Una hora en Barcelona con la ingeniera que ya tiene robots humanoides a sueldo
Bautizada como la "ingeniera más poderosa de EEUU", fue persona de confianza de Nadella. Ahora dirige Agility Robotics. Su discurso sorprende por alejarse de la exageración que suele gobernar estos negocios en Silicon Valley
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“Los robots van a ser la mayor industria tecnológica que el mundo haya visto jamás”. Cuando eres Jensen Huang, no tienes reparo en lanzar predicciones como esta, ya sea ante un inversor de Goldman Sachs o, en este caso, frente a un estadio abarrotado en el CES. Huang ha convertido a Nvidia en la viga maestra de la inteligencia artificial generativa y, con ello, en la segunda empresa más valiosa del mundo. Su apuesta promete impulsar robots domésticos útiles y humanoides que trabajen por nosotros. En este camino, Mark Zuckerberg ha anunciado su intención de fabricar este tipo de máquinas, y Elon Musk ya presentó Optimus, que podría llegar al mercado entre 2028 y 2030. Pero hay alguien que les saca ventaja
Su nombre es Peggy Johnson, una veterana de Silicon Valley que ya tiene robots humanoides ‘asalariados’ trabajando en almacenes de Estados Unidos. Su nombre es mucho menos mediático que el de los jefazos de Tesla o Meta, pero eso no refleja lo profundo de su currículum en la industria.
"La ingeniera más poderosa de EEUU"
La revista Fortune llegó, incluso, a bautizarla como “la ingeniera más poderosa de Estados Unidos”. Un título honorífico que le llegó por casi los 25 años que pasó en Qualcomm, primero en labores técnicas y luego dirigiendo la estrategia. Otro de sus grandes logros fue ser el primer gran fichaje que Satya Nadella hizo para su circulo de confianza cuando llegó a la dirección de Microsoft.
Fue nombrada vicepresidenta de desarrollo de negocio y, entre otros encargos, fue la emisaria que negoció la compra de LinkedIn. Pero en 2020, cuando rozaba los 60 años de edad, decidió dejar la gran empresa y dar el salto a las startups. Lo hizo cogiendo las riendas de Magic Leap, una compañía de gafas de realidad mixta que consiguió recaudar miles de millones de inversores de la talla de Google. Johnson llegó en un momento delicado.
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Las expectativas sobre el proyecto se desinflaban a un ritmo vertiginoso y no eran pocos los que perdían la fe. La directiva, en plena pandemia, se olvidó de crear un nuevo iPhone, dio un golpe de volante y se dirigió al mundo empresarial. La fórmula funcionó y Magic Leap ganó bastante crédito, hasta el punto de que la startup fue capaz de volver a cerrar grandes rondas de financiación, como los 540 millones de dólares que inyectó Arabia Saudí hace poco más de 12 meses.
“El trabajo que hicimos me ha servido mucho ahora”, confiesa a El Confidencial. Desde 2024, la directiva está al mando de Agility Robotics, una startup de Oregon fundada en 2011 y que es una de las más avanzadas del mundo en lo que se refiere a la creación de robots humanoides, un mercado que al final de la década podría mover 40.000 millones de dólares.
Como ya demostró en Magic Leap, Johnson es poco amiga del hype excesivo que muchas veces caracteriza a Silicon Valley, cuna de varios de los mayores vendedores de crecepelo de la historia moderna. Durante nuestra conversación se empeña, en varias ocasiones, en separar la paja del grano y la ciencia ficción de la realidad.
“Somos la única empresa que tiene ahora mismo un robot humanoide que está actualmente trabajando y recibiendo un salario”, responde cuando se le pregunta por el motivo que le ha llevado a ser una de las conferenciantes estrella de esta edición del MWC. El robot en cuestión se llama Digit que mide lo mismo que un español medio, 1,75 metros y pesa 73 kilos.
“Actualmente, está operando en un almacén de GXO en Atlanta, moviendo cajas y productos para ellos”, explica. El acuerdo se cerró el pasado verano después del buen sabor de boca de un piloto llevado a cabo en 2023. No es ni mucho menos su único cliente. Amazon, una empresa obsesionada con una eventual falta mano de obra en sus almacenes, ya los están probando de cara a integrarlos en sus instalaciones. Schaeffler Group, un gigante de componentes para automoción, realizó una pequeña inversión en la startup y firmó recientemente un contrato para adquirir estos robots humanoides para sus centros.
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¿Están bien pagados sus robots?
