Adiós al "nuevo rico" de Móstoles: por qué Chema Alonso acabó repudiado en Telefónica
El presidente de Telefónica, Marc Murtra, ha fulminado esta semana a su 'hacker' estrella, Chema Alonso. En sus 13 años en la operadora, el 'Steve Jobs' de Móstoles había acumulado demasiados fracasos y enemigos. Esta es su historia
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El español medio no sabía nada sobre Chema Alonso (Madrid, 1975) hasta que, en 2013, apareció en Salvados, donde hackeó una red wifi y demostró, a los cinco segundos de empezar la entrevista de Jordi Évole, que no tenía abuela…
- Chema, me han dicho que eres uno de los mejores hackers de España.
- De España, no, del mundo.
En la entrevista, Alonso ya aparecía con su look clásico -gorro de rayas azules y marrones, pelo largo y camiseta- que causó sensación cuando Telefónica le nombró innovador en jefe dos años y medio después, como si la encorbatada teleco española abrazara por fin el desahogo estético de los gurús de Silicon Valley. Pero aunque uno pensara que Alonso vestía así desde adolescente, y no iba a bajarse del burro por muy mainstream que fuera Telefónica, lo cierto es que el gorro era un disfraz de trabajo. A principios de siglo, cuando el hacker ya tenía una empresa informática familiar en Móstoles, vestía con camisa blanca, corbata, pantalón pureta y pelo peinadito. No podía tener más aspecto de oficinista anodino.
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Solo empezó a usar el gorro frecuentemente en sus charlas en 2009. Es más, aunque usted no haya visto nunca a Alonso sin gorro, y quizá piense que duerme con él, lo cierto es que no lo lleva casi nunca puesto, solo lo usa en fotos y actos públicos. ¿Una pose cool para un sector sensible al desenfado estético?
El gorro le dio muchas cosas a Alonso -admite que es una "marca personal"- pero también se las quitó. O el resquemor interno hacia el advenedizo que ha acabado por explotar ahora, cuando Telefónica ha prescindido de su hacker estrella, seis semanas después de que su principal valedor, José María Álvarez-Pallete, fuera sustituido en la presidencia por Marc Murtra con el Gobierno de fondo.
¿Cómo un hacker de barrio acabó liderando la maquinaria creativa de una de las mayores telecos de Europa? ¿Cómo pasó de un pisito en Móstoles a la urbanización favorita (La Finca) de futbolistas y famosos? ¿Por qué ha sido defenestrado?
"En el país de los ciegos..."
"Dime uno solo de sus proyectos que haya funcionado. Objetivamente. Solo uno". Al otro lado del teléfono, un alto directivo de Telefónica lanza al vacío la pregunta. Se hace un silencio incómodo. Él mismo se responde. "No lo hay".
La frase explica con crudeza y precisión la losa que pesaba desde hace años sobre Chema Alonso. Una losa que ha ido socavando su credibilidad hasta terminar en su relevo oficial y definitivo este jueves. Múltiples fuentes consultadas que han trabajado con Chema durante los últimos 13 años coinciden en que, de haber funcionado sus megaideas, el desenlace habría sido otro. Pero Chema, de puertas hacia dentro, no solo era el "niño mimado" y "protegido" de Pallete. Además, era señalado como el culpable de no haber llevado a buen puerto proyectos millonarios anunciados a bombo y platillo. El lastre era demasiado abultado. Muchos señalan una misma fecha como el inicio de la cuesta abajo: 2016.
"A José María le interesaba muchísimo la tecnología. Chema le empezó a vender ideas grandiosas, y se las compró"
Esa etapa, paradójicamente, supuso el cenit de la carrera de Chema en Telefónica y, a la vez, el inicio de las turbulencias. Alonso llevaba solo tres años en la compañía, pero su ascenso iba a ser meteórico. En mayo de 2016, salta un anuncio inesperado: Pallete le nombra jefe de datos global, chief data officer (CDO) y, más importante aún, lo aúpa al mayor órgano de decisión, el Comité Ejecutivo. Un hacker de Móstoles con "greñas y gorro" acababa de colarse en el olimpo del Ibex 35.
