RUTA en combate: el desconocido misil suizo con 'cerebro' español que hace estragos en el frente ruso
Grupo Oesía, a través de su división de navegación autónoma UAV Navigation, pone el 'cerebro' a este misil de la suiza Destinus con piloto automático que permite elaborar sofisticadas operaciones de combate
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Ucrania lleva meses tratando de llevar la guerra al territorio ruso. Estos ataques, cada vez más frecuentes, buscan eliminar objetivos clave a considerables distancias del frente. Son golpes estratégicos con drones y misiles de crucero de largo alcance que solemos atribuir a armas extranjeras muy sofisticadas, caras y precisas. Pero uno de los sistemas más eficientes en combate ha resultado ser un peculiar ingenio tecnológico español que permite elaborar certeras operaciones de combate. Les presentamos el misil RUTA, cómo funciona y cómo se está utilizando en condiciones reales de conflicto.
El laboratorio militar en que se ha convertido la guerra de Ucrania abarca todo tipo de disciplinas. Una de las más disruptoras ha sido el empleo masivo de drones con diferentes usos, efectos y objetivos. El impacto de los vehículos no tripulados ha sido revolucionario porque ninguno de los contendientes estaba preparado de verdad para enfrentar esta nueva amenaza. En buena medida, siguen sin estarlo. Es decir, el efecto de los drones aparece magnificado ante la inexistencia de una respuesta eficaz.
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Ambos bandos han desarrollado todo tipo de estrategias, tanto para usarlos como medios ofensivos, como para defenderse. Ucrania ha visto aquí un campo muy interesante para poder atacar a Rusia en profundidad. Una de las derivadas que más interés –y necesidad– genera es la de evolucionar estos sistemas hacia algo más sofisticado, como son los misiles de crucero. Aquí es donde aparecen la empresa suiza Destinus y la española Grupo Oesía, a través de su división de sistemas de guiado autónomo UAV Navigation, con una solución que se está haciendo estragos en la retaguardia rusa.
Objetivo: atacar más lejos… y llegar
Atacar en profundidad. Esa es la clave. Atrás se encuentra la logística, centros de mando y de comunicaciones, los arsenales y depósitos de combustible y otros objetivos estratégicos, como nudos de carreteras, puentes o refinerías. Por eso todos los ejércitos se afanan en conseguir vectores con capacidad de golpear a grandes distancias con la mayor precisión posible.
En un escenario donde las aviaciones de ambos contendientes están jugando un papel muy discreto, el peso de este tipo de acciones lo llevan armas stand off o de muy largo alcance. Aquí entran en juego diferentes tipos de armas, en función de la distancia al objetivo a atacar. Desde bombas planeadoras que llegan hasta unos 40 km, drones de diferentes tipos con distinto alcance y los sofisticados misiles de crucero, como el francobritánico SCALP/Storm Shadow, que pueden volar más de 500 km.
Salvo con las bombas planeadoras, en los demás casos hay un aspecto crítico que es determinante del éxito o fracaso. Un ataque a larga distancia (cientos de kilómetros) y que es llevado a cabo por un arma que se dirige de forma autónoma debe disponer de un sistema de guiado muy preciso. Por eso, la mejor defensa ante estas armas es obvia: interferir su sistema de guía, anularlo o engañarlo.
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Los sistemas de guiado más habituales son la señal de GPS y el inercial. El primero, que tenemos todos en nuestros navegadores y teléfonos, utiliza la referencia satelital para llegar a las coordenadas establecidas. Su problema es que esa señal es susceptible de ser interferida y anulada. O peor aún, suplantada. Ante esta circunstancia es normal utilizar sistemas inerciales de respaldo. Estos se basan en tomar un punto de partida de referencia y, a partir de ahí, medir mediante acelerómetros y magnetómetros (equivalente a una brújula) el movimiento realizado para calcular la nueva posición.
El problema del inercial es que, por muy sofisticado que sea, se producen errores de cálculo que se van acumulando. Cuanto más lejos está el objetivo, menor es la precisión. Ante estas dificultades, los sistemas más sofisticados incorporan al GPS y al inercial el llamado sistema Tercom o de seguimiento del terreno. Se basa en captar imágenes del terreno sobre el que se sobrevuela, comparándolas con las que el navegador lleva grabadas en su banco de memoria. De esta manera, se localiza la posición con una exactitud enorme mediante referencias visuales reales.
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La ventaja es que es inmune a cualquier tipo de perturbación que intente el enemigo, que solo podrá librarse de él si lo localiza y derriba (algo nada sencillo). La desventaja estriba en que este método necesita de una cartografía muy precisa que no está al alcance de cualquiera. Este es el método utilizado por el famoso BGM-109 Tomahawk o el mencionado SCALP/Storm Shadow.
Un mini misil de crucero
La empresa Destinus es una industria suiza dedicada al diseño y fabricación de drones, algunos de los cuales ya se están utilizando con éxito en el conflicto ucraniano. Uno de estos diseños era el RUTA, que comenzó siendo considerado un dron pero que, a la vista de sus características, empezó a verse cada vez más como un verdadero misil de crucero. Originalmente, RUTA utilizaría el clásico sistema de guiado por GPS con respaldo inercial. Pronto se vio que eso no bastaba.
Para solventar las debilidades del GPS y del inercial, el grupo suizo recurrió a la española UAV Navigation. Su solución fue crucial, al diseñar un modo de navegación capaz de operar en entornos sin GPS con tecnología propia similar a la de seguimiento del terreno, pero con importantes diferencias.
