Millonarios partiéndose la cara: por qué Silicon Valley se ha obsesionado con la lucha libre
Los rostros de la industria tecnológica han comenzado a redefinir su poder e imagen pública a través de la fuerza bruta. Bienvenido a un Silicon Valley donde la testosterona ha reemplazado al código HTML
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Andrew Batey no se había subido a un ring de boxeo en su vida. Pero hace un par de semanas, este inversor de Silicon Valley de más de 90 kilos de peso oía su nombre coreado por cientos de personas agolpadas alrededor de un cuadrilátero. Frente a él, otro emprendedor de blockchain bastante tirillas giraba los brazos como hélices, mientras Batey lanzaba puñetazos que ni se acercaban al adversario. El comentarista, un exkickboxer profesional, no podía contener la risa: "Me encanta ver cómo estos nerds intentan volverse hombres". La velada, retransmitida en YouTube, era la continuación de un supuesto evento dedicado a la criptomoneda Ethereum e ilustra un movimiento creciente en el que empresarios y figuras de alto perfil en el sector tech quieren, literalmente, medirse a golpes.
No son pocos los empresarios e ingenieros de la industria que han comenzado recientemente sus andaduras en las artes marciales mixtas y que han usado los enfrentamientos públicos como una extensión de su marca personal. De hecho, Batey es solo una de las caras visibles de una tendencia que tiene a la cabeza nada menos que a Mark Zuckerberg, CEO de Meta a tiempo parcial y practicante de jiu-jitsu durante el resto del día. El otrora cerebrito de Harvard, que solía vestir sudaderas grises, ahora posa en redes sudoroso, sin camiseta, derribando a oponentes o sosteniendo medallas como si fuera un profesional de la UFC. Al fundador de Facebook se le oía hace poco lamentarse porque la cultura corporativa "carece cada vez más de energía masculina".
KC53 has been KICKED OFF!
— $KARATE COMBAT (ALT/SZN) (@KarateCombat) March 1, 2025
And what a way to start the event..
The guys from IFC brought EVERYTHING they had. You could say they came swinging into the fight...#KC53 powered by @hedera pic.twitter.com/loFJNc1Rch
Tanto Batey como Zuckerberg tiene una cosa en común: antes de dedicarse a su nueva y extravagante afición, ganaron dinero, mucho dinero. Batey, el tipo que mencionábamos antes y que se subió al ring con cara de póker, fundó Beatdapp, una empresa que desarrolla software para eliminar posibles fraudes en la música en streaming. También dirige una firma de capital de riesgo, Side Door Ventures, que invierte en startups de criptomonedas.
Hace dos años, inyectó 500.000 dólares en Karate Combat, una plataforma en la que los usuarios pueden apostar tokens en combates de lucha libre. La empresa ha creado ahora una categoría para aficionados, que ha comenzado a ofrecer como cartelera preliminar en eventos empresariales, la mayoría de ellas conferencias de criptomonedas. Se llama Influencer Fight Club y su premisa es simple: poner a un par de informáticos en el ring y ver qué pasa. ¿Os acordáis de Nic Carter, fundador de Coin Metrics y un fanático del Bitcoin? También se le pudo ver allí partiéndose la cara con otro ‘criptobro’.
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Recuerda a aquella ocasión en 2023, en la que el multimillonario Elon Musk, antes rival acérrimo de Zuckerberg, lo retó a un combate televisado en una jaula. La pelea nunca tuvo lugar, aunque el CEO de Tesla llegó a sugerir en cierto momento que estaba dispuesto a luchar en el Coliseo romano. "Zuck es un gallina", escribió en X. “Si Elon alguna vez se toma en serio una cita real, ya sabe cómo ponerse en contacto conmigo”, le espetó Zuckerberg. La conversación subió de tono, cada uno más gallito. "¿Quieres hacer un combate de entrenamiento en tu casa la semana que viene?", le retaba Musk por privado. "Si todavía quieres hacer un combate MMA de verdad, deberías entrenar por tu cuenta y hacérmelo saber cuando estés listo para competir", obtuvo como respuesta. El hombre más rico del mundo cerraba el hilo con una sola palabra: "Gladiadores".
Y es precisamente en la antigua Roma donde encontramos un punto de referencia para lo que estamos viendo ahora, para esa fanfarronería de los megamillonarios. Los romanos más adinerados vivían fascinados por el combate violento, por la sangre. Si bien el trabajo sucio de la lucha recaía en aquellos nacidos en familias de clase baja, disfrutaban codeándose con el mundo de la lucha, e incluso a veces se convencían a sí mismos de que ellos también eran buenos en este tipo de disciplinas.
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Ahora, el auge de estas peleas (sea en conferencias de criptos, en clubs privados, o en retransmisiones de YouTube), sigue también cierta lógica jerárquica e incluso empresarial: atención, visibilidad, influencia. La era de los tecnólogos como gladiadores. No extraña para nada que el vestuario de Zuckerberg haya empezado a incluir camisetas con lemas históricos como Pathei Mathos (en griego, "aprender a través del sufrimiento"), Carthago delenda est (en latín, "Cartago debe ser destruida") o Aut Zuck aut nihil (en latín, "Zuck o nada"). Frases impregnadas de retórica casi espartana que sugieren un nuevo estilo personal más agresivo de cara a mostrar su poder.
