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Fotos espaciales: ¿Cuánto Photoshop es demasiado? Hablamos con Rogelio Bernal
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Fotos espaciales: ¿Cuánto Photoshop es demasiado? Hablamos con Rogelio Bernal

La postproducción es fundamental para captar detalles en estructuras cósmicas que serían invisibles al ojo humano, pero si te cuelas, corres el riesgo de provocar epilepsia a alguien

Foto: A más de uno se le va la mano con el Photoshop.
A más de uno se le va la mano con el Photoshop.

Una de las fotografías del espacio más icónicas que existen representa una nebulosa de gas y polvo en la constelación del Águila, a 7.000 años luz de la Tierra. Seguro que la ha visto en algún momento, aunque muy probablemente bajo su nombre artístico: Pilares de la Creación.

placeholder Los Pilares de la Creación en la Constelación del Águila (NASA / ESA / Telescopio Espacial Hubble)
Los Pilares de la Creación en la Constelación del Águila (NASA / ESA / Telescopio Espacial Hubble)

La imagen es apabullante. Es cierto, esas "trompas de elefante" en realidad participan en la creación de nuevas estrellas. Fueron tomadas el 1 de abril de 1995 por Jeff Hester y Paul Scowen, de la Universidad Estatal de Arizona, gracias al telescopio espacial Hubble.

¿Pero cómo es realmente esa parte del espacio? Probablemente se parezca más a esto.

placeholder La foto original de los Pilares de la Creación (Telescopio Espacial Hubble)
La foto original de los Pilares de la Creación (Telescopio Espacial Hubble)

La foto que todos conocemos de los Pilares de la Creación fue retocada por el editor fotográfico del Hubble, el estadounidense de origen húngaro Zoltan Levay. Por artístico que sea el resultado, el proceso es muy científico. El telescopio suele tomar tres versiones de cada parche del espacio con tres niveles distintos de exposición. A partir de esos tres bocetos, Levay los superpone y crea una imagen en blanco y negro, de ahí las esquinas que se observan en la fotografía de arriba. En este proceso se eliminan también las motitas blancas generadas por los rayos cósmicos que se aprecian en la parte de abajo.

En realidad, esa nebulosa no está totalmente desprovista de color. Los diferentes gases que la componen —oxígeno, hidrógeno y azufre— están tenuemente coloreados de azul o rojo. Lo que Levay hace entonces es tomar las tres versiones de la imagen en los colores primarios... y superponerlas.

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Como explicaba en una charla TED, el resultado en tecnicolor de esas tres fotos "parece plano y embarrado, y tiene un tono verde predominante, cuando las estrellas tienen un tinte magenta muy fuerte. En realidad es resultado del modo en que los filtros del Hubble fueron diseñados", cuenta el editor fotográfico.

Es, en ese momento, cuando el editor desenfunda el Photoshop y da más relevancia a unos colores sobre otros, resalta algunas estructuras para que la radiación se aprecie con más nitidez o rebaja un poco la luminosidad de aquellos elementos secundarios. Es un arte al servicio de la ciencia.

Levay representa la parte más científica de este asunto, pero hay otros muchos fotógrafos del cielo profundo que tienen una vena más artística o más divulgativa. También existen a lo largo y ancho de la red cursos, certámenes, foros o premios de astrofotografía donde algunos aspirantes dan lo mejor de sí alterando colores, niveles o tiempo de exposición.

Existe, sin embargo, el riesgo de acabar obteniendo una imagen tan espectacular como espuria.

Entrevistamos a Rogelio Bernal

Para salir de dudas, hemos contactado con uno de los mejores astrofotógrafos de la actualidad, Rogelio Bernal Andreo. Este ingeniero informático salió de Murcia para acabar pasando por la Universidad de Harvard o empresas como eBay o Netscape. Desde hace años se dedica profesionalmente al mundo de la fotografía del cielo profundo, y con gran éxito. Sus imágenes han sido seleccionadas por la NASA, la BBC o revistas como 'National Geographic', 'Astronomy Magazine' o 'Sky and Telescope'.

