Los trabajos de 9 a 5 están muertos: el modelo laboral que ansían los capos de Silicon Valley
Musk o el cofundador de Google hablan de que la semana de trabajo debería llegar a ser de 60, 80 o más de 100 horas. Silicon Valley abraza de nuevo el 'workaholismo' como símbolo de estatus y tienen un plan
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fdc7%2Fbe8%2F2ef%2Fdc7be82efc8860cb861a583d03c6565f.jpg)
A Silicon Valley se le suele mirar desde otras partes del mundo esperando encontrar o ver los inventos y desarrollos que marcarán los próximos años de la sociedad o la economía. Pero en los últimos tiempos también se ha convertido en un buen termómetro para intentar predecir el futuro de los empleos y las tendencias que marcarán la vida en las oficinas. Solo hace falta echar un vistazo a lo ocurrido durante la pandemia. Las grandes tecnológicas fueron las primeras en sacar músculo y adaptarse a las nuevas condiciones impuestas por el coronavirus. Pero también fueron las que más dieron que hablar cuando se empezó a recuperar la vieja normalidad. Desde Apple hasta Google, pasando por Zoom, Salesforce, Meta o Amazon.
"Este debate afecta más a las tecnológicas que a otros sectores porque su actividad y negocio son mucho más propicios para el trabajo remoto, pero también requiere innovación y colaboración constante. Por eso los trabajadores de esta industria suelen tener mayores expectativas y demandas para su entorno de trabajo que otros", detallaba hace meses a este periódico Gleb Tsipursky, CEO de la consultora Disaster Avoidance Experts, que trabaja para varias empresas del Fortune 500.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F6e6%2F957%2Ff19%2F6e6957f19a09ae485c1a396ed6617ef6.jpg)
Todas estas compañías y multinacionales, las mismas que crearon todo lo necesario para el teletrabajo, protagonizaron sonoros choques con gran parte de sus plantillas por la vuelta a la presencialidad. En un primer momento, la técnica para que volviesen físicamente a sus puestos fue la seducción. Pero como esto no funcionó como esperaban, dejaron de lado la zanahoria y optaron por el palo. Lo que era una petición se convirtió en una orden y, en el caso de los más afortunados, algunos empleados todavía pueden trabajar un par de días desde casa por semana.
El debate de la vuelta a la oficina parece ya enterrado en 2025. Con ello, también parece haberse puesto fin a esa época donde la proclama, por encima de todo, parecía la de facilitar a los trabajadores la conciliación con su vida personal.
Y esto no solo se ha quedado en la industria tecnológica, sino que ha afectado de lleno a otros sectores. Un buen ejemplo es cómo Citigroup, el conglomerado financiero liderado por el banco de inversión Citi, está echando el cierre a una oficina que abrió en Málaga hace tres años creada para ofrecer un mejor equilibrio entre vida y trabajo a banqueros de inversión junior.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F473%2Fc9d%2F657%2F473c9d6573a7ded106c9894c571b98b4.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F473%2Fc9d%2F657%2F473c9d6573a7ded106c9894c571b98b4.jpg)
La compañía reconoció que estaba poniendo fin a esta iniciativa, un movimiento que se enmarca en un momento en que otros gigantes de Wall Street han deshecho muchas de las políticas adoptadas durante el azote del covid-19. JPMorgan o Goldman Sachs son dos de los gigantes que han dicho que quieren a todo el mundo en la oficina de lunes a viernes, como antaño.
Pero parece que Silicon Valley, o al menos una parte de las élites que lo gobiernan, no quiere conformarse con volver al statu quo prepandémico. Quieren imponer un nuevo régimen laboral en el que las semanas laborales de 40 horas no tendrían cabida, al igual que los trabajos de 9 de la mañana a 5 de la tarde.
Una de las voces que ha abanderado este discurso desde hace un tiempo ha sido Elon Musk. "Hay muchos lugares seguros donde trabajar, pero nadie ha cambiado el mundo trabajando 40 horas a la semana", tuiteó en 2018, cuando todavía ni había comprado la red social ni había iniciado el viraje ideológico que le convertiría en el hombre que susurra al oído de Donald Trump.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F806%2Fb13%2Fe0c%2F806b13e0c028444220d04bcb42f17eb6.jpg)
El hombre más rico del mundo ha dado muchas veces que hablar por su adicción al trabajo. Cuando compró Twitter para transformarla en X, presumió en varias ocasiones de cómo sus jornadas laborales eran interminables y que lo poco que dormía y descansaba lo hacía en la oficina.
