Es noticia
DOGE era el juguete favorito de Musk. Ahora es un experimento que nadie quiere dirigir
  1. Tecnología
EL FUTURO DE DOGE SIN MUSK

DOGE era el juguete favorito de Musk. Ahora es un experimento que nadie quiere dirigir

Pese a la abrupta salida de Elon Musk del gobierno, la 'motosierra' sigue encendida sin liderazgo ni hoja de ruta. Varios candidatos se perfilan como nuevos sargentos de hierro para poner en orden una institución que se tambalea

Foto: Elon Musk y Donald Trump en el Despacho Oval. (Reuters)
Elon Musk y Donald Trump en el Despacho Oval. (Reuters)
EC EXCLUSIVO

Hace apenas unas semanas, DOGE era un bombardero que arrasaba Washington o, al menos, sus diferentes agencias federales, las columnas por las que se rige el gobierno de Estados Unidos. Hoy, sin Elon Musk al timón, ese barco está a la deriva. La iniciativa gubernamental que prometía mejorar la eficiencia y reducir el gasto público (la motosierra como le gustaba llamarle al multimillonario) y controlar un país como si fuera una empresa, se ha quedado sin su padrino. El magnate tecnológico ya no lidera el proyecto ni forma parte del Gobierno, tras agotar sus días como "empleado especial" y sus recientes y sonadas disputas con Donald Trump, plantean dudas de qué va a pasar ahora con DOGE y cuál puede ser su papel en el nuevo tecnoestado de EEUU.

DOGE (Departamento de Eficiencia Gubernamental) nació con una promesa: recortar el despilfarro federal y optimizar lo que, según Musk, es un gobierno inflado e ineficiente. Durante sus primeros cuatro meses, funcionó con una apisonadora a toda mecha. Se cerraron contratos, se desmantelaron agencias enteras (USAID incluida) y se despidieron o presionaron a renunciar a miles de empleados. Barrió la infraestructura digital federal y metió mano en más de 80 bases de datos sensibles en agencias clave. Esos conjuntos de datos incluyen sistemas que contienen información personal sobre empleados federales, datos financieros sobre adquisiciones y gastos federales, y detalles personales íntimos sobre el público estadounidense. Washington no había visto nada igual.

Pero entonces, todo cambió. El 6 de junio, la alianza política entre Musk y Trump se desmoronó en medio de un huracán de declaraciones en X echándose cosas en cara. Musk atacó criticó que el nuevo proyecto presupuestario del presidente "anula con creces" todo lo que DOGE había logrado "con gran coste y riesgo personal". Y Trump amenazó con eliminar los subsidios de los que se benefician las empresas del hombre más rico del mundo. La discusión subió de tono e incluso Musk llegó a comentar supuestas conexiones entre el presidente republicano y el delincuente sexual Jeffrey Epstein.

placeholder Elon Musk, CEO de Tesla y SpaceX. (EFE)
Elon Musk, CEO de Tesla y SpaceX. (EFE)

A pesar de la ruptura, la administración asegura que DOGE no es Elon Musk. El presidente, por su parte, no dejó dudas: "El trabajo de DOGE no ha terminado en absoluto", declaró a la prensa. Su misión está ahora “en el ADN del gobierno federal”, en palabras de Harrison Fields, portavoz de la Casa Blanca, quien asegura que el personal de DOGE se "integre mucho más en las agencias gubernamentales". Russ Vought, el director de la Oficina de Administración y Presupuesto imagina al personal trabajando "casi como consultores internos". Pero sin Musk al volante, queda claro que ya no es la misma máquina.

Y aún queda mucho por hacer. Musk se había fijado metas altísimas, hablando incluso de 2.000 billones en recortes durante la campaña. Sin embargo, el total de ahorros publicado por DOGE en su web apenas llega a los 180.000 millones, ni siquiera el 20% de su objetivo. Además, las cifras de DOGE han sido objeto de críticas, con acusaciones de errores, doble contabilización y de atribuirse méritos por programas que ya estaban inactivos o recortes que se revirtieron. Sahil Lavingia, un exingeniero de DOGE, contaba en su blog que tras meter mano en las cuentas se dio cuenta de que el gobierno no estaba "tan plagado de despilfarro, fraude y abuso" como se esperaba. Además, en las últimas semanas algunas iniciativas han sido paralizadas por los tribunales y agencias como la Fundación Nacional de Ciencias, el IRS y la FDA están ahora recontratando a muchos de los trabajadores que DOGE había empujado a salir.

