Por qué el creador de Nvidia acaba de visitar España y está regando Europa de millones
El fundador y CEO de Nvidia, Jensen Huang, ha visitado esta semana el Barcelona Supercomputing Center y se ha codeado con el primer ministro de Reino Unido y el presidente francés mientras EEUU y China miran de reojo
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"Ayer mismo estuve en Barcelona, visitando el Supercomputing Center. Impresionante. Antes fui a Reino Unido. Y hoy anunciamos grandes cosas aquí en París con el presidente Macron". La frase bien podría haberla firmado el mismísimo papa León XIV en plena gira evangelizadora, pero es de alguien muy distinto: Jensen Huang, el fundador y CEO de Nvidia, la compañía más valiosa del mundo (según el mes). La soltó ante 5.000 asistentes en un abarrotado Paris Dome, uno de los escenarios en los que se celebra esta semana el encuentro tecnológico VivaTech en la capital francesa, al que ha acudido este diario. Dos días antes estuvo ante otros tantos miles de fieles en Londres, de la mano del primer ministro Keir Starmer. Huang, como buen visionario tecnológico, predica su propio evangelio, el de cómo la IA va a suponer, dice, "la mayor revolución industrial de la historia". Y ha venido a Europa, justo la cuna de la primera revolución industrial, a presentar un plan que no va a sentar nada bien al otro lado del charco.
"Europa se ha despertado ante la importancia de la IA. Por eso me estáis viendo recorrer el mundo, hablando con jefes de Estado y empresas. Todos quieren construir en sus países estos nuevos centros de datos de IA. Estamos ante dos fenómenos: una nueva revolución industrial, porque todos los sectores se van a ver afectados, y el nacimiento de una nueva industria. Igual que en su momento la electricidad o internet empezaron como tecnologías y acabaron convirtiéndose en industrias, va a ocurrir lo mismo con la IA", vaticinó este miércoles en París, primero con un mapa gigante de Europa a su espalda mientras hablaba, y luego con otro enorme del mundo.
La intervención de Huang puede resumirse en tres palabras: Europa, Europa y Europa. Solo le faltó lanzarse al público envuelto en la bandera de la UE. El creador de Nvidia anunció primero una retahíla de acuerdos con empresas e instituciones europeas, desde la francesa Mistral (el 'OpenAI' europeo), al Barcelona Supercomputing Center, la Academia Nacional de Supercomputación de Suecia, el Gobierno de Eslovaquia o el University College de Londres. Luego habló de un acuerdo con Perplexity, socio de Telefónica, para que empresas y ciudadanos de cada país europeo puedan acceder a los modelos de IA desarrollados por sus gobiernos y empresas. Y, aún más relevante, anunció todo esto de la mano del presidente francés, Emmanuel Macron, que le disputa a UK y Alemania el liderazgo de la IA en el Viejo Continente.
"Esta es nuestra lucha por la soberanía. Queremos tener nuestros propios datos, nuestros centros de computación, nuestra nube. Eso no quiere decir que no vayamos a cooperar con empresas de EEUU o China. Pero lo que no queremos es depender de ellas", aseguró Macron ante la atenta mirada de Huang y Arthur Mensch, el CEO y cofundador de Mistral. "Lo que no tiene ningún sentido es que un país externalice su inteligencia. Los datos de cada país, igual que su territorio, son y deben ser de ese país", apuntilló Jensen. "Por eso hay que ayudar a las tecnológicas europeas. ¡Un aplauso a los campeones europeos!", animó. Y las 5.000 personas rompieron a aplaudir.
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Nunca antes los procesadores de Nvidia se habían convertido en semejante arma geopolítica arrojadiza. Y es ahora, con la revolución de la IA, que Europa se ha situado en el fuego cruzado entre EEUU y China. La euforia europeísta del nada europeo Jesen Huang (nacido en Taipéi y al frente de un gigante con sede en California), tiene una explicación: su relación con la administración Trump atraviesa horas bajas. Una pista de cuán bajas: en hora y media de discurso en París no pronunció ni una sola vez las palabras EEUU, Trump, o Silicon Valley.
El 'suicidio' de las sanciones a China
Durante años, la compañía holandesa ASML —la única capaz de fabricar las máquinas necesarias para producir semiconductores de vanguardia— fue la protagonista central de la guerra de los chips entre Estados Unidos y China. Pero con el auge de la inteligencia artificial, Nvidia ha pasado a estar en el centro del foco. Desde la llegada de Trump a la Casa Blanca, EEUU ha recrudecido su enfrentamiento con China, prohibiendo a Nvidia exportar sus GPU a China y privándole de un mercado fundamental para su crecimiento a futuro.
