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En busca del método infalible para lograr que las mascarillas dejen de ser de un solo uso
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¿Por qué es tan difícl descontaminarlas?

En busca del método infalible para lograr que las mascarillas dejen de ser de un solo uso

Investigadores y empresarios especializados buscan métodos de urgencia para parar el gasto continuo de máscaras desechables. Pero ¿se puede hacer algo?

Foto: Foto: EFE.
Foto: EFE.

Es, sin duda alguna, uno de los objetos clave o, quizás, el más simbólico de la pandemia del SARS-Cov-2. La mascarilla es la imagen de lo que está ocurriendo en el planeta y un utensilio básico en la batalla contra la enfermedad Covid-19. Se gastan miles de ellas a diario y los países se pelean por conseguir el suministro que necesitan. Por eso, y ante el problema de desabastecimiento y gasto, ha aparecido una nueva carrera científica y tecnológica. En principio, la mayoría de estas máscaras son desechables, pero ¿hay forma de desinfectarlas y así ahorrar algo de material en plena crisis? Pues cada vez hay más empresas e investigadores dando posibles soluciones, aunque no sirven para todos los modelos.

Desde hace días, ya nos conocemos casi al dedillo los modelos de estas máscaras, las quirúrgicas, las FFP1, FFP2, FFP3, las N95. Cada una tiene unas características algo diferentes que hacen que protejan más y que, a su vez, sean más caras y difíciles de conseguir. Pero esto podría empezar a cambiar en poco tiempo y es que se trabaja contrarreloj para que al menos algunas de ellas se puedan reutilizar varias veces. Tanto en investigaciones para encontrar métodos caseros como en empresas que intentan desarrollar una solución rápida y adaptable a la situación actual que al menos salve de la rápida quema algunos modelos. No olvidemos que un país como España ahora mismo podría tener que usar cerca de un millón de mascarillas al día.

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La última noticia en este sentido ha llegado desde la FDA estadounidense. La agencia estatal que se encarga de, entre otras cosas, regular los medicamentos y otros utensilios sanitarios que se pueden utilizar en el país norteamericano, ha dado permiso a una compañía de Ohio llamada Battelle para utilizar su sistema de desinfección de mascarillas N95 basado en un proceso que denominan de "vapor de peróxido de hidrógeno" para descontaminar miles de mascarillas de centros sanitarios.

De momento, ha aprobado la descontaminación diaria de 10.000 mascarillas, aunque la compañía asegura que podría descontaminar hasta 80.000, por lo que solo es un primer paso hacia un futuro que puede ser prometedor, pero Battelle no es la única marca presente en esta lucha por la ansiada reutilización. Incluso los propios fabricantes de estas máscaras están inmersos, desde años atrás, en investigaciones para conseguir dar con la tecla definitiva. Pero ¿cuál es el problema y por qué no se ha conseguido aún? No es algo tan sencillo como podríamos imaginar.

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Foto: Reuters.

¿Qué dicen los fabricantes?

Lejos de ser un asunto nuevo, el conseguir que las mascarillas desechables dejen de serlo, o al menos dejen de ser de un solo uso, es un problema que la medicina lleva años tratando de solventar con todo tipo de ideas. Ya en 2006, el propio Departamento de Salud y Servicios Humanos de EEUU, como si viera lo que estaba por venir, solicitó al Instituto de Medicina de las Academias Nacionales que investigara la posibilidad de reutilizar estos objetos en situaciones límite como una pandemia de gripe. Muy a su pesar, y después de una gran investigación, el informe de la Nasem solo pudo confirmar que no existe una forma simple y fiable de descontaminar estos dispositivos que permitiera a las personas usarlos de manera segura más de una vez.

Según explicaban los expertos, la razón por la cual las máscaras desechables no se prestan a reutilizarse es porque funcionan atrapando partículas dañinas dentro de la malla de fibras de que están hechas. Esta acumulación peligrosa no se puede limpiar o desinfectar sin dañar las fibras u otros componentes del dispositivo, como las correas o la pinza nasal. Además, los investigadores no pudieron identificar ninguna modificación simple en la fabricación de los dispositivos que permitiera la reutilización, o cualquier cambio que prescindiera de la necesidad de probar el ajuste de los respiradores para garantizar que el usuario esté completamente protegido.

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Foto: Reuters.

