El combate aéreo comienza en tierra: por qué tenemos que empezar a repensar nuestras bases
En escenarios tan dispares como India vs Pakistán y Rusia vs Ucrania, hay dos episodios de los que España y la OTAN deberían tomar nota en sus planes para reforzar la defensa aliada
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El pasado de mayo tuvo lugar una serie de enfrentamientos aéreos en la frontera de India y Pakistán donde cada país puso los mejores medios a su alcance. El resultado de aquellos choques se discute aún hoy pero deja varias lecciones, no sólo en materia de combate aéreos sino de protección de las bases.
Unas lecciones que se acumulan con las lecciones de la operación Telaraña ucraniana contra los bombarderos estratégicos rusos y que deberían ser tomadas en cuenta en España, donde se va a emprender un plan de rearme.
El nuevo episodio del largo conflicto entre India y Pakistán arrancó cuando el pasado 22 de abril cuando un comando terrorista asesinó a 26 personas en un negocio turístico en el valle de Baisarán, en la región de Jammu-Cachemira.
El atentado fue reivindicado por el Frente de Resistencia (TRF por sus siglas en inglés), una organización de carácter salafista-yihadista, aunque la declaración luego fue retirada. La respuesta de la India se hizo esperar dos semanas, generando dudas de la voluntad del gobierno indio y de las capacidades de sus fuerzas armadas. El tiempo transcurrido probablemente ayudó a las fuerzas armadas pakistaníes a prepararse para la respuesta de la India.
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El ataque del 22 de abril había causado un enorme impacto en la opinión pública de la India. Los terroristas filtraron a los no musulmanes, exigiendo a los rehenes recitar una declaración de fe musulmana. Una vez separados, 25 de las víctimas fueron asesinadas a sangre fría. La única víctima musulmana fue un trabajador de las instalaciones recreativas donde tuvo lugar el ataque y que se enfrentó a los terroristas en los primeros momentos del ataque.
El ataque punitivo de la India contra infraestructura de los grupos salafistas-yihadistas en territorio pakistaní arrancó el día 7 de mayo entre la una y las dos de la mañana. Decenas de aviones indios despegaron para atacar nueve instalaciones de grupos salafistas-yihadistas en el interior de la Cachemira pakistaní.
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Dentro del espacio aéreo pakistaní despegaron también un buen número de aviones de combate. Tuvo lugar entonces uno de los combates aéreos más intensos del siglo XXI y cuyo resultado a día de hoy todavía se sigue discutiendo.
A pesar de la intensidad de los combates, los aviones de ninguna de las dos fuerzas aéreas implicadas llegaron a salir de su espacio aéreo. Los aviones indios emplearon misiles de precisión y largo alcance para atacar con seguridad, al menos en teoría, sus objetivos.
La respuesta pakistaní vino en forma también de misiles de largo alcance. Se trató del misil aire-aire de disparo más allá del alcance visual (BVRAAM en inglés) de origen chino PL-15 disparados por los cazas J-10C, un diseño igualmente chino que forman la punta de lanza de la fuerza aérea de Pakistán.
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Los misiles PL-15 en su versión de exportación PL-15E tienen en teoría un alcance de 200km. Esto son 50 kilómetros más que el alcance del radar que equipa a los aviones J-10C.. La sorpresa para los pilotos indios fue que sin ningún caza pakistaní iluminándoles con su radar se encontraron con misiles que volaban directos a sus aviones.
Lo que sucedió a continuación sólo lo podemos saber por indicios indirectos. En distintas ubicaciones, no muy lejos de bases aéreas indias aparecieron depósitos de combustible subalares. También un enorme misil de crucero BrahMos-A que cayó a plomo y quedó intacto. Presumiblemente, viéndose amenazados por los extremadamente maniobrables misiles PL-15, los pilotos indios decidieron perder peso muerto para poder maniobrar mejor.