Pero, ¿cuánto es la jornada laboral idónea para el magnate? Pues una horquilla de unas 80 horas o 100 por semana. Eso es lo que llegó a afirmar públicamente hace varios años después de que Tesla fuese señalada como una de las empresas con condiciones más duras. Sin embargo, el fabricante de automóviles eléctricos no tuvo problemas nunca para cubrir los puestos clave.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F1ff%2Fa92%2F995%2F1ffa92995698fa5deb361c492de33571.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F1ff%2Fa92%2F995%2F1ffa92995698fa5deb361c492de33571.jpg)
La cuestión es que ahora parece haber subido la apuesta. Hace unas semanas presumió de que los miembros de ese pseudo ministerio de la eficiencia llamado DOGE trabajaban 120 horas a la semana y que ahí residía la clave de los éxitos que estaban cosechando. Afirmó que “los rivales burócratas” a los que estaban intentando doblar el brazo “trabajan solo 40 horas”. “Es por eso por lo que están perdiendo tan rápido”.
Esto, lejos de quedar como la enésima excentricidad de Musk, parece haber permeado en otras grandes figuras de la industria tecnológica, que ahora ya se atreven a expresarlo públicamente. Uno de los primeros que puso esta idea sobre la mesa fue Eric Schmidt, ex CEO de Google, quien hace unos meses generó una gran polémica por sus declaraciones en una conferencia en Stanford.
DOGE is working 120 hour a week. Our bureaucratic opponents optimistically work 40 hours a week. That is why they are losing so fast. https://t.co/dXtrL5rj1K
— Elon Musk (@elonmusk) February 2, 2025
“Google decidió que la conciliación entre trabajo y vida personal y volver a casa temprano y trabajar desde casa era más importante que ganar”, dijo en relación a algunas medidas laborales que, según su punto de vista, habían lastrado a la multinacional en el pulso que mantenía con OpenAI por la inteligencia artificial. El testimonio se hizo viral y dos días después se tuvo que disculpar al ver la acalorada reacción que había desatado en varios sectores.
Pero estos postulados fueron validados recientemente por otro peso pesado de los de Mountain View como es Sergey Brin, cofundador de la compañía junto a Larry Page. En un memorando interno filtrado por el New York Times habló de que el “punto óptimo para la productividad son 60 horas a la semana”.
Por supuesto, habló de que lo ideal también era estar en la oficina “todos los días”.
El rotativo estadounidense señalaba que esto eran reflexiones del directivo y que en absoluto se iban a traducir en un cambio de las condiciones de trabajo. Pero también cabe señalar que las opiniones de Brin no son baladíes, más aún en los últimos meses, ya que el cofundador se arremangó y volvió a involucrarse en el día a día de la compañía cuando la irrupción de ChatGPT amenazaba con poner patas arriba el negocio del buscador más utilizado del mundo.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fe88%2F748%2F788%2Fe88748788ea6773e12fac68da883ed75.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fe88%2F748%2F788%2Fe88748788ea6773e12fac68da883ed75.jpg)
En su escrito, Brin también disparó un dardo contra los que no llegaban a su idea de 'jornada laboral idónea'. “Un número de personas trabajan más de 60 horas y un pequeño número pone lo mínimo para salirse bien”, escribía. “Este último grupo no solo es improductivo, sino que es muy desmoralizante para todos los demás”. Eso sí, su escrito decía también que sobrepasar ese número de horas no era recomendable.
Aunque las visiones de Musk y Brin difieren un poco en cuánto tiempo, comparten ciertos puntos como la motivación que debe impulsar que alguien eche un 50% o un 100% de horas más en la oficina. “Trabajar 100 horas es fácil si amas lo que haces, porque no lo verás como trabajo”, dijo el CEO de Tesla y director de DOGE en su momento. Algo similar a lo que expresó el cofundador de Google, que habló de lo “trepidante” y “emocionante” que se había vuelto su trabajo gracias a la pelea por la IA cuando tuvo que explicar su regreso a primera línea.
Silicon Valley y el 'workaholismo'
Todos estos mensajes lo que hacen es retratar uno de los viejos mantras de Silicon Valley: la obsesión por el trabajo como símbolo de estatus social. Un principio que había quedado aparcado en los últimos años por la guerra salvaje por el talento que estaba viviendo la industria tecnológica y donde estas empresas se rifaban prácticamente a cualquier ingeniero que se levantase de la silla.
Pero esos tiempos de subcontratación llegaron a su fin tras la pandemia, cuando las turbulencias económicas y la vuelta a la normalidad empujaron a estas multinacionales a inaugurar una era de la eficiencia donde algunos de los excesos del pasado no tenían cabida. Una era de la eficiencia que se tradujo en despidos que se contaban por decenas de miles y que a día de hoy siguen sucediendo cíclicamente. Los trabajadores ya no tienen la sartén por el mango. Ya no se pueden levantar con la garantía de que en dos o tres días tendrán otro trabajo.
