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No ha pasado ni una semana y Trump ya tiene su primer gran incendio: "Musk es un matón"
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Fisuras entre 'broligarcas' y trumpistas

No ha pasado ni una semana y Trump ya tiene su primer gran incendio: "Musk es un matón"

Elon Musk ridiculizó esta semana uno de los mayores anuncios de Trump en su primera semana en la Casa Blanca, la inversión de 500.000 millones de dólares en IA. Es el inicio de una tormentosa relación

Foto: Elon Musk, realizando el saludo nazi esta semana. (Reuters)
Elon Musk, realizando el saludo nazi esta semana. (Reuters)
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"Tengo sentimientos encontrados sobre él, pero todavía me alegra que exista". Sam Altman, el jefe de OpenAI, se despachaba así hace unas semanas en una entrevista en público cuando le preguntaban por su enemigo número uno, Elon Musk. La frase, pronunciada un mes después de la victoria de Trump, desató carcajadas entre la audiencia, pero Altman no bromeaba. Era un anticipo de lo que iba a ocurrir poco después y de lo que nos espera en los próximos meses: un continuo choque de trenes entre 'tecnoligarcas' peleándose por contratos, inversiones y favores alrededor del trono de Trump con la inteligencia artificial como telón de fondo y un agitador desencadenando el caos: Musk.

El megaproyecto Stargate, anunciado por Trump esta semana, ha desatado el primer incendio corporativo entre las 'big tech', pero la tensión ya venía de atrás. Este martes, el presidente entrante anunció una masiva inversión privada en IA de 500.000 millones de dólares encabezada por OpenAI, Oracle y la japonesa Softbank. Y allí, a la vera de Trump, acaparando la atención, estaba la némesis de Musk, Sam Altman. "Va a ser el proyecto más importante de esta nueva era. Vamos a ver enfermedades curadas a un ritmo sin precedentes", aventuró Altman. Musk no tardó ni unos minutos en cargar su semiautomática de tuits.

"En realidad no tienen el dinero", soltó. Su mensaje cayó como una bomba y surtió efecto: Altman entró al trapo, aunque tirando primero de ironía. "Respeto de verdad tus logros y creo que eres el emprendedor más inspirador de nuestro tiempo". Musk lanzó otra ráfaga. "Softbank tiene bastante menos de 10.000 millones asegurados. Lo sé por una buena fuente". Altman volvió a picar, pero esta vez entró con todo. "Te equivocas, como seguramente sabes. ¿Quieres venir a visitar la primera planta en construcción? Ya sé que lo que es bueno para el país, no siempre lo es para tus compañías, pero espero que en tu nuevo rol pongas a EEUU primero", escribió, a la vez que publicaba un vídeo de la construcción del primer centro de datos de Stargate en Texas (debajo).

La pelea entre ambos desató una tormenta de reacciones y especulaciones. Primero, porque es inédito que un asesor gubernamental de primer nivel deje en evidencia de esta forma al presidente de EEUU solo minutos después de anunciar uno de los proyectos estrella de la legislatura. Segundo, porque desestabiliza los cimientos sobre los que Trump quiere construir su mandato en los próximos cuatro años, el poder sin restricciones de las tecnológicas.

Los ataques de Musk abrieron la veda y llegaron a Davos. "Es extremadamente importante que OpenAI se vaya rápido a otras plataformas porque Microsoft está construyendo su propia IA. No creo que Microsoft vaya a usar OpenAI en el futuro. Por eso ficharon a Mustafa Suleyman [cofundador de Deepmind, filial de Google, y ahora CEO de Microsoft AI], y Suleyman y Altman no son buenos amigos", dijo Marc Benioff desde Suiza, CEO de Salesforce y uno de los pesos pesados de Silicon Valley, ahondando aún más en la herida. El CEO de Microsoft, Satya Nadella, también en Davos, se vio forzado a responder a los ataques de Musk, pero evitó el cuerpo a cuerpo. "Yo estoy tranquilo con los 80.000 millones de dólares de inversión que tenemos comprometidos este año", zanjó.

