32.000 M por una empresa casi desconocida: todo lo que señala la compra sorpresa de Google
La compra de Wiz es una de las apuestas de los de Mountain View por dar alcance a Amazon y Microsoft en el negocio de la nube. Todo se engloba dentro de un plan para un mundo donde su buscador ya no será tan importante
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Google acaba de realizar la compra más cara de su historia: 32.000 millones de dólares por una empresa de la que probablemente nunca hayas oído hablar: Wiz. Se trata de una startup que apenas alcanza los cinco años de edad y que se ha granjeado cierta fama en la industria de la ciberseguridad. Los californianos integrarán esta compañía en su división de servicios en la nube.
La sorpresa es mayúscula por varias razones. La primera, porque ya lo había intentado. El pasado año, los de Mountain View ofrecieron 23.000 millones. Pero cuando todo parecía que iba a cristalizar y salir adelante, ambas partes se echaron para atrás. La solución pasaba, según los planes del fundador de Wiz, por salir a Bolsa.
Uno de los factores que parecía haber hecho que todo saltara por los aires era la presión y el escrutinio que iban a tener que afrontar para que la operación llegase a buen puerto. Y aquí está la segunda sorpresa: la operación llega en un momento en el que los reguladores y la justicia están amenazando el modelo que ha llevado a Google a convertirse en un gigante tecnológico de talla mundial.
La multinacional, cuyo buscador fue declarado un monopolio hace unos meses, está esperando el castigo que le impongan por ese motivo. Podría incluso tener que vender Chrome, el navegador más utilizado de todo el planeta. Ahora mismo también está lidiando con otro proceso judicial que está estudiando si ese abuso de poder se ha aplicado también en el mercado publicitario. La compra y las condiciones en las que se produce son bastante esclarecedoras y explican, una vez más, el proceso en el que Google lleva tiempo inmerso: el de prepararse para un mundo e internet donde las búsquedas no sean el centro y también para un mercado de las búsquedas, lo que quede de él, donde ellos no sean el centro.
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Esto no va a ocurrir pronto. Solo hace falta echar un vistazo a las cuentas de 2024. De los 360.000 millones que ingresó la compañía, 198.000 millones se generan alrededor del buscador. Google Cloud, por el contrario, genera 43.200 millones. Es más, en la presentación de resultados a principios de febrero, los inversores dieron una pequeña colleja bursátil a Alphabet porque, a pesar de haber crecido en ingresos y beneficios, su negocio en la nube no había cumplido con las expectativas.
A pesar de llevar casi dos décadas en estos menesteres, Google todavía tiene una participación discreta en este mercado si se compara con otras grandes tecnológicas. El rey del comercio electrónico lanzó AWS en 2006 y actualmente es el hilo del que prácticamente depende una de cada tres webs y apps del mundo, porque tiene el 30% de penetración. Microsoft Azure le sigue el paso con un 20%, mientras que Google Cloud se queda en torno al 12%.
Google se juega más de lo que parece en este punto. A día de hoy, el negocio de la nube es fundamental para que el gigante de Mountain View se mantenga a la vanguardia de la inteligencia artificial. Actualmente, toda la industria anda buscando el santo grial de esta tecnología: que los consumidores de a pie la adopten y paguen por ella. Como de momento eso no sucede, la fiesta la están pagando las empresas que adoptan estas herramientas y ayudan a cubrir parte de la enorme inversión que hay que hacer en estos desarrollos.
45 veces más de lo que ingresa
“Es una empresa que ha adquirido bastante reputación en los entornos de la nube, a la hora de securizarlas y enviar alertas con el objetivo de contrarrestar o mitigar posibles ataques”, comenta Omar Benbouazza, experto en ciberseguridad y organizador de la RootedCON, uno de los encuentros de referencia en esta materia en nuestro país. “Hay varias empresas de este tipo. En el último cuadrante de Gartner salía en muy buena posición, pero por detrás de SentinelOne, Sysdig o Trend Micro”. “Algo ha debido de ver Google para pagar tanto por una empresa en cuya ronda tenía un valor de 12.000 millones”, añade este especialista, que recuerda que hasta “hace pocos meses” la empresa tenía un balance negativo. “Solo en los últimos trimestres ha empezado a generar beneficios”.
La oferta de Google tiene un valor aproximadamente 45 veces superior a los ingresos de la compañía, que ahora ingresa una proyección de 700 millones anuales. Algunos analistas estiman que esta cifra puede llegar a 1.000 millones este mismo curso. Una de las claves de estos crecimientos ha sido cómo Wiz ha logrado cerrar clientes corporativos de gran tamaño. La cuestión es que muchos de esos clientes lo son a su vez de AWS o Azure. Google se ha comprometido a mantener Wiz disponible en estas nubes, pero se le abre una vía para ganar nuevos contratos por esta vía.
Cuando se le pregunta por las razones que han motivado esta compra, Benbouazza añade que en comparación con AWS y Azure “la gestión de la seguridad era el talón de Aquiles” de Cloud. “Desde hace tiempo, Google tiene una tendencia a la adquisición de múltiples empresas con especial enfoque en la ciberseguridad. La mayor hasta ahora fue Mandiant, una empresa de respuesta de incidentes, por la que pagó 5.000 millones”.
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Esta es otra de las claves de la operación. Google puede conseguir sinergias y pescar clientes para servicios como los que ofrece Mandiant entre la cartera que le aportará Wiz. Esto, lo de adquirir empresas de software e incorporarlas a la división de la nube creando este tipo de flujos, es lo mismo que lleva haciendo Microsoft con Azure durante años.
