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Un 'iPhone de 2.200€' tras los aranceles explica el caos tecnológico que se avecina
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APPLE, EL MEJOR RESUMEN

Un 'iPhone de 2.200€' tras los aranceles explica el caos tecnológico que se avecina

El bombardeo entre EEUU y China ha pillado a Apple justo en medio. Los problemas que enfrentan los de Cupertino ayudan a entender las curvas que vienen en la electrónica de consumo y que las alternativas como la India son limitadas

Foto: Tim Cook, en la toma de posesión de Trump y Vance. (Reuters/Shaw Thew)
Tim Cook, en la toma de posesión de Trump y Vance. (Reuters/Shaw Thew)

Hay una foto del pasado 20 de enero que, casi tres meses más tarde, ha tenido una inesperada segunda vida. Se trata de una instantánea que se tomó durante la toma de posesión de Donald Trump y JD Vance en la que se ve a Tim Cook con un rictus serio y la mirada perdida. Al igual que muchos de sus homólogos de Silicon Valley, el CEO de Apple aceptó la invitación del nuevo inquilino de la Casa Blanca para asistir a su juramento. La expresión del veterano directivo podría ser fruto de la casualidad o deberse a la incomodidad que estaba sintiendo por algunas de las proclamas que se oían desde el atril. O quizá, simplemente, se barruntaba que en algún momento de los próximos cuatro años su compañía iba a acabar pagando una importante factura por el nuevo capítulo en la guerra comercial con China que el presidente había anunciado por activa y por pasiva durante la campaña electoral.

Lo que difícilmente imaginaría Cook es que, semanas más tarde, iba a tener que fletar de urgencia cinco aviones llenos de iPhones fabricados en la India. El objetivo, llevarlos a contrarreloj a Estados Unidos y así ganar un poco de tiempo antes de la entrada en vigor de los aranceles que Trump ha impuesto a prácticamente todos los rincones del planeta.

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump. (Reuters / Carlos Barria).

El episodio, que se produjo a finales de marzo y revelado por el Gobierno indio, ilustra a la perfección la esquizofrenia que ha desatado el mandatario republicano entre Apple y otras tantas marcas de electrónica de consumo desde que decretó un gravamen del 54% a todos los productos importados de China, país del que la práctica totalidad de la industria depende para fabricar y ensamblar sus dispositivos. El castigo llegó al 104% después de que Pekín haya pasado al ataque y anunciado medidas en dirección contraria.

Con todos ustedes... ¡el iPhone con aranceles!

El Wall Street Journal publicaba hace unos días datos de TechInsights de lo que le costaba a la compañía crear un iPhone 16 Pro, que en Estados Unidos tiene un precio de 1.100 dólares por la versión de 256GB. El rotativo afirma que todos los componentes y el proceso de montaje y pruebas suponen una factura de 580 dólares. Lo que deja un margen de 520 dólares, de donde hay que descontar costes de publicidad, marketing y distribución.

Sin embargo, esos 580 dólares se convierten en 1.183 con un recargo del 104%. Fabricar el teléfono más popular del mundo en las mismas condiciones generaría unas pérdidas de 83 dólares por cada unidad que saliese de las plantas de producción, sin tener en cuenta todos los costes añadidos mencionados anteriormente. Para mantener la misma ganancia que hasta ahora, la manzana debería vender ese mismo iPhone 16 Pro a unos 2.245 dólares. Estos cálculos podrían quedar obsoletos en unas horas, porque el Gobierno de EEUU ha anunciado que la tarifa para productos importados de China subirán de forma inminente hasta el 145%, a la vez que anunciaba una pausa de 90 días para aquellos países que no hayan aprobado represalias contra sus medidas.

placeholder Dos usuarios prueban un iPhone 16 Pro en una tienda de Apple en Pekín. (Reuters/Florence Lo)
Dos usuarios prueban un iPhone 16 Pro en una tienda de Apple en Pekín. (Reuters/Florence Lo)

El de la manzana ha sido el valor bursátil más castigado desde que Trump disparó su bazuca arancelaria hace una semana. Una quinta parte de su capitalización bursátil se ha llegado a evaporar. Y eso es mucho dinero cuando eres la segunda empresa más valorada del mundo. El anuncio de este miércoles dio un respiro a sus acciones, que consiguieron rebotar en la recta final de la jornada y recuperar parte del terreno perdido en los últimos días.

