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Cuando un picor puede ser cáncer o lepra. Esto es lo que pasa si cambias tu médico por una IA
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"El autodiagnóstico no es un diagnóstico"

Cuando un picor puede ser cáncer o lepra. Esto es lo que pasa si cambias tu médico por una IA

En España, más del 52,1% de los españoles reconoce usar internet, las redes sociales o, más recientemente, la inteligencia artificial para buscar información sobre enfermedades

Foto: El cibermédico detrás de los diagnósticos que se buscan. (Reuters)
El cibermédico detrás de los diagnósticos que se buscan. (Reuters)

"¿Te hinchas después de comer pasta?", "Tal vez estás embarazada y no lo sabes". "Estas son cinco señales de que necesitas vitamina D", "¿Cuándo descubriste que comer así no era bueno para la digestión?". Si tienes redes sociales, es muy probable que hayas visto alguna de estas frases o ganchos destinados a ganar visibilidad o venderte algún producto. Pero lo que empieza como un reel de consejos de salud, muchas veces termina convirtiéndose en un autodiagnóstico.

Cada vez es más habitual buscar una solución a un posible problema de salud en fuentes poco fiables. El resultado es, o bien no acudir a la consulta o, por el contrario, acudir cuando quizás no es necesario. “Se le da credibilidad al contenido por encima del diagnóstico de un médico o profesional sanitario”, confirma Ana Asensio, psicóloga y doctora en neurociencia. Según los últimos datos publicados por la aseguradora AEGON, en España, más del 52,1% de los españoles reconoce usar internet, las redes sociales o, más recientemente, la inteligencia artificial para buscar información sobre enfermedades.

En Europa, el número medio de consultas al médico por habitante osciló entre 3,8 y 8,4 en la mayoría de los países en 2022. Desde la falta de personal sanitario, las listas de espera o la cultura del “aguante”, son varios los factores que influyen en ir más o menos al médico. El ejemplo es Grecia, que cuenta con una de las tasas más bajas de consultas al año, según datos tanto de la OCDE como Eurostat. Según informa el medio heleno, Efsyn, la carencia en la estructura sanitaria, sumada a la desconfianza hacia el sistema público y las barreras económicas o de calidad del sector privado, ha llevado a una disminución en el número de consultas.

Así, muchos griegos han optado por buscar soluciones a sus problemas de salud en internet, reflejando un auge de los servicios digitales como alternativa a un sistema que no cubre adecuadamente sus necesidades. De hecho, según ELSTAT, la búsqueda de temas sanitarios en línea ha aumentado un 11,8% en el último año.

Pero el riesgo sobre la salud cuando el médico es internet o un chatbot de IA es evidente. “El autodiagnóstico no es un diagnóstico”, repite Asensio casi en tono de cantinela. Con el estímulo continuo de información en forma de scroll, muchas personas llegan a la consulta convencidas de tener una condición específica, lo que puede generar ansiedad innecesaria, resistencia al diagnóstico real o incluso sesgar la evaluación del especialista.

Aunque es normal buscar por nuestra cuenta y preocuparse por lasalud, es fundamental acudir a un profesional que evalúe los síntomas con criterio clínico y herramientas diagnósticas apropiadas. En casos extremos, este tipo de comprobaciones y autodiagnósticos se vuelven compulsivos y generan lo que se identifica como cibercondría. Se conoce como la ansiedad o angustia excesiva que una persona experimenta debido a la búsqueda compulsiva de información sobre enfermedades en internet. Un fenómeno derivado de la hipocondría, pero potenciado por la facilidad con la que se puede acceder a datos médicos en línea.

La IA es el nuevo escalón

"Hola, soy tu médico virtual, ¿En qué te puedo ayudar?". Así te recibe este Chatbot llamado "Tu Doctor IA". Como este, cientos de plataformas incluyen la IA como reclamo de eficiencia ante las consultas. Sin embargo, salud y rapidez no siempre son compatibles.

"Uno de los principales factores es la inmediatez", explica Marina Fernández, especialista en comunicación y salud y directora de Comunicación en San Juan de Dios Málaga. Profundiza en la idea de que este tipo de prácticas avanzan a la par que la sociedad y que se trata de una pauta de consumo de contenido digital generalizada que encuentra otras plataformas donde desarrollarse.

Foto: Fuente: iStock.

Esta capacidad para generar respuestas de forma automática y estructurada a tiempo real los hace atractivos para millones de usuarios que, por el contrario, pueden verse envueltos en una espiral de autodiagnóstico o comprobación que no es positiva para su propia salud.

No solo para trastornos como la cibercondría o la hipocondría, sino que también para otros como el TOC o cuadros depresivos, ya que al final se configura como otra herramienta más que utilizada desde patrones compulsivos puede empeorar la situación de la persona que consulta. Esto puede suceder también desde las redes sociales o las búsquedas en Google, pero esto supone un riesgo mayor al tener la posibilidad de configurarse como una conversación fluida donde, aparentemente, se utilizan fuentes diversas y donde no es el usuario el que realiza la búsqueda comparada.

Aun así, no tiene que tratarse de una pauta continuada para generar un problema sobre el usuario. Por ello, muchos prompts se han empezado a referenciar la necesidad de acudir a un especialista ante el tiempo de afirmaciones que mandas. Precisamente para responder ante una responsabilidad de salud pública.

Más allá del trastorno

"Me generaba mucha ansiedad porque estaba constantemente buscando alguna sintomatología física a la que poder sujetarme”, confiesa Antonio (nombre ficticio), de 22 años. Su odisea comenzó a la edad de los 14 años. Un adolescente con ansiedad y acceso a Internet y redes sociales: “Es la combinación perfecta”.

