Encuentran un iPad en el Támesis y lo que sucede después no es un anuncio de Apple
El dispositivo fue arrojado en 2019 al río más importante de Londres. A pesar del agua y el fango, consiguió preservar un elemento clave para la resolución de un crimen
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Un descubrimiento sorprendente a orillas del río Támesis ha permitido resolver un crimen que durante más de cinco años se mantuvo sin esclarecer. El elemento clave no fue una confesión ni una cámara oculta, sino un iPad sumergido en el lodo durante todo ese tiempo que se mantuvo en las suficientes buenas condiciones como para permitir la extracción de una prueba clave.
La Policía Metropolitana de Londres localizó el dispositivo en noviembre, en las inmediaciones del O2 Arena. A pesar de su deteriorado estado físico, los investigadores descubrieron en su interior una tarjeta SIM que todavía funcionaba. Este componente permitió acceder a registros fundamentales para esclarecer un tiroteo ocurrido en 2019 en el este de la capital británica.
How an iPad dug up from the Thames solved museum thieves' murder plot https://t.co/7uM1Jq0Jcc
— BBC News (UK) (@BBCNews) March 25, 2025
La víctima, Paul Allen, había sido condenado por su implicación en el atraco al depósito de Securitas, considerado el robo a mano armada más importante de la historia reciente del Reino Unido. En 2019 fue atacado a tiros en su domicilio, suceso que lo dejó sin movilidad desde el pecho hacia abajo. Durante años, el caso se mantuvo estancado por la falta de pruebas directas.
Cómo fue posible
Gracias a los datos de la tarjeta SIM, se logró vincular el iPad con Daniel Kelly, un hombre de 46 años sospechoso de participar en el ataque. El análisis del dispositivo permitió reconstruir parte de las comunicaciones entre Kelly y los hermanos Stewart y Louis Ahearne, implicados también en el crimen.
La información obtenida incluía registros de ubicación GPS, llamadas entre los acusados y compras realizadas en plataformas como Amazon y eBay de teléfonos móviles desechables. Estos elementos probaron la existencia de una vigilancia previa sobre la víctima y una planificación meticulosa del atentado.
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Según explicó el detective Matt Webb, responsable de la investigación, el descubrimiento del dispositivo fue totalmente sorprendente. El iPad se halló cubierto de barro y piedras, probablemente arrojado de forma intencionada al río para ocultar pruebas relevantes. "¿Por qué alguien sentiría la necesidad de arrojar un iPad al río?", planteó el detective durante su comparecencia.
Conexiones con robos internacionales de obras de arte
Durante la investigación, los agentes descubrieron que los tres acusados también estaban implicados en un robo cometido en Suiza un mes antes del crimen en Londres. En junio de 2019, dos jarrones de la dinastía Ming fueron sustraídos del Museo de Artes del Lejano Oriente de Ginebra, lo que permitió establecer un vínculo directo entre ambos delitos.
Las autoridades suizas extraditaron a Stewart y Louis Ahearne y los condenaron a tres años y medio de prisión, además de imponerles una multa de 60.000 euros y la prohibición de entrada al país durante cinco años. El patrón de actuación detectado fue idéntico: uso de vehículos alquilados, rutas medidas al detalle y comunicaciones encubiertas.
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Para la policía, estos elementos consolidaron la hipótesis de que los acusados formaban parte de un grupo organizado, con operaciones en el ámbito del crimen internacional. El dispositivo hallado en el río no solo permitió esclarecer un intento de homicidio, sino también reconstruir parte de sus actividades delictivas previas.
Los tres acusados han sido declarados culpables por el delito de conspiración para asesinar y la sentencia se hará pública el próximo 25 de abril. Según fuentes policiales, sin el hallazgo de la tableta, las pruebas no habrían sido suficientes para lograr una condena.
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Un descubrimiento sorprendente a orillas del río Támesis ha permitido resolver un crimen que durante más de cinco años se mantuvo sin esclarecer. El elemento clave no fue una confesión ni una cámara oculta, sino un iPad sumergido en el lodo durante todo ese tiempo que se mantuvo en las suficientes buenas condiciones como para permitir la extracción de una prueba clave.