El autor que te hará cuestionar la IA: "Rechazar la tecnología explotadora es algo poderoso"
Los trabajadores de la Inglaterra del siglo XIX que rompieron las máquinas que les precarizaba no odiaban la tecnología. Brian Merchant, autor de 'Sangre en las máquinas', analiza en su nuevo libro el fenómeno y lo compara con Silicon Valley
Brian Merchant, autor del libro 'Sangre en las máquinas'. (Cedida)
"Los luditas entendían la tecnología demasiado bien; y no la odiaban: a lo que se oponían era a la forma en que se estaba usando contra ellos. Las tecnologías que suscitan esas protestas tildadas de ridículas suelen ser precisamente las diseñadas para generar beneficios a costa de la gente". Con estas palabras define el periodista californiano Brian Merchant al movimiento ludita apoyado por el romántico lord Byron, que fue reprimido con “la mayor ocupación militar interna de la historia de Gran Bretaña”, en su libro nuevo libro Sangre en las máquinas: Los orígenes de la rebelión contra las grandes tecnológicas, publicado originalmente en inglés 2023 y editado ahora en español por Capitán Swing.
Merchant, autor de la newsletter Blood in the Machine, es uno de los mayores críticos de la tecnología del mundo anglosajón. En su libro, lleno de fuentes históricas y visitas a archivos, va más allá de defender que la causa ludita no era tecnofobia, sino lucha de clases y traza paralelismos con la situación actual en la que la inteligencia artificial promueve la automatización de los trabajos a cambio de una calidad inferior. Esta lectura sirve para entender que la explotación tecnológica existe y que el futuro no está escrito.
Los mecanoclastas del pasado tienen lecciones que enseñarnos a los usuarios de la tecnología actual. Esta entrevista, realizada por videollamada, se cortó abruptamente cuando Merchant explicaba qué podemos aprender de los luditas por el límite de 40 minutos del plan gratuito de la aplicación por la que se hizo. Una metáfora más.
PREGUNTA. Defiendes que el objetivo de la IA es proletarizar todo.
RESPUESTA. Lo es para las compañías que venden productos con IA. La inteligencia artificial se refiere a un grupo muy amplio de términos como redes neuronales y machine learning que pueden ser muy interesantes para objetivos académicos. Pero compañías como OpenAI, Microsoft y Anthropic están vendiendo herramientas de automatización. Venden la IA a las empresas con el discurso de que pueden reducir costes laborales y automatizar el trabajo. El científico cognitivo Hagen Blix dice que la IA es una herramienta para bajar los sueldos porque los trabajadores van a tener que competir con los sistemas de IA. Sabemos que fallan mucho, pero pueden crear imágenes y textos pasables. Sirve a los jefes para decir “podemos automatizar tu puesto de trabajo y vamos a hacerlo si queremos”. Así pueden bajar los sueldos y evitar que sus empleados se organicen para tener mejores condiciones laborales.
P. Parte del problema es comprar el marco de llamar inteligencia artificial a lo que son modelos extensos de lenguaje (LLM, por sus siglas en inglés).
R. Es un modelo estadístico que regurgita la siguiente palabra en una secuencia. Puedes pensarlo como una forma de automatizar el trabajo. No es inteligencia, es automatización.
P: Con la Revolución Industrial del siglo XIX, las máquinas producían más pero con menor calidad. ¿Pasa lo mismo ahora con la automatización del trabajo intelectual?
R: Desde luego. En la época de los luditas, los propietarios de las fábricas producían en masa prendas baratas pero de baja calidad que se desgastaban mucho más rápido que las producidas por los artesanos humanos. Ahora tenemos sistemas automatizados que pueden utilizarse para producir imágenes y textos malos. En la mayoría de los casos no se puede comparar con la calidad de los artistas o escritores humanos. Por algo se habla de AI slop (basura generada por IA). Sin embargo, hay muchos que no se preocupan por la calidad siempre que sea lo suficientemente buena.
R. Exigieron que en sus convenios pusiese que sus jefes no puedan usar IA. No solo fue un rechazo a una tecnología impuesta por los ejecutivos de los estudios sino que, al oponerse, fueron muy populares. Los actores y guionistas se suelen ver en Estados Unidos como una élite. Pero esta vez no pasó así porque todo el mundo está preocupado de alguna forma por si sus jefes usan la IA para empeorar sus vidas o sustituirlos y por la proletarización de todo. Las élites vencedoras de la Revolución Industrial han hecho de todo para borrar la verdadera historia de los luditas: se organizaron, fueron muy populares, lucharon por la clase trabajadora y se enfrentaron a unas élites y propietarios de fábricas que mucha gente pensaba que eran avariciosos y que se comportaban de forma inmoral. Los luditas eran queridos. Y lo hemos olvidado.
