El asalto de los 'tecnoligarcas' al poder: así se está fraguando el nuevo orden mundial
El ascenso de Elon Musk al poder junto a Donald Trump supone la culminación de un movimiento libertario nacido en Silicon Valley que ahora se extiende por Estados Unidos y busca saltar a Europa. Esto es lo que nos espera
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F2ce%2F451%2F016%2F2ce451016c2e3f1274f99405094e336a.jpg)
"He dejado de creer que la libertad y la democracia sean compatibles. La noción de 'democracia capitalista' es un oxímoron". Si al leer esta frase has pensado que se trata de una nueva incontinencia tuitera de Elon Musk, no eres el único. El fundador de Tesla y dueño de X ha acaparado en los últimos días la agenda política global con sus ataques a los gobiernos de Europa y sus intentos de desestabilización. Nadie sabe aún si se trata de una estrategia orquestada con Donald Trump, en vísperas de su toma de posesión, o un episodio más de su personalidad, pero hay pocas dudas de que la 'era Musk' significa algo más que sus cascadas de tuits: es el arranque de una fase en la que las grandes tecnológicas van a definir el tablero geopolítico mundial. Ha llegado la hora de los 'tecnoligarcas', y todos quieren un asiento en primera fila.
Cuando el próximo lunes 20 de enero Donald Trump se convierta en el presidente número 47 de EEUU en una fastuosa ceremonia inaugural, lo hará tras haber recaudado casi 200 millones de dólares en donaciones a su evento de toma de posesión. Es una cifra récord, más del triple de lo que logró Joe Biden hace cuatro años (62 millones). Lo interesante, sin embargo, no es tanto la cifra, sino quién está firmando los cheques.
Sam Altman (OpenAI), Mark Zuckerberg (Meta), Jeff Bezos (Amazon) y Tim Cook (Apple), entre otros CEO e inversores tech, desembolsarán más de un millón de dólares cada uno a título personal. "Trump liderará a nuestro país hacia la era de la inteligencia artificial, estoy ansioso por apoyar sus esfuerzos para garantizar que EEUU se mantenga a la vanguardia", aseguró Altman. Por comparar, Apple ofreció solo 100.000 dólares en 2017. "En el primer mandato, todos me rechazaban", dijo Trump recientemente. "Ahora todos quieren ser mi amigo". Amazon retransmitirá además la ceremonia en Prime Video, en una regalo 'en especie' de otro millón de dólares.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F02b%2F23e%2Fec9%2F02b23eec9d0ca848aa25777d7526bb31.jpg)
Este respaldo millonario es una pista más de lo que va a ocurrir en los próximos cuatro años. El ascenso de Trump al poder de la mano de Musk, que volcó los algortimos de X a su favor y donó 277 millones de dólares, se produce en un momento en el que la tecnología se ha convertido en un valor estratégico capaz de ganar elecciones o alterar el balance de fuerzas entre potencias enfrentadas. El boom de la IA en los dos últimos años ha coincidido con un giro político global hacia posiciones nacionalpopulistas que ahora Elon Musk está escenificando a golpe de tuit. Aunque a algunos les coja por sorpresa, este paso al frente de algunos líderes tecnológicos lleva gestándose en la sombra durante las últimas décadas. Ahora solo asistimos a su eclosión definitiva.
El maestro, el elegido y el valedor
La cita inicial con la que arranca este artículo, efectivamente, parece firmada por Elon Musk, pero en realidad la dejó escrita hace 16 años Peter Thiel, cofundador de PayPal junto al propio Musk.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F6b2%2F523%2Fdc2%2F6b2523dc2f163a56cb4dd4e48ae02c02.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F6b2%2F523%2Fdc2%2F6b2523dc2f163a56cb4dd4e48ae02c02.jpg)
En el 2009, Thiel publicó el artículo The Education of a Libertarian, que generó una gran polémica por perlas como esta: "Desde 1920, el gran aumento de beneficiarios del bienestar social y la extensión del derecho de voto a las mujeres —dos grupos que, notoriamente, presentan desafíos para los libertarios— han convertido la noción de "democracia capitalista" en un oxímoron". Lanzó también una predicción: "Nuestro destino dependerá del esfuerzo de un solo individuo que construya o propague la maquinaria de la libertad que haga del mundo un lugar seguro para el capitalismo". La profecía del maestro se ha cumplido: Trump es el elegido, Musk su valedor.
