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Las bacterias se están comiendo el Titanic: desaparecerá en un par de décadas
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Las bacterias se están comiendo el Titanic: desaparecerá en un par de décadas

Lleva más de un siglo bajo el agua, pero podría no durar mucho más. Los microorganismos que se alimentan del casco terminarán por devorar los restos del mítico barco

Foto: El Titanic zarpa desde Southampton hasta su destino. (Cordon Press)
El Titanic zarpa desde Southampton hasta su destino. (Cordon Press)

Se cumplen 105 años del primer y último viaje del Titanic. El malogrado transatlántico ha pasado a la historia mientras sus restos yacen en el fondo del mar. Al menos de momento, porque un ejército de bacterias 'comehierro' se están dando un festín con el barco británico ahora mismo. Tanto que en un par de décadas los restos físicos podrían desaparecer, alimentando todavía más su leyenda.

Los restos del Titanic se descubrieron en 1985, a 3,8 kilómetros bajo la superficie. Su estado era envidiable, gracias a la ausencia de luz y a las altas presiones, que habían frenado la corrosión. Pero pocos años más tarde, en 1991, los investigadores descubrieron que el óxido del casco contenía vida: ya en 2010 se detectó al responsable, una nueva bacteria bautizada como 'Halomonas titanicae' en honor del barco.

Aunque se alimentan del hierro del casco, al mismo tiempo estas bacterias protegen al barco de la corrosión aislándolo del agua marina

Las halomonas son proteobacterias halófilas, capaces de sobrevivir en concentraciones de sal tan altas que matarían a cualquier otro ser vivo, de incluso un 25%. El ambiente en el que descansan los restos del Titanic es inhóspito para el resto de organismos del planeta debido a la oscuridad y altísimas presiones... pero no para estos microorganismos. Así como los barcos antiguos son conquistados por bacterias que se alimentan de madera, H. titanicae adora el hierro.

Cuando el problema es la solución

'Halomonas titanicae' se adhiere a las superficies de acero y colabora con otros microorganismos para alimentarse del hierro. Estas bacterias han evolucionado para sobrevivir en marismas, donde la concentración de sal es muy variable debido a la evaporación: para evitar perder agua por ósmosis, producen una sustancia especial, llamada ectoína, que mantiene estables los niveles de líquido.

Las halomonas son proteobacterias halófilas, capaces de sobrevivir en concentraciones de sal tan altas que matarían a cualquier otro ser vivo

Irónicamente, las bacterias son causa y a la vez solución de todos los problemas del Titanic. Aunque se alimentan del material que lo forma, al mismo tiempo protegen el casco de la corrosión. Conforme los microorganismos colonizan la superficie creando biofilms (agrupaciones muy resistentes) para alimentarse del hierro, al mismo tiempo se convierten en una capa protectora que aisla el barco del agua del mar. El óxido en el que pensamos al imaginar un barco hundido se forma antes de que los microorganismos tengan la oportunidad de llegar a su 'presa'.

Por desgracia, el impacto mecánico de, por ejemplo, un ancla, puede eliminar la capa protectora y reanudar la corrosión. La contaminación por un derrame de petróleo como el producido en el Golfo de México en 2010 puede tener un efecto similar, al matar a las bacterias del casco. De todas formas, el Titanic sólo sobrevirá al paso del tiempo en forma de leyenda: al final todo el metal superviviente será digerido y reciclado.

Se cumplen 105 años del primer y último viaje del Titanic. El malogrado transatlántico ha pasado a la historia mientras sus restos yacen en el fondo del mar. Al menos de momento, porque un ejército de bacterias 'comehierro' se están dando un festín con el barco británico ahora mismo. Tanto que en un par de décadas los restos físicos podrían desaparecer, alimentando todavía más su leyenda.

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