La incertidumbre se ha apropiado también de los usuarios y fans de la marca, que tal y como informaban varios medios estadounidenses, se han echado a las tiendas con el fin de hacerse con una de las unidades que ya estaban en el país antes del quilombo impositivo. La proclama en los mentideros especializados es la de cuidar el terminal que se tiene entre manos o, en caso de que no sea posible postergar su renovación, hacerlo lo antes posible para librarse de un incremento de precios inevitable. Los analistas especulan con diferentes escenarios, pero a la hora de la verdad, los pronósticos que están circulando estos días tienen la misma fiabilidad que una tarotista que echa las cartas un domingo en El Retiro.

Se venía rumoreando con una posible subida del precio de salida del próximo iPhone 17, que ahora se da por descontada. Queda por dilucidar cuánto más caro será. En las quinielas también aparece una opción atípica: la de una subida de precios de los dispositivos de Apple a mitad del curso. Otras dudas que quedan por resolver son si concentrará el sobrecoste en su país natal, su principal mercado; lo repartirá entre otras regiones o si asume el aumento de precios sin repercutir en los consumidores. La engrasada cadena de suministro de los de Apple no se puede entender sin la filosofía que el propio Tim Cook ha impulsado desde que aterrizó en la compañía allá por 1998 como director de operaciones, algo que ha seguido haciendo cuando relevó a Steve Jobs al frente de la multinacional.

Optó por fomentar la vía conocida como ‘fabricación justo a tiempo’, que con el tiempo otras empresas adoptarían. En vez de optar por acumular grandes cantidades de inventario, lo que se hace es crear relaciones mucho más exclusivas con fabricantes y ensambladores en China como Foxconn, Wistron o Pegatron, entre otros. Eso le permitía un mayor control de la producción, intensificando o reduciendo la misma de manera mucho más ajustada a la demanda real y no a trimestres vista.

Todo esto le ha supuesto a la empresa un buen número de elogios por su eficiencia y un importante ahorro en lo que se refiere a costes relacionados con los almacenes. Pero es bastante probable que en estos últimos días que algún ejecutivo de Cupertino hubiese deseado tener más iPhones guardados en suelo americano.

Pero el mandamás de Apple ya empezó a olerse los problemas de su estrecha relación con China y cómo esto podía penalizarles en caso de que se intensificase una guerra comercial. Unos contratiempos que también quedaron patentes durante la pandemia, por las limitaciones férreas que impuso el régimen de Pekín para contener el coronavirus.

La India, un balón de oxígeno a medio gas

Inició entonces un proceso de diversificación de la producción de algunos de sus productos a otros países del sudeste asiático. En el caso de los iPhone, la gran apuesta fue India. Convenciendo a sus socios de que pusiesen sus plantas allí, Apple mataba dos pájaros de un tiro. Por un lado, reducía su exposición a las tensiones alrededor de China y, por otro, evitaba los impuestos que se imponían a los productos electrónicos que se importaban para su comercialización en el país más poblado del mundo. El Gobierno liderado por Narendra Modi pretende convertir aquel rincón del mapa en la gran fábrica global y ser la alternativa a sus vecinos chinos, después de ser ya el mayor productor y exportador de servicios de software y tecnologías de la información.

