Mientras España era un caos, miles de personas ni se enteraron: "Siempre estuve conectado"
¿Por qué durante el apagón algunos usuarios pudieron conectarse a internet y otros no? La clave la encontramos en las antenas que lograron sobrevivir gracias a generadores de emergencia y continuaron dando servicio
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Mientras España se sumía en la oscuridad y el caos, las ventanas de la vivienda de Óscar Díaz, vecino de Arturo Soria en Madrid, mostraban dentro una luz hogareña (y casi envidiable) a los transeúntes que andaban desamparados por las calles paralelas. Durante todo el día del lunes, Díaz tuvo electricidad en casa para alimentar casi todos sus electrodomésticos y lo que es más importante: el router para acceder a internet a través de fibra óptica. El motivo no sólo fueron las 36 placas solares que tiene instaladas en su domicilio, sino las tres baterías de 15 kilovatios alimentadas por esa energía solar que consiguieron proporcionarle electricidad cuando todo el país estaba en vilo.
"Cuando pasa algo como lo de ayer, el sistema entra en modo isla, te aíslas de la red eléctrica externa y usas la energía que has acumulado a través de las baterías, que se van cargando durante el día", explica a El Confidencial este ingeniero informático. Díaz cuenta que tienen todos los dispositivos críticos de la casa conectados: "Toda la familia teníamos fibra y acceso al WiFi. Llamábamos a nuestros amigos, pero la gente en Madrid estaba sin señal". Cuenta que en su calle estaba todo a oscuras, mientras apenas cinco casas tenían luz: "Todos con acumuladores, claro", añade. Según este ingeniero, las baterías pueden durar hasta dos días, pero la realidad es que el sol las hubiera recargado el mismo día siguiente.
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Tener placas solares no te libra de sufrir un apagón si no tienes una solución de almacenamiento de energía. De hecho, la mayoría de las instalaciones solares no llevan este tipo de backup (refuerzo) incluido y no en todos hogares existe autosuficiencia. No obstante, no fueron pocos los que hicieron uso de esta tecnología durante el lunes negro. Jaime Capell, vecino de Mallorca, también afirma tener un sistema que le independiza de la red en caso de apagón: "Genero el 70% de mi consumo sin restricciones, así que soy autónomo y pude recargar mi coche sin límites".
Esta casuística doméstica sirve también para dar respuesta a una pregunta crucial que se hicieron millones de personas el lunes: ¿Por qué había algunas zonas donde sí funcionó internet y por qué algunos usuarios pudieron conectarse al WiFi y otros no? ¿Por qué mientras la confusión y el desorden se apoderaba de las principales metrópolis del país, las multitudes se apiñaron en torno a centros comerciales como Decathlon, El Corte Inglés o comisarías de Policía y consiguieron datos móviles?
Para contestar a estas preguntas hay que entender primero que el sistema a través del cual circula la línea de internet y móvil es una especie de telaraña de cables y telecomunicaciones enorme. El acceso a esta red se produce con la contratación de un servicio de Internet, a través de un proveedor de servicios (empresas telefónicas), que son quienes a través de su propia red dirigen las comunicaciones hasta nuestras casas o móviles. Estas redes pueden ser de fibra óptica, de cable coaxial o a través de medios inalámbricos.
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La telefonía móvil, por ejemplo, funciona gracias a una serie de antenas repartidas en distintos puntos del país. La función de estas infraestructuras es transformar la energía eléctrica en ondas electromagnéticas para transmitir una señal o para recibirla. Pero para que las antenas sean capaces de operar, necesitan una fuente de energía eléctrica. Normalmente, esta energía es suministrada por equipos como transmisores o receptores, que a su vez están conectados a la red eléctrica. Sin embargo, en caso de un apagón, como el acontecido en España y Portugal, muchas antenas cuentan con generadores o baterías de respaldo que les permiten seguir funcionando por un tiempo limitado.
"Todo depende de los operadores y de las infraestructuras. En España, obviamente, no hay un único operador de Internet y, si los propios sistemas de los operadores se caen o incluso se saturan porque todo el mundo estaba usando WhatsApp o redes sociales para enterarse de algo, tenemos un problema", explica a este diario Lorenzo Martínez, ingeniero informático y director de Securizame.