¿Están bien pagados estos humanoides? Johnson no suelta prenda al respecto. “No hemos hecho pública esa información”, comenta sobre su modelo de negocio, donde al cliente se le factura un salario por el trabajo concreto y el turno que hace cada robot. “Puede varíar dependiendo del país y la región, pero teniendo como referencia el coste de la mano de obra, tardamos menos de dos años en recuperar la inversión de producir un robot Digit. Con el tiempo y a medida que aumentemos la producción, todavía vamos a poder reducir más ese tiempo para recuperar nuestra inversión”, promete la CEO de Agility Robotics, que pretende construir su propia fábrica a lo largo de este año.
- La robótica industrial está avanzadísima. Solo hace falta entrar a un centro de logística o a una fábrica de automóviles. ¿Por qué merece la pena gastar un dineral desarrollando robots con forma humana en lugar de mejorar lo actual?
- Estos robots están pensados para hacer tareas que no quieren hacer los humanos. Los que actualmente están funcionando están ocupando puestos de trabajo que las empresas no están cubriendo con humanos porque no encuentran humanos que quieran hacerlo. Entonces, si queremos librarnos de ese tipo de trabajos, necesitamos imitar las capacidades de los trabajadores. Esto es subir escaleras, caminar por superficies irregulares o manipular objetos con la misma facilidad. Los espacios de trabajo son lugares diseñados para los humanos y para que haya una adopción necesitamos que puedan actuar en esos lugares. Por ejemplo, los pasillos con estanterías son un poco más anchas que un hombre y suelen tener la misma altura.
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A día de hoy, Digit no se mezcla con sus compañeros de carne y hueso, sino que por motivos de seguridad, actúa en “células de trabajo aisladas”. Eso tiene los días contados, porque Johnson explica que una de las cosas que la empresa lanzará este año es una actualización que permitirá a su robot desplazarse entre el personal “sin representar un peligro”. “Podrá recibir una orden de su jefe del tipo ‘Ve a recoger una caja al muelle de carga” y ejecutarla como lo haría cualquier persona”, explica. “Lograrlo es un gran desafío. Es mucho más sencillo con un robot de carga con ruedas, pero aquí tenemos un humanoide, con brazos y piernas, que se mueve de manera dinámica. La seguridad laboral es un tema complejo. Pero hemos resuelto el desafío y lo mostraremos públicamente este año”.
Uno de los motivos por los que la compañía no es muy conocida entre el común de los mortales es porque es un robot humanoide mucho más aburrido que otros, al que solo le preocupa el trabajo. A Digit no les verás haciendo cabriolas como en los videos de los robots creados por Boston Dynamicss. “Muchos de los robots que se presentan en demostraciones haciendo volteretas o sirviendo café son solo eso, demostraciones”, asevera la directiva, que dice que empresa ahora propiedad de Hyundai son su “competidor más cercano” porque han desplegado comercialmente muchas de sus máquinas, pero no humanoides.
No es buena idea entregar un robot a una IA
“Pero eso, a la mayoría, no les sirve para integrarse en un almacén y hacer turnos de trabajo como Digit. Para operar ahí, un robot no debe hacer acrobacias, debe adaptarse a las regulaciones, ser seguro y especialmente adaptarse a las necesidades de las empresas”, explica. Ese enfoque pragmático y sobrio, defiende, les ha servido para llegar al mercado laboral mucho antes que otros, algo que les dará aún más ventaja en el futuro. “Estamos ya operando y estamos recopilando muchos datos del mundo real. Esa información alimenta nuestra IA y nos da una ventaja considerable frente a otros fabricantes”.
El periodo de formación de Digit, en la mayoría de casos, es de “uno o dos días”. Agility Robotics ha desarrollado una plataforma para que los robots se conecten con los sistemas de gestión y puedan recibir instrucciones por esta vía. Sin embargo, también están preparados para oír las órdenes de viva voz. “No es lo más adecuado, porque estos lugares suelen ser ruidosos. Pero la capacidad está ahí”.
Eso es lo que se vio sobre el escenario del MWC este martes. El Digit que le acompañó recibió una orden de viva voz y la ejecutó casi al instante. Johnson explica que el avance de los modelos de lenguaje de gran tamaño, los mismos que dan vida a cosas como ChatGPT o Gemini, han “mejorado enormemente la inteligencia semántica del robot” permiténdole entender a los humanos con los que compartirá espacio.