"Era un tío muy raro para la cúpula de Telefónica, muy atípico, de origen humilde y, sobre todo, no era un telefónico. Esos puestos se suelen reservar para la gente que lleva media vida en la empresa. Él acababa casi de llegar", explica a este diario un alto directivo que vivió aquella época. "Pallete es un financiero y para él Chema era Dios. A José María le interesaba muchísimo la tecnología, la IA, tenía un hambre de conocimiento brutal. Chema le empezó a vender ideas grandiosas, y se las compró. En el país de los ciegos... No digo que estuviera mal comprárselas de inicio, el problema es cómo se las compró, el poder tan grande que le dio", señala otro directivo que pide mantener su anonimato.
Ahí nació Informática 64 -> ElevenPaths & 0xWord & MyPublicInbox... y temporadas de Cálico Electrónico }:) "Nuevas Tecnología de la Información"... Ouh yeah!! https://t.co/s89e502pui
— Chema Alonso (@chemaalonso) June 21, 2020
El máximo ejecutivo de Telefónica necesitaba airear la imagen apolillada de la empresa, y apostó por un hacker con camiseta de Superman y gorro de lana para obrar el truco. Alonso venía con credenciales del mundillo de la ciberseguridad, pero todo lo demás era una incógnita.
Ambos se conocieron en 2012, cuando Chema aún trabajaba en su firma mostoleña de ciberseguridad, Informática 64, montada con "familiares y amigos". Fue en un evento de Wayra, la aceleradora de startups de Telefónica. "Aquí hay demasiado 'Steve Jobs' y poco 'Steve Wozniak'", le deslizó Chema a Pallete, por aquel entonces presidente de Telefónica Europa. Picó el anzuelo. "Quiero que me hagas un proyecto para tener más Wozniaks en Telefónica", le encargó. Las estrellas se alinearon. Meses después, en septiembre de 2012, César Alierta nombraba a Álvarez-Pallete consejero delegado de Telefónica. Arrancaba una nueva era.
Entre 2013 y 2016, bajo la protección de Pallete, Alonso comenzó a subir los primeros peldaños y a "pisar las primeras cabezas", como señala una fuente a este diario. Telefónica decidió comprar Informática 64 (pagó entre 10 y 15 millones de euros, según fuentes del sector), para transformarla luego en ElevenPaths y crear un lucrativo negocio de ciberseguridad. Dos años después, en 2015, compró Synergic Partners, especializada en big data y fundada por Carme Artigas (exsecretaria de Estado de Digitalización e IA) y su marido Jaume Agut. La idea de Pallete era fusionar ambas y crear una gran área de datos y ciberseguridad liderada por una sola persona. El problema es que Artigas y Alonso "se llevaban a matar".
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"Ella sabía muchísimo de ese negocio, tenía reputación a nivel nacional e internacional, y mucho más conocimiento de big data e inteligencia artificial que Chema, pero claro, siempre prevalecía su criterio", confesaba hace años un empleado de Synergic a este diario. Luego ocurrió algo que acabó de dinamitar la relación: en mayo de 2016, Pallete premió a Chema con un puesto en el Comité Ejecutivo y el flamante cargo mencionado, CDO. Fue su primera gran victoria, y ante un peso pesado como Artigas, que acabaría abandonando la operadora dos años después.
El 'reinado del gorro' acababa de empezar. Sin embargo, es imposible entender el salto de Alonso a lo más alto de Telefónica sin entender su pasado. El mito del mostoleño hecho a sí mismo, del friki canchero conquistando una de las mayores telecos del mundo. ¿Qué hay de relato manufacturado y de verdad en sus orígenes y su ascenso?
Galáctico de Móstoles
El hacker de Telefónica explicándose a sí mismo en tercera persona: "El chico de Móstoles, de familia humilde, que decidió que no se iba a quedar llorando las penas en la vida y que iba a pelear por sobrevivir".
Chema Alonso creció en un "piso muy pequeño" en Móstoles. Ganó su primer dinero adolescente ayudando a su padre (pintor y barnizador) a "introducir el gotelé en este país". Aprendió programación por su cuenta (ya era un informático friki cuando aún no existían), compaginó el trabajo de albañil con una ingeniería (Informática de Sistemas) y, a finales de los noventa, fundó en Móstoles la empresa Informática 64 "sin un duro en el bolsillo, recogiendo unos muebles tirados por la calle… porque cualquier sitio es bueno si tienes internet y ganas de transformar tu realidad".