"La clave del asunto está en que las propias antenas de telefonía tenían sistemas de mantenimiento de energía. Por eso mucha gente pudo conectarse a internet. Lo que pasa es que eso duró unas horas. El apagón, al menos en mi zona, fueron 9 horas desde las 12:30 de la mañana hasta las 21:30 de la noche. Y la mayoría debieron perder su autonomía sobre las 15:00 de la tarde, que es cuando dejamos de recibir señal. ¿Por qué? Pues porque la antena a la que está conectado mi teléfono, dejó de recibir energía del generador", añade el experto.
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En España hay aproximadamente 60.000 antenas y solo una pequeña parte, las que están cerca de infraestructuras críticas como hospitales o cuarteles de policía, o son nodos importantes, tienen sus propios generadores, que pueden ir rellenándose con gasolina. Por eso vimos imágenes en las que aparecían marabuntas de viandantes en la calle pegados a sus teléfonos móviles frente a centros comerciales o edificios de las Fuerzas de Seguridad. "Mi mujer tiene contratado Digi y no tuvo cobertura la mayor parte del día. Sin embargo, cuando iba a pasear al perro y pasaba cerca de determinados sitios, le empezaban a entrar mensajes. La explicación la encontramos no en el 5G en sí, sino en la infraestructura del operador y la zona, en base a los sistemas de baterías que tuvieran las antenas cercanas durante el apagón", comenta Martínez.
Para alargar la duración de esas baterías, los operadores suelen deshabilitar las conexiones de datos móviles, permitiendo solo llamadas. Pero cuando una estación no tiene respaldo o este se agota, la antena deja de funcionar, lo que provoca que los usuarios pierdan tanto la cobertura como los datos móviles. Esas baterías de respaldo suelen durar entre 2 y 8 horas, dependiendo del equipo y el mantenimiento. Es por eso que, según los expertos, los cortes de la red se produjeron en algunos casos 3 o 4 horas después del apagón. Vodafone, por ejemplo, puntualizó a las 14:26 horas que su red móvil "se mantenía temporalmente activa en un 70%, gracias a los generadores de reserva, pero su funcionamiento dependía de la duración de la incidencia".
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Además, es importante tener en cuenta que, durante un apagón, muchas personas intentan contactar a sus familiares o pedir ayuda al mismo tiempo, lo que empeora la congestión de la red, que se satura y da más fallos que un día normal. Es importante mencionar también que, en el caso de la telefonía móvil, la red no funciona de forma aislada. A veces no sólo se trata de antenas, sino que depende también de otras infraestructuras, como centros de datos o tendidos de fibra óptica. Si los data centers que gestionan las llamadas o el tráfico de los datos se queda sin energía porque sus generadores también se han terminado, barrios enteros pueden quedarse sin conexión a internet.
Es ilustrativo que, durante las horas después del apagón, muchos seguíamos viendo el icono de datos móviles en las pantallas de nuestros móviles. Esto era sólo un espejismo. Las redes estaban saturadas, con sus generadores agotándose. Las redes poco a poco fueron desplomándose como piezas de dominó, primero unos operadores y luego otros. En ese momento, los móviles buscaban cualquier conexión posible para sobrevivir: pasamos del 5G al 4G, luego al 3G y a la E. Y finalmente al "Sin servicio". Que los móviles indicaran que disponían de servicio 5G sólo significaba que la antena de su zona todavía tenía energía y capacidad de transmitir señal, pero si su red estaba sobrecargada o caída, no servía para nada.
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Miguel de Simón Martín, profesor de la Universidad de León, hacía hincapié en una entrevista publicada en el Science Media Centre que, además de reforzar las interconexiones, "será fundamental el despliegue de sistemas de almacenamiento de energía y el desarrollo de microrredes capaces de aislarse de la red principal en caso de fallo". En la misma línea se posiciona Martínez: "Estamos totalmente a expensas de quien nos suministra energía y, como ciudadanos, no podemos hacer nada. Necesitamos mecanismos alternativos. Si uno se cae, tenemos que tener otros activos".
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Mientras España se sumía en la oscuridad y el caos, las ventanas de la vivienda de Óscar Díaz, vecino de Arturo Soria en Madrid, mostraban dentro una luz hogareña (y casi envidiable) a los transeúntes que andaban desamparados por las calles paralelas. Durante todo el día del lunes, Díaz tuvo electricidad en casa para alimentar casi todos sus electrodomésticos y lo que es más importante: el router para acceder a internet a través de fibra óptica. El motivo no sólo fueron las 36 placas solares que tiene instaladas en su domicilio, sino las tres baterías de 15 kilovatios alimentadas por esa energía solar que consiguieron proporcionarle electricidad cuando todo el país estaba en vilo.