Europa tiene un plan para darle la espalda a Musk y Starlink. Y España está en 1ª línea
Ante el dominio de Starlink y la incertidumbre geopolítica, la Unión Europea pisa el acelerador para crear su propia red satelital. El problema es que para independizarse de EEUU, Europa necesita a... EEUU
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Mientras EEUU retira su apoyo financiero y de inteligencia a Ucrania tras tres años de guerra, Musk saca pecho en redes sociales diciendo que si no fuera por su sistema de satélites Starlink, Ucrania hubiera perdido la guerra hace mucho tiempo: “Starlink es la columna vertebral del ejército ucraniano. Toda su línea de frente colapsaría si lo apagara”. Suena más a amenaza que a alarde, pero las zancadillas de EEUU a Ucrania de los últimos días llevan acrecentando la incertidumbre que rodea al conflicto y ahora ha escalado tras un rifirrafe entre Musk y el ministro de Asuntos Exteriores polaco, Radosław Sikorski, en redes sociales (insultos incluidos). "Si SpaceX demuestra ser un proveedor poco fiable, nos veremos obligados a buscar otros", escribió Sikorski. Recalcaba que Polonia se dejan 50 millones de dólares al año para financiar la mitad de los 42.000 terminales que operan en Ucrania. La respuesta de Musk: "Cierra el pico, hombrecillo. Pagas una fracción minúscula del coste. Y no hay sustituto para Starlink".
Este cruce de improperios se produce días después de que Trump tanteara la idea de una salida de EEUU de la OTAN, alegando que "no tiene sentido que pague por la defensa de Europa". Pero la realidad es que la nueva administración todavía tiene la llave para continuar presionando a Ucrania. Y se llama Starlink. El servicio se ha convertido en un pilar clave en el país, debido a que las infraestructuras de redes han sido devastadas por los bombardeos desde que Rusia invadió el país en 2022. Y las miles de antenas parabólicas con terminales de Starlink son las que brindan servicios de telecomunicaciones a hospitales, empresas y organizaciones de ayuda. El ejército también utiliza Starlink porque es menos vulnerable a los interceptores rusos, en comparación con las señales de radio tradicionales. Incluso llegó a utilizar Starlink para guiar los ataques de sus drones hasta que Musk les obligó a frenar de inmediato esa práctica.
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El temor a que Ucrania pierda el acceso a los satélites de Musk ha puesto en alerta a los líderes europeos. Bruselas ha convocado reuniones de emergencia para discutir un aumento masivo del gasto en Defensa y, sobre todo, para acelerar una alternativa que le permita librarse de la tutela tecnológica de EEUU en cuanto a telecomunicaciones. Y ahí entran en juego cuatro grandes operadores de satélites que ya han confirmado estar en marcha para llevar a cabo la iniciativa: Eutelsat de Francia, Hisdesat de España, Viasat, propietario de Inmarsat del Reino Unido y SES de Luxemburgo.
"Somos parte de esta iniciativa, pero es muy difícil, si no imposible, que alguien despliegue la misma cantidad de terminales que Starlink ya tiene porque se han acumulado durante años", reconocía Miguel Ángel García Primo, CEO de Hisdesat, hace unos días al Financial Times, quien confirma que su compañía ha sido contactada por varios funcionarios europeos. La española lanzaba el mes pasado el satélite SpainSAT NG I desde Cabo Cañaveral, en Florida. Se trata de unos de los satélites más avanzados que existen en materia de comunicaciones gubernamentales para aplicaciones militares, pero también para situaciones de emergencia sin poder ser interferidas, cortadas ni anuladas.
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Pero aquí viene el verdadero problema: si España y Europa quieren poner en órbita satélites de última generación, siguen dependiendo de otros países. Y uno de ellos, irónicamente, es Estados Unidos. Hasta la fecha, lanzar estas misiones sigue requiriendo los cohetes Falcon 9 de SpaceX. Es decir, incluso en su intento de emanciparse de Musk, Europa aún está atada a sus cohetes.
La francesa Eutelsat, nacida en 2023 tras absorber a la británica OneWeb, está en las mismas. Asegura haber mantenido conversaciones con los gobiernos de la UE para ofrecer servicios adicionales a Ucrania. Y el mercado parece haber tomado nota: su cotización en bolsa se ha disparado un 500%—de 569 millones a 3.727 millones de euros—desde la humillación de Zelenski en el Despacho Oval. Su flota combina satélites geoestacionarios (GEO) y de órbita terrestre baja (LEO), proporcionando desde radiodifusión televisiva hasta conectividad en zonas remotas. También juega un papel clave en telecomunicaciones para aviones, barcos y situaciones de emergencia.
Pero he aquí otro contratiempo: su capacidad actual es una fracción ridícula frente a la de Musk. Con apenas 35 satélites GEO y 654 LEO, queda relegado a una liga menor comparada con los 7.000 satélites Starlink que orbitan la Tierra. El director ejecutivo de Eutelsat ha calmado los ánimos diciendo que harían falta "meses, no años" para proporcionar a Ucrania tantos terminales como Musk.
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Pero, otra vez, nos encontramos con la barrera de los cohetes. Aunque Europa ha recuperado su acceso independiente al espacio con los cohetes Vega-C y Ariane 6, hay un pequeño, pero importante detalle: ninguno es reutilizable. Cada misión exige un cohete nuevo, lo que hace inviable competir en volumen con SpaceX. Mientras Musk reutiliza los propulsores de su Falcon 9 y consigue lanzar dos misiones Starlink por semana, Europa sigue atada a un modelo de producción que le cuesta tiempo y dinero. La solución pasa por la industria privada europea. Con inversiones de la ESA, algunas empresas del continente ya trabajan en cohetes reutilizables, pero aún faltan años para que puedan igualar la eficiencia de SpaceX.
