Qué es el 'arranque en negro': la complejidad de restablecer el suministro eléctrico tras un apagón como el de España
Todos los expertos han calificado la situación de extremadamente excepcional. A falta de saber la causa exacta, es momento de saber cómo ha sido posible recuperar el sistema
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Restablecer la red eléctrica después de un apagón total como el que ha afectado a España y Portugal representa un reto técnico de enormes dimensiones. Este proceso, conocido como arranque en negro, implica reiniciar desde cero el suministro sin apoyo externo, una tarea que exige una coordinación extremadamente precisa entre centrales y operadores. Así lo han explicado desde ArsTechnica.
Contrariamente a la idea de solo activar interruptores, la recuperación del sistema eléctrico requiere una cantidad de energía inicial que la mayoría de las centrales eléctricas no poseen de forma autónoma. Plantas de carbón, instalaciones hidroeléctricas y otras infraestructuras dependen de componentes que, a su vez, necesitan electricidad para funcionar correctamente.
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Solo un número limitado de instalaciones cuenta con generadores diésel capaces de iniciar su actividad sin ayuda externa. Estas plantas especializadas son las responsables de impulsar el arranque progresivo del resto de la red, evitando sobrecargar las pocas fuentes de energía disponibles en las primeras fases.
El control de la demanda, clave para evitar un nuevo colapso
La gestión de la demanda fue otro aspecto crítico. Encender de forma simultánea industrias, edificios y hogares podría haber provocado un exceso de consumo, derivando en un segundo fallo masivo. Por esta razón, los operadores diseñaron una recuperación escalonada, asegurando que la capacidad de generación y la demanda estuviesen equilibradas en cada momento.
Además, mantener la frecuencia eléctrica cerca de los 50 Hz era vital para la estabilidad del sistema. Cada generador contribuye a sostener esta frecuencia, mientras que cada aparato conectado añade fricción. Un desequilibrio podría haber dañado equipos sensibles y activado mecanismos de protección que desconectan automáticamente determinadas partes de la red.
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La complejidad aumentó al considerar que cualquier desajuste severo no solo hubiese comprometido la infraestructura, sino que también habría ralentizado aún más el proceso de recuperación. El trabajo de los operadores se convirtió así en un ejercicio de precisión y paciencia extrema.
La energía hidráulica, un aliado estratégico en el arranque
Las limitadas conexiones eléctricas de la península ibérica con Francia y Marruecos complicaron el soporte externo, aunque este se produjo (y se sigue produciendo). Por ello, la disponibilidad de generación hidráulica en España y Portugal representó una ventaja crucial. Las plantas hidroeléctricas requieren menos energía para arrancar y ofrecen mayor flexibilidad en los momentos iniciales.
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Por otro lado, el aporte de las energías renovables se presentó con matices. Mientras la solar no resulta adecuada para iniciar el arranque debido a su dependencia de la luz y la complejidad de sincronizar su producción, la energía eólica es obviamente dependiente de la fuerza del viento.
Asimismo, la escasa implantación de sistemas de almacenamiento a gran escala reduce las posibilidades de apoyo mediante baterías. Aunque se espera que en los próximos años se amplíe considerablemente esta infraestructura, hoy su contribución sigue siendo testimonial en el proceso de recuperación.
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Las baterías, al poder generar corriente continua y adaptarla a la frecuencia requerida, serían ideales tanto para iniciar otras plantas como para estabilizar la frecuencia en la red. Sin embargo, su disponibilidad real no fue suficiente para marcar una diferencia sustancial en esta ocasión.
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