"Hay un cambio de filosofía importante, también para los que quieren quedarse en la empresa"
“Se han endurecido mucho las condiciones y las entrevistas”, comenta un ingeniero español que trabaja para Meta en Estados Unidos, que ha participado recientemente en varios procesos en grandes tecnológicas.
“Si estás en áreas clave, como la IA o en algunos casos realidad mixta, vas a seguir teniendo muchas puertas abiertas. Pero esto ya no es la barra libre para prácticamente todos que era al principio de la pandemia”, añade. “Ha habido un cambio de filosofía importante, también para los que quieren seguir en compañías como la mía”.
Cuando se le pregunta si ve en el corto plazo un cambio en las condiciones laborales y la duración de las jornadas, cree que, al contrario que ir varios o todos los días de la semana presencialmente, “no va a ser una obligación plasmada por escrito”, pero que se empujará de otras maneras para que la gente “eche más horas en la oficina”.
En los últimos meses, empresas como Amazon o Meta han endurecido los criterios de evaluación. El problema viene dado porque muchas veces, cuando se pide identificar a los que menos rinden, se suelen establecer cuotas fijas de revisión. Eso puede hacer que, aunque un trabajador cumpla los objetivos marcados, sea puesto en observación porque los que le rodean han superado esa barrera.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F653%2Ff4f%2Fdf7%2F653f4fdf7edea9517e8451f7966793a9.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F653%2Ff4f%2Fdf7%2F653f4fdf7edea9517e8451f7966793a9.jpg)
En otros casos, la tensión no es la receta. Por ejemplo, Google, según informaba Business Insider, está rediseñando sus primas y sus bonus para que más empleados puedan acceder a la nota de “Impacto sobresaliente”, que da acceso a mayores recompensas anualmente. “Una forma u otra empujan a la gente a echar más horas en la oficina”, explica el ingeniero de Meta. “Pero ese workaholismo del que hablas siempre ha existido en esta industria. Siempre se ha empujado la idea de sentirse parte de la empresa, porque les beneficia que no vayas con la mentalidad de ir, hacer tu trabajo e irte. Y esa idea calaba en mucha gente”, argumenta. “Antes se vestía de desarrollo personal o de comodidades para que pases más tiempo en la oficina. Ahora directamente se habla de hacerlo para que la empresa lidere este sector o mejore sus resultados”.
No deja de ser paradójico el momento en el que este discurso de la necesidad de cambiar la jornada laboral está cobrando fuerza. La industria tecnológica lleva meses vendiendo las bondades de la inteligencia artificial y que, lejos de destruir puestos de trabajo, lo que van a permitir desarrollos como los agentes de IA es librarnos de tareas repetitivas, ayudando a mantener la productividad mientras realizamos actividades creativas o de mayor valor. No deja de ser paradójico escuchar esa promesa a la vez que se oyen con más fuerza las voces de los que apuestan por pasarse 60 u 80 horas con el culo pegado a la silla de la oficina.
Precisamente, las bondades de los agentes de inteligencia artificial le han servido a Reid Hoffman, fundador de LinkedIn, para decir que los trabajos de 9 a 5 “están en peligro de extinción”. Sin embargo, este destacado inversor no cree que el futuro vayan a ser jornadas interminables como las que defiende Musk. Él calcula que para 2034 el 50% de la fuerza laboral estadounidense será freelancer, porque los nuevos desarrollos tecnológicos permitirán compatibilizar varios trabajos al mismo tiempo. Para Hoffman ya no hará falta ser repartidor o conductor para ser parte de la gig economy. Un ejemplo más de cómo Silicon Valley está intentando exportar al mundo un nuevo modelo laboral. La cuestión es saber cuál será.
A Silicon Valley se le suele mirar desde otras partes del mundo esperando encontrar o ver los inventos y desarrollos que marcarán los próximos años de la sociedad o la economía. Pero en los últimos tiempos también se ha convertido en un buen termómetro para intentar predecir el futuro de los empleos y las tendencias que marcarán la vida en las oficinas. Solo hace falta echar un vistazo a lo ocurrido durante la pandemia. Las grandes tecnológicas fueron las primeras en sacar músculo y adaptarse a las nuevas condiciones impuestas por el coronavirus. Pero también fueron las que más dieron que hablar cuando se empezó a recuperar la vieja normalidad. Desde Apple hasta Google, pasando por Zoom, Salesforce, Meta o Amazon.