Chema colocó un relato atractivo: el hacker bueno (y campechano) que ayuda a las empresas a batallar a los hackers malos
Tenía 24 años. Había acumulado material de sobra para, en un futuro, alimentar su leyenda, entre castiza y californiana, de emprendedor de éxito hecho a sí mismo. De la épica fundacional mostoleña habló largo y tendido en su blog y en sus conferencias: "No teníamos Business Plan, ni inversores, ni funnel, ni dinero para marketing… No tenía contactos en ninguna gran empresa, ni relaciones familiares o personales que me abrieran puertas en el mundo de los negocios… No teníamos nada más que necesidad y ganas de trabajar… Todo estaba en contra, pero la alternativa era peor, así que había que tirar para adelante… Cuando hablo de la actitud Makinavaja me refiero exactamente a esto. No me importó comenzar sin clientes… No me iba a quejar. No iba a esperar que viniera alguien a darme una oportunidad. Yo iba a crearme mis oportunidades. Tenía claro que iba a luchar por ello”.
Informática 64 pasó momentos complicados, ofreció todo tipo de servicios para sobrevivir, pero creció y, sobre todo, colocó un relato atractivo: el de Chema, el hacker bueno (y campechano) que ayudaba a las empresas a batallar a los hackers malos en un mundo digital convulso.
Y Alonso se convirtió en el hacker de guardia al que las televisiones acudían cuando tocaba tratar seguridad informática.
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En ese tiempo, como ya hemos visto, Telefónica compró Informática 64 para reforzar su área de ciberseguridad. "Reuní a mi equipo y les dije que teníamos la oportunidad de irnos a Telefónica como una filial. No tendríamos contrato y nómina de Telefónica, pero nos iríamos todos juntos a montar algo que tenía que ser grande… Algunos que dejaron sus trabajos para venirse conmigo, me decían: "¿Estás seguro de que esto va a durar?". Yo les contestaba: "¿Quién sabe?", resumió en su bitácora.
Cuando Telefónica fichó a Alonso de alto directivo, algunas críticos señalaron que la teleco estaba comprando imagen. Vista a veces como demasiado viejuna en un sector adicto al vértigo de la novedad, Telefónica tenía ahora a un hacker con gorro grunge suelto entre directivos trajeados; de la naftalina empresarial, al desenfado de Silicon Valley, donde innovación, vagabundeo estético y aires nerd iban de la mano. Más allá del impacto de las primeras imágenes de Alonso rodeado de ejecutivos encorbatados -un ¿Dónde está Wally? para mayor gloria del hacker mostoleño como tech disruptivo- no se trataba solo de un lavado de imagen. Alonso no iba a ser meramente un florero guay, venía con mando en plaza: Chief Data Officer, Chief Digital Consumer Officer, Chief Digital Officer y, por encima de cualquier anglicismo corporativo rococó, cerebro creativo de cara a los medios. En la Telefónica de Alonso, por cierto, también tenían cargos su hermano y su cuñada, según ha confirmado este periódico.
Al calificarle la prensa de "fichaje estrella" de Telefónica, el hacker insistió en su relato favorito: él había empezado desde abajo. "Podré acertar, equivocarme, reírme o enfadarme, pero os aseguro que mi vida no ha sido nunca la de un "fichaje estrella", "una diva" o "un gurú". He pasado por infantiles, alevines, benjamines, cantera, tercera división, segunda división y primera”, contó en una entrada en su blog titulada: "No soy galáctico, soy de Móstoles".
Un "pifostio monumental"
Chema no solo no aparcó su retórica de barrio en sus 13 años en Telefónica, sino que la explotó cada vez más. La exportaba allá donde iba, incluido Silicon Valley. Meses después de escalar a la cúpula de Telefónica, Pallete y Alonso arrancaron un 'idilio' que luego mantuvieron durante años: todos los veranos se iban de 'tour tecnológico' por San Francisco. Visitaban las sedes de Apple, Google, Facebook o Amazon, se hacían selfies con Tim Cook o Sundar Pichai, y Alonso lo largaba todo en su blog.
"Me traje una camiseta y una sudadera de Facebook, un pato de la NASA y mis fotos con los solados de Halo. Fue como visitar una Disneylandia para geeks". Ese agosto en realidad hicieron algo más: se estaba gestando el lanzamiento del primer megaproyecto de Alonso, Aura y la 4ª plataforma, una "revolución" que acabaría suponiendo su primer gran fracaso.
