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Todos están mirando la delgadez del nuevo iPhone. Sin esta pieza "habría sido imposible"
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EL GRAN PLAN DE APPLE

Todos están mirando la delgadez del nuevo iPhone. Sin esta pieza "habría sido imposible"

"Llevamos mucho tiempo queriendo hacer el iPhone Air, pero necesitábamos las tecnologías adecuadas", confiesa John Ternus, uno de los pesos pesados de Apple. El ingrediente que necesitaban se llaman C1x y N1

Foto: Vista del nuevo iPhone Air. (EFE/J. G. Manglabo)
Vista del nuevo iPhone Air. (EFE/J. G. Manglabo)

Durante gran parte del verano se ha hablado y mucho de cómo Apple podría ganar posiciones y remontar en la carrera de la inteligencia artificial. Un sector de la dirección liderado por Eddy Cue, el mandamás de la rentable división de Servicios, aboga porque la multinacional de Cupertino meta mano al abundante caudal de efectivo que atesora y diese un golpe de efecto comprando alguna startup prometedora de la talla de la francesa Mistral o el buscador Perplexity.

La idea parece no haber avanzado por la resistencia de pesos pesados de la casa como Craig Federighi, el pope del software de Cupertino, partidario de mantener ese mantra de la manzana que la mayoría de cosas deben desarrollarse internamente, evitando este tipo de megaoperaciones como atajo. Las reticencias van más allá de lo puramente financiero. Esta filosofía busca evitar problemas a la hora de integrar la tecnología adquirida o problemas culturales al absorber el talento de terceras empresas.

Pero que se prefiera otra forma de hacer las cosas no significa que nunca lo hayan hecho. En la última década, Apple ha comprado unas cien empresas. La mayor parte han sido adquisiciones quirúrgicas, destinadas a cubrir una necesidad muy concreta. Aunque no sean la norma, también han hecho compras mucho más mediáticas y comentadas.

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Una de estas fue la de Beats, la marca de sonido por la que los californianos pagaron 3.000 millones hace más de una década y sobre la que construyeron uno de sus productos más populares, los AirPods. Un lustro más tarde también firmaron un jugoso cheque de 1.000 millones no para comprar una empresa entera, sino parte de ella. Aflojaron esa cantidad para fagocitar el negocio de módems de Intel, una operación que incluyó la transferencia de más de 2.000 ingenieros y 17.000 patentes relacionadas con tecnologías inalámbricas.

Aquello tuvo un efecto similar al de la hormona del crecimiento para uno de los planes maestros que Tim Cook había puesto en marcha hace tiempo: el de crear la mayor parte del iPhone en casa, dependiendo al mínimo de piezas y tecnologías de terceros. Un buen ejemplo es lo que ha pasado con sus procesadores. Hasta el iPhone 4, Apple recurría a chip diseñados y fabricados por Samsung.

placeholder (Reuters/Manuel Obergorzo)
(Reuters/Manuel Obergorzo)

A partir de 2009, empezó a diseñar sus conocidos A Bionic. Lo hicieron con arquitectura llamada ARM, una forma de crear los chips idónea para móviles y tabletas porque ofrecían una gran eficiencia energética y el rendimiento necesario para estos dispositivos. Con el paso de los años, consiguieron evolucionar hasta tal punto que decidieron crear también procesadores para MacBook, algo que ocurrió en 2020 cuando se produjo el gran éxodo y dijeron adiós a las CPU de Intel. El salto les salió redondo porque consiguieron crear unos procesadores que ofrecían un gran músculo y una gran autonomía.

Con la nueva generación de móviles de Apple, este plan ha entrado en una fase y se ha anotado una nueva victoria. Una victoria que se resume a la perfección en el iPhone más nuevo que han presentado este año, el iPhone Air. "Era algo que llevábamos tiempo queriendo hacer, pero requería un conjunto concreto de tecnologías y capacidades para hacerlo posible", explicaba esta semana John Ternus, vicepresidente senior de ingeniería de hardware de Apple y uno de los favoritos para coger las riendas de Apple cuando Tim Cook se retire, en un encuentro con un reducido grupo de medios europeos al que pudo asistir El Confidencial.

Una nueva forma de hacer móviles

El reto del iPhone Air no es menor. Crear un teléfono de tan solo 5,6 mm de grosor les ha obligado a rediseñar todo el interior del terminal. "Hemos tenido que crear la placa lógica más densa que hemos puesto en un iPhone", comentó el directivo. "Si ven el teléfono con rayos X, verán que hemos compactado prácticamente todo el teléfono en la parte superior", añadía. ¿El objetivo? "Dejar el máximo espacio posible a la batería".