El plan de independencia satelital europeo no es nuevo, pero la guerra ha cambiado su urgencia. Infraestructura de Resiliencia, Interconectividad y Seguridad por Satélite (también conocido como IRIS²) era la gran apuesta de la UE: una constelación de 290 satélites europeos que, liderada por Eutelsat junto a Hispasat y SES, busca garantizar una conectividad segura y reducir la dependencia de operadores extranjeros. Inicialmente, estaba prevista para 2027 y con un presupuesto de 10.600 millones de euros, pero ahora el calendario podría acelerarse, pues ahora Europa ya no tiene la opción de esperar.
Las aeronáuticas europeas, al rescate
En este tablero geopolítico donde Musk y Trump han expuesto la fragilidad europea en la industria espacial y satelital, Airbus España ha entrado en escena también este pasado fin de semana con la promesa de que pueden ayudar a Kiev. Su presidente, Francisco Javier Sánchez Segura, lo dejó claro en un desayuno informativo organizado por Nueva Economía Forum: “Estamos viendo cómo podemos poner las capacidades que tiene Europa al servicio de nuestros países para intentar solventar la presión que está ejerciendo Starlink sobre Ucrania”.
Ante este escenario, el presidente de la filial española de Airbus reconoce sin rodeos “el gran salto que está dando la industria del espacio en EEUU de la mano de SpaceX, que no está asociado solo al satélite sino también al sistema de lanzamiento”. Y ha dado a conocer que Airbus, Thales Alenia Space y la italiana Leonardo están explorando la posibilidad de unir fuerzas en una empresa conjunta bajo el nombre de "Proyecto Bromo" con el objetivo de impulsar la producción de satélites patrios para competir con Starlink.
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Pero aquí es donde Europa vuelve a tropezar con los mismos obstáculos. Sánchez enumera los dos grandes problemas: dependencia y fragmentación. En defensa, mientras EEUU compra el 100% de su equipamiento dentro de sus fronteras, Europa solo adquiere un 20% de su material de defensa en suelo propio. El resto se importa, y la mayor parte viene precisamente de… Estados Unidos. Además, lo poco que sí se fabrica en Europa está desorganizado: el continente mantiene 179 sistemas de armas diferentes, frente a los 33 de EEUU. “Esto hace que la industria europea sea poco eficiente y efectiva cuando tiene que gastar lo invertido en defensa”, lamenta el presidente de Airbus España.
Incluso si la industria logra organizarse, queda un último escollo: la aprobación de Bruselas. Sin el visto bueno de los gobiernos y las autoridades de competencia de la UE, cualquier intento de consolidar colosos industriales europeos está condenado al fracaso. Ya ocurrió hace una década, cuando una fusión de 38.000 millones de euros entre EADS y BAE Systems naufragó porque los gobiernos no lograron ponerse de acuerdo.
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Y el "Proyecto Bromo" no está exento de resistencia. La alemana OHB, una de las pocas firmas que quedarían como rival directo, ya ha expresado su oposición. Su CEO, Marco Fuchs, advierte que una fusión de Airbus, Leonardo y Thales Alenia Space crearía un monopolio que ahogaría la competencia y perjudicaría a la industria. "Nos preocupa esta fusión; afectará nuestra cadena de suministro y todo el ecosistema", declaraba Fuchs a Politico.
El destino de esta otra iniciativa recaería en las manos de la jefa de competencia de la UE, Teresa Ribera, quien tendrá que equilibrar las nuevas ambiciones industriales del bloque con las estrictas reglas antimonopolio. Y el camino es incierto. Hace unas semanas, el CEO de Airbus, Guillaume Faury, lo resumió sin contemplaciones: “Siempre hemos estado en tensión entre maximizar la competencia y maximizar la competitividad en Europa. Pero hoy, con sectores fuertemente presionados y en peligro existencial, tenemos que centrarnos en lo segundo”. En otras palabras: Europa se juega su futuro ya no solo en el Espacio, sino en Defensa y Telecomunicaciones. Y dadas las circunstancias, no hay mucho margen para cometer errores.
Mientras EEUU retira su apoyo financiero y de inteligencia a Ucrania tras tres años de guerra, Musk saca pecho en redes sociales diciendo que si no fuera por su sistema de satélites Starlink, Ucrania hubiera perdido la guerra hace mucho tiempo: “Starlink es la columna vertebral del ejército ucraniano. Toda su línea de frente colapsaría si lo apagara”. Suena más a amenaza que a alarde, pero las zancadillas de EEUU a Ucrania de los últimos días llevan acrecentando la incertidumbre que rodea al conflicto y ahora ha escalado tras un rifirrafe entre Musk y el ministro de Asuntos Exteriores polaco, Radosław Sikorski, en redes sociales (insultos incluidos). "Si SpaceX demuestra ser un proveedor poco fiable, nos veremos obligados a buscar otros", escribió Sikorski. Recalcaba que Polonia se dejan 50 millones de dólares al año para financiar la mitad de los 42.000 terminales que operan en Ucrania. La respuesta de Musk: "Cierra el pico, hombrecillo. Pagas una fracción minúscula del coste. Y no hay sustituto para Starlink".