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"Eso fue un pifostio monumental. Álvarez-Pallete dio una cena con medios en Santander en septiembre de 2016 y dijo cosas que luego se tuvieron que desmentir porque eran totalmente incongruentes. Luego llegaba Chema y decía lo contrario. El mensaje era que Facebook o Google se aprovechaban de tus datos y nosotros íbamos a darte el control. Cualquier tecnológica que quisiera usarlos tendría que pasar por caja. Imagina cómo les sentó a Google o Facebook", recuerda un directivo involucrado en el lanzamiento. "Luego lanzaron Aura por todo lo alto en el Mobile de Barcelona en 2017, era una especie de app para consultar tus datos. Nadie entendió absolutamente nada".
Solo tres meses después del derrape inicial de Aura y la 4ª plataforma, se produjo un volantazo aún más sonado. El 12 de mayo de 2017, los ordenadores y sistemas de miles de empresas en todo el mundo dejaron de funcionar de repente. Se estaba produciendo uno de los mayores ciberataques a nivel mundial de las últimas décadas, bautizado luego como WannaCry, un ransomware que secuestraba los equipos y pedía un rescate millonario para liberarlos.
En España, Telefónica, Iberdrola y Gas Natural fueron las primeras afectadas y enviaron a todos los empleados a casa. El CNI, Incibe, CCN-CERT y las unidades de ciberdelincuencia de Policía Nacional y Guardia Civil, entre otros organismos, crearon unidades de crisis. La alerta y el caos eran máximos. Ese viernes, Chema Alonso publicó en redes sociales el siguiente mensaje: "Como muchos sabéis, la seguridad interna de Telefónica no es una de mis responsabilidades directas. Pero todos somos parte de la seguridad...".
Como muchos sabéis, la seguridad interna de Telefónica no es una de mis responsabilidades directas. Pero todos somos parte de la seguridad..
— Chema Alonso (@chemaalonso) May 12, 2017
"Ese episodio sí que estuvo a punto de costarle el puesto. Escurrió el bulto hacia fuera y hacia dentro. Recuerdo que prometió a toda la empresa que en dos semanas recuperaríamos los datos de nuestros ordenadores. Nunca ocurrió, yo perdí todo lo que tenía en mi equipo", explica una exempleado de la operadora que vivió el incidente.
La casualidad quiso que solo una semana después, Alonso fuera condecorado por la Guardia Civil con la medalla blanca por su colaboración con el Instituto Armado. Fue la incongruencia que colmó el vaso. Horas después, el hacker se vio forzado a pedir disculpas en una carta interna enviada a todos los empleados: "El viernes [cuando el ciberataque] fue uno de esos días en los que se pudieron cometer errores (...) Errores, como el que yo mismo me achaco y que me llevo como lección personal aprendida al emitir información interna y/u opiniones en redes sociales sobre lo sucedido en momentos inapropiados”.
Un mea culpa relativo en el que Alonso admitía errores propios… de comunicación.
Movistar Home: "no lo querían ni regalado"
Desde el 2016 en adelante, Alonso se enfrentó a un enorme reto que no pudo o no supo abordar: cada año, en el Mobile World Congress de Barcelona, había una presión brutal por presentar 'algo' y acaparar titulares. Él se lo tomó al pie de la letra.
"En el Mobile del 2018 subió al escenario como si fuera Steve Jobs para anunciar Movistar Home, un aparato al estilo Alexa o Google Home, pero que era muchísimo peor. Le preguntabas algo y tardaba cinco o seis segundos en responderte. El dispositivo olía a bazar chino que tiraba para atrás, el diseño era pésimo. Se hicieron decenas de promociones, la gente no lo quería ni regalado. Decenas de miles de unidades acabaron cogiendo polvo en un almacén, y ahí siguen", explica una directiva involucrada en el lanzamiento.
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El dichoso aparato le puso aún más en el punto de mira. "Ahí empezaron a zurrarle fuerte internamente. Eso no lo soportaba. Recuerdo que llamó a varios ejecutivos de la empresa que criticaban su idea para montarles un pollo al teléfono. Claro, él era la mano derecha de Pallete, tenía mucho poder, si te llamaba y te gritaba, tú te acojonabas", señala otro empleado. Es algo en lo que coinciden la media docena de fuentes consultadas: su personalidad, su fuerte ego y su escasa pericia en la gestión de equipos, se unió al fracaso en los proyectos para acabar granjeándole demasiados enemigos, especialmente en las altas esferas de la operadora.
