Le he comprado a mi hija su primera tableta y he conseguido que esté más vigilada que el Kremlin
¿Llegó el temido momento de comprarle a tu hijo o hija su primer móvil o tableta? Estas son las aplicaciones que necesitas para monitorizar su actividad y mantener tu tranquilidad mental
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Llevo años esquivando el tema de comprarle un móvil o una tableta a mi hija, pero ya no puedo aguantar más. Mi capacidad para hacer oídos sordos a sus peticiones se vio seriamente comprometida estas Navidades, cuando sus dos mejores amigas del cole estrenaron tablet y comenzaron a pedirle su contacto de Messenger Kids. Era hora de que ella también tuviera al menos una tableta. Así sea solo para poder relacionarse digitalmente con sus amiguitas y jugar a algo de vez en cuando. Lo del móvil lo dejo para cuando cumpla 14, o quizá 18, aunque la idea de esperar a los 33 tampoco me disgusta si eso dependiera de mi.
Eso sí, una cosa es ceder al dichoso aparatito, y otra muy diferente permitir que lo use a su antojo. Una tableta puede ser un dispositivo muy valioso desde el punto de vista educativo o de ayuda al estudio. También hacer las veces de consola, y los videojuegos, bien elegidos, me parecen buenos desde el punto de vista formativo. Sin embargo, también es un potente instrumento de streaming, que es una actividad mucho más pasiva y no tan deseable para una mente en formación. Tras dos semanas de minuciosa investigación, creo que he logrado que su flamante tableta rivalice con el despacho de Putin en lo que a vigilancia se refiere. Seguramente, a medida que pasen los años y aprenda a desenvolverse, me será más difícil monitorizar su actividad, pero ahora mismo en ese sistema operativo no pasa un bit sin que yo lo sepa. Esto es lo que he aprendido por el camino.
Control parental en el sistema operativo
Los primeros pasos en el espionaje paterno-filial comienzan en el sistema operativo. Tanto la tableta de mi hija como mi móvil son Android, lo que facilita mucho la labor. El sistema de control parental de Google se llama Family Link. Además de gratuito, es de los más completos que existen. Para ponerlo en marcha hay que comenzar creando una dirección de Gmail para nuestro hijo. Sí, se que una dirección de correo parece una puerta de entrada a un mundo muy adulto, pero nadie salvo yo la conoce y no se ha usado como método de identificación en ningún servicio de terceros, lo que limita mucho la cantidad de spam que puede recibir. Eso por no mencionar que ni siquiera tiene acceso a ella de momento. Google permite crearla especificando que se trata de un correo electrónico para un menor y que va a estar bajo nuestra tutela durante unos años.
Una vez creado, solo hay que registrar la tableta o móvil con esa dirección. Al detectar que se trata de la dirección de un menor, Google solicitará la del padre, madre o tutor. A partir de ahí solo hay que seguir las instrucciones de configuración.
Una vez terminado de configurar, todo se controla desde una app en el móvil paterno. Family Link tiene un sorprendentemente nivel de detalle en sus ajustes. Para empezar podemos establecer un límite de tiempo al uso general del dispositivo. Pasado este límite, la tableta se bloquea y el menor debe esperar al día siguiente o solicitar más tiempo a sus padres. Este tiempo adicional, si procede, se añade desde la app en el móvil paterno.
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La cosa no termina ahí. Además del tiempo general, podemos establecer límites de tiempo a cada app por separado (y bloquear completamente el acceso algunas aplicaciones si lo estimamos necesario). Esto es muy útil para regular aplicaciones muy adictivas como YouTube Kids, y al mismo tiempo permitir que siga usando la tableta para otras cosas como mensajes con sus amigas o leer. Finalmente, Family Link permite establecer horas de no molestar en las que el menor no puede usar el dispositivo de ninguna manera, le quede tiempo ese día o no. De esta manera evitamos, por ejemplo, que usen el móvil a escondidas en la cama en vez de dormir.
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Family Link no solo es un limitador de tiempo de uso. También permite regular los contenidos a los que se accede. Se puede, por ejemplo, bloquear completamente el acceso a ciertas aplicaciones. Si nuestro hijo trata de instalar algo nuevo nos llega una notificación al teléfono y podemos autorizar la descarga de forma remota. De igual manera, podemos definir qué contenidos va a mostrar YouTube siguiendo los límites de edad que establece la propia app. Finalmente, podemos establecer restricciones en Chrome. No solo activando búsquedas seguras, sino llegando hasta el punto de que los pequeños no puedan hacer búsquedas y no cargue ninguna web sin antes solicitar nuestro permiso.