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El dilema de Huang es el mismo al que se enfrentan muchas otras multinacionales: plegarse a las exigencias de Trump o buscar maneras de contentar a todos y seguir vendiendo sus productos en un mercado tan goloso como el chino. La reina de las GPU apostó por una solución intermedia: lanzar versiones de menor potencia para el país asiático. La fórmula, de momento, les está funcionando.
El H20, un chip adaptado para cumplir con las sanciones estadounidenses, es una máquina de imprimir dinero. Desde que se empezó a vender el año pasado, los ingresos por este producto han ido creciendo a un ritmo del 50% trimestral. Según recogen varios medios especializados, Jensen Huang no quiere soltar este hueso y ya está preparando nuevas versiones de sus GPU para distribuir entre las empresas chinas.
El problema es que esto es pan para hoy y hambre para mañana. Las sanciones, lejos de mantener a raya el avance de China, han empujado al país a buscar su autonomía en áreas críticas. DeepSeek fue el ejemplo perfecto de cómo podían avanzar las startups y tecnológicas locales en el desarrollo de modelos de IA a pesar de los constantes palos en las ruedas.
Eso mismo parece que está ocurriendo con los chips para inteligencia artificial. Y hay un viejo conocido de por medio: Huawei. La firma está avanzando a pasos agigantados y prueba de ello es la GPU Ascend 910D, que aspira a disputarle terreno al todopoderoso Nvidia H100.
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En un escenario marcado por las sanciones y una Guerra Fría digital en versión acelerada, Huawei ha logrado que sus chips Ascend, fabricados junto a SMIC, pasen de ser una promesa patriótica a un producto rentable: el rendimiento de fabricación ha alcanzado el 40%, suficiente para empezar a producir a mayor escala. Mientras perfecciona técnicas avanzadas como el Mixture of Experts para exprimir hasta el último transistor, la compañía encuentra aliados dentro de casa. ByteDance y otras tecnológicas chinas ya miran hacia sus silicios nacionales, en lugar de conformarse con versiones desnatadas de Nvidia.
Pese a los signos de alarma, el fundador de Huawei, Ren Zhengfei, ha querido rebajar las expectativas. “EEUU ha exagerado nuestras capacidades. Aún no somos tan fuertes”, afirmó en una entrevista al diario estatal El Pueblo. El veterano directivo dijo que sus chips están aún “una generación por detrás” de los de la competencia americana.
Sea como fuere, los pasos de esta compañía son para muchos la prueba de que China puede avanzar tecnológicamente, a pesar del aislamiento impuesto por EEUU; y una señal de que las sanciones de Trump no solo están fortaleciendo a China, sino que están ayudando a crear un futuro rival para Nvidia, capaz de arrebatarle en unos años un mercado gigantesco como el chino.
Ante esta situación, Jensen Huang, al que muchos comparan con Iron Man o con una estrella de rock, ha decidido protestar a su manera, yéndose de tour por Europa a alimentar la sed de soberanía tecnológica del Viejo Continente. "Mistral es la gran esperanza de Europa", dijo. "Europa debe construir su propia IA y su propio destino", añadió entre más aplausos. Su estrategia está muy bien tirada. No solo le sirve para ganar contratos millonarios en Europa, también lanza una aviso a Trump de que se enfrenta a otro problema más allá de China: la sublevación de Europa contra la tiranía de las 'big tech'.
"Ayer mismo estuve en Barcelona, visitando el Supercomputing Center. Impresionante. Antes fui a Reino Unido. Y hoy anunciamos grandes cosas aquí en París con el presidente Macron". La frase bien podría haberla firmado el mismísimo papa León XIV en plena gira evangelizadora, pero es de alguien muy distinto: Jensen Huang, el fundador y CEO de Nvidia, la compañía más valiosa del mundo (según el mes). La soltó ante 5.000 asistentes en un abarrotado Paris Dome, uno de los escenarios en los que se celebra esta semana el encuentro tecnológico VivaTech en la capital francesa, al que ha acudido este diario. Dos días antes estuvo ante otros tantos miles de fieles en Londres, de la mano del primer ministro Keir Starmer. Huang, como buen visionario tecnológico, predica su propio evangelio, el de cómo la IA va a suponer, dice, "la mayor revolución industrial de la historia". Y ha venido a Europa, justo la cuna de la primera revolución industrial, a presentar un plan que no va a sentar nada bien al otro lado del charco.