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La guerra sucia del glifosato: expertos a sueldo pagados por detractores y partidarios
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LA POLÉMICA DEL HERBICIDA

La guerra sucia del glifosato: expertos a sueldo pagados por detractores y partidarios

Ingresos, movimientos bancarios y donaciones ponen de relieve la supuesta compra de reputadas personalidades para defender o desacraditar la prohibición de este compuesto

Foto: Plantación de remolacha azucarera en Mustedt (Alemania). (EFE)
Plantación de remolacha azucarera en Mustedt (Alemania). (EFE)

La del glifosato es una de esas polémicas que parece no terminar nunca. El herbicida de amplio espectro, inventado por Monsanto en 1970 pero libre de patente desde el año 2000, es un producto diferente según a quién preguntes: eficaz, barato y seguro dentro de los límites que marca la ley según las empresas que lo comercializan; peligroso, cancerígeno y máximo exponente de prácticas agrícolas monopolizadas por las grandes multinacionales según las organizaciones ecologistas que intentan que se prohíba o restrinja su uso todo lo posible.

Pero en un debate tan agrio, no todo es juego limpio y unos y otros han sido acusados de comprar expertos para defender su postura, contratando a científicos con autoridad en el tema para conseguir decisiones a su favor por parte de los organismos públicos que fijan las reglas de uso del herbicida.

Foto: Papeles ardiendo (Wikimedia Commons)

A sueldo de un bufete que demanda a los fabricantes

Es el caso recientemente destapado de Christopher Portier, experto en salud medioambiental, que desde hace años ejerce de asesor en distintos organismos internacionales a los que principalmente advierte de los supuestos riesgos del uso del glifosato.

Mientras tanto, sabemos ahora, Portier recibía grandes cantidades de dinero, más de 160.000 dólares, de un bufete de abogados que presenta demandas contra los fabricantes del mismo herbicida. Demandas en las que las decisiones de los organismos a los que Portier asesoraba podían tener un gran peso. La información se ha conocido al hacerse públicos documentos judiciales del juzgado de California donde se están dirimiendo algunas de estas demandas.

placeholder Etiqueta de un pesticida con glifosato. (EFE)
Etiqueta de un pesticida con glifosato. (EFE)

La opinión de Portier fue una de las que más peso tuvo cuando en 2015 la IARC (Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer) clasificó el glifosato como "probablemente cancerígeno". Desde entonces, Portier ha intervenido en el debate a menudo, criticando a organizaciones, como la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Agencia Química Europea (ECHA), por no haber implementado regulaciones mucho más duras respecto al herbicida.

La relación de Portier con el bufete estadounidense se formalizó la misma semana que se publicó el informe del IARC, pero sus conversaciones habían empezado dos meses antes. En todo ese tiempo no hizo público que estaba cobrando un sueldo de una empresa con mucho que ganar dependiendo del resultado de su trabajo como asesor, lo que podía suponer un conflicto de intereses y que la normativa europea obliga a revelar.

Organizaciones científicas que reciben miles de dólares al año

En el lado de las empresas biotecnológicas que defienden el uso del glifosato hay historias parecidas. Por ejemplo la de Alan Boobis, presidente del panel de expertos que la ONU y la FAO organizaron en mayo de 2016 para debatir sobre el riesgo que suponen los residuos de los agroquímicos en los alimentos. Su conclusión sobre el glifosato fue que resulta "improbable que tenga efectos carcinógenos para los humanos por la exposición a través de la dieta". El informe apareció días antes de que la UE votase si renovar o no la licencia del glifosato (que se cerró sin acuerdo y por tanto quedó automáticamente renovada hasta diciembre de 2017 o hasta que se vote de nuevo).

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Vista de los Monsanto Papers. (EFE)

Al día siguiente de conocerse su informe final, la ONG estadounidense Right to Know hizo público que el International Life Science Institute (ILSI), cuya vicepresidencia ocupa Boobis, había recibido en los años anteriores una donación de medio millón de dólares por parte de Monsanto y otra cantidad algo mayor, 528.500 dólares, del grupo CropLife International que representa a Monsanto, Syngenta y otras empresas biotecnológicas agrícolas.

Los Monsanto Papers desvelaron la relación de la multinacional con científicos a través de proyectos de financiación y donaciones

La información formaba parte de los Monsanto Papers, una serie de documentos revelados por Right to Know en los que se detalla la relación de la multinacional con científicos a través de la financiación de proyectos de investigación y donaciones a instituciones científicas. En el caso de Boobis, el científico aseguró que había sido transparente con su relación con el ILSI y que su papel allí "es como presidente de su comité de administradores, responsables de vigilar la organización y sus programas científicos", un puesto sin remuneración.

El IARC editó el informe que declaraba el glifosato un probable carcinógeno

En el caso del veredicto del IARC sobre el glifosato como posible agente cancerígeno, el conflicto de intereses no revelado por Portier no es ahora la única duda. Este 19 de octubre, Reuters publicaba que el organismo, semiautónomo pero perteneciente a la OMS, dejó fuera del informe final datos y descubrimientos que contradecían el potencial riesgo cancerígeno del herbicida.

placeholder Manifestación en Bruselas el pasado mes de septiembre para pedir la prohibición del glifosato. (Reuters)
Manifestación en Bruselas el pasado mes de septiembre para pedir la prohibición del glifosato. (Reuters)

En su versión final, los autores establecían que había "evidencias suficientes" de que el glifosato puede causar cáncer en animales, y "evidencias limitadas" de que ocurra lo mismo en humanos. Según lo publicado por Reuters, se hicieron un total de 10 cambios del último borrador a la versión final, concentrados en la parte del informe sobre el efecto en animales. En todos ellos, lo que era una conclusión negativa sobre la relación entre glifosato y cáncer se terminó convirtiendo en una conclusión neutral o positiva.

La IARC no tenía todos los datos al tomar su decisión

Esto llega a continuación de que, en junio de este año, la misma Reuters publicase que Aaron Blair, el científico que presidió aquel comité del IARC de la que salió aquel informe, sabía que había estudios científicos que contradecían la idea de que el glifosato aumenta el riesgo de padecer cáncer, pero no dijo nada y el comité no los tuvo en cuenta.

Blair asegura que no dijo nada porque los datos aún estaban por publicar. El reglamento de la IARC establece que solo deben ser tenidos en cuenta para la realización de sus informes aquellas investigaciones que hayan sido publicadas y revisadas. Los datos que conocía Blair pertenecían a un estudio de grandes proporciones en el que el propio Blair era uno de los investigadores jefes. Por eso, sabía que los resultados de esa investigación contradecían el supuesto vínculo entre glifosato y cáncer, que terminaría siendo la principal conclusión del comité que él mismo presidía. Pero la investigación no había sido publicada todavía, según Blair porque "no cabía todo en un solo 'paper'" y no fue tenida en consideración.

La del glifosato es una de esas polémicas que parece no terminar nunca. El herbicida de amplio espectro, inventado por Monsanto en 1970 pero libre de patente desde el año 2000, es un producto diferente según a quién preguntes: eficaz, barato y seguro dentro de los límites que marca la ley según las empresas que lo comercializan; peligroso, cancerígeno y máximo exponente de prácticas agrícolas monopolizadas por las grandes multinacionales según las organizaciones ecologistas que intentan que se prohíba o restrinja su uso todo lo posible.

Cáncer Estudio científico
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