Adiós a Margarita Salas: muere a los 80 años la principal científica española del siglo XX

La ciencia española ha perdido hoy con la bioquímica Margarita Salas a una pionera por partida doble. Primero, por el impulso que la investigadora asturiana dio al estudio de la biología molecular en nuestro país, y segundo, por su ejemplo como mujer en un campo predominantemente masculino como la investigación básica.

"Cuando yo empecé, se pensaba que las mujeres no estábamos capacitadas para hacer investigación", confesaba Salas en una entrevista concedida a Teknautas hace unos meses. "Evidentemente, a mí se me discriminaba porque pensaban que yo no valía, pero salí adelante".

Salas, que habría cumplido 81 años a finales de este mes, comenzó su carrera en los años cincuenta, cuando conoció a Severo Ochoa —último premio Nobel español en ciencias—, quien la orientó hacia la bioquímica, y a su marido, el también investigador Eladio Viñuela, con quien partiría rumbo a Estados Unidos para especializarse definitivamente en el estudio del fago Φ29.

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De aquí provendría el descubrimiento y caracterización de las ADN polimerasas, unas enzimas que resultan clave en la replicación del material genético y que han tenido desde entonces una auténtica explosión de aplicaciones en genética o biotecnología. En estas últimas décadas, Salas, que permaneció hasta el final en su laboratorio del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa del CSIC como profesora 'ad honorem', ha sido autora de más de 350 artículos científicos de impacto.

Salas ha obtenido casi todos los reconocimientos que alguien en su posición puede merecer ganar, desde el Premio Nacional de Investigación Santiago Ramón y Cajal hasta el Premio al Inventor Europeo 2019, que le fue otorgado este pasado verano. Hasta el ingreso este año de la también bióloga molecular Ana María Cuervo, Salas fue la única representante española en la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.

"Yo creo que si los científicos no se quieren jubilar, no deben hacerlo", razonaba Salas a José Pichel en esa entrevista. "Es decir, yo no quiero una jubilación forzosa". Hasta el final, la científica española más relevante del siglo XX e inspiradora de muchas otras ha mantenido su palabra. Solo la inevitable sentencia de la muerte ha podido apartarla de su lugar en el laboratorio.