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Nuevas formas de cuidar a una población envejecida

Vivir más y mejor: nuevas formas de cuidar a una población envejecida

salud digital

Por EC Brands

Por EC Brands

asta hace unos años, llegar a lo que se llamaba tercera edad implicaba quedarse en casa a cargo de hijos, nietos o cuidadores, o bien se apostaba por una residencia para un cuidado 24 horas o por el apoyo doméstico en el hogar. Esta situación está en pleno proceso de cambio por diferentes motivos. Primero, la esperanza de vida no ha hecho otra cosa que aumentar en España en los últimos años, situándose en los 80 en los hombres y 85 en las mujeres, una cifra que contrasta con los 78 y 83, respectivamente, de la media de la UE. Segundo, la esperanza de vida con buena salud -la que mide el índice de bienestar teniendo en cuenta la ausencia de limitaciones funcionales o discapacidades- también ha ido en aumento. En 2017, esa cifra estaba en los 69 años en hombres y muy cerca de los 70 en mujeres.

Vivimos más tiempo y vivimos mejor, lo que ha posibilitado que cada vez se tengan que retrasar más medidas como la contratación de cuidadores para familiares mayores o el ingreso en residencias. Pero, además, en los últimos años se han multiplicado las opciones: centros de día, estancias temporales en residencias y nuevas opciones de cuidado profesional en el hogar también se han unido a la ecuación.

"Se está pasando de una visión donde la persona mayor era pasiva a una en la que es activa, toma decisiones y decide qué hacer y cómo vivir"

Un informe de la Organización Mundial de la Salud publicado en 2015 sentó las bases de lo que estamos hablando hoy. “Se está pasando de una visión donde la persona mayor era pasiva a una en la que es activa, toma decisiones y decide qué hacer y cómo vivir”, explica Cristina Alonso, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG). Para Alonso, las atenciones a este grupo de la población no solo se enfocan a los cuidados, sino que “se trabaja mucho más en la medicina preventiva y en que el paciente mantenga la autonomía el mayor tiempo posible”.

Y son esas personas las que, frente a la situación de necesitar un apoyo puntual o permanente, ven con preocupación su futuro. Un estudio de Sanitas refleja que ocho de cada diez mayores de 60 años temen el deterioro producido por la vejez y las causas que tendrá en su independencia. Y seis de cada diez personas también están preocupadas por la posibilidad de tener que abandonar su hogar en algún momento para ingresar de manera permanente en una residencia. Y aquí las nuevas tecnologías van a jugar un papel fundamental.

Innovación para los mayores

Rodrigo Pérez, coordinador de la unidad de eHealth del grupo de investigación de geriatría de la Fundación del Hospital de Getafe, reconoce que existe un gran interés en invertir en tecnologías que preserven la dependencia de la persona mayor el máximo tiempo posible. “Una persona con discapacidad le cuesta al sistema ocho veces más que una sana”, argumenta. El uso de nuevas tecnologías va encaminado a dos vías; no solo a la predicción de enfermedades futuras sino también a la prevención de posibles situaciones adversas.

En el primer punto, Pérez explica que su grupo trabaja con personas “con riesgo de discapacidad” para analizar la posibilidad de que se dé “una variable con un alto poder de producir efectos adversos como puede ser una caída, la velocidad de la marcha o la potencia de las extremidades inferiores”. Gracias al uso de sensores, este grupo de estudio puede detectar “patrones o deterioros preocupantes que pueden llevar a una discapacidad a corto plazo”, lo que le permite hacer intervenciones tempranas para evitar esa posible discapacidad.

La prevención de situaciones que puedan discapacitar a la persona se cimenta sobre la idea de que esta “pueda permanecer en el domicilio de manera independiente el mayor tiempo posible”. Y para ello es necesario convertir el domicilio en una casa inteligente capaz de prevenir efectos adversos. ¿Cómo? “Una situación crítica para que una persona mayor caiga es cuando se levanta al baño en mitad de la noche. Es un momento de baja visibilidad y de inestabilidad pero con tecnología muy sencilla se puede prevenir la caída: se puede detectar cuándo se levanta de la cama e iluminar el camino al baño de manera que no perturbe demasiado a la persona”.

No es una tecnología aislada. Hay otras opciones disponibles para quienes necesitan una ayuda puntual o con asiduidad.

1. Videollamadas y sensores de movimiento

“La tecnología en entornos domésticos ha de resultar amable para la persona, una herramienta que te facilite poder lograr tus objetivos, no que nos controle ella a nosotros”, opina Lourdes Bermejo, vicepresidenta de gerontología de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG). Uno de los ejemplos que mejor definen estas prácticas son las consultas a distancia gracias a videollamadas. “No se trata de eliminar la consulta clásica a tu centro de salud, sino de complementarla. La persona, el motivo y el contenido de la consulta no justifican, en ocasiones, el esfuerzo que supone el desplazamiento, un traslado en ambulancia o las esperas. La videollamada permite ganar en inmediatez y esta accesibilidad proporciona seguridad”, argumenta Bermejo.

"Diversos sensores ofrecen información de la actividad de la persona en su casa: si se ha movido de la cama, si ha entrado en una habitación..."