"En los últimos tres o cuatro años no tenía ya ningún apoyo en el Comité. A nivel técnico, él era muy bueno, aunque mucha gente discute también eso. Pero en Telefónica al final lo que cuenta es el negocio que traes. No vale de nada tener grandes ideas si no generan dinero, y él no aportó prácticamente negocio a la compañía. Si a eso le añades el enorme ego que tenía y su forma de ser, la situación era insostenible", explica un directivo, que pone dos ejemplos concretos sobre su personalidad. "En uno de sus viajes a EEUU, el CTO de Amazon le ofreció ayuda para montar Movistar Home. Su respuesta fue que eso estaba chupado, lo montábamos nosotros internamente sin problema. Así salió".
"Por política de empresa, ningún directivo podía tener un deportivo. Él se las arregló para que le pusieran un BMW i8 [valorado en 140.000 €]"
Y el otro ejemplo. "Chema al principio se desplazaba en patinete por Las Tablas [barrio de la sede de la teleco en Madrid], hasta que se pegó un guarrazo que casi se mata. Entonces se pasó al coche de empresa. Por política, ningún alto directivo podía tener un deportivo. La ostentación aquí no está bien vista. Pues él se las arregló para que le pusieran un BMW i8 eléctrico [valorado en más de 140.000 euros, de los cuales Telefónica suele pagar el 80%]. Era el único coche deportivo en toda la empresa. Imagina la imagen que transmitía al resto de empleados". "Sí, la verdad que lo del coche fue un canteo", reconoce otro exdirectivo.
Por aquel entonces, Chema aún no había perdido la partida, pero en 2019 llegó el primer toque serio de atención. En noviembre de ese año, Pallete realizó un 'reset' estratégico y Alonso bajó un escalafón: dejó de reportar directamente a él y pasó a depender de Ángel Vilá, consejero delegado en ese momento y cesado este jueves en favor del nuevo CEO, Emilio Gayo.
"Fue el primer intento de meter en vereda a Chema, de ponerle un vigilante. A Vilá ya no podía venderle motos como lo hacía con Pallete. Eso provocó un nuevo choque entre Alonso y José Cerdán, el CEO de Telefónica Tech [cesado también este jueves]. Ambos reportaban a Vilá y rivalizaban por poder y proyectos. Y ambos tenían pocos apoyos en el Comité. Los dos habían llegado tras vender sus empresas, no después de estar media vida aquí, y chirriaban en la cúpula", explica un directivo de la operadora que sufrió esa reorganización.
"Viviendo al límite"
Aunque Alonso se jactaba de ser más mostoleño que galáctico, en sus últimos años en Telefónica, protagonizó varias escenas más cercanas al divismo que al chaval despreocupado de barrio que decía ser. Y no hablamos solo de su cochazo deportivo.
Dice Chema que está "acostumbrado a vivir siempre en el límite". "Me gusta recordar esa frase del gran Ayrton Senna que dice: 'A 273 km/h te sales en una curva, pero a 271 km/h te pasa el segundo'. Si llevas tu ritmo de vida siempre a 272 Km/h muchas veces vas a tener que contra-volantear sobre la marcha”. El problema es cuando vas a 272 a la hora por, ¡ay!, un evento literario.
El pasado 14 de enero, cuatro días antes de que cayera la mayor bomba interna en Telefónica en una década, se celebró en Madrid la gala de los premios Zenda, publicación literaria dinamizada por Arturo Pérez-Reverte, a la que acudió todo el Madrid de los saraos culturales. A la mañana siguiente, recibimos un mensaje de una persona que había coincidido con el hacker mostoleño en los premios: "Chema Alonso la lio anoche: se sentó en mitad del pasillo donde pasaban los premiados". ¿Cómo? Más explicaciones: "Hubo pollo con las sillas. Estaba al lado mío. Tuvo que venir uno de los jefes de Zenda a pedirle que se levantara. Alonso empezó a quejarse en alto: "¡No me muevo de aquí!" [Aunque Alonso declinó participar en este artículo, con posterioridad a su publicación comunicó que se cambió de silla porque se lo pidió amablemente la organización. Zenda sacó un comunicado el domingo respaldando la versión de Alonso. Consultadas tras el comunicado de Zenda, nuestras fuentes ratificaron su versión: hubo una "bronca monumental" por las sillas].