De un plumazo, el acuerdo anunciado por Trump había puesto fin al pacto en exclusiva entre OpenAI y Microsoft y, a la vez, había cabreado a Elon Musk por quedarse fuera del proyecto y aupar a su enemigo. Un reportero le preguntó al propio Trump qué le parecía este gallinero. "No sé si tienen o no el dinero. El Gobierno no pone nada, el dinero lo aportan ellos, son gente rica. Espero que lo hagan. Lo que pasa es que a Elon no le gusta uno de ellos", soltó con media sonrisa. Ese "uno" era obviamente Sam Altman, y su sonrisa tal vez una prueba de que en realidad todo era un plan: que los amos de Silicon Valley se peleen entre ellos por servir al nuevo 'monarca'.

placeholder Marc Benioff, CEO y fundador de Salesforce, esta semana en Davos. (Reuters)
Marc Benioff, CEO y fundador de Salesforce, esta semana en Davos. (Reuters)

La rivalidad entre Musk y Altman, y cómo Trump la gestione, va a definir buena parte del éxito o fracaso de su mandato. Ambos cofundaron OpenAI como una entidad sin ánimo de lucro dedicada a "avanzar la IA de la forma más beneficiosa para la humanidad", escribió Altman a finales de 2015. Cuatro años después, en 2019, OpenAI decidió cambiar a un modelo híbrido con dos unidades, una sin ánimo de lucro y otra privada en busca de beneficio. Esta última ha acabado comiéndose a la anterior y se ha convertido en el gigante de IA más avanzado del mundo, capaz de llegar hasta las tripas de la Casa Blanca y hacer sombra no solo a Google, Meta o Microsoft, también al todopoderoso Elon Musk.

"Ya he perdido la cuenta de las veces que Elon nos ha demandado. ¿Cuatro?", se preguntaba Altman en una entrevista reciente con la ex columnista del WSJ y el NYT Bari Weiss, nuevo adalid y altavoz de los 'broligarcas'. Musk alega que Altman ha violado varios contratos al cambiar el estatus de OpenAI de organización sin ánimo de lucro a compañía privada. Altman se defiende y dice que es una invención.

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"Era Elon el que quería convertir OpenAI en una empresa privada. Hizo incluso una propuesta de integrarla en Tesla", señala Altman, que ha presentado las pruebas ante los tribunales. Como no consiguió el control de OpenAI, "creó un competidor directo [xAI] que está tratando de hacer exactamente lo mismo que OpenAI". Esa es la verdadera razón, apunta, por la que, entre otras cosas, Musk habría intentado ridiculizar el anuncio de Stargate de Trump esta semana, por puro interés personal y de negocio.

Fisuras entre 'tecnoligarcas' y trumpistas

El ascenso de Trump a la presidencia le otorga ahora un papel de juez y parte en la pelea entre Musk y Altman por el control de la IA. Pero si algo ha quedado claro con el episodio de esta semana, saludo nazi incluido, es que la volatilidad de Musk va a tensar la relación entre ambos hasta extremos que ni el propio Trump podría ser capaz de controlar. Otro ejemplo lo vivimos el pasado diciembre, tras el nombramiento del indio Sriram Krishnan como nuevo 'zar' de IA de la administración Trump.

Este ex directivo de Microsoft, Twitter y Facebook, ahora socio en la firma de capital Riesgo a16z, propiedad de otro de los 'broligarcas' de cabecera de Trump, Marc Andreessen, llegó a EEUU gracias a las visas H-1B, pensadas para importar talento altamente cualificado. Silicon Valley ha usado este programa durante años para fichar ingenieros. Se calcula que en 2023 se acogieron a este sistema más de 300.000 solicitantes. Entre ellos, en las últimas décadas, figuran muchos de los actuales CEO de tecnológicas en EEUU, como Sundar Pichai (Google), Satya Nadella (Microsoft) o Shantanu Narayen (Adobe). Y sí, también Elon Musk.