Él no desarrolló cibercondría necesariamente, pero sabe que la hipocondría es la mejor puerta de entrada. En la era de las redes sociales, la búsqueda o identificación de síntomas se ha convertido en un problema creciente en todo el mundo. Plataformas como TikTok, Instagram o Facebook están llenas de contenido sobre salud, pero no siempre provienen de fuentes confiables. Influencers u otros perfiles sin formación médica pueden difundir información errónea, exagerada o contradictoria.

Viktor Georgiev, miembro de la Sociedad de Psicólogos de Bulgaria y fundador del centro de consulta psicológica Balance, explica que las personas que buscan información sobre sus síntomas en Internet sufren “una reacción natural del cerebro”. Sin embargo, esta estrategia puede ser perjudicial, ya que “puede llevar a la ansiedad y al desarrollo o complicación de enfermedades existentes”. Georgiev señala que, por ejemplo, buscar síntomas de un dolor de cabeza en Google puede llevar a la persona a creer que sufre de un tumor cerebral, lo que genera más estrés y empeora el dolor.

Por ejemplo, la cibercondría en Bulgaria es un problema que aumentó durante la pandemia debido al difícil acceso a la atención médica. No existen estadísticas, según informa el medio búlgaro Mediapool, sobre este problema psicológico, ya que las personas que lo padecen generalmente no lo reconocen y no buscan ayuda profesional.

"Es crucial distinguir entre una búsqueda útil de información y una búsqueda patológica”, señala Georgiev. En el primer caso, la persona lee de manera limitada y no experimenta grandes miedos. Sin embargo, en el caso patológico, la ansiedad prevalece y ni siquiera un médico puede aliviar las dudas provocadas por la información leída en Internet. Georgiev sugiere que si la búsqueda en línea afecta negativamente a una persona, es recomendable buscar ayuda psicológica.

Esta hipervigilancia y la exposición a un algoritmo que alimenta aquello que un perfil de “persona ansiosa” busca suponen una combinación perjudicial para la salud mental. “En muchos casos, la hipocondría les ha llevado a la cibercondría”, confirma Ana Asensio.

"Se ha desarrollado una clara falta de credibilidad y respeto de los verdaderos profesionales"

Al final, el trastorno implica una pauta inhabilitante en la persona afectada que va “buscando de forma continuada síntomas” y esto es algo que el propio algoritmo detecta y fomenta. Se acaba generando una cámara de eco donde se refuerza la idea de que algo malo sucede.

Sin embargo, en la mayoría de casos esto no se convierte en un trastorno, sino que deriva en el autodiagnóstico y posterior tratamiento. “Se ha desarrollado una clara falta de credibilidad y respeto de los verdaderos profesionales”, confirma Marina Fernández.

Para ella, la falta de control sobre el contenido referente a la salud genera que cualquier usuario sin “formación o conocimiento” pueda recomendar productos o divulgar sobre prácticas “saludables”. Esto unido a “fórmulas milagrosas” acaba siendo la combinación perfecta para la “proliferación de pseudoterapias, el abandono de tratamientos o la toma de medicamentos no beneficiosos o perjudiciales”.

La pandemia, el inicio de la desinformación

Entre comprobación, sesgo e identificación con los síntomas encuentra su hueco la desinformación. La automedicación, la falta de vacunación o la adopción de tratamientos ineficaces no comprobados, o incluso peligrosos, pueden agravar enfermedades en lugar de solucionarlas. Además, esta propagación de mitos médicos dificulta la labor de los profesionales de la salud, que deben invertir tiempo en corregir ideas erróneas en lugar de centrarse en el tratamiento adecuado. “En los últimos años, hemos visto cómo los influencers no son solo referentes de adolescentes, sino también de los adultos en este tema”, confirma Fernández.

Cuando los pacientes creen más en influencers o en teorías conspirativas que en médicos y científicos, el acceso a tratamientos y al diagnóstico sin condicionamiento se ve comprometido. La pandemia llevó a máximos la influencia de teorías conspiranoicas. La difusión de información falsa sobre vacunas y tratamientos contribuyó a un aumento de la desconfianza y, por ende, puso en riesgo la salud pública. “Lo vimos con las vacunas y, después, sufrimos el impacto, por ejemplo, con la varicela”, explica Fernández.

"Hemos visto cómo los influencers no son solo referentes de adolescentes, sino también de los adultos en este tema"

Pero las redes también tienen un lado bueno en este sentido. “Igual que no me ayudaban cuando me encontraba mal, me sirvieron para encontrar más personas y no sentirme que era el único”, confiesa Antonio. Al final, la divulgación acaba siendo una vía para la identificación. Así, Antonio destaca la valentía de aquellos que dan la cara y muestran su trastorno: “Fue en cadena, se habla más en redes sociales, se habla más en los medios y se facilitó así el visibilizar las cuestiones relacionadas con la salud mental”.

"No hay que demonizarlas", aclara Fernández. En estos foros, surgen grupos de apoyo en línea y las comunidades virtuales permiten que las personas compartan sus experiencias y síntomas. Al final, las redes sociales sirven para encontrar personas afines y destaca que la responsabilidad de educar, alfabetizar y divulgar adecuadamente pasa por el “compromiso de las instituciones públicas y las empresas privadas”.

"¿Te hinchas después de comer pasta?", "Tal vez estás embarazada y no lo sabes". "Estas son cinco señales de que necesitas vitamina D", "¿Cuándo descubriste que comer así no era bueno para la digestión?". Si tienes redes sociales, es muy probable que hayas visto alguna de estas frases o ganchos destinados a ganar visibilidad o venderte algún producto. Pero lo que empieza como un reel de consejos de salud, muchas veces termina convirtiéndose en un autodiagnóstico.

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