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Un español convence a la Eurocámara para hacer una estrategia anti tormentas solares
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la iniciativa también está en el congreso

Un español convence a la Eurocámara para hacer una estrategia anti tormentas solares

El Parlamento Europeo admite la propuesta de la pequeña Asociación Española de Protección Civil para el Clima Espacial de prepararse para una amenaza que EEUU y UK ya tienen muy asumida

Foto: Imagen de una tormenta solar captada por EEUU. (EFE)
Imagen de una tormenta solar captada por EEUU. (EFE)

La Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo ha admitido a trámite la petición de la Asociación Española de Protección Civil para el Clima Espacial (AEPCCE), una pequeña agrupación de voluntarios, de elaborar una estrategia comunitaria contra las tormentas solares y los ataques terroristas electromagnéticos mediante dispositivos nucleares. Las consecuencias de estos dos fenómenos no son la destrucción directa de vidas humanas ni de edificios o instalaciones críticas, como ha ocurrido históricamente con otro tipo de atentados terroristas o bélicos -como las bombas de Hiroshima y Nagasaki-, que también tenían un origen nuclear.

Los efectos de estas modernas ofensivas van dirigidos contra todos los dispositivos que funcionan con electricidad, que actualmente son la inmensa mayoría de los que utilizamos los ciudadanos. Teléfonos móviles, vehículos, centrales eléctricas, edificios, trenes o microondas dejarían de funcionar automáticamente. Las detonaciones de este tipo de ataques están pensadas para hacerse a una elevada altitud -superior a los 30 kilómetros generalmente-, con lo que sus consecuencias sobre la población apenas se notarían. No habría efectos explosivos ni térmicos ni radiactivos sobre las personas. Sí se produciría, sin embargo, una caída radical de la red eléctrica, que de alargarse durante varias semanas e incluso meses provocaría desabastecimientos de medicinas y alimentos que a medio plazo tendrían un efecto más devastador que cualquier bomba nuclear. Las ondas electromagnéticas del ataque generan impulsos que, como si de un diluvio de rayos se tratara, destruyen inmediatamente todo dispositivo electrónico que se encuentra en su radio de acción.

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Países como Estados Unidos o el Reino Unido cuentan ya con una estrategia específica para defenderse contra este tipo de ataques, cuyos efectos pueden reducirse considerablemente en el caso de que los gobiernos estén preparados para recuperarse de forma adecuada para contrarrestar las consecuencias derivadas de la detonación. El Gobierno norteamericano, en concreto, ha ordenado a la Marina que se prepare para la posibilidad de que el país sufra una tormenta solar o un ataque terrorista y a los operadores eléctricos para que sepan cómo actuar y restablecer la red en caso de sufrir un fenómeno extremo de clima espacial, que también podría producirse por prodigios naturales, como la que sufrió el mundo en 1859, denominado evento Carrington, una tormenta solar que en aquella época tuvo enormes consecuencias para las comunicaciones que hoy serían mucho más catastróficas.

"El clima espacial representa un riesgo totalmente normal más allá de que su nombre le suene novedoso al público", valora el presidente de AEPCCE, Miguel Ángel Rodríguez, que lidera esta iniciativa de forma absolutamente altruista. "Al Sol no le sucede nada extraño, simplemente sigue con su actividad de siempre, lo cual incluye fenómenos geomagnéticos extremos, como han existido siempre, con un periodo de retorno secular", explica Rodríguez, quien matiza que, sin embargo, las consecuencias de un evento Carrington hoy son mucho peores que hace 160 años porque todo depende hoy de la electricidad. "Nuestras sociedades se basaban antes en la fuerza muscular o mucho más recientemente en la máquina de vapor y los fenómenos de tipo electromagnético extremo eran inocuos", recuerda. "Con los satélites, los grandes tendidos eléctricos (especialmente vulnerables) y todo lo que de ellos depende no sucede lo mismo", puntualiza.

Foto: Foto de una bomba nuclear detonada por el gobierno francés en el atolón de Mururoa, en la Polinesia Francesa.