Foto: Elon Musk, en una imagen de archivo junto a la cápsula Dragon V2 (Reuters/Mario Anzuoni)

Sin Musk, el motor ha perdido fuerza y hasta cohesión Y, aunque DOGE está programado para operar hasta el verano de 2026, su ausencia genera serias dudas sobre su potencial. En su apogeo, la agencia contó con más de 100 ingenieros informáticos, analistas presupuestarios y otros empleados. Sin embargo, figuras clave como Steve Davis, el principal lugarteniente de Musk y quien supervisaba las operaciones diarias de DOGE; la publicista Katie Miller; y el principal abogado de DOGE, James Burnham, también han saltado del barco. El vacío de poder ha generado una ola de salidas, traslados estratégicos y, para algunos empleados, temor a represalias por haber trabajado bajo la sombra del empresario.

Como resultado, varios antiguos miembros del equipo DOGE, los sabuesos de Musk que no superaban la treintena de edad, han sido reubicados en agencias como el Departamento del Interior, la GSA o incluso el IRS, ahora reconvertidos en empleados públicos. En Interior, Tyler Hassen, un antiguo ingeniero de DOGE, ahora hace de subsecretario interino de política y presupuesto. En Energía, Carl Coe ocupa el estratégico cargo de jefe de gabinete. Y en la GSA (Administración de Servicios Generales), figuras con pasado hacker como Luke Farritor y Edward Coristine —alias “Big Balls”— han sido se han sumado a las filas federales.

placeholder Joe Gebbia, cofundador de Airbnb y empleado de DOGE. (Reuters)
Joe Gebbia, cofundador de Airbnb y empleado de DOGE. (Reuters)

Pero mientras el liderazgo se redefine, sorprendentemente la Casa Blanca está reestructurando el proyecto y llevando a cabo una nueva campaña de reclutamiento masiva dirigida a profesionales del mundo tech con experiencia previa en el gobierno. Según fuentes consultadas por Wired, a los potenciales candidatos se les informa que el rango salarial se mantiene en el extremo superior de la escala salarial gubernamental, entre 120.000 y 195.000 dólares al año. Pero la pregunta que surge es en quién va a caer el futuro del liderazgo de DOGE.

Con Musk fuera, todas las miradas apuntan ahora a Joe Gebbia y Anthony Armstrong, dos pesos pesados de Silicon Valley. Gebbia, cofundador de Airbnb y empleado de DOGE, se ha mantenido alejado de las polémicas y se ha centrado este tiempo en modernizar el sistema de jubilación del gobierno. Dice que no quiere liderar DOGE en solitario y tiene dudas sobre si esto puede costarle caro a su carrera. Armstrong, exbanquero de Morgan Stanley, colaboró con Musk en la adquisición de Twitter y ha estado impulsando iniciativas de automatización con IA en el IRS (Servicio de Impuestos Internos). Aunque ni Gebbia ni Armstrong poseen la riqueza o el altavoz de Musk, su ascenso colocaría a aliados del magnate parcialmente a cargo del proyecto, a pesar de la guerra con Trump.

La travesía de DOGE sin su "Dogefather" está llena de piedras en el camino. La motosierra sigue encendida, pero su vida útil es incierta. Hay quien teme que algunos miembros de DOGE se marchen, ya sea para seguir a Musk de vuelta a la industria privada o por temor a ser "castigados" por Trump si su disputa con Musk continúa. Algunos, dentro del gobierno, celebran la salida de Musk como una oportunidad para despolitizar una operación que estaba empezando a generar tensiones internas y externas. Otros temen que, sin su impulso, DOGE se diluya en la maquinaria burocrática que pretendía reformar.

Hace apenas unas semanas, DOGE era un bombardero que arrasaba Washington o, al menos, sus diferentes agencias federales, las columnas por las que se rige el gobierno de Estados Unidos. Hoy, sin Elon Musk al timón, ese barco está a la deriva. La iniciativa gubernamental que prometía mejorar la eficiencia y reducir el gasto público (la motosierra como le gustaba llamarle al multimillonario) y controlar un país como si fuera una empresa, se ha quedado sin su padrino. El magnate tecnológico ya no lidera el proyecto ni forma parte del Gobierno, tras agotar sus días como "empleado especial" y sus recientes y sonadas disputas con Donald Trump, plantean dudas de qué va a pasar ahora con DOGE y cuál puede ser su papel en el nuevo tecnoestado de EEUU.

Elon Musk Estados Unidos (EEUU)
El redactor recomienda