Depende de la meta que se busque. Hay imágenes que no son nada atractivas visualmente pero con un gran valor científico. Por otro lado, hay imágenes preciosas con un valor científico limitado pero enormemente valiosas para difundir la astronomía y el interés por el cosmos. En el ámbito que yo me manejo, de astrofotografía muy visual, la fotografía excelente es la que te sorprende a ti, y posteriormente queda ratificada con esa misma sorpresa en otros compañeros de afición, porque al vecino de enfrente seguramente le impresionará cualquier astrofoto que hagas. Bien porque se trata de una vista poco conocida, o una imagen que presenta cosas poco o nunca vistas antes (sí, eso todavía es posible), con una claridad muy buena, un manejo óptimo de los datos a la hora de editar o una vista diferente de un objeto conocido.


Hoy en día hay que aceptar que, en la astrofotografía en general, todo vale excepto ser deshonesto (o hacer algo ilegal), con lo que cualquier edición es 'válida' en tanto no engañes: no digas que fue una sola foto si en realidad es un montaje de varias, etcétera. Dicho esto, la gran mayoría de astrofotógrafos de cielo profundo siguen un criterio que en bastante medida procura ser respetuoso con los datos que capturamos.

¿En qué consiste?

Por ejemplo, no nos inventamos colores, pero seguimos diferentes criterios de balance de color. Los excesos vienen cuando uno sube mucho la saturación de color, o aplica excesivamente un filtro para eliminar ruido de la imagen, 'lavándola' en exceso. Cada imagen es una representación personal de los datos capturados pero, como norma general, una de las metas que se suelen buscar es ser lo más fiel posible a lo que realmente hay arriba.

Con todo, en el otro el extremo existe lo que yo llamo 'astro art', composiciones de fantasía donde en ocasiones los autores se describen a sí mismos como astrofotógrafos por el mero hecho de disparar con una cámara hacia un cielo estrellado. Es fácil encontrar gente discutiendo dónde está el límite entre lo permitido y lo que no, ya que es un tema recurrente entre aficionados, pero yo ya me apeé de ese debate. Lo que debe privar es la honestidad al margen de las licencias artísticas —saber lo que estamos viendo es la mejor manera de disfrutarlo.

Yo personalmente no me he planteado nunca retos entre mi trabajo y el de otros. Aunque disfruto viendo el trabajo de otros compañeros, jamás lo tengo en cuenta cuando defino y me pongo a ejecutar un proyecto personal. Entiendo que hay una competencia no escrita entre algunos compañeros, porque a veces es demasiado obvia, e igualmente lo noto de algunos compañeros hacia mi, pero me parece una distracción innecesaria y a veces perjudicial. Para mi el 'reto supremo' es atreverse a hacer cosas sobre las que no tengas referencias, que no hayas hecho antes, que te parezca demasiado atrevido para tus medios... y tirarte completamente a la piscina para ver hasta donde puedes llegar. Tópico, pero muy cierto.

No sabría decir qué requiere más paciencia. Lo bueno de la astrofotografía es que, salvo excepciones, es algo predecible, no dependes de lo que decida hacer un animal en un momento concreto, pero sí nos exige una paciencia desmesurada. No solo hay fotos que pueden llevarte muchas noches acumulando exposición, hablamos de horas y horas, sino que a veces te haces tres o cuatro horas de coche —para alejarte de la luz de las ciudades— y se te nubla, o te encuentras con algún problema técnico... y siempre buscando hueco en las noches despejadas y sin luna, que solo son unas pocas cada mes. Dado que el cielo cambia con las estaciones, yo he tenido que dejar una foto a medias y no poder terminarla hasta varios meses después cuando el objeto celestial volvía a reaparecer en nuestro cielo nocturno.

Una de las fotografías del espacio más icónicas que existen representa una nebulosa de gas y polvo en la constelación del Águila, a 7.000 años luz de la Tierra. Seguro que la ha visto en algún momento, aunque muy probablemente bajo su nombre artístico: Pilares de la Creación.

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