España, sin embargo, no cuenta con una estrategia nacional para afrontar un atentado de este tipo. Desde el Ministerio de Defensa aseguran no tener nada al respecto. Desde Interior, por su parte, se remiten a su departamento más especializado en la materia, el Centro Nacional de Protección de Infraestructuras Críticas (CNPIC). El jefe del Servicio de Planes y Seguridad, José Luis Pérez, asegura que "no es necesario elaborar una estrategia". "Es un escenario muy poco probable, lo que denominamos un cisne negro; se puede trabajar en ello y profundizar a través de foros, pero no hace falta toda una estrategia, que es algo demasiado elevado", valora el técnico, que sin embargo sí admite que cada una de las más de 700 infraestructuras críticas que hay en España cuenta con "un plan ad hoc que incluye muchas amenazas y ésta está entre ellas".

"Todas las instalaciones electricas tienen un plan de recuperación para cuando se quedan sin energía", subraya Pérez, que atribuye a Protección Civil la competencia de restaurar el estado de las cosas a la normalidad. Sin embargo, un ataque por pulso electromagnético no atacaría solo a las infraestructuras críticas, sino que también tendría efectos directos sobre los dispositivos electrónicos de los usuarios, elemento que por ahora ninguna institución española prevé. "No se trata de una amenaza inminente, que vaya a pasar mañana, pero sí que hay probabilidades relevantes de que suceda; y si sucediese hoy por hoy no estaríamos preparados en España de ninguna de las maneras", asegura Rodríguez. "Por desgracia, nos hemos quedado muy atrás en todo este campo como país; hay que recuperar el terreno perdido”, aconseja el presidente de AEPCCE.

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Imagen del Centro Nacional para la Protección de las Infraestructuras Críticas. (EC)

Además de admitir a trámite la propuesta de AEPCCE, la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo ha solicitado a la Comisión Europea que lleve a cabo "una investigación preliminar sobre los diferentes aspectos del problema" planteado por la asociación española. "La Comisión de Peticiones proseguirá el examen de su petición tan pronto como disponga de la información necesaria", detalla el escrito remitido a la AEPCCE por la Eurocámara, que considera que la solicitud debe remitirla también a la comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria así como a la de Industria, Investigación y Energía.

La iniciativa paralizada en Las Cortes

La misma asociación que ha conseguido que el Parlamento Europeo inicie los trámites para crear una estrategia anti apagón a nivel comunitario presentó en enero de 2017 una propuesta similar en el Congreso de los Diputados y en el Senado. La iniciativa en Las Cortes reclamaba "la puesta en marcha de una ponencia especial" previa a la elaboración de un plan nacional y adjuntaba una relación de documentos que venían a sostener la convenciencia de aprobar ese programa estratégico.

Un informe de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos que detallaba el impacto económico de una posible incidente climatológico, otro de la Comisión EMP (siglas de pulso electromagnético en inglés) del Congreso norteamericano, un tercero de la Comisión de Defensa del Parlamento inglés, un monográfico de la OCDE, las respectivas estrategias anti apagón de Estados Unidos y Reino Unido, la orden del ex presidente Barack Obama para que la administración se prepare, un informe del Foro Económico Mundial sobre los riesgos globales que incluye las tormentas solares, otro sobre los impactos del clima en la ingeniería de una Real Academia británica y varios más de las aseguradoras Zúrich, Lloyds, Allianz o Aon Benfield recomendaban poner en marcha planes de respuesta ante esta amenaza. La propuesta, sin embargo, no ha avanzado nada desde que llegó a la Comisión Mixta Congreso-Senado de Seguridad Nacional.

La Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo ha admitido a trámite la petición de la Asociación Española de Protección Civil para el Clima Espacial (AEPCCE), una pequeña agrupación de voluntarios, de elaborar una estrategia comunitaria contra las tormentas solares y los ataques terroristas electromagnéticos mediante dispositivos nucleares. Las consecuencias de estos dos fenómenos no son la destrucción directa de vidas humanas ni de edificios o instalaciones críticas, como ha ocurrido históricamente con otro tipo de atentados terroristas o bélicos -como las bombas de Hiroshima y Nagasaki-, que también tenían un origen nuclear.

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