Drones de la 'Guerra de las Galaxias': por qué esta nueva arma láser va a reinventar el combate
En un momento en el que los ataques con drones constituyen una práctica cada vez más habitual, las armas láser se perfilan como una revolución en el campo de batalla del futuro por su bajo coste. Y EEUU ha tomado nota
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Las armas láser ya se perfilan como una verdadera revolución en el campo de batalla de los próximos años. Gracias a su bajo coste por disparo, se han convertido en una gran alternativa como arma antidrón y antimisil. Sobre todo, en un momento en el que los ataques con drones constituyen una práctica cada vez más habitual. La firma estadounidense General Atomics presentó en la feria Sea Air Space, celebrada entre el 6 y el 9 de abril de este año, una fotografía en la que se podía observar a un vehículo aéreo remotamente tripulado MQ-9B SkyGuardian dotado con un pod láser derribando drones.
A partir de la información presentada en la feria y recogida por el digital francés NavalNews, el dron tendría como misión principal derribar los drones ‘kamikaze’ (conocidos en inglés como one-way attack) que pretendan atacar a los grupos de combate de portaaviones y cualquier otro buque de superficie. Esto es, además de misiones de vigilancia, inteligencia y reconocimiento; el avión remotamente tripulado podría efectuar labores de defensa de flota.
Un dron antidrón: rayos láser contra todos
En los últimos años, el uso de los drones, principalmente aéreos, se está expandiendo sobremanera. Muchos de ellos con un coste muy reducido, lo que permite que países con bajos recursos o con restricciones de acceso a tecnología moderna, como Irán, puedan disponer de armamento relativamente capaz.
Por si fuera poco, no existe un arma eficaz y de coste competitivo contra estas ‘nuevas’ amenazas. La US Navy lleva más de un año enfrentándose a misiles de crucero y balísticos, así como drones en el mar Rojo. Todos ellos se podrían clasificar como de bajo coste. Sin embargo, la flota estadounidense ha precisado de interceptores caros para abatirlos. Tanto es así que, quitando los disparos con los cañones de cinco pulgadas, en la mayoría de los casos se han empleado misiles SM-2, SM-6 y ESSM. A fecha de 2020, el primero y el último rondan los dos millones de dólares por unidad, mientras que el SM-6 asciende hasta más de cuatro millones de dólares.
Por tanto, es conveniente plantear un sistema efectivo y de coste reducido contra esta amenaza. Una de las alternativas más interesantes son las armas de energía dirigida, entre las que destacan las armas láser. Se caracterizan por un bajo coste de disparo en comparación con sistemas tradicionales, y por encontrarse todavía algo inmaduras, desde el punto de vista tecnológico. Según el gobierno británico, el coste por disparo rondaría las diez libras.
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La referencia a su 'inmadurez' concierne solo a los láseres de alta potencia, pues los sistemas defensivos DIRCM (del inglés, Directed Infrared Countermeasure), basados en láser infrarrojo, están en servicio con varias fuerzas aéreas y son una herramienta excelente contra misiles de guía de imagen infrarroja, al cegar su cabeza buscadora. Por ejemplo, el avión de transporte Airbus A400M y el avión cisterna Airbus A330 MRTT disponen de estos equipos.
En la feria Sea Air Space 2025, General Atomics, caracterizada por probar un número alto de desarrollos interesantes por su cuenta, presentó una vez más una oferta muy adecuada. Se trata de un pod dotado con un láser de 25 kW, basado en el sistema High Energy Laser (HEL), el cual podría ser escalado hasta los 300 kW. En la imagen presentada se puede observar a un MQ-9B haciendo fuego con el láser a varios drones que se acercan a una flotilla de buques.
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Evidentemente, la limitación de cualquier sistema láser es similar a otras alternativas. Esto es, el láser precisa de un tiempo determinado para abatir cada amenaza. Por lo que si el número de atacantes es superior, será necesario desplegar más de un dron. Es conveniente mencionar que esta empresa también ha desarrollado un sistema de comunicaciones ópticas con láser conocido como LAC-12 Terminal. Va embarcado en otro pod de unos 20 kg de peso, permitiendo tasas de envío de datos de hasta 1 Gbps. Además, gracias al empleo del láser se caracteriza por una baja probabilidad de interceptación y detección.
Las espadas láseres… no son nuevas
Aunque parezca mentira, Estados Unidos lleva trabajando en sistemas láseres embarcados desde hace más de 30 años. Destacan dos programas, el Airborne Laser Lab, basado en un Boeing NKC-135A y el Boeing YAL-1, un Boeing 747-400 modificado para derribar misiles balísticos, que fue probado de manera satisfactoria en los 2000. El YAL-1, el cual empleaba láseres químicos (actualmente ya se usan láseres de estado sólido), se podría considerar heredero de las 'Guerras de las Galaxias' de Reagan.