El ataque por sorpresa con misiles aire-aire de largo alcance fue posible, como supimos luego, porque la fuerza aérea pakistaní desplegó aquella noche aviones de alerta temprana con capacidad de compartir datos con los cazas y proporcionarles a estos la capacidad de dirigir sus misiles incluso más allá del alcance de su radar.
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Se trata de los aviones de origen sueco Saab 2000 con radar Erieye. Pakistán cuenta también con un modelo de avión de alerta temprana diseñado a partir de la versión china del avión de transporte Antonov An-12 fabricada por la empresa Shaanxi y llamado ZDK-03. Las autoridades pakistaníes anunciarían después de que había tenido lugar una gran batalla aéreo donde habrían participado más de un centenar de aviones y en el que la fuerza aérea de la India habría perdido cinco aparatos.
La primera prueba de que un avión de la fuerza aérea de la India fue derribado en aquella gran batalla aérea apareció cuando se divulgaron imágenes de los restos de un cazabombardero de origen francés Dassault Rafale.
El numeral en el timón de cola del avión derribado permitió identificarlo como el prime aparato que entró en servicio en la India. El derribo de los otros cuatro aviones reclamados por Pakistán no ha sido del todo confirmado. Pero bastó que se confirmara el derribo de un caza recientemente entrado en servicio por la India y que es la joya de la corona de la industria francesa para que la prensa especializada y no especializada se volcara en señalar una nueva era en el que tecnología china superaba a la occidental.
Amplificar el significado del derribo del avión francés servía a los intereses de la industria aeronáutica china, que seguramente asistió con regocijo a la proliferación de análisis que inauguraban una era de primacía tecnológica china.
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Mientras tanto, desde Francia se entraba en modo "control de daños" y al menos publicaciones francesas como Intelligence Online lanzaron análisis de urgencia justificando lo sucedido. Según el portal francés, especializado en noticias sobre los pasillos del poder y el mundo de la inteligencia, Francia había proporcionado a India un avión dotado de medios de guerra electrónica con bibliotecas de la huella radioeléctrica de sistemas de origen soviético y ruso. Francia, al parecer, no cuenta con suficiente conocimiento de los sistemas chinos.
Aquella explicación procedente de Francia posiblemente fue ignorada por muchos, al haber sido publicada en un portal de pago. Pero en la India seguramente notaron nota de cómo, tras los combates de la madrugada del 7 de mayo, se estableció una batalla por el relato donde la versión pakistaní de que una gran victoria tecnológica china tuvo una gran eco. Las batallas se combaten dos veces. Una en la realidad y otra en las redes sociales.
As per initial findings, multiple IAF HAROP UAVs were part of a SEAD operation in Lahore. The panic in Lahore is understandable. The siren noise was made by the drone, not part of war drills. Civilians should indeed evaluate. pic.twitter.com/7lEyd9uyxn
— Singh (@Duorope) May 8, 2025
La percepción generalizada de una victoria aérea pakistaní llevó a que la campaña de represalia india, que se anunció como una campaña limitada y no escalatoria, continuara. La segunda ola de ataques no se dirigió nuevamente contra la infraestructura de los grupos yihadistas que operan en suelo pakistaní, sino que consistió en una campaña para degradar los medios de defensa antiaérea de las fuerzas armadas pakistaníes.
La segunda ola de ataques indios consistió en una campaña de supresión de defensa enemigas. Participaron los Sujoi Su-30MKI de origen ruso con misiles de crucero BrahMos-A y también los aviones de origen francés Dassault Rafale con misiles de crucero SCALP.
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También fueron empleados drones kamikaze de origen israelí Harop. La destrucción de la antena de un sistema antiaéreo de largo alcance HQ-9 en el aeropuerto Walton de Lahore quedó registrado en vídeo.
Una vez concluida la segunda fase, la aviación india lanzó un nuevo ataque pero esta contra objetivos de alto valor en el interior de Pakistán. Fueron alcanzadas una base a las afueras de Islamabad donde pudo verse un avión de transporte C-130 Hercules en llamas y en la base de Bholari, que alberga a los aviones Saab 2000 de alerta temprana. Un jefe de escuadrón pakistaní murió en aquella base. El saldo de aparatos de alto valor destruidos se desconoce.
