Tres objetos espaciales caen a la Tierra cada día y el futuro que nos espera es mucho peor
Un informe de la ESA alerta del peligro de las reentradas incontroladas. No solo por su potencial peligro para las personas, sino también para el medioambiente
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Un estudio elaborado por la Agencia Espacial Europea (ESA) revela que durante el año 2024 se produjeron más de 1.200 reentradas de objetos completos en la atmósfera, entre satélites inactivos y cuerpos de cohetes. La cifra se multiplica si se tienen en cuenta los fragmentos de menor tamaño, que ya se cuentan por millones.
El problema no reside únicamente en la cantidad de residuos, sino en la aceleración del fenómeno. El número de satélites operativos asciende actualmente a 9.300, mientras que el volumen total de escombros espaciales mayores de 10 centímetros supera los 45.000 fragmentos. Este volumen sigue creciendo año tras año debido a nuevas colisiones y a la proliferación de megaconstelaciones.
Las constelaciones comerciales disparan el número de reentradas
La constelación Starlink, operada por SpaceX, representa ya una parte significativa de los objetos que regresan a la Tierra. Según el astrofísico Jonathan McDowell, "si SpaceX continúa con sus planes de ampliar Starlink hasta los 30.000 satélites, entonces estaremos hablando de 15 reentradas diarias".
At least three old satellites or rocket bodies fall to Earth every day, a new report reveals. Some experts think it's a worrying trend. https://t.co/UoWt2Jmmzm
— SPACE.com (@SPACEdotcom) April 14, 2025
La situación se complica aún más con los despliegues previstos por otras compañías como Amazon, que ya trabaja en la constelación Kuiper, y con los programas espaciales chinos. Todas estas iniciativas incrementan la presión sobre la órbita terrestre baja y generan más residuos al final de la vida útil de los satélites.
Estos dispositivos suelen tener un ciclo de renovación de cinco años. Tras ese periodo, deben ser desorbitados o reubicados para evitar colisiones. Sin embargo, la eficacia de las maniobras de retirada no es suficiente para contener el volumen total de basura espacial, según advierte la Agencia Espacial Europea.
Riesgo ambiental y personal
Más allá del peligro físico de que un fragmento sobreviva al descenso, los expertos alertan del impacto químico de este fenómeno. La profesora Eloise Marais, del University College London, señala que "el impacto en la atmósfera es inevitablemente mayor que nunca, ya que se están añadiendo más contaminantes destructores de ozono que en ningún otro momento".
La mayoría de los satélites están fabricados con aluminio, que al arder genera óxidos metálicos como el óxido de aluminio. Este compuesto, junto con otros óxidos de nitrógeno, puede alterar la química de las capas altas de la atmósfera, afectando a su temperatura y a su capacidad para filtrar radiación ultravioleta.
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Marais lidera un equipo que trabaja en la elaboración de un inventario global de emisiones procedentes tanto de reentradas como de lanzamientos. El objetivo es cuantificar los efectos de estas sustancias sobre el equilibrio climático y la salud ambiental del planeta.
La mayoría de los objetos se desintegran antes de llegar al suelo, pero no siempre ocurre así. En 2024, fragmentos calcinados de un cohete Falcon 9 fueron localizados en Polonia y Ucrania. Un mes después, un trozo de metal atravesó el tejado de una vivienda en Florida; se trataba de una pieza desechada desde la Estación Espacial Internacional tres años antes.
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Un estudio elaborado por la Agencia Espacial Europea (ESA) revela que durante el año 2024 se produjeron más de 1.200 reentradas de objetos completos en la atmósfera, entre satélites inactivos y cuerpos de cohetes. La cifra se multiplica si se tienen en cuenta los fragmentos de menor tamaño, que ya se cuentan por millones.