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Estos leoneses están ayudando a resolver los crímenes macabros de los cárteles mexicanos
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ASÍ SE IDENTIFICAN VÍCTIMAS DESAPARECIDAS

Estos leoneses están ayudando a resolver los crímenes macabros de los cárteles mexicanos

Un equipo de investigadores españoles ha desarrollado una tecnología clave en la identificación de cadáveres, víctimas desaparecidas y sospechosos criminales. Ahora las autoridades de medio mundo quieren trabajar con ellos

Foto: Captura de pantalla del software de IA Skeleton ID. (Panacea Cooperative Research)
Captura de pantalla del software de IA Skeleton ID. (Panacea Cooperative Research)

Cuando las autoridades mexicanas descubren una fosa clandestina del cártel en el árido desierto de Jalisco, el procedimiento sigue un guion casi predecible. Primero, los antropólogos forenses extraen los cuerpos de manera meticulosa. Luego, en el laboratorio, los restos son analizados junto a fragmentos de tierra, fotografías de la escena y cualquier otra pista que pueda desentrañar la historia detrás de esos huesos. El siguiente paso es reconstruir los perfiles biológicos de las víctimas. Y entonces, en un pequeño despacho en Ponferrada, al noroeste de España, suena el teléfono.

El equipo de investigadores españoles de Panacea Cooperative Research está al otro lado de la línea. Su software, Skeleton-ID, se ha convertido en una herramienta indispensable para la identificación de cadáveres, víctimas desaparecidas y sospechosos criminales. La inteligencia artificial que han desarrollado no solo es capaz de hacer comparaciones craneofaciales con precisión quirúrgica, sino que ahora la policía de medio mundo está buscando trabajar con su software para resolver algunas de las investigaciones más complejas.

Cada año, en España, aparecen cerca de setenta cuerpos sin identificar, que pasan a engrosar la base de datos del Registro de Personas Desaparecidas y Restos Humanos sin Identificar (PDyRH). Según el Ministerio del Interior, hay más de 3.100 expedientes abiertos en el país. A nivel global, la cifra es aún más escalofriante: más de 15.000 cadáveres anónimos se descubren anualmente sin una sola pista clara sobre quiénes eran. Conflictos bélicos, desastres naturales, crisis humanitarias, el narcotráfico o incluso el análisis de restos históricos han hecho que Panacea, una cooperativa de expertos en ciencia forense, esté despegando como un cohete en el sector en Estados Unidos, Latinoamérica, Sudáfrica, India, Vietnam, Japón y varios países de la Unión Europea.

placeholder Varios ingenieros de Panacea Cooperative Research revisan una ortopantomografía panorámica y el resultado del algoritmo de
estimación de edad. Se puede ver un mapa de calor en la pantalla que resalta las áreas de interés. (Panacea Cooperative Research)
Varios ingenieros de Panacea Cooperative Research revisan una ortopantomografía panorámica y el resultado del algoritmo de estimación de edad. Se puede ver un mapa de calor en la pantalla que resalta las áreas de interés. (Panacea Cooperative Research)

"Si un avión se estrella y tenemos la lista de pasajeros, la identificación es relativamente sencilla. Pero en una guerra o una catástrofe natural, no hay nombres, solo un número infinito de posibilidades", explica Rosario Guerra, antropóloga y coordinadora de Panacea Cooperative Research. Hace unos meses, Panacea firmó un contrato con el Instituto Nacional de Ciencias Forenses Bokarius de Ucrania. “Nuestra colaboración surgió a raíz de conferencias sobre identificación de víctimas en desastres. Dimos una formación en Italia, entramos en contacto con el Centro Europeo de Ciencias Forenses y, a partir de ahí, llegamos a Ucrania. Trabajamos con equipos de forenses en Kiev y en el instituto de Járkov, ofreciéndoles acceso gratuito a nuestra herramienta. No buscamos determinar la causa de la muerte, eso corresponde a los médicos forenses; nuestra misión es la identificación. Skeleton-ID permite almacenar y cruzar datos de personas desaparecidas con historiales clínicos, fichas dentales, radiografías, escáneres TAC... Todo lo que pueda ayudar a reconstruir una identidad."