Pero la acumulación de fotos de satélite de empresas privadas y la recopilación de grabaciones de vídeo difundidas en redes sociales permite saber que Pakistán perdió varios aviones. Igualmente significativo fue el ataque contra el complejo de Sarghoda a las afueras de la base de Mushaf, donde se ubican almacenes de armas estratégicas pakistaníes. La publicación de imágenes de satélite de servicios comerciales fue permitiendo valorar el verdadero alcance de los ataques de represalia de India.
El ánimo ha cambiado totalmente en el país, donde se habla ya en términos triunfalistas de la operación contra Pakistán. Las compras de las fuerzas armadas de Pakistán en los próximos meses nos permitirá evaluar la magnitud de las pérdidas o, al menos, las debilidades percibidas. Ya se habla de la compra a China de sistemas antiaéreos más avanzados. Mientras tanto, seguramente alguien en la India tendrá que tomar nota de las carencias en aviones de inteligencia electrónica.
Una situación que sólo nos puede hacer pensar en la situación del Ejército del Aire y del Espacio, donde se disolvió el Grupo 47 tras la baja del solitario Boeing 707 del Programa Santiago y de los dos aviones de guerra electrónica Falcon 20. Las carencias indias en materia de inteligencia electrónica impidieron sacarle provecho a los Dassault Rafale. Y es que la batalla del 7 de mayo nos enseña que la compra de avanzados aviones de combate queda coja si no se les rodea de toda una serie de medios que sirvan de multiplicador de la fuerza. Ese papel lo desempeñaron, en el caso pakistaní, los Saab 2000 con radar Erieye.
Estamos también ante otra carencia del Ejército del Aire y del Espacio.La vulnerabilidad de los hangares y aviones de alto valor pakistaníes nos recuerda a la debacle sufrida por la fuerza aérea rusa el pasado 1 de junio por culpa de la Operación Telaraña. Los medios empleados en ambos casos son diferentes pero coinciden en ser medios de considerable bajo coste que se colaron por las defensas antiaéreas de bases aéreas a las que se les suponía especialmente protegidas. Las defensas contra drones y el grado de protección disponible por parte de los aviones de alto valor tendrán que ser repensados.
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Considerando que España está embarcada en un plan de rearme requiere tener en cuenta que la compra de sistemas de armas estrellas que ocupan titulares debería hacerse siempre con planes claros y coherentes. España va camino de incorporar aviones Eurofighter evolucionados dentro de los programas Halcón y Halcón 2. Esos aviones deberían acompañarse de aviones de alerta aérea temprana y de inteligencia electrónica en un renacido Grupo 47. Los daños sufridos por la red de defensa antiaérea primero y luego por la aviación pakistaní demuestra la letalidad alcanzada por drones kamikazes y misiles de precisión.
Se trata también de un campo en el España tiene carencias. La industria nacional ha presentado algunos prototipos pero no se cuenta en servicio un modelo con las capacidades demostradas por diseños como el IAI Harop israelí, que ya fue empleado en 2021 por Azerbaiyán en la guerra del Alto Karabaj. Y que luego fue adquirido por Marruecos. Por otra parte, España cuenta con los misiles Taurus, desarrollados conjuntamente por Alemania y Suecia. Contrastan los 600 encargados por Alemania con los 43 comprados por España.
La experiencia de los conflictos recientes nos permite anticipar que España consumiría su reserva en pocos días de combates. Esas cifras responden obviamente a planos realizados a tiempos de paz.
El pasado de mayo tuvo lugar una serie de enfrentamientos aéreos en la frontera de India y Pakistán donde cada país puso los mejores medios a su alcance. El resultado de aquellos choques se discute aún hoy pero deja varias lecciones, no sólo en materia de combate aéreos sino de protección de las bases.