Pero toda esta hoja de ruta está condicionada por el visto bueno de los reguladores. Y Google confía en pasarlo. Entre otras cosas, porque, a diferencia de lo que ocurre en otros mercados, aquí dista de tener una posición dominante. Una muestra de ello es la cláusula que han firmado Google y Wiz en caso de que los reguladores tumben la operación. Si eso ocurre, Wiz recibirá 3.000 millones de compensación.
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Un plan que lleva tiempo en marcha
Tirar de talonario demuestra la necesidad que tiene uno de los mayores imperios de internet de diversificarse ante las amenazas que se ciernen, como decíamos, sobre su viga maestra: el buscador. Hace tiempo que Google comprendió que el futuro no pasaba por una lista de enlaces y empezó a trabajar en todo un universo de herramientas de búsqueda como Maps, la búsqueda visual y otras tantas cosas que se han visto en Android.
Pero ahora mismo hay dos amenazas que pueden suponer un mordisco notable a su negocio. La primera, una eventual sentencia que le obligase a vender Chrome. Es, según las filtraciones, lo que desea el Departamento de Justicia de Estados Unidos. Este navegador atesora un 63 % de cuota de mercado y es, al igual que el buscador, la puerta de entrada de cientos de millones de personas a internet. Obviamente, separarlo de su engrasada maquinaria va a tener efectos en su número de usuarios y, por tanto, en los ingresos que genera por esta vía.
El otro riesgo para la corona de Google es el de la inteligencia artificial generativa. Desde que ChatGPT entró en juego, muchos vaticinaron que las búsquedas online iban a cambiar para siempre. Esto no iba a pasar de la noche a la mañana, pero era un peligro que se añadía a una larga lista de los últimos años, cuando se ha visto como los más jóvenes comenzaban a buscar información a través de redes como TikTok o que los que iban a comprar algo empezaban directamente su consulta en Amazon o en la página de otros minoristas.
Recientemente, Adobe publicó un estudio sobre cómo habían crecido las búsquedas de IA generativa durante 2024. En las pasadas Navidades, el aumento fue del 1300 %. Es lógico, porque un año antes esta tendencia todavía estaba dando sus primeros pasos. Sin embargo, el informe arrojaba datos interesantes, como las métricas de interacción: los usuarios que llegan a un sitio desde una búsqueda con IA, en comparación con las referencias tradicionales, tienden a permanecer en la página un 8 % más de tiempo, explorar un 12 % más de páginas y tienen un 23 % menos de probabilidades de abandonar el sitio rápidamente. La conclusión es que estas herramientas dirigen a los usuarios a resultados algo más relevantes.
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Nadie dice que Google vaya a desaparecer por completo ni tan siquiera que no vaya a ser uno de los actores principales de este juego, pero lo que queda claro es que el buscador tiene muy difícil mantener su posición de omnipresencia en lo que se refiere a encontrar lo que se quiere en internet. Ellos están en este juego con Gemini y herramientas como Overviews AI, pero la cuestión es que ahora parece que hay espacio para muchos otros jugadores como Grok, Claude, ChatGPT o Copilot, o soluciones más especializadas como Perplexity.
En este punto, hay algo que solucionar: cómo se va a rentabilizar la versión gratuita de las inteligencias artificiales generativas, donde las consultas, a día de hoy, son sustancialmente más caras que las tradicionales. Todos tienen este problema. Y muchos, desde Google hasta OpenAI, están experimentando para ver cómo se pueden integrar anuncios en las respuestas.
Pero el futuro de Google no solo pasa por la IA ni por las búsquedas ni por la nube. En estos momentos de incertidumbre, hay un negocio que está cobrando mucha relevancia, quizá más que nunca. Y ese negocio es YouTube. La plataforma ya suma más horas de consumo en televisores que cualquier plataforma de streaming y, en países como Estados Unidos, es la más consumida en los salones del país. Esto lo ha conseguido, además, tras haber tirado la toalla en la producción propia, una apuesta que conlleva quemar miles de millones de dólares cada año.
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Los de Mountain View han logrado una economía atractiva para los creadores de contenido, que están construyendo una industria cada vez más profesionalizada y que produce millones de horas de contenido que alimenta la oferta de YouTube constantemente, a un precio mucho más económico que el de crear series o películas. Ahora han conquistado la televisión, pero antes ya eran la aplicación principal para el streaming de música, por encima de Spotify o Apple Music.
Esto se deja notar en las cuentas de la empresa. La publicidad de YouTube ya supone más de 36.000 millones de dólares anualmente. A eso hay que sumar un buen pellizco de los 40.300 millones del epígrafe 'Suscripciones, plataformas y dispositivos de Google', que es donde la compañía contabiliza la facturación de las suscripciones a YouTube Premium, YouTube Music, YouTube TV, así como al paquete deportivo NFL Sunday Ticket.
Además de eso, la plataforma de vídeo es un apoyo perfecto y un enorme repositorio para lograr lo que todos están buscando ahora: material para entrenar las inteligencias artificiales. Incluso si a Google le obligan a desprenderse de Chrome y su cuota de mercado se resiente, es probable que aquí pueda encontrar petróleo para mover sus nuevos modelos de lenguaje. Muchos creen que el gran cambio ya está en marcha y es probable que Google esté mucho mejor preparado de lo que se piensa para un futuro sin las búsquedas de internet que conocemos.
Google acaba de realizar la compra más cara de su historia: 32.000 millones de dólares por una empresa de la que probablemente nunca hayas oído hablar: Wiz. Se trata de una startup que apenas alcanza los cinco años de edad y que se ha granjeado cierta fama en la industria de la ciberseguridad. Los californianos integrarán esta compañía en su división de servicios en la nube.