En el primero de ellos, ya se emplearon arquitecturas de óptica adaptativa para corregir el haz. Cuando un rayo láser recorre gran distancia a través de la atmósfera, debido a las ‘imperfecciones’ del medio (presencia de partículas, diferencia de condiciones ambientales, etcétera), éste se distorsiona, reduciendo sus cualidades. Para mitigar estos efectos no deseados, es preciso acudir a sistemas de óptica adaptativa, que se fundamentan en la deformación precisa de los espejos usados para guiar el haz.
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Así, uno de los problemas habituales en láseres de alta potencia es el efecto conocido como ‘lente térmica’ (thermal blooming, en inglés). Al proyectar una gran cantidad de energía en una región del espacio pequeña, el aire, por dichas ‘imperfecciones’, puede absorber algo de energía y calentarse, provocando que la citada región se comporte como una lente y deforme el haz.
Continuando con el trabajo de General Atomics, su concepto es el primer proyecto que toma como plataforma un vehículo aéreo remotamente tripulado, pues las propuestas y trabajos anteriores lo hacían con aviones tripulados. Por otro lado, es interesante que esta empresa haga una apuesta por el láser aerotransportado después de la finalización del programa SHiELD (del inglés, Self-protect High Energy Laser Demonstrator), sin aparente solución de continuidad, y la cancelación de las pruebas del sistema AHEL (Airborne High Energy Laser) de Lockheed Martin a bordo de un ‘cañonero’ AC-130J Ghostrider.
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El esfuerzo SHiELD fue iniciado en 2016 y finalizado en 2024, según el Dr. Ted Ortiz, jefe del programa en el Laboratorio de la Fuerza Aérea (AFRL), en declaraciones al digital Military.com. A pesar del éxito conseguido por el demostrador en 2019, el cual fue capaz de derribar varios misiles en el aire, no se procedió con la construcción de un pod experimental para probar en un avión de ensayos de cuarta generación (F-15 o F-16). La evaluación del desempeño del pod debería haber tenido lugar en el año fiscal 2024.
En el caso del sistema AHEL, la cancelación se ha achacado a retos técnicos durante las pruebas en tierra. Da la sensación de que, aunque se ha avanzado mucho en el desarrollo de las armas láseres embarcadas, todavía no se encuentran lo suficientemente maduras. Algo así dejó entrever Ortiz en sus palabras al citado digital, mencionando que en el programa SHiELD se han hecho grandes avances en la preparación de la tecnología de láseres aerotransportados y que continúan trabajando en madurar dichos sistemas de armas.
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En resumen, los láseres presentan algunos inconvenientes, pudiéndose clasificar entre generales y propios del ambiente de trabajo. Con respecto a los primeros, destaca la potencia instantánea entregable, la capacidad de almacenamiento de energía y la complejidad de su mantenimiento en zonas remotas. En lo que se refiere al ambiente de trabajo, en el caso aéreo, los láseres deberán estar confinados en entornos pequeños —debido a los requisitos de aerodinámica— y sometidos a vibraciones. Por ello, deben contar con equipos miniaturizados para el almacenamiento de energía —o bien sobredimensionando los generadores eléctricos de los motores— y para la refrigeración de los componentes.
Eso no quita que los sistemas láseres estén ya entrando en servicio en otros dominios, como en el naval, donde la US Navy cuenta, a fecha de 2024, con nueve sistemas ODIN (Optical Dazzler Interdictor Navy) instalados en destructores de la clase Arleigh Burke. El objetivo de este equipo es cegar los sensores fotónicos (electroópticos) de los drones, aviones o misiles enemigos.
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Con respecto a los desarrollos no occidentales, la Federación Rusa dispone de un avión experimental Beriev A-60, derivado del avión de transporte Ilyushin IL-76, bautizado como Sokol Eshelon. Porta un láser denominado en clave como 1LK222. El objetivo del arma óptica es cegar los sensores de los satélites enemigos. Por su parte, la República Popular de China dejó entrever en verano de 2020 que está trabajando en un pod láser para instalar en aviones de combate. Al igual que el proyecto SHiELD, el objetivo sería derribar misiles enemigos y, quizá, otros aviones en enfrentamientos dogfight (combate aéreo cercano). Además, en los últimos días han publicado un vídeo en el que se afirma que el prototipo J-36 podría contar con un cañón laser, algo que parece poco realista.
Con General Atomics ahora presentando ahora su nuevo pod láser embarcable como una alternativa contra los drones kamikaze, ¿se convertirá en la primera arma láser aerotransportada en servicio con la US Navy?
Las armas láser ya se perfilan como una verdadera revolución en el campo de batalla de los próximos años. Gracias a su bajo coste por disparo, se han convertido en una gran alternativa como arma antidrón y antimisil. Sobre todo, en un momento en el que los ataques con drones constituyen una práctica cada vez más habitual. La firma estadounidense General Atomics presentó en la feria Sea Air Space, celebrada entre el 6 y el 9 de abril de este año, una fotografía en la que se podía observar a un vehículo aéreo remotamente tripulado MQ-9B SkyGuardian dotado con un pod láser derribando drones.