Una meta que también les ha obligado a prescindir de la bandeja para la tarjeta SIM física. Los Air solo tendrán versión eSIM. Esa forma de crear los teléfonos, la de concentrar la electrónica en la parte superior, también se ha aplicado en los iPhone Pro. "Es similar. Obviamente, con tres cámaras hay aún menos espacio, pero la idea es la misma: maximizar la batería", detalla. "En el Air, por primera vez, vaciamos el interior del vidrio en la zona superior para crear una cavidad mecanizada con precisión, lo que nos permitió alojar la cámara trasera, la frontal y gran parte del silicio ahí".

Pero meter un tanque de gasolina lo más grande posible no es suficiente. Hace falta que las diferentes partes del teléfono consuman lo menos posible, sin que eso pase factura al rendimiento o al desempeño de las mismas. Y ahí entra en juego los esfuerzos de Apple por desarrollar internamente el máximo de componentes. "Llevamos años diseñando Apple Silicon, nuestro propio silicio para los procesadores", recuerda Ternus. Pero el iPhone Air ha estrenado dos nuevos chips, destinados a controlar las comunicaciones inalámbricas de este terminal.

placeholder John Ternus, uno de los rostros habituales en presentaciones de Apple. (EFE)
John Ternus, uno de los rostros habituales en presentaciones de Apple. (EFE)

Por una parte, está el C1X. Se trata del módem que incluye este móvil ultradelgado para controlar la conectividad 5G. Es el segundo componente de este tipo que crea Apple. El primero fue el C1, una pieza que se estrenó en el iPhone 16e y que les permitió prescindir de los módems de Qualcomm en ese modelo.

Ahora el C1X, según explica la compañía, es dos veces más rápido que el C1 e incluso supera en velocidad al módem de Qualcomm que usan los iPhone 16 Pro. Pero lo más importante es que C1X consume un 30% menos de electricidad que su predecesor. "Sin el C1X, el iPhone Air no habría sido posible", insiste Ternus, que apunta que han preferido centrarse en este modelo para probar esta novedad y que con el tiempo "estas novedades llegarán al resto de la gama".

Gran parte del trabajo de diseño de chips de Apple se hace en Múnich, donde se centran en la eficiencia energética

Lo que si que llegará tanto el iPhone Air, el iPhone 17 y el 17 Pro es el N1. Se trata del primer chip inalámbrico diseñado por la propia compañía que se encargará de gestionar tecnologías como Wi-Fi 7, Bluetooth 6 y Thread. "La gran ventaja es la eficiencia energética", explica el directivo.

Pero no es la única. Les permite mejorar funciones como AirDrop (el sistema de intercambio de archivos de los equipos de Apple) o la función de compartir internet, que no se podían haber logrado con las piezas y componentes externos. Componentes externos que ahora no comprarán a Broadcom, que era el proveedor al que recurrían hasta ahora. Como ya ocurriese al prescindir de Intel en sus portátiles, los de Cupertino podrán mejorar sus márgenes de beneficio al ahorrarse estos contratos y otros royalties y tasas que tenían que abonar a estas empresas por incluir sus tecnologías.

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(EFE/ Sarah Yánez-Richards)

Ternus es meridianamente claro en los beneficios que se destilan de ese control total por parte de Apple de las tripas de los iPhone. "Lo importante es que ahora controlamos tanto el SoC (chip que integra CPU, GPU, memoria y controladores en uno) como los radios de conectividad, lo que nos permite optimizar rendimiento y consumo", añade.

Y parte de este plan se está ejecutando en Múnich, donde Apple tiene el mayor laboratorio de ingeniería de Europa, que se integra en una red global. Un centro montado en 2015 pero que en 2019 incorporó muchísimo del capital humano absorbido en la compra del negocio de módems de Intel. Un lugar donde se estresa a los teléfonos simulando escenarios calurosos, fríos o abarrotados para verificar y medir hasta lo obsesivo que las ondas que emite y que recibe el iPhone sean lo más ajustadas y balanceadas posibles. "Nuestro equipo aquí se centra mucho en la eficiencia energética y ese trabajo es el que hizo posible este dispositivo".

Aunque todos los ojos estén puestos en la delgadez extrema del iPhone Air, el protagonista silencioso e invisible son estos chips que laten en su interior. El C1x y el N1 no solo hacen posible un móvil ultradelgado, sino que resumen y recuerdan el gran plan de Apple: controlar internamente cada aspecto de sus dispositivos para exprimir al máximo el rendimiento, la eficiencia y la autonomía. En un iPhone ya maduro, donde cada mejora parece cada vez más difícil, este chip demuestra cómo la compañía sigue encontrando nuevas formas de perfeccionar su producto estrella, elevando la experiencia del usuario a niveles que antes parecían imposibles.

Durante gran parte del verano se ha hablado y mucho de cómo Apple podría ganar posiciones y remontar en la carrera de la inteligencia artificial. Un sector de la dirección liderado por Eddy Cue, el mandamás de la rentable división de Servicios, aboga porque la multinacional de Cupertino meta mano al abundante caudal de efectivo que atesora y diese un golpe de efecto comprando alguna startup prometedora de la talla de la francesa Mistral o el buscador Perplexity.

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