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Tu alcoholismo no es tu culpa: es cosa de tu cortex prefrontal (espoleado por la genética)
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ya tienes excusa para beber

Tu alcoholismo no es tu culpa: es cosa de tu cortex prefrontal (espoleado por la genética)

Los cerebros con tendencia al consumo masivo de alcohol carecen de los impulsos necesarios para tomar decisiones conscientemente

Foto: Bottles of alcohol are put on display inside a high-tech store named "le 4 casino" in paris
Bottles of alcohol are put on display inside a high-tech store named "le 4 casino" in paris

Agosto. Hora del aperitivo. 37 grados. Visualizas un tinto de verano frío y algo te arrastra irremediablemente hacia el chiringuito más cercano. ¿Qué te impulsa a pedir un tinto en lugar de un granizado como el tipo que se sienta a tu lado? Los estímulos son los mismos: sed, calor, deshidratación. Pero el cerebro que los interpreta no.

Un equipo de neurobiólogos del departamento de adicciones de la Universidad de Indiana, Estados Unidos, ha decodificado por primera vez los impulsos cerebrales que nos empujan a beber alcohol. El estudio desvela que el cortex prefrontal "juega un papel central a la hora de guiar la toma de decisiones", una región cerebral "que se ve alterada por el alcohol y por el riesgo individual innato al consumo excesivo de alcohol".

Foto: Litros y litros. (iStock)

Es decir, nuestro cortex está genéticamente diseñado para verse más o menos alterado por el consumo de alcohol y poder o no decidir si tomarlo.

Cerebros que no controlan sus impulsos

Los investigadores explican que el objetivo del estudio era mapear cómo "la actividad neuronal en la corteza prefrontal guía la decisión de beber". Para poder medir los impulsos se monitorizaron los cerebros de ratas a las que se les permitía consumir o no alcohol a su propio ritmo.

Las ratas se dividieron en dos grupos, las que mostraban un riesgo innato en la ingesta excesiva de alcohol y las que carecían de ese factor genético. Lo curioso es que las ratas que no estaban genéticamente predispuestas a beber mostraban actividad neuronal consistentes con la intención para beber o abstenerse de beber. Es decir, podían tomar la decisión de beber o no.

Las ratas sin riesgos genéticos de alcoholismo mostraban actividad cerebral asociada a la toma de decisiones: beber o no beber

Sin embargo, las ratas con tendencia al alcoholismo no mostraban esa actividad cerebral. "Esta observación puede indicar una falta de control sobre la decisión de beber por parte de la región del cerebro que supervisa la toma de decisiones".

Una lesión cerebral

El informe explica que esta falta de toma de decisiones puede ser "un factor de riesgo y el resultado de un trastorno de uso del alcohol". "Por lo tanto, comprender las conexiones neuronales que subyacen a la toma de decisiones y cómo se alteró la función de estos sistemas, es fundamental para identificar nuevos objetivos para tratar y prevenir" los trastornos de adicciones.

Foto: Joan Crawford junto a sus hijos mayores, Christopher y Christina. (Notorious)

La "incapacidad de abstenerse de beber en exceso puede reflejar una patología en los circuitos neuronales que guían los aobjetivos" y que se encontrarían en el cortex prefrontal.

Tratamientos para evitar el consumo

Los datos recopilados abren, según los investigadores, nuevas opciones de tratamiento ya que "las señales de intención que surgen antes de buscar / beber alcohol pueden ser objetivos particularmente efectivos para intervenciones dirigidas a reducir o eliminar el consumo de alcohol".

Entre las opciones que baraja el estudio es la de investigar tratamientos farmacológicos para restaurar las funciones del cortex y que la toma de decisiones deje de presentar disfunciones. Así ya no habrá excusas para tomarse una cerveza y decir que no podías evitarlo.

Agosto. Hora del aperitivo. 37 grados. Visualizas un tinto de verano frío y algo te arrastra irremediablemente hacia el chiringuito más cercano. ¿Qué te impulsa a pedir un tinto en lugar de un granizado como el tipo que se sienta a tu lado? Los estímulos son los mismos: sed, calor, deshidratación. Pero el cerebro que los interpreta no.

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