Por su parte, 3M, el mayor fabricante de estos objetos a nivel mundial, sacó hace unos días un informe hablando de la forma de desinfectar sus mascarillas, corroborando la idea de la Nasem de hace unos cuantos años y desmintiendo ciertas informaciones que habían aparecido al respecto de sus productos en las últimas semanas. Según 3M, ningún método de los hasta ahora descubiertos cumple los requisitos exigidos por la compañía. "Hemos estado estudiando formas de esterilizar o desinfectar las mascarillas durante años. Hay al menos cuatro claves de la desinfección exitosa, y la mayoría de los estudios no toman en cuenta las cuatro".

Para 3M, estas cuatro claves son: "El método debe ser eficaz contra el organismo objetivo, como el virus que causa Covid-19, no dañar la filtración de la máscara, no afectar al ajuste y ser seguro para la persona que lo usa. Si la filtración está dañada o el respirador no encaja, no ayudará a reducir la exposición a partículas en el aire a nivel indicado, como N95, FFP2, etc. A día 27 de marzo de 2020, ningún método de desinfección ha cumplido con estos cuatro criterios clave, y sin los cuatro, el método es inaceptable". Para terminar, apuntan que la compañía está trabajando con varias empresas importantes de esterilización y desinfección, y está consultando con expertos para desarrollar un método de desinfección efectivo.

La solución empresarial

A la espera de esa solución definitiva de la compañía que domina este mercado a nivel global, han aparecido otras soluciones como la de Battelle o la de una empresa canadiense, Prescientx, que empiezan a probar sus soluciones en centros sanitarios. ¿En qué basan sus soluciones? Pues intentan acabar con el virus de forma no invasiva sin dañar, eso es lo más complicado, el material.

La primera de ellas utiliza, ya hemos comentado, un método basado en "peróxido de hidrógeno en fase de vapor". Una solución que se basa en una máquina que en un entorno cerrado rocía con este vapor las mascarillas durante varios minutos y que, analizada por 3M, podría llegar a valer. En el informe publicado por el fabricante, asegura que tras su utilización no se mostró ningún cambio físico en las máscaras, lo que abre una puerta a la esperanza. Eso sí, es un análisis superficial y que habría que tomar con pinzas. Al menos hasta que EEUU empiece a utilizar la solución de Battelle y se vean los resultados. En ese momento, podremos ver su funcionamiento, cómo alarga la vida útil de estos objetos y hasta qué punto degrada su eficacia.

El otro proyecto, el canadiense que ya están probando en algunos hospitales del país, se basa en la esterilización ultravioleta, una de las soluciones que parecen más prometedoras y que según 3M tampoco afectan, al menos a primera vista, la integridad del producto. Igual que en el caso anterior, se necesita una máquina que dé estos rayos ultravioleta sobre las máscaras hasta conseguir que se desinfecten. En concreto, la desarrollada por la empresa canadiense puede limpiar 500 máscaras por hora.

"La idea es que si pudiéramos obtener máscaras que se pudieran reutilizar 10 veces podríamos reducir la demanda o el consumo de estos objetos en un 90%. O, por el contrario, con el suministro actual podríamos repartir máscaras hasta 10 veces a más usuarios", apuntan desde la empresa. Lo cierto es que aún es pronto para saber el alcance de estos métodos desinfectantes tanto en las veces que se pueden usar en cada máscara como en el tiempo de duración, pero se ve un claro avance.

Métodos 'caseros'

Por último, ¿qué pasa con los métodos caseros? Hasta hace muy poco e incluso en universidades como la de Stanford, se ha defendido que métodos como el uso del horno o el microondas a temperaturas bajas podía ayudar a acabar con los virus sin dañar las mascarillas, e incluso se habló de alcohol o lejía. Pero lejos de ser un método para poder reutilizar tu máscara casera, lo cierto es que ninguna de estas alternativas se recomienda para limpieza en el hogar ni tampoco son muy efectivas a nivel profesional.

Según los estudios de 3M, tanto el uso del microondas como del horno deforma distintas partes de la máscara, acabando con su eficacia y por tanto terminando con cualquier protección que esta mascarilla ofrezca a los usuarios.

Es, sin duda alguna, uno de los objetos clave o, quizás, el más simbólico de la pandemia del SARS-Cov-2. La mascarilla es la imagen de lo que está ocurriendo en el planeta y un utensilio básico en la batalla contra la enfermedad Covid-19. Se gastan miles de ellas a diario y los países se pelean por conseguir el suministro que necesitan. Por eso, y ante el problema de desabastecimiento y gasto, ha aparecido una nueva carrera científica y tecnológica. En principio, la mayoría de estas máscaras son desechables, pero ¿hay forma de desinfectarlas y así ahorrar algo de material en plena crisis? Pues cada vez hay más empresas e investigadores dando posibles soluciones, aunque no sirven para todos los modelos.

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