Las sondas Voyager se están quedando sin energía y la NASA se ve obligada a tomar medidas
Ambas sondas están agotando el plutonio que les ha permitido comunicarse con la Tierra hasta ahora. La NASA espera que, con esta decisión, alarguen su vida más allá de 2030
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Las sondas Voyager 1 y Voyager 2, los dispositivos fabricados por el hombre que han llegado más lejos de la Tierra, afrontan un reto crítico. Tras casi 48 años de funcionamiento, sus fuentes de energía están llegando al límite, lo que ha llevado a la NASA a tomar medidas drásticas para extender su operatividad.
Según ha informado la propia NASA, el pasado 25 de febrero, los ingenieros de la misión apagaron el subsistema de rayos cósmicos de la Voyager 1, un instrumento clave que ha permitido estudiar partículas de alta energía en el espacio interestelar. En la Voyager 2, está previsto que el próximo 24 de marzo se desactive el sensor de partículas cargadas de baja energía. Estas decisiones responden a la necesidad de reducir el consumo eléctrico, ya que sus generadores de plutonio pierden cerca de 4 vatios de potencia cada año y están cerca de agotarse.
To extend my mission, my team has turned off another science instrument: The Cosmic Ray Subsystem helped confirm my passage into interstellar space. Now, I continue forward with three instruments still gathering data from the great beyond. -V1
— NASA Voyager (@NASAVoyager) March 5, 2025
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A pesar de las desconexiones, cada sonda seguirá funcionando con tres instrumentos científicos indispensables. Uno de ellos es el magnetómetro, encargado de medir los campos magnéticos en los límites del sistema solar. Otro es el subsistema de ondas de plasma, que analiza la densidad y temperatura del medio interestelar.
Instrumentos clave que seguirán operativos
En el caso de la Voyager 1, el sensor de partículas cargadas se mantendrá activo hasta finales de 2025, mientras que en la Voyager 2, el subsistema de rayos cósmicos seguirá operativo hasta 2026. Desde su lanzamiento en 1977, las sondas han sobrepasado con creces su misión original, que se limitaba a la exploración de Júpiter y Saturno.
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Gracias a su sofisticada ingeniería y a múltiples ajustes realizados por los especialistas de la NASA, han proporcionado datos fundamentales sobre la heliopausa y el espacio profundo. Con esta medida, los ingenieros esperan prolongar el mayor tiempo posible el tiempo de vida de ambas sondas, aunque son conscientes de que el final de la misión está cada día más cerca.
Los cálculos de la NASA indican que ambas sondas podrían seguir operando hasta la década de 2030, aunque con capacidades cada vez más reducidas. Cada dato transmitido desde el espacio interestelar representa un logro extraordinario, manteniendo viva la exploración de un entorno jamás alcanzado por la humanidad.
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