La historia de Panacea comenzó en 2017 en la Universidad de Granada. “La mayoría eran investigadores desencantados con su trabajo. Querían que sus innovaciones tuvieran un impacto real”, señala Sebastian Kaiser, ingeniero y CMO de la empresa. Poco después, la empresa trasladó su sede al norte de España. Hoy, el equipo ha crecido hasta 35 empleados, entre antropólogos forenses, desarrolladores informáticos, expertos en inteligencia artificial y analistas de datos. Y lo que comenzó como un pequeño proyecto académico se ha convertido en una referencia para la comunidad científica, policial y forense a nivel mundial.

Foto: Un agente de policía a las puertas de una prisión noruega cercana al pueblo de Eidsmarka, próximo a Oslo (Reuters).
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"Trabajamos con casi todos los cuerpos de seguridad del Estado y con muchas instituciones, aunque aún queda camino por recorrer", reconoce Kaiser. El motivo es que, durante décadas, el sistema al que tienen acceso los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado no ha sido suficiente para abarcar todos los restos humanos de identidad desconocida. En los últimos siete años, los investigadores han conseguido poner nombre y apellidos a tan sólo a un 17% de los 3.777 cadáveres que se han llegado a registrar en el sistema en España, la mayoría hallados hace más de una década. Es un trabajo inmenso debido a la ausencia de un número indeterminado de denuncias, lo que supone un obstáculo para la identificación de los cadáveres, ya que los investigadores sólo disponen de los datos post mortem, pero no de los ante mortem -como el DNI, la filiación o las referencias biomédicas del desaparecido, para confirmar o descartar que un resto humano corresponde a un determinado individuo.

placeholder La antropóloga Rosario Guerra trabaja con  un cráneo. (Panacea Cooperative Research)
La antropóloga Rosario Guerra trabaja con un cráneo. (Panacea Cooperative Research)

Y ahí es donde entra en juego Panacea Cooperative Research. Esta startup ha trabajado en la herramienta que usan en decenas de casos cuerpos policiales internacionales y ONGs humanitarias, en la identificación de migrantes fallecidos en el Mediterráneo, o la Fiscalía General de México, donde la crisis de desapariciones y fosas comunes ha alcanzado niveles alarmantes debido a la actividad de los cárteles.

“Les vendemos el software y formamos durante semanas a los peritos forenses de cada fiscalía o agencia policial, como en Guanajuato o Quintana Roo. Algunas instituciones sólo adquieren el software, otras contratan servicios para el escaneado o marcado, aunque nosotros no manejamos los datos confidenciales, eso es competencia exclusiva, en la mayoría de los países, de los institutos de medicina legal. En investigaciones criminales, es la policía quien dirige el caso usando nuestras herramientas”, explica Kaiser.

Una de las técnicas empleadas para la identificación de restos humanos es la superposición craneofacial. Esta técnica compara un cráneo recuperado (post mortem) con fotografías de personas desaparecidas (ante mortem), un proceso tradicionalmente complejo y subjetivo que antes se realizaba de manera manual, pero ahora es un algoritmo el encargado de buscar en una base de datos gigantesca con el que ha sido entrenada la inteligencia artificial.

“Esta técnica, que antaño requería semanas de trabajo de prueba y error, ha sido potenciada por modelos 3D y algoritmos que emulan las condiciones exactas de la fotografía original en un laboratorio virtual. La automatización ha reducido el tiempo de este proceso de horas a solo segundos, y lo que es aún más fascinante, ahora se puede aplicar a múltiples casos simultáneamente, permitiendo comparaciones masivas en bases de datos”, explica Sebastian Kaiser.

“La inteligencia artificial ha revolucionado la ciencia forense”, continúa Kaiser. “Todo el mundo habla de ChatGPT, pero eso es procesamiento de texto. Nosotros nos centramos en imágenes. Por ejemplo, para estimar la edad de menores, utilizamos radiografías radiografías panorámicas de la dentadura del individuo. Nuestro algoritmo ha sido entrenado con más de 10.000 imágenes, lo que le permite detectar patrones con una precisión que un experto humano tardaría meses en alcanzar. Gracias a la IA, podemos identificar detalles imperceptibles para el ojo humano, haciendo que el análisis forense sea más rápido y menos costoso.”