Foto: Técnicos instalan una antena 5G. (Reuters/Arnd Wiegmann)

La manzana no es la única que optó por esta vía. Desde Samsung hasta Xiaomi, el grupo BBK o Nothing Phone, la startup creada por Carl Pei, uno de los fundadores de OnePlus, han llevado gran parte de su músculo productivo a territorio indio. “El país está donde China estaba hace diez años”, dijo hace unas semanas Pei, que augura que todo esto era el comienzo de una “gran revolución” en la industria.

La dificultad es que la vía de la India (u otros países como Vietnam) para muchos está todavía demasiado verde. El 80% de los iPhones de Apple se siguen fabricando en China y si la compañía decidiese destinar toda la producción local al mercado estadounidense, según perspectivas del Bank of America, solo lograría cubrir la mitad de la demanda doméstica. Además, hay que tener en cuenta en esta ecuación que lo fabricado en aquel país también está bajo la amenaza de unos aranceles del 26%, aunque por ahora están congelados durante un trimestre.

"La India está donde estaba China hace diez años", afirmó Carl Per, fundador de Nothing

Una vieja ambición que ha vuelto a ponerse sobre la mesa en las últimas horas es la de un iPhone made in USA, algo que parece sencillamente imposible por mucho que la portavoz de La Casa Blanca, Karoline Leavitt, defendiese que Trump confiaba en que Apple podría llevar allí el montaje de sus teléfonos. "Él cree que tenemos la mano de obra, tenemos la fuerza laboral, tenemos los recursos para hacerlo", dijo sobre la posición del presidente. Pero esto, en realidad, solo encarecería el producto aún más que pasar por el aro de los aranceles por importarlos desde China. Dan Ives, analista de Wedbush, publicó una estimación de que un iPhone Pro fabricado localmente podría tener un precio de hasta 3.500 dólares.

Hay otro reto añadido. Diferentes cargos de la empresa han expresado en diversas ocasiones lo difícil que sería encontrar mano de obra suficientemente cualificada, un problema que en China no enfrentan. Hay un precedente de productos cuya fabricación Apple ha ‘relocalizado’ en EEUU. Ocurrió en 2019, cuando trasladó la producción de los Mac Pro a una planta de Texas. Los casos no son equiparables porque este ordenador es un producto de nicho y los móviles suponen el corazón del negocio de Apple.

placeholder La fabricación del 'Mac Pro' fue 'renacionalizada' en EEUU. Spoiler: salió mal. (Reuters)
La fabricación del 'Mac Pro' fue 'renacionalizada' en EEUU. Spoiler: salió mal. (Reuters)

Pero es un ejemplo perfecto para entender lo que puede salir mal cuando se toma una decisión de este tipo. La compañía tuvo que incurrir en mayores costes laborales y tuvo que dilatar los plazos, entre otras cosas porque no existe la proximidad entre los diferentes proveedores que existe en China y otros países del sudeste asiático. Por ejemplo, tuvieron problemas para conseguir tornillos suficientes. Además tuvieron que renegociar con las autoridades exenciones para importar componentes necesarios. Todos estos contratiempos no se repetirían, sino que se multiplicarán en una hipotética planta de iPhones en EEUU.

Problemas generalizados

El de Apple es el caso que más ha dado que hablar, pero ni mucho menos el único.

Desde Lenovo, Dell o HP hasta Google o Microsoft se han topado con el desafío de reordenar sus cadenas de suministro o repensar lanzamientos una vez EEUU y China se han enzarzado en un conflicto económico sin precedentes. Nikkei Asia, uno de los principales medios de Japón, se hacía eco de las declaraciones de diversas personalidades de la logística que explicaban la presión que todas estas compañías habían sufrido en los últimos días con el fin de transportar el mayor número de equipos hasta Estados Unidos antes de la medianoche del día 8 de abril, momento en el que entraban en vigor las nuevas tarifas decretadas por Trump.