Para las élites, los luditas son una idea más peligrosa que Robin Hood, otro mito que viene de la misma región de Inglaterra. Está permitido pensar que Robin Hood era bueno porque robaba a los ricos y se lo daba a los pobres, pero los luditas directamente rompían la maquinaria de opresión de los ricos a martillazos. Han necesitado doscientos años de propaganda para deslegitimar la idea de que desafiar las máquinas de los ricos es aceptable.
P. En su momento los luditas eran obreros manuales y ahora la IA amenaza sobre todo los trabajos intelectuales.
R. En realidad, los luditas más conocidos, porque dieron entrevistas a historiadores, eran una aristocracia obrera que hacía un trabajo complejo que necesitaba fuerza y destreza. Tenían un gran poder en una época en que estaba prohibido sindicarse. Podían rechazar trabajos y tener su propio horario. Ahora ha pasado un poco lo mismo con los guionistas y actores que podían parar producciones audiovisuales importantes. Pero también hay otros trabajadores de escritorio más precarios. Al igual que con los luditas, siempre hay trabajadores mejores pagados y con mayor capacidad de oponerse a la degradación de sus condiciones de trabajo y otros más precarios. Ese espectro está reflejado actualmente en el trabajo creativo que se está automatizando.
"La única razón por la que la inteligencia artificial necesita eliminar puestos de trabajo es porque beneficia a los ejecutivos"
P. De vuelta a tu California, este año en las revueltas contra los agentes de migración los manifestantes atacaron a los taxis automáticos de Waymo, propiedad de Google.
R. También es ludismo. Estos coches son de Google, que no solo es uno de los mayores monopolios tecnológicos, sino que sus ejecutivos han mostrado su voluntad de colaborar con el Gobierno de Trump en sus tácticas autoritarias. Las personas están reconociendo correctamente una oligarquía tecnológica en la que no hay democracia alguna. Además, los coches de Waymo son vigilantes que graban las caras de las personas y la policía de Los Ángeles puede pedirle los datos a Google y la empresa los da. Al quemarlos les gritaban "coches espías". Es correcto considerar los vehículos de Waymo como vehículos de recolección de datos de vigilancia operados por un monopolio tecnológico aliado del Gobierno de Trump. Destruir esta maquinaria capitalista es muy poderoso y es ludismo moderno.
P. ¿Es un mito que la automatización crea más trabajos de los que destruye?
R. Esa es la defensa número uno de la automatización desde la Revolución Industrial: hubo unas décadas que fueron terribles para los trabajadores, que se quedaban atrapados en las máquinas y morían niños y fue horrible porque destruyó empleos y muchos fueron obligados a acabar en fábricas, pero a largo plazo la industrialización fue buena y mira toda la riqueza y productos baratos que hay ahora gracias a ella. Mi respuesta es que si estas tecnologías complejas nos llevan al progreso se podrían haber adoptado de otra forma, sin haber destrozado las vidas de una o dos generaciones de trabajadores. Y no se hizo de otra forma por el capitalismo emergente que impulsó la competición. Algunos industriales se sintieron libres para ser avariciosos e imponer condiciones draconianas a sus congéneres. Ahora no es tan dramático como esas fábricas rompehuesos, pero tenemos a los ejecutivos de la IA que dicen “preparaos para la automatización de todo”. Pero ¿por qué tiene que ser así? Si estás tan convencido de que la IA va a beneficiar a toda la humanidad, ¿por qué no le das a los trabajadores el poder de usarla como les plazca en vez de venderlo a los gestores y decir que nos dirigimos a un escenario en el que un millón de personas en Estados Unidos van a perder su trabajo?
Deberíamos ser capaces de hacer una revolución social junto a una revolución tecnológica. Nada está predeterminado. La única razón por la que la IA necesita eliminar puestos de trabajo es porque beneficia a los ejecutivos. Hemos aceptado un sistema económico que prioriza los intereses de unos pocos en vez de exigir que los trabajadores tengan poder de decisión en el proceso de implantar o no estas tecnologías. Para mí es casi una cuestión irrelevante si la automatización crea o destruye puestos de trabajo. ¿Acaso la revolución industrial no creó también más proletarización?