Fue solo el principio.
Segundo acto: Alonso entrega un premio a una joven autora muerta recientemente, que recogen sus padres. "Se puso a hacer bromas sin venir a cuento. La madre de la premiada no sabía dónde meterse. ¡Pobre señora!". Tercer acto: "Al final de la gala, salió Leo Harlem a hacer chistes terroríficos de cuñados. En un momento dado, Harlem preguntó al público. "¿Quién ha ido alguna vez a la Riviera Maya?". Silencio absoluto. Hasta que Chema Alonso se puso a gritar: "¡Yo, yo, yo he ido la Riviera Maya!". ¡Pero cállate, chaval!".
Otro asistente a la fiesta dice que la actitud del hacker le recordó "la escena del funeral de La gran belleza", donde el protagonista del filme, "para dejarse ver", "robaba el show" con llantos a la familia de la finada.
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¿Por qué Alonso sobreactuó en los premios Zenda? Quizá para llamar la atención. Según los corrillos de Telefónica, el hacker llegó a protagonizar escenas incómodas en los actos de la teleco (gritos incluidos) por no estar en primera fila. Contactado por El Confidencial para ofrecer su versión sobre este asunto y el resto que se relatan en este reportaje, Alonso no ha ofrecido respuesta.
Cuando la resaca de la fiesta de Zenda aún no había pasado del todo, José María Álvarez-Pallete fue sustituido por Marc Murtra como presidente de Telefónica. Con Alonso en todas las quinielas para una futura purga directiva, aumentaron los chismorreos contra él. Más allá de la oportunista lanzada a moro muerto, lo cierto es que el malestar interno contra él había vuelto a subir los últimos tiempos, entre otras cosas, por su cercanía al famoseo...
El famoseo... y el adiós
Durante los últimos cuatro años, a su personalidad conflictiva y proyectos fallidos, se unió otro punto de fricción que acabó por señalarle del todo. "El tiempo que dedicaba a proyectos personales en horas laborales levantó muchas suspicacias. Aparecía todo el rato en medios, con famosos, en El Hormiguero, con Iker Jiménez... Y se centró mucho en montar y lanzar una empresa, MyPublicInbox. Él mismo contactaba a gente por LinkedIn invitándole a unirse al proyecto". La startup permite escribir un email a famosos como Arturo Pérez-Reverte, Pablo Motos, David Summers, Iker Jiménez o Iker Casillas, todos amigos de Alonso, a cambio de un pago previo a través de un sistema de créditos. En 2023, MyPublicInbox ingresó 290.000 euros, con unos beneficios de menos de 30.000 euros.
"Chema siempre ha tenido una especie de obsesión por rodearse de famosos. Es algo que internamente tampoco nunca se ha entendido. Creo que tiene que ver con su origen humilde, estudió en una universidad regular, nunca se esperaba acabar donde acabó y, de repente, está en la cima y encantado de la vida", explica un empleado de Telefónica que trabajó con él codo con codo. "Pasó de hacker a nuevo rico, a algo así como un Cristiano Ronaldo. En lugar de trabajar y trabajar y hacerlo con humildad, llegaba a Las Tablas en su i8. Y, fíjate, no le culpo tanto a él como a Álvarez-Pallete. Creo que uno de los grandes errores de su mandato fue darle tanto poder a Chema Alonso. Quizás su mayor error".
¿Y los logros? ¿Qué hay de los grandes triunfos de Alonso? Entre la media docena de fuentes consultadas, cuesta encontrar respuestas concretas. "Hay algo que no se le puede negar: estrechó relaciones con tecnológicas y directivos de EEUU. Por ejemplo, con el CEO de Microsoft, Satya Nadella. Si no fuera por Chema, Nadella no habría venido tantas veces a España ni se habrían firmado acuerdos con ellos", dice uno de los directivos preguntados. "¿Cuánto dinero supuso eso para la empresa? Muy poco. Esa ha sido siempre su cruz. No puedes vivir solo de ideas".
El español medio no sabía nada sobre Chema Alonso (Madrid, 1975) hasta que, en 2013, apareció en Salvados, donde hackeó una red wifi y demostró, a los cinco segundos de empezar la entrevista de Jordi Évole, que no tenía abuela…