Cambio de rumbo: la nueva estética de los antiguos geeks
Esta tendencia, que podría parecer anecdótica a primera vista, en realidad revela las tensiones cada vez más serias y profundas sobre masculinidad, poder y el culto al cuerpo en la era digital y en Silicon Valley. Hace tan solo dos décadas, los genios tech eran geeks flacuchos con capucha, zapatillas New Balance y una mentalidad inconformista anti-Wall Street. Steve Jobs, por ejemplo, rechazó los símbolos de estatus tradicionales en favor de aquel jersey negro de cuello cisne. Zuckerberg, durante años, siguió su ejemplo. Cuando se le preguntó por qué vestía igual todos los días, respondió: "Siento que no estoy haciendo mi trabajo si gasto mi energía en cosas tontas o frívolas de mi vida".
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Pero esa modestia parece haberse esfumado de repente y ha sido reemplazada por camisetas con eslóganes belicosos, joyería cara y gimnasio. Silicon Valley ya no se conforma con parecer más inteligente; ahora quiere parecer también más duro. Un ideal que está en auge en las redes sociales y ha sido adoptado por el presidente Trump y su ahora mano derecha, Dana White, presidente de la UFC.
No son pocos los empresarios e inversores que han empezado a publicar fotos suyas sin camiseta, presumiendo de sus fortunas y mostrando sus rutinas y dietas en redes sociales. Como si eso hubiera sido un requisito necesario para construir sus empresas. "Todo Silicon Valley me recuerda a la película de Top Gun: la abundancia de testosterona, como si volviéramos a los años 70 y 80", decía Manu Cornet, un ingeniero de software que trabajó en X. "La gente que conozco sólo piensa en consumir 500 gramos de proteína al día", añadía.
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Luego está Jeff Bezos, antaño vendedor de libros esmirriado, que desde entonces ha experimentado una metamorfosis en sus bíceps y se parece cada vez más a Vin Diesel. Como él, algunos ejecutivos top han llegado a la mediana edad y la idea de que quienes pueden comprarlo todo tienen que pasar igualmente por el aro de la vejez, está haciendo mella en ellos. Ha surgido paralelamente una nueva generación de fanáticos de la salud y la longevidad, entre ellos Bryan Johnson, reconocido empresario e inversor tecnológico de Silicon Valley que gasta aproximadamente dos millones de dólares anuales en su cruzada hacia la inmortalidad. Basta decir que se despierta a las 4:53 de la madrugada, toma más de 130 pastillas y suplementos a lo largo del día, controla sus ciclos de erección nocturna y se inyecta plasma de su hijo adolescente.
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Sin embargo, muchas veces no es solo una cuestión estética o de autoestima, sino que se trata de un gesto político. Al anunciar que desmantelaría las divisiones de verificaciones de datos de Meta, Zuckerberg decidió que la imagen adecuada para dar esta noticia sería luciendo cadenas de oro, un reloj de casi un millón de dólares y ropa de diseñador. "Parte de su renovación de marca parece consistir en rehabilitar su posición dentro de Meta y el mundo corporativo estadounidense, alineándose con las tendencias dominantes que priorizan el carisma sobre la contemplación. El cambio de estilo dice algo sobre un grupo específico de multimillonarios estadounidenses que se están alineando con lo que parece ser un nuevo orden político en EEUU", afirmaba Benjamin Wild, historiador cultural del Manchester Fashion Institute del Reino Unido, en un artículo de Wired.
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Y tiene sentido. Una de sus imágenes más icónicas tras el escándalo de Cambridge Analytica fue un selfie en el que aparecía un Zuckerberg golpeado, con dos ojos morados y la nariz ensangrentada. "¿Dónde ha estado esto toda mi vida?", le dijo Zuckerberg a Joe Rogan en una entrevista."Las MMA son el mejor deporte". La fascinación por la lucha se siente en Silicon Valley. Marc Andresseen, uno de los inversores más cercanos a Donald Trump y Elon Musk, decía en la misma línea en uno de sus blogs: "Las MMA no son un deporte, son él deporte. Es importante comprender lo primordial que son en la historia de nuestra civilización".
En definitiva, no es descabellado que exista más gente interesada en ver a dos multimillonarios novatos darse puñetazos en una jaula que dispuesta a pagar por ver a los mejores profesionales de la lucha libre. En España este tipo de formato ha aterrizado (y con mucho éxito) de la mano de Ibai Llanos con el evento "La Velada del Año", donde miembros de la comunidad patria de streamers se bate en combates de boxeo. En una era donde los titanes del mundo tecnológico parecen intocables, el ring se convierte en el único lugar donde todos somos, al final, solo carne, huesos y miedo. Que esa vulnerabilidad y fragilidad queden expuestas es algo demasiado bueno como para dejarlo pasar.
Andrew Batey no se había subido a un ring de boxeo en su vida. Pero hace un par de semanas, este inversor de Silicon Valley de más de 90 kilos de peso oía su nombre coreado por cientos de personas agolpadas alrededor de un cuadrilátero. Frente a él, otro emprendedor de blockchain bastante tirillas giraba los brazos como hélices, mientras Batey lanzaba puñetazos que ni se acercaban al adversario. El comentarista, un exkickboxer profesional, no podía contener la risa: "Me encanta ver cómo estos nerds intentan volverse hombres". La velada, retransmitida en YouTube, era la continuación de un supuesto evento dedicado a la criptomoneda Ethereum e ilustra un movimiento creciente en el que empresarios y figuras de alto perfil en el sector tech quieren, literalmente, medirse a golpes.