Esta veterana es muy comedida a la hora de vender las bondades de la IA. “Nosotros hemos podido llegar aquí, porque cuando apareció ChatGPT ya teníamos un robot estable, con un sistema de control probado y entrenado durante años con diferentes técnicas. Hay empresas que ahora aseguran que pueden entrenarlo solo con IA, pero sin esa base previa, el camino es muy largo”, argumenta. “Nosotros utilizamos esta tecnología para mejorarlo, pero no dependemos de ella para enseñarle ni para controlarlo. Te aseguro que ahora mismo no quieres que una IA controle un robot de forma cien por cien autónoma, porque la IA puede generar respuestas erróneas o alucinaciones y eso no sería una buena experiencia”, advierte.
A pesar de esta prudencia, es optimista sobre el horizonte que se abre al darse la mano la robótica y la IA. “Es difícil decir cuándo tendremos una inteligencia artificial general. Pero es interesante, porque al integrar ambas cosas estamos viendo la materialización de la IA en el mundo físico. Hace unos meses, la IA se centraba en generar texto o imágenes, pero ahora crea movimiento y relaciones con el mundo físico. A medida que logremos más habilidades, veremos la verdadera magia de esta combinación”.
Johnson está convencido de que ya se está empezando a cocinar “el momento ChatGPT” de la robótica humanoide. Y ella ya habla de expandir sus máquinas a otros negocios más allá de la logística. “Al principio nos centramos en la logística, pero resulta que muchas otras empresas también tienen que mover muchos productos como parte de su operativa. Sector minorista, alimentación, automoción, farmacéuticas…son muchas”, enumera.
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¿Y en los hogares? Augura que "en algún momento llegarán", pero rebaja expectativas. “El hogar es un entorno muy caótico. En cualquier momento se te cruza tu mascota, dejas cosas tiradas por medio inesperadamente o un niño corre. Si es difícil lograr la seguridad necesaria en sitios organizados como un almacén o una fábrica imagina en un hogar”.
Cuando se le pregunta la razón por la que Digit o Magic Leap triunfan en el mercado empresarial y no tanto como un producto de consumo, Johnson de nuevo hace gala de lo poco que le gusta exagerar las cosas. “Porque resuelven necesidades y problemas concretos en ese entorno. Solo eso”, insiste esta empresaria. Un ejemplo al que suele recurrir es que los móviles llegaron primero al entorno laboral, porque el comercial no tenía que parar a buscar un teléfono y eso ahorraba tiempo.
El temor a perder el trabajo
No es ajena a la inquietud que cosas tan disruptivas como la robótica o inventos como ChatGPT generan en muchos puestos de trabajo. El propio Sam Altman, por ejemplo, admitía hace unos días que los beneficios de la IA podrían “no llegar a todo el mundo por igual”. Johnson insiste en que Digit no está sustituyendo personas de carne y hueso.
“Hay muchas tareas que los humanos hacen y no disfrutan. Incluso hay tareas que son propensas a generar lesiones y que son peligrosas. ¿Por qué no delegarlas y enfocarnos en tareas más productivas”, se pregunta. “Lo que hemos visto es que cuando introducimos nuestros humanoides, los trabajadores asumen nuevos roles, como la supervisión. Esto les permite moverse a competencias digitales, una oportunidad que quizá no se hubiera planteado”.
- Es inevitable preguntarse qué ocurriría si la adopción masiva de la robótica sucede a un ritmo superior al de la escasez de mano de obra. ¿Haría falta un nuevo contrato social?
- Estamos lejos de llegar a un problema en ese sentido. La gente se preocupa, es normal. Pero les diría que el enfoque es que los robots son una manera de hacer mejor el trabajo y de elegir qué queremos delegar.
- Gente como Sam Altman ha experimentado con la renta básica universal y es algo recurrente entre la élite de Silicon Valley.
- Es difícil prever el futuro, pero sin duda es un tema recurrente. Hay muchas formas de hacer esa transición de un mundo con solo trabajadores humanos a otro donde convivan humanos y robots. La renta básica universal es una de esas opciones.
“Los robots van a ser la mayor industria tecnológica que el mundo haya visto jamás”. Cuando eres Jensen Huang, no tienes reparo en lanzar predicciones como esta, ya sea ante un inversor de Goldman Sachs o, en este caso, frente a un estadio abarrotado en el CES. Huang ha convertido a Nvidia en la viga maestra de la inteligencia artificial generativa y, con ello, en la segunda empresa más valiosa del mundo. Su apuesta promete impulsar robots domésticos útiles y humanoides que trabajen por nosotros. En este camino, Mark Zuckerberg ha anunciado su intención de fabricar este tipo de máquinas, y Elon Musk ya presentó Optimus, que podría llegar al mercado entre 2028 y 2030. Pero hay alguien que les saca ventaja