Pedofilia, explotación infantil e inmigración

Si algo está destacando la labora de Panacea en el campo forense es el lanzamiento de otra herramienta para la estimación de la edad legal llamado AIGE, con un porcentaje de acierto del 88% y un margen de error inferior a un año. Según la compañía, este es muy útil en el esclarecimiento de situaciones criminales como casos de pedofilia, explotación infantil o matrimonios forzados, "pues permite establecer casi con exactitud la edad biológica y, por tanto, legal de las víctimas y de los autores de los hechos". “Desarrollar una tecnología en un campo tan sensible y éticamente crítico es complejo, por eso tenemos que buscar la validación de otras agencias. Quienes se dedican a investigar casos de pedofilia siempre son la policía, por ejemplo”, añade Kaiser.

Además, también se emplea para determinar la edad de los menores que llegan a España cada año sin documentación y sin sus progenitores. La edad es una característica innata de nuestra identidad, pero en muchos países, especialmente en África, menos del 10% de los nacimientos se registran en un registro civil, en comparación con el 90% en Europa. “Esto provoca que muchos solicitantes de protección internacional lleguen a la UE sin documentación fiable. Como consecuencia, los menores pueden quedar desprotegidos y privados de sus derechos. El objetivo de la determinación de la edad es proporcionar a las autoridades judiciales y fiscales información precisa sobre la edad del presunto menor para aplicar los estándares legales adecuados en su protección”, explica Guerra.

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Captura de pantalla del software de IA Skeleton ID. (Panacea Cooperative Research)

Las técnicas actuales para la estimación de la edad suelen basarse en muestras de referencia de poblaciones mayoritariamente europeas o de países desarrollados, donde el acceso a imágenes médicas es más fácil. Sin embargo, en los países de origen de muchos migrantes, la atención médica es limitada y no existen registros fiables. Por ello, este proyecto ha recopilado una muestra global con imágenes de sujetos de diferentes orígenes geográficos. Esto permite mejorar la precisión y fiabilidad de la metodología cuando se aplique en la práctica forense y en procesos de determinación de la edad legal. Gracias a la colaboración de universidades, institutos forenses y clínicas de todo el mundo, se ha recopilado una muestra de más de 10.000 imágenes médicas (radiografías, tomografías computarizadas de haz cónico, radiografías de carpo y tórax) de sujetos de 14 a 26 años, procedentes de más de 20 países en los cinco continentes.

Foto: Imagen: Javier Luengo
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Pero la tecnología de Panacea no sólo ha resonado en el ámbito forense, sino también en el campo académico y cultural, con importantes alianzas con museos y universidades. Un ejemplo de ello es la colaboración en la identificación de 20 desaparecidos lituanos que participaron en el levantamiento contra el imperio ruso en el siglo XIX, un caso de gran relevancia histórica. O el esclarecimiento de restos de la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial.

En cuanto a su financiación, Panacea depende en gran medida de fondos públicos y europeos. En este sentido, su participación en el programa Investigo del Gobierno de España ha sido clave para aumentar su plantilla y expandir sus capacidades, recibiendo una ayuda de 529.741 euros. "El apoyo recibido ha sido fundamental para poder contratar a ocho nuevos profesionales, lo que ha permitido que algunos de ellos, como los dos jóvenes que están trabajando actualmente en Corea, colaboren con el Instituto Nacional de Investigación Forense en un estudio crucial sobre el tejido blando, que mejorará aún más nuestra capacidad para la identificación facial", celebra Kaiser.

Cuando las autoridades mexicanas descubren una fosa clandestina del cártel en el árido desierto de Jalisco, el procedimiento sigue un guion casi predecible. Primero, los antropólogos forenses extraen los cuerpos de manera meticulosa. Luego, en el laboratorio, los restos son analizados junto a fragmentos de tierra, fotografías de la escena y cualquier otra pista que pueda desentrañar la historia detrás de esos huesos. El siguiente paso es reconstruir los perfiles biológicos de las víctimas. Y entonces, en un pequeño despacho en Ponferrada, al noroeste de España, suena el teléfono.

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