteriormente se inyectaron dosis de la vacuna ensilada en ratones, se desencadenó una respuesta inmunológica que demostró que la vacuna era activa. No se detectó ninguna respuesta inmunológica en los ratones a los que se les inyectaron dosis de la vacuna sin protección, lo que indicaba que el medicamento se había dañado durante el transporte.

"Estos datos son realmente emocionantes porque nos muestran que el recubrimiento con sílice preserva no sólo la estructura de las proteínas de la vacuna sino también la función (la capacidad de activar el sistema inmunitario)", explica a Phys.org Asel Sartbaeva, que dirigió el proyecto desde el Departamento de Química de la Universidad de Bath. "Este proyecto se ha centrado en el tétanos, que forma parte de la vacuna DPT (difteria, tétanos y tos ferina) que se administra a los niños pequeños en tres dosis. A continuación, trabajaremos en el desarrollo de una vacuna termoestable para la difteria y luego la tos ferina. Eventualmente queremos crear una jaula de sílice para toda la vacuna trivalente DPT, para que todos los niños del mundo puedan recibirla sin tener que depender de la distribución de la cadena de frío".

"Estos datos son realmente emocionantes porque nos muestran que el recubrimiento con sílice preserva no sólo la estructura de las proteínas de la vacuna sino también la función"

La distribución en cadena de frío requiere que la vacuna sea refrigerada desde el momento de su fabricación hasta su destino final, mientras que el sílice es un material inorgánico, no tóxico, que, según Sartbaeva, protege las vacunas humanas varios años. "En última instancia, queremos hacer que los medicamentos importantes sean estables para que puedan estar más ampliamente disponibles. El objetivo es erradicar las enfermedades prevenibles por vacunación en los países de bajos ingresos mediante el uso de vacunas térmicamente estables y la eliminación de la dependencia de la cadena de frío".

En la actualidad, hasta el 50% de las dosis de vacunas se descartan antes de su uso debido a la exposición a temperaturas subóptimas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 19,4 millones de niños no recibieron sus correspondientes vacunas, muchas de ellas que les hubieran podido salvar la vida, en 2018.

Científicos de la Universidad de Bath (Reino Unido) han desarrollado una técnica que permite evitar que las vacunas se degraden por falta de refrigeración, con lo que, potencialmente, podrían salvarse millones de vidas.

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