Mientras que el Tercom necesita de una cartografía para comparar las imágenes, el módulo utilizado por UAV Navigation se basa en la tecnología DSMAC u obtención de imágenes digitales del terreno, que consigue mediante un, en apariencia, sencillo módulo con cámara óptica. Pero en vez de utilizar esa precisa cartografía para guiarse, lo que hace el RUTA es realizar capturas continuas del terreno y las va comparando, una a una, con las anteriores.
De esta manera, como se conoce el punto de partida, se puede lograr un cálculo muy preciso del desplazamiento que ha realizado sin necesidad de reconocer el terreno. Para entendernos, funciona como un inercial, pero sin arrastrar errores acumulativos, ya que va corriendo la ubicación del aparato contrastando con el terreno real y sus parámetros de vuelo (una técnica también conocida como odometría).
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El punto débil es que todavía no emplean cámaras infrarrojas (algo en lo que la compañía está trabajando), por lo que también es capaz de trabajar en modo parecido al Tercom o en un modo mixto, aprovechando, por ejemplo, si el terreno ha sido reconocido previamente por un dron y se dispone de imágenes. Así se consigue inmunidad a las perturbaciones, precisión muy elevada a grandes distancias y capacidad de operar en entornos sin GPS.
Tras los acuerdos de colaboración entre ambas empresas, desde Suiza llegan a España algunas partes del conjunto, como el motor. Se trata de un turborreactor compacto que permite alcanzar los 0,8 Mach (980 km/h) y cubrir una distancia de 300 km. El misil completo mide casi cuatro metros de largo y pesa poco más de 300 kg.
En España se fabrica parte del fuselaje y se integra el equipo de guiado, navegación y control, verdadero 'cerebro tecnológico' de la máquina. Este conjunto se envía a Ucrania y allí se ensambla con su cabeza de guerra, de unos 150 kg. Para su lanzamiento se precisa una infraestructura mínima, un motor cohete desechable para el despegue asistido y unos sencillos raíles. Hablar de precios es materia delicada, pero si un SCALP (aunque es mucho más sofisticado y capaz) puede rondar entre 2,5 y 3 millones de dólares, el RUTA supondría una fracción de ese precio. Un verdadero mini misil de crucero.
Cómo se está usando sobre el terreno
El empleo táctico del RUTA es muy interesante y revelador. Los rusos saben del peligro que entrañan los ataques con drones y misiles, y se han protegido levantando un telón de jamming que interfiere las señales satélite en la mayoría del frente, con una profundidad variable. Toda esa franja dispone de equipos de perturbación de GPS, sistemas de interferencias y guerra electrónica.
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Sin embargo, todos esos equipos no pueden estar en permanente operación. Necesitan una señal de gran potencia, por lo que consumen mucha energía y no siempre están disponibles. Interferir no es gratis, ni se puede cubrir el 100% del espacio. Aquí está la clave, encontrar los huecos y aprovecharlos. Para ello se planifican de forma casi permanente potenciales misiones de ataque.
En cada misión se utiliza un grupo de drones señuelo y varios misiles RUTA. Los señuelos se lanzan sobre secciones del frente y su objetivo es provocar a las defensas rusas, hacer ruido para que se activen. A partir de ahí buscan los puntos más débiles por donde intentar penetrar el ‘telón’ defensivo. Si alguno de los señuelos lo consigue, el resto de supervivientes lo seguirán automáticamente para tratar de causar daño, pues todos van con carga explosiva (aunque menor a la del misil).
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Una vez localizado un pasillo viable, sobre él se lanzan desde diferentes ubicaciones los misiles RUTA, que vuelan en formación a baja cota y utilizando la orografía del terreno hacia su objetivo. Se hace así para dificultar que sean localizados. Una vez superada la barrera defensiva es muy posible que puedan utilizar señal de GPS, por lo que el guiado es aún más preciso y utilizan rutas programadas que evitan núcleos urbanos.
Cuando los misiles ya se encuentran cerca del objetivo, la estrategia cambia. La formación se disgrega y cada unidad adopta un rumbo y altura diferente, buscando converger sobre su objetivo desde diferentes direcciones para tratar de confundir a las defensas enemigas o, al menos, dificultar su tarea. Lo habitual es que alcancen el blanco con alta precisión y la carga explosiva que arrojan provoca daños de consideración. Los ucranianos están muy satisfechos con los resultados. En España (y Europa) muchos están tomando buena nota de todo esto.
El misil que pudimos ver en la reciente Feria Internacional de Defensa en Madrid (Feindef) no era una maqueta ni un prototipo. Era un modelo real que estaba sin pintar, en acabado de metal natural. Así los utilizan en Ucrania, donde lo normal es que no haya tiempo ni para pintarlos. Según llega el envío se terminan de ensamblar, se monta la cabeza de guerra y se lanzan. Es la realidad de una guerra y de un arma probada en combate.
Ucrania lleva meses tratando de llevar la guerra al territorio ruso. Estos ataques, cada vez más frecuentes, buscan eliminar objetivos clave a considerables distancias del frente. Son golpes estratégicos con drones y misiles de crucero de largo alcance que solemos atribuir a armas extranjeras muy sofisticadas, caras y precisas. Pero uno de los sistemas más eficientes en combate ha resultado ser un peculiar ingenio tecnológico español que permite elaborar certeras operaciones de combate. Les presentamos el misil RUTA, cómo funciona y cómo se está utilizando en condiciones reales de conflicto.