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Los huracanes azotan España: cuestan más en daños que terremotos y atentados juntos
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desastres naturales a la vuelta de la esquina

Los huracanes azotan España: cuestan más en daños que terremotos y atentados juntos

Hace dos meses, el huracán Ophelia pasó por Galicia, la comunidad tradicionalmente más golpeada por cliclones atípicos: ¿será todo esto cada vez más frecuente en el futuro?

Foto: Árboles arrancados cerca de A Coruña tras el paso del huracán Klaus en 2009. (Pablo Herrero Isasi)
Árboles arrancados cerca de A Coruña tras el paso del huracán Klaus en 2009. (Pablo Herrero Isasi)

España no es el típico país en el que uno piensa cuando ve imágenes de huracanes arrancando árboles de cuajo, pero para no ser el típico país, las compañías de seguros se han gastado 877 millones de euros en los últimos 12 años en reparar daños causados por tempestades ciclónicas.

Más de la mitad de ese precio fue provocado por un solo evento, el huracán extratropical Klaus, que en enero de 2009 entró por Galicia y salió por Cataluña acabando con la vida de 12 personas y provocando 549 millones de euros en daños. "El ciclón Klaus ha causado en el sistema eléctrico peninsular español los daños más graves que se han registrado, al menos, en el último cuarto de siglo", explicaba recientemente Luis Felipe Alvarado Sánchez-Cortés, de Red Eléctrica Española.

Foto: Corea del Sur disparó este domingo un misil balístico en respuesta al ensayo nuclear de Corea del Norte. (EFE)

Estos datos, facilitados hace unos días por Alejandro Izuzquiza, director de operaciones del Consorcio de Compensación de Seguros, una entidad pública dependiente del Ministerio de Economía encargada, entre otras cosas, de la cobertura de riesgos extraordinarios como inundaciones, caídas de meteoritos, terrorismo, erupciones volcánicas, terremotos o las llamadas tempestades ciclónicas atípicas, que suelen golpear a España con cierta frecuencia.

¿Quién paga todo esto? En realidad, todos lo hacemos. Con cada uno de nuestros seguros de casa o coche abonamos un pequeño recargo que alimenta la hucha del CCS. En resumen, si su coche está asegurado y alguien se lo destroza, lo paga el seguro, pero si le cae un meteorito, lo paga este consorcio.

Científicos climáticos y corredores de seguros

El sintagma 'tempestad ciclónica atípica' no es solo un concepto meteorológico, sino uno que más bien suele escucharse asociado a la terminología de las aseguradoras, dado que ambos universos se están viendo cada vez más obligados a coexistir, incluso a entenderse. De hecho, el informe anual más señalado en desastres naturales —siempre debatido con ardor por los científicos climáticos— lo realiza Munich Re, la compañía de seguros alemana.

El asunto ha generado ríos de tinta en la comunidad académica, ya que existe una relación entre el número de eventos extremos y el cambio climático, ya que un aumento de la temperatura de la superficie del océano favorece, sobre el papel, la formación de ciclones o tifones. Sin embargo, este tipo de estudios no son aún tan sofisticados como para poder atribuir las causas de un evento concreto a la actividad humana.

Hasta ahora, lo máximo que se puede decir es que el cambio climático ha elevado las probabilidades de que estos sucedan o incluso, que sean más intensos. Esta es también la tesis de las compañías de seguros, que declaran estar contemplando un aumento de los daños derivados de eventos meteorológicos extremos. Sin embargo, ¿es lícito dejar que sea el gato quien cuide de los ratones?

¿Quién paga todo esto? En realidad, todos lo hacemos. Con cada seguro de casa o coche abonamos un recargo a la hucha del CCS

Muchos científicos son críticos con esta perspectiva, y creen que no es que los huracanes sean hoy más intensos o frecuentes, sino que reparar un poblado indonesio arrasado por un tsunami es mucho más caro ahora que en 1970.

Cuánto nos cuestan las tempestades

En España, según los datos del CCS, las tempestades ciclónicas han supuesto, en esta última década, más cobertura por parte de las aseguradoras de lo que lo hacían treinta años antes. Sin embargo, Izuzquiza matiza que esta tendencia se ha visto compensada por otro hecho: "En 2005 se produjo una modificación legislativa que incluía una mayor protección del consorcio ante vientos extremos".

En los últimos años, uno de cada cuatro euros que sirven para reparar una catástrofe natural se dedican al paso de un huracán como Klaus o Kurt, que azotó Galicia en febrero de este año.

(Si estos fenómenos tienen tendencia a los nombres germánicos es porque los bautiza el Instituto Meteorológico Alemán, aunque esta costumbre tiene las horas contadas. Durante este puente de la Constitución, el norte peninsular padecerá las consecuencias de Ana, la primera borrasca nombrada por la AEMET en coordinación con sus homólogos de Portugal y Francia).

Aunque su peso en la factura de los desastres ha descendido porcentualmente en los últimos años, las inundaciones siguen liderando los costes generados por estos eventos extraordinarios: reparar los daños causados por estas ha costado al CCS casi seis mil millones de euros en los últimos 35 años (la inflación de los costes está ajustada al 31 de diciembre de 2016).

Las inundaciones son, además, independientes de las épocas de sequía (desde comienzos de siglo hemos sufrido al menos tres periodos de sequía severa —2005, 2012 y el actual— sin dejar de padecer inundaciones) y, al contrario que las tempestades, afectan a menudo a regiones escasas en precipitaciones como Andalucía, Extremadura, Murcia o Castilla La Mancha.

Estas particularidades explican su privilegiada posición en el 'ranking' de desastres.

Tras ellas, en segundo lugar, se sitúan las tempestades ciclónicas. Han costado más de 1.800 millones en daños y perjuicios pese a estar mucho más localizadas geográficamente.

Galicia es sin duda la comunidad autónoma más golpeada por estos fenómenos: Hortensia, Klaus, Xynthia, Ofelia, Kurt... un largo y macabro historial que, en muchos casos, se ha extendido a lo largo de la cornisa cantábrica pero aterrizando siempre en el mismo lugar.

Sin embargo, entre Klaus, la peor tempestad que se recuerda en la zona, y Hortensia, su inmediata predecesora, tuvieron que pasar 25 años, de 1984 a 2009. La situación actual no invita a pensar en que tenga que pasar otro cuarto de siglo.

España no es el típico país en el que uno piensa cuando ve imágenes de huracanes arrancando árboles de cuajo, pero para no ser el típico país, las compañías de seguros se han gastado 877 millones de euros en los últimos 12 años en reparar daños causados por tempestades ciclónicas.

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