Sam Altman, CEO de OpenAI. (Reuters)
P. Me recuerda a esas élites de Silicon Valley que llevan a sus hijos a escuelas sin pantallas y les prohíben los smartphones.
R. Exacto. Dicen que es por el bien de la humanidad y de la economía, pero luego protegen a sus hijos de la tecnología que ellos crearon. ¿Por qué querrían que sus hijos no tengan acceso a sus creaciones que con tanto ahínco promueven?
P. También defienden que la innovación es imparable.
R. Innovación es un concepto tan ambiguo y vago que puede usarse para cualquier cosa. Si la innovación solo sirve para inflar el patrimonio de un ejecutivo y no mejora la vida de nadie más, ¿es realmente innovación? Por eso creo que siempre debemos cuestionarnos qué es realmente la innovación y qué quiere decir la gente cuando habla de ella.
P. En el libro afirmas que Uber y Airbnb no supusieron una gran innovación.
R. El gran avance de Uber ha sido crear una forma nueva de romper normas y acuerdos sociales y laborales en el sector del taxi y culpar a una tecnología muy rudimentaria: un GPS más un sistema de red de pares (P2P) que existía desde Napster en la app de un teléfono. Ocurrió lo mismo en la Revolución Industrial. Las máquinas que se usaron eran peores pero permitían hacer el trabajo más automatizado y la organización del trabajo se basó en la vigilancia de los trabajadores para asegurarse que trabajasen más.
La gran innovación de Richard Arkwright, quien patentó la hiladora hidráulica, fue la explotación laboral y tener la voluntad sadística de forzar a trabajar de sol a sol en habitaciones sin ventanas y acabar con la agencia de los trabajadores. Arkwright y los defensores de la disciplina fabril fueron muy impopulares y por eso les quemaban las fábricas. Llenaban sus factorías con niños y trabajadores migrantes vulnerables para devaluar a los trabajadores. Para los luditas estos empresarios fabriles eran inmorales. Tras siglos de sociedad industrial, nos han enseñado a aceptarlo y darle a los jefes todo el poder y permitir a los trabajadores ser explotados porque forma parte del paquete del progreso y la creación de empleo.
"Hay un capital industrial que quiere que la IA sea una herramienta de dominación, pero en Europa será más fácil construir empresas éticas"
P. Cuentas en el libro el caso de la desmotadora, una máquina para separar las fibras de algodón de sus semillas. Su creador, Eli Whitney, creía que ayudaría a acabar con la esclavitud en Estados Unidos al reducir la necesidad de mano de obra esclava, pero tuvo el efecto opuesto. ¿Es posible que la tecnología sirva a los intereses humanos en este sistema económico en el que prima la producción y el beneficio económico?
R. Es posible pero más improbable. Está el caso de OpenAI y su competidor supuestamente ético, Anthropic, pero que cae en los mismos incentivos para sus productos. Hacen más o menos las mismas cosas. La filosofía actual de Silicon Valley es que si quieres competir con ellos, también tienes que ser poco ético. Igual que en la Revolución Industrial, los pequeños dueños de factoría escogieron entre comprar máquinas que les permitirían competir con quienes ya las tenían reduciendo salarios y mantenerse en las formas tradicionales de producir con mayor calidad y mejores condiciones. Actualmente pasa lo mismo. Hay un capital industrial que quiere que la IA sea una herramienta de dominación, pero en Europa será más fácil construir empresas éticas de IA por las regulaciones y salvaguardas laborales que hay.
P. ¿Qué podemos aprender de los luditas?
R. Que rechazar la tecnología explotadora es algo poderoso. Puede ser un grito de guerra.
"Los luditas entendían la tecnología demasiado bien; y no la odiaban: a lo que se oponían era a la forma en que se estaba usando contra ellos. Las tecnologías que suscitan esas protestas tildadas de ridículas suelen ser precisamente las diseñadas para generar beneficios a costa de la gente". Con estas palabras define el periodista californiano Brian Merchant al movimiento ludita apoyado por el romántico lord Byron, que fue reprimido con “la mayor ocupación militar interna de la historia de Gran Bretaña”, en su libro nuevo libro Sangre en las máquinas: Los orígenes de la rebelión contra las grandes tecnológicas, publicado originalmente en inglés 2023 y editado ahora en español por Capitán Swing.