La increíble historia del ingeniero que se pasó 4 meses viviendo en el fondo del mar

• ¿Colonizar Marte? La clave de la supervivencia humana podría estar en el fondo del mar
• Millones de ballenas sufren alteraciones moleculares: es resultado de lo que pasó hace 80 años

Rudiger Koch, un ingeniero aeroespacial alemán, ha logrado un hito sin precedentes al pasar 120 días en una cápsula sumergida en el mar Caribe. Su experiencia no solo le ha permitido establecer un nuevo Récord Guinness, sino que también ha servido como experimento para evaluar la posibilidad de que los humanos puedan habitar el océano en el futuro.

La cápsula, ubicada a 11 metros de profundidad frente a la costa de Panamá, tenía una superficie de 30 metros cuadrados y estaba equipada con todo lo necesario para la vida diaria. Disponía de una cama, un baño, un ordenador con acceso a internet y una bicicleta estática para mantenerse en forma. Además, estaba conectada a una cámara superior a través de un tubo, lo que permitía el suministro de oxígeno, electricidad generada por paneles solares y el acceso de visitantes ocasionales.

El proyecto de Koch se enmarca dentro de la idea del seasteading, una corriente que defiende la posibilidad de establecer comunidades autónomas en el mar e independientes de la jurisdicción de los gobiernos. Esta iniciativa busca aprovechar el espacio marítimo para expandir la presencia humana en el planeta, especialmente en un contexto de superpoblación y cambio climático.

Una experiencia inolvidable

Para asegurar su bienestar durante la estancia, un equipo de profesionales monitorizó su estado físico y mental mediante cámaras de vigilancia las 24 horas del día. La cápsula también contaba con un sistema de comunicación que le permitía mantenerse en contacto con el exterior y recibir visitas de periodistas y científicos interesados en su experiencia.

Durante su tiempo en la cápsula, Koch tuvo la oportunidad de disfrutar de la bioluminiscencia marina y de la tranquilidad que ofrece el océano profundo. "Es hermoso cuando todo se calma, oscurece y el mar brilla", comentó al terminar el experimento.

Tras completar su misión, el ingeniero emergió a la superficie, donde celebró su hazaña con champán y un baño en las aguas caribeñas. A pesar del éxito de la prueba, reconoció que abandonar su hogar submarino le generó cierta nostalgia. "Ha sido una gran aventura y ahora que ha terminado, casi tengo un sentimiento de arrepentimiento por irme", afirmó.