En la España de la Edad del Cobre ya se discriminaba entre ricos y pobres
Un nuevo estudio realizado en cuevas alavesas arroja la posilidad de que los humanos de la época enterraran a sus muertos en un lugar u otro dependiendo de su estatus económico
Año 3.500 antes de Cristo en las faldas de la Cordillera Cantábrica. Los 'españoles' del Neolítico disfrutaban de una vida sencilla dedicada a la agricultura, ganadería, construcción de dólmenes o fundición de cobre. ¿O no tan sencilla?
Hasta ahora creíamos que las diferencias entre los humanos que habitaban entonces la península ibérica eran, sobre todo, regionales y se visualizaban en distintas formas de decorar la cerámica o celebrar los ritos funerarios. Ahora, un nuevo trabajo publicado en 'PLOS' introduce una variable inquietante en la ecuación: ¿discriminaban los hombres del Neolítico entre ricos y pobres, entre clases altas y clases bajas?
En este trabajo, Teresa Fernández Crespo y Rick Schulting, de la Universidad de Oxford, analizaron los isótopos presentes en 166 cuerpos encontrados en esta zona de Álava y enterrados en cuevas o en monumentos funerarios entre el 3.500 y el 2.900 a.C. Estos isótopos de carbono están presentes en el colágeno de los restos óseos y permiten revelar muchas cosas sobre la vida que llevaron estos proto-españoles, por ejemplo, su dieta, su altura o la (corta) edad a la que murieron.
Ya se repartían las tierras
El fascinante descubrimiento es que los restos de aquellos humanos enterrados en cuevas como Las Yurdinas, El Huso o Peña Larga eran diferentes de los de aquellos enterrados en dólmenes como la Chabola de la Hechicera o el Alto de la Huesera, pese a estar solamente a unos pocos kilómetros. Las diferencias —unos restos tenían un carbono más empobrecido que otros— no eran tanto dietéticas, sino que estaban relacionadas con la altitud, la temperatura o la cantidad de precipitación.
"La relación significativa de este hallazgo nos permite sugerir un uso compartimentado del paisaje y una inesperada diferenciación socio-económica o cultural entre aquéllos que vivieron y enterraron a sus muertos en cuevas y dólmenes de una región tan pequeña", explica a Teknautas Fernández Crespo.
Es decir, que la teoría ahora indicaría que, dentro de una misma comunidad, había unas clases bajas que eran enterradas en cuevas y tenían menos acceso a los recursos agrícolas, y unas clases de mayor estatus que eran sepultadas en tumbas monumentales. Sin embargo, la relación entre lo que los hombres del Neolítico comían y dónde eran enterrados es tan nueva que no existen aún muchos estudios que sustenten esta teoría de clases pre-histórica. Por ello, según la antropóloga, "dada la complejidad del fenómeno, requerirá de investigaciones adicionales".
La verdad del asunto está en los dientes
A diferencia de los huesos, la dentina —la capa de marfil que recubre el diente por dentro— es idéntica desde el nacimiento, no se remodela una vez formado el diente y además es el tejido humano más indestructible.
Las siguientes pruebas a efectuar por estos antropólogos incluirán análisis secuenciales de carbono y nitrógeno sobre la dentina "para determinar a qué edad aparecen las diferencias isotópicas observadas", explica Fernández Crespo, "si las diferencias se observaran desde el nacimiento podríamos interpretar que se trata de poblaciones diferentes, mientras que si aparecen a cierta edad quedaría claro que se relacionan con el estatus socio-económico adquirido por el sujeto".
Año 3.500 antes de Cristo en las faldas de la Cordillera Cantábrica. Los 'españoles' del Neolítico disfrutaban de una vida sencilla dedicada a la agricultura, ganadería, construcción de dólmenes o fundición de cobre. ¿O no tan sencilla?