Family Link incluye una tonelada de estadísticas de uso del dispositivo de nuestro hijo, así como todo tipo de datos de actividad, como las aplicaciones que usa o las que instala. Eso sí, no es perfecto. Hay aplicaciones que, por su propia naturaleza, no son permeables a este tipo de control parental y deben configurarse por separado. WhatsApp, por ejemplo, es inmune a Family Link por el carácter cifrado de sus comunicaciones. Lo mismo ocurre con Telegram. Mi consejo, de todos modos, es no permitir el acceso de los pequeños a estas aplicaciones de mensajería porque es dejar la puerta abierta a contactos desconocidos o a grupos que comparten contenidos para adultos. Más abajo hago un repaso a las apps de mensajería con control parental disponibles ahora mismo.
"WhatsApp, por ejemplo, es inmune a Family Link por el carácter cifrado de sus comunicaciones. Lo mismo ocurre con Telegram"
Otras aplicaciones como Netflix están sujetas al tiempo de uso general de Family Link, pero los contenidos deben ser restringidos internamente mediante las opciones de edad que Netflix establece en los perfiles. Hasta es posible bloquear una película completa dentro de un perfil, o proteger los perfiles para adultos mediante PIN para que el pequeño no pueda entrar en ellos.
Volviendo a Family Link. La app está disponible tanto para Android como para iOS, pero si el móvil del pequeño es iPhone, el control de la app de Google es mucho más limitado y no incluye aspectos cruciales como el tiempo de uso. Estas funciones pueden configurarse desde los propios ajustes de iOS en el apartado: Ajustes / Tiempo de uso (Screen Time). Tienes la guía oficial completa de Apple aquí, pero si realmente quieres saber cómo gestionar el control parental en un iPhone, nuestra guía tiene todo lo necesario.
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Hasta ahora hemos hablado de controles parentales en móviles y tabletas, pero el repaso no puede estar completo sin hablar de Windows 11. Si por lo que sea has elegido una tableta Windows 11 para tu hijo, te gustará saber que también hay controles parentales en el sistema operativo de Microsoft. Su funcionamiento no es muy diferente del de Family Link. Básicamente, tienes que acceder al apartado de Cuentas del dispositivo, buscar el epígrafe Familia, y agregar un nuevo usuario especificando que se trata de un menor bajo tu tutela. Al igual que en Google, tanto el menor como tú necesitáis cuentas de correo de Microsoft, pero el procedimiento es bastante sencillo y solo hay que seguir las instrucciones para vincular su cuenta a la nuestra. Una vez completado el proceso, el menor accederá al equipo mediante su propia cuenta cuyos contenidos podemos administrar nosotros.
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Para extender estos controles podemos darnos de alta en Family Safety, que es una suerte de versión de Family Link de Microsoft. Su paquete básico es gratuito y cuenta con aplicaciones en Android e iOS. Su mayor problema es que está tremendamente centrada en productos de Microsoft hasta el punto de que el filtrado de contenidos se limita al navegador Edge y al buscador Bing.
Seguridad de terceros
Los sistemas integrados en el sistema operativo como Family Link son todo lo que necesito por el momento porque mi hija acaba de cumplir los nueve y sus actividades digitales aún son bastante limitadas. Sin embargo, a medida que los hijos crecen, la cosa se complica y las preocupaciones crecen exponencialmente.
Para empezar está el tema de las redes sociales. Si de mí dependiera, prohibiría las redes sociales completamente o limitaría su acceso a mayores de 21 años. Suena autoritario, lo sé, pero considero que las redes sociales tienen un efecto negativo atroz sobre la capacidad de atención que es aún más potente en menores. También consumen toneladas de tiempo, y ahora mismo son un canal de distribución fabuloso para todo tipo de ciberbullying, bulos, contenidos que promocionan los trastornos psicológicos, y materiales no aptos para menores ni para mayores que deseen mantener su cordura intacta.