Un ejemplo de tecnología aplicada al entorno doméstico es la aplicación del servicio de cuidados de En Casa Contigo, desarrollada por Sanitas, y que pone a disposición de las personas mayores un amplio abanico de servicios y terapias que cubren las necesidades que puedan surgir en el hogar. Gracias a un equipo disponible las 24 horas del día durante todo el año se ofrece una atención personalizada con acciones específicas a partir de las necesidades detectadas inicialmente y que cuenta con informes de seguimiento, videollamadas con expertos o servicio de mensajería instantáneo. De esta manera, los mayores pueden contar en todo momento con la ayuda de médicos, enfermeros o fisioterapeutas.

Bermejo reconoce que la tecnología también puede ayudar a que las personas continúen teniendo una vida activa, viviendo más independientes, incluso que puedan estar solas aunque necesiten algo de supervisión: “Diversos sensores pueden ofrecer información de la actividad que realiza la persona en su casa: de si se ha movido de la cama o no, si ha entrado en una habitación, si ha abierto la nevera. Esta información se transfiere a dispositivos o tabletas que facilitan que sus familiares estén informados y sepan si deben actuar en caso de necesidad”.

2. Geolocalización para conocer el recorrido

Según datos del Instituto Nacional de Estadística, el 69% de los mayores de 80 años acude a centros de día en nuestro país. Unos centros que se han convertido en un pilar fundamental para atender a personas mayores, ofrecerles actividades y fomentar la socialización sin que ello implique un ingreso permanente.

La geolocalización permite tener un rastro instantáneo de la persona lo que favorece que individuos con deterioro cognitivo puedan realizar actividades y desplazamientos

Cristina Alonso recuerda que uno de los aspectos en los que se trabaja en la actualidad es mantener a las personas más activas “tanto desde un punto de vista físico y cognitivo como de su rol social”. Y Lourdes Bermejo recuerda que “existe tecnología para saber si una persona ha salido por la puerta de casa”, lo que permite a familiares y amigos tener conocimiento de ello y estar alerta por si la persona se pierde o necesita apoyos.

La geolocalización en los teléfonos móviles permite en la actualidad tener un rastro prácticamente instantáneo de la situación de una persona lo que favorece que personas con deterioro cognitivo puedan realizar actividades y desplazamientos por sí mismas durante más tiempo.

3. Transformar el concepto de residencia

El “sistema más demandado en España” cuando una persona envejece es el de una residencia, pero tiene un hándicap. “Los mayores no quieren ir a las residencias clásicas cuando envejecen”, explica Alonso. Una solución pasa por cambiar el enfoque y convertir al residente en un individuo activo: “No puede ser que una residencia parezca un colegio mayor con horarios y dietas estrictos, que no se ajustan a los gustos de las personas. Hay mucho por trabajar en ese sentido”. “Los programas de actividades a la medida y gustos de cada persona, las terapias no farmacológicas para las personas con deterioro cognitivo o la potenciación de la socialización deben ser parte fundamental de las residencias modernas”, señala Pedro Cano, director de Innovación Médica de Sanitas Mayores.

Además de cambiar el concepto, la tecnología permite que el contacto entre residente y familiares sea constante, así los miembros de la familia pueden conocer qué está haciendo en cada momento. Existen iniciativas como Famileo que, a través de una ‘app’, da acceso a los familiares a enviar mensajes, fotos o recuerdos que se imprimen en una revista que se envía a la persona ingresada en una residencia.

La tecnología permite que el contacto entre residente y familiares sea constante, de forma que pueden conocer lo que la persona está haciendo en cada momento

Otro programa pensado para ofrecer una comunicación constante es la que se ha puesto en marcha en las residencias de Sanitas Mayores. La compañía ha apostado por la tecnología y el uso de ‘apps’ para que los familiares conozcan cómo se encuentra su padre, madre o familiar en cada momento y aliviar así el sentimiento de culpa o de abandono, que se instala en un 33% y un 40% de los familiares respectivamente. Con esta iniciativa se pretende aumentar la transparencia gracias a una comunicación fluida con la residencia, que permite obtener información en todo momento gracias al contacto con el centro y con sus profesionales.

4. Nuevas formas de envejecer en casa

Las alternativas a los cuidados para las personas mayores no terminan en estos puntos. Cristina Alonso también recuerda que existen nuevas alternativas que están ganando popularidad en los últimos años, como el ‘cohousing’ o las hipotecas inversas.

El primer punto no es otra cosa que “un sistema de organización de personas mayores, que forman una especie de cooperativa”. Se organizan en algún espacio, ya sea un edificio o un conjunto de casas, en los que ponen en común “servicios que puedan necesitar, adaptados a ellos y enfocados hacia el cuidado del proceso de envejecimiento”. Pagan una cantidad al mes que permite alquilar el espacio pero también contratar servicios de cuidados como enfermeros o psicólogos. Pero también organizan actividades para mantenerse activos.

Finalmente, las hipotecas inversas son una alternativa para esas personas que no quieren abandonar su hogar, ya que el banco paga una mensualidad hasta el fallecimiento (o hasta que se llega al valor de tasación), momento en el cual los familiares pueden hacerse cargo de la deuda o el banco ejecutar el préstamo hipotecario. “Es la opción para las personas que quieren vivir en casa y necesitan dinero líquido para los cuidados en el domicilio”, recuerda Alonso. Dos nuevas alternativas que demuestran que cada vez existen más opciones en nuestro país para envejecer de la mejor manera posible.