Uno de los puntos que recogía este rotativo es que algunas empresas que habían escogido proveedores en Vietnam estaban escrutando otras opciones, como Filipinas, donde los aranceles son menores, para empaquetar y distribuir sus productos con el fin de amortizar y reducir el sobrecoste. Otros como Asus, cita la información, han decidido detener sus envíos por ahora, ya que tienen reservas suficientes para sostener la distribución durante un tiempo.

placeholder La Nintendo Switch 2. (Reuters/Benedict)
La Nintendo Switch 2. (Reuters/Benedict)

Todavía más comprometido es el caso de Nintendo. La multinacional de Kioto presentó la heredera de la Switch 2 pocas horas antes de conocerse el golpe al comercio mundial. Eso le ha obligado a pausar las reservas en aquel país, que debían haber empezado hace unos días, a la espera de analizar el impacto de la nueva situación. El lanzamiento, previsto para junio, se mantiene, aunque la compañía no ha detallado si habrá revisión de precios al alza.

Este miércoles se conocía que Amazon había cancelado órdenes de compra a China de patinetes, aires acondicionados y otros productos sin previo aviso. Los de Seattle no se han pronunciado públicamente, pero ya en febrero alertaron en la presentación de sus resultados anuales de la exposición al fuego cruzado entre Washington y Pekín. “Los proveedores con sede en China suministran una parte significativa de nuestros componentes y productos”. Y hay empresas que han tenido que reconocer lo inevitable y anunciar que tendrán que subir precios. Es el caso de Micron Technology, un fabricante de chips de memoria con sede en Estados Unidos, que mandó una carta explicando que si bien los semiconductores, una parte importante de su catálogo, estaban exentos de las nuevas tarifas, los módulos de memoria o las unidades de estado sólido no lo están. Estos componentes se encuentran en una multitud de productos, desde portátiles hasta vehículos o servidores de centros de datos.

El de Framework, un fabricante dedicado a los portátiles, es un ejemplo llamativo de la locura vivida en la jornada de ayer. Anunció una subida de precios del 10 % en todos sus equipos. Lo hacía, entre otras cosas, por el arancel del 32 % impuesto a Taiwán, lugar donde fabrica sus dispositivos. Fundada hace cinco años, la decisión de optar por la isla fue precisamente una forma de evitar las tensiones comerciales entre las dos mayores economías del mundo. Aquella maniobra le sirvió para poder seguir utilizando componentes de China, pero sin ser víctima de las restricciones ni de gravámenes especiales. Obviamente, ahora ya no.

La medida de los nuevos precios se sumaba a la ya anunciada dos días antes, cuando aseguró que dejaba de ofrecer sus configuraciones más baratas en Estados Unidos. Poco después explicaban que la subida quedaba anulada por la pausa de 90 días impuesta por Trump. Pero no podían asegurar que la recogida de cable fuera definitiva, porque están estudiando si, al utilizar componentes modulares fabricados en China, estos deben pasar por caja aunque el equipo se monte en otro país. Aunque los aranceles se hayan pausado para casi todo el mundo, la influencia de Pekín en la cadena de suministro hace que nadie pueda respirar todavía tranquilo.

Hay una foto del pasado 20 de enero que, casi tres meses más tarde, ha tenido una inesperada segunda vida. Se trata de una instantánea que se tomó durante la toma de posesión de Donald Trump y JD Vance en la que se ve a Tim Cook con un rictus serio y la mirada perdida. Al igual que muchos de sus homólogos de Silicon Valley, el CEO de Apple aceptó la invitación del nuevo inquilino de la Casa Blanca para asistir a su juramento. La expresión del veterano directivo podría ser fruto de la casualidad o deberse a la incomodidad que estaba sintiendo por algunas de las proclamas que se oían desde el atril. O quizá, simplemente, se barruntaba que en algún momento de los próximos cuatro años su compañía iba a acabar pagando una importante factura por el nuevo capítulo en la guerra comercial con China que el presidente había anunciado por activa y por pasiva durante la campaña electoral.

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