Lamentablemente, la regulación de las redes sociales no depende de mí, y hoy es posible acceder a ellas a partir de los 14 años si le preguntas a las leyes de protección de datos españolas, y a partir de los 13 si le preguntas a X, Facebook, Instagram, TikTok, Twitch o Discord. Supuestamente, es necesario ser mayor de 16 años para acceder a WhatsApp.
"Lo peor es que la supervisión de Family Link ya no es efectiva cuando el niño cumple 13 años"
Lo peor de todo es que la supervisión de Family Link ya no es efectiva cuando el niño cumple 13 años. A partir de esa edad, el ahora preadolescente puede detener la supervisión parental cuando quiera. Si los padres desean seguir monitorizando las actividades del jovencito en el móvil, es preciso recurrir a aplicaciones de terceros.
Lo mejor de las aplicaciones de control parental de terceros es que son muy exhaustivas y permiten monitorizarlo todo, desde los mensajes de texto o los correos electrónicos o a las redes sociales, pasando por el contenido que llega desde el navegador. La mala noticia es que las mejores aplicaciones de este tipo son de pago o incluso peor, de pago y suscripción. Aura, por ejemplo, integra hasta funciones de IA que buscan mensajes inapropiados en los juegos online, pero cuesta 99 dólares al año.
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Qustodio, que es otro de los grandes jugadores en apps de control parental, es gratuito el primer mes. A partir de ahí cuesta 55 dólares al año en su versión básica, o 99 en la ilimitada. Net Nanny cuesta 60 dólares al año, y Bark tiene planes mensuales de 5 o 14 dólares.
El funcionamiento de estas aplicaciones varía y algunas son más intrusivas que otras. En muchos casos lo que permiten es monitorizar la actividad de los pequeños en redes sociales solo si detectan una actividad sospechosa, como que una persona que no está entre los contactos familiares se ponga en contacto con el menor. Lo único crucial a tener en cuenta en todas ellas es que, aunque facilitan mucho la supervisión del niño, no funcionan por sí solas. Es preciso una vigilancia activa por parte del progenitor. Las apps de control, parental solo hacen esta tarea posible en canales digitales.
A vueltas con la mensajería
Cerramos este repaso a las principales herramientas de control parental hablando de aplicaciones de mensajería. Son un problema porque los sistemas de supervisión no suelen integrar mensajería con el peque, salvo en algunos casos automatizados como requerir más tiempo de uso, o pedir permiso para instalar una app. Para hacer las cosas más incómodas, ninguna de las aplicaciones de este tipo para adultos como WhatsApp, Telegram, Discord o Messenger son muy recomendables para niños. El mayor problema no es tanto que puedan recibir mensajes de desconocidos, como que accedan a grupos con contenidos para adultos que no son regulables por los medios tradicionales ni por las apps que hemos visto arriba.
La mejor solución para mantener a los retoños comunicados y al mismo tiempo seguros es instalar una aplicación de mensajería específica para ellos. La más popular es Messenger Kids, que es la versión infantil del Messenger tradicional de Meta, pero con funciones de seguridad específicas para evitar que el menor hable con desconocidos. Solo los padres pueden añadir y gestionar contactos en Messenger Kids. La app también cuenta con funciones divertidas en los chats de vídeo como filtros, pero su mayor potencial es... que lo usan todos los niños.
Existen alternativas a Messenger Kids muy dignas como JusTalk Kids, GeckoLife o Kinzoo, pero solo servirán para comunicarse con los miembros de la familia que tengan instalada la app. Al final, el mercado es el que manda, y la misma razón por la que todos los niños andan con la app de Meta es la misma por la que todo el mundo usa WhatsApp. Es la alternativa más extendida.
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Llevo años esquivando el tema de comprarle un móvil o una tableta a mi hija, pero ya no puedo aguantar más. Mi capacidad para hacer oídos sordos a sus peticiones se vio seriamente comprometida estas Navidades, cuando sus dos mejores amigas del cole estrenaron tablet y comenzaron a pedirle su contacto de Messenger Kids. Era hora de que ella también tuviera al menos una tableta. Así sea solo para poder relacionarse digitalmente con sus amiguitas y jugar a algo de vez en cuando. Lo del móvil lo dejo para cuando cumpla 14, o quizá 18, aunque la idea de esperar a los 33 tampoco me disgusta si eso dependiera de mi.