placeholder Sriram Krishnan, el nuevo asesor de IA de Donald Trump. (Techcrunch/Flickr)
Sriram Krishnan, el nuevo asesor de IA de Donald Trump. (Techcrunch/Flickr)

El nombramiento de Sriram Krishnan como nuevo jefe de IA, sin embargo, no sentó bien entre los republicanos más conservadores. "¿Alguno de vosotros ha votado a este indio para gobernar América?". "Trabajos para los americanos. Punto". "Trump debería entender que esto no es lo que votamos". Fueron solo algunos de los cientos de insultos y mensajes racistas y xenófobos en X contra Krishnan. La avalancha fue tal que David Sacks, su jefe, recién nombrado por Trump como 'zar' de IA y cripto, tuvo que salir en su defensa. Y también lo hizo Musk... a su manera.

"La razón por la que estoy en EEUU, junto con muchas de las personas clave que construyeron SpaceX, Tesla y cientos de otras empresas que fortalecieron a este país, es gracias a las visas H-1B. Da un gran paso atrás y QUE TE JODAN en la cara. Iré a la guerra por este tema de una forma que gente como tú ni siquiera puede comprender", respondió Musk en X a alguien que criticaba este sistema. Acababa de encender otro gran incendio que se acabaría cobrando una víctima política de peso: Vivek Ramaswamy.

"Nuestra cultura ha venerado la mediocridad sobre la excelencia. Celebramos a la reina del baile sobre el campeón de matemáticas"

A Ramaswamy, socio de Musk en el nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) y uno de los elegidos de Trump, no se le ocurrió otra cosa que echar gasolina. "El motivo por el que las empresas tecnológicas a menudo contratan a ingenieros nacidos en el extranjero no se debe a un déficit innato de coeficiente intelectual en los estadounidenses. Una parte clave se reduce a la palabra con "c": cultura. Nuestra cultura ha venerado la mediocridad sobre la excelencia durante demasiado tiempo. Una cultura que celebra a la reina del baile sobre el campeón de la olimpiada de matemáticas, o al atleta sobre el mejor estudiante, no producirá a los mejores ingenieros", publicó. Su queja elevó aún más el cabreo de los republicanos más fanáticos de Trump. Horas después de la toma de posesión del nuevo presidente este lunes, Ramaswamy confirmó su salida del Gobierno para presentarse a gobernador por Ohio.

"Mucha gente ya lo quería fuera antes del tuit, pero le echaron definitivamente después de publicar ese mensaje", señalan fuentes republicanas consultadas por Político. Esas mismas fuentes argumentan que Musk fue clave en el despido de su socio. Trump, nuevamente, se vio obligado a pronunciarse y cuadrar el círculo entre la contratación de extranjeros y el decálogo del Make America Great Again: apoya el programa de visas H-1B, pero cree que necesita una profunda reforma.

Trump no lleva ni una semana en el cargo, y Musk ya se ha convertido en el pirómano en jefe de Casa Blanca. La duda ahora es saber si Trump sabrá (y podrá) controlarlo. "Elon es un emprendedor legendario. También es claramente un matón", aseguraba Altman. "Le gusta meterse en peleas. Lo ha hecho con Zuckerberg, Bezos, Gates y mucha otra gente. Ahora me ha tocado a mí".

"Tengo sentimientos encontrados sobre él, pero todavía me alegra que exista". Sam Altman, el jefe de OpenAI, se despachaba así hace unas semanas en una entrevista en público cuando le preguntaban por su enemigo número uno, Elon Musk. La frase, pronunciada un mes después de la victoria de Trump, desató carcajadas entre la audiencia, pero Altman no bromeaba. Era un anticipo de lo que iba a ocurrir poco después y de lo que nos espera en los próximos meses: un continuo choque de trenes entre 'tecnoligarcas' peleándose por contratos, inversiones y favores alrededor del trono de Trump con la inteligencia artificial como telón de fondo y un agitador desencadenando el caos: Musk.

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