Una mano robótica para resolver el misterio de por qué te ríes cuando te hacen cosquillas
Los investigadores van a construir una mano robótica capaz de producir cosquillas con precisión. Después, analizarán la respuesta de cada individuo ante diferentes intensidades
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Una mano robótica capaz de generar cosquillas con precisión ha abierto una nueva vía para comprender por qué reímos ante este tipo de estímulo. Esta herramienta ha sido diseñada para resolver un enigma que ha fascinado durante siglos a la comunidad científica: la risa involuntaria provocada por un contacto físico concreto.
Este fenómeno, conocido como gargalesis, ha sido abordado por la neurocientífica Konstantina Kilteni, del Instituto Karolinska y de la Universidad de Radboud. Su reciente revisión, publicada en la revista Science Advances, recoge el estado actual del conocimiento científico sobre las cosquillas, y propone una hoja de ruta para futuras investigaciones basadas en métodos replicables.
It's no laughing matter.https://t.co/9DYXr6IZA1
— ScienceAlert (@ScienceAlert) May 29, 2025
Gracias a este dispositivo robótico, los investigadores podrían reproducir el mismo tipo de estimulación táctil en diferentes personas, eliminando la variabilidad de los experimentos anteriores. Esta precisión permite estudiar con más detalle cómo responde el cerebro ante un estímulo que, aunque suele provocar risa, no siempre se percibe como placentero.
A pesar de lo común que resulta este comportamiento, todavía no se comprende bien qué lo origina. Una de las hipótesis que se plantean es que podría tratarse de un mecanismo evolutivo relacionado con la percepción del peligro o con la interacción social, pero aún no existen pruebas concluyentes. Lo que sí se sabe es que otros animales, como es el caso de las ratas, también las sienten.
Un mecanismo aún sin explicación clara
La risa causada por las cosquillas parece implicar zonas cerebrales distintas a las que se activan con la risa espontánea por placer o humor. Esto ha llevado a los expertos a plantear que su origen podría ser más complejo de lo que se pensaba. Además, existen diferencias entre individuos: hay personas que apenas reaccionan, mientras que otras presentan una alta sensibilidad al mismo estímulo.
El equipo de Kilteni también ha observado que las respuestas varían según el perfil neurológico. Por ejemplo, personas con trastornos del espectro autista tienden a percibir el contacto como más cosquilloso que quienes no presentan estas condiciones. A partir de estos casos, se espera entender mejor qué zonas del cerebro intervienen en esta percepción.
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Uno de los aspectos más enigmáticos que se investigan es por qué la mayoría de las personas no pueden hacerse cosquillas a sí mismas. Para intentar resolverlo, el grupo de trabajo planea realizar ensayos con individuos que presenten alteraciones específicas en el sistema nervioso central.
En palabras de la propia investigadora: "Nuestro enfoque es de abajo hacia arriba: nos centramos primero en los mecanismos físicos, intentando responder a preguntas más fáciles de abordar desde el punto de vista experimental, sobre todo las relacionadas con la actividad cerebral y las características fisiológicas de la sensibilidad al cosquilleo".
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