La transformación ideológica del fundador de Tesla no se entiende sin la figura de Peter Thiel, ni el aumento de poder de la facción conservadora en Silicon Valley y las big tech. Thiel, dueño del gigante militar Palantir, lleva desde hace décadas sembrando la semilla del tecnoautoritarismo dentro y fuera de Silicon Valley, aupando a figuras como el ingeniero de software de 51 años Curtis Yarvin, pensador de cabecera del vicepresidente electo J.D. Vance.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F975%2Ffdf%2F09b%2F975fdf09bcfdc5267e8987c068ae1b59.jpg)
Yarvin, autodefinido como reaccionario y extremista, y que ha escrito en favor de la esclavitud y el supremacismo blanco, dijo medio en broma en un foro online en 2008 que a la gente poco productiva habría que "convertirla en biodiésel" para los autobuses municipales. En 2012 dejó caer en serio que "si los estadounidenses quieren cambiar su gobierno, tendrán que superar su fobia a los dictadores".
Hasta esa fecha, se trataba solo de ideologías en estado embrionario, afloraban en charlas universitarias o en las cenas de los por entonces jóvenes inversores Peter Thiel, Elon Musk, David Sacks o Marc Andreessen. En ellas se hablaba de vivir para siempre o de fraguar un mundo repleto de miniestados anarcocapitalistas donde las capacidades humanas, aupadas por la tecnología, no tuvieran límites. Les obsesionaba el transhumanismo, la superinteligencia, las restauraciones monárquicas y las civilizaciones interplanetarias, pero su discurso no atravesaba su propia cámara de eco.
El concepto de big tech, de hecho, acababa de nacer. En 2010, Google, Amazon, Facebook y Apple comenzaban a ser conocidos como los GAFA, pero las tecnológicas aún estaban muy lejos de dominar la economía global. En junio de ese mismo año, Steve Jobs (fallecería un año después) presentó el iPhone 4. Facebook apenas tenía 500 millones de usuarios (Twitter 150 millones), Instagram era un erial y en España el rey era Tuenti (lo compraría Telefónica ese verano por 80 millones). La revolución de los smartphones y las redes sociales estaba aún en pañales.
El limitado poder del sector tecnológico se reflejaba en los datos. Hasta 2008 solo había una tecnológica en el top 20 de las empresas con mayor capitalización de mercado a nivel mundial: Microsoft. Hoy en día, ese top 20 está copado por ocho tecnológicas (siete de EEUU), con una capitalización de mercado combinada de 15,3 billones de euros. Sumando el PIB de Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y España ni siquiera llegaríamos a esa cifra. En solo 15 años, las big tech y un puñado de millonarios se han convertido en los nuevos amos del planeta.
Tecnomillonarios sin careta
La primera vez que nos dimos cuenta de verdad de lo que estaba ocurriendo fue en 2016. Ese año, Peter Thiel declaró su apoyo a Donald Trump y pronunció un discurso en la Convención Nacional Republicana. Fue el primero en romper el tabú y demostrar que en Silicon Valley no solo había progresistas con pegatinas de la bandera del arcoiris en el ordenador. Por eso, a Thiel se le considera hoy un visionario no solo tecnológico, también político: fue la persona que desbrozó el camino para el resto de 'broligarcas' libertario-autoritarios.
Su asalto político, sin embargo, salió regular. Solo dos años después de ese discurso, con Trump ya en la Casa Blanca, estalló el escándalo de Cambridge Analytica. Los datos de Facebook de casi 90 millones de usuarios habían sido usados sin su consentimiento para captar votos de forma hiper-personalizada, tanto en las presidenciales de EEUU como en el referéndum del Brexit. Zuckerberg se vio forzado a declarar en el Congreso de EEUU y a pedir perdón. Cambridge Analytica desapareció.
"El Estado nación era la unidad de organización política. Ahora vivimos en un mundo en el que hay gente por encima de los Estados"
Este episodio supuso una especie de despertar colectivo, descubrimos cómo la maquinaria de las redes sociales y las big tech podían emplearse para ganar elecciones y reemplazar gobiernos. En realidad fue un experimento fundamental para lo que vino después. El segundo asalto, perfeccionado con X y Musk a los mandos, lo acabamos de vivir: sus mensajes han prendido como un bidón de gasolina en un caldo de cultivo propicio, el hartazgo de la ciudadanía con los políticos demócratas y las contradicciones del sistema.
Entre uno y otro momento han sucedido, básicamente, dos cosas. Por un lado, el poder de las tecnológicas se ha disparado de una forma que casi nadie supo prever ni frenar. La industria de los coches eléctricos y autónomos, los procesadores de alta gama, el boom de las criptomonedas, la entrada de Silicon Valley en el negocio de la guerra (con Thiel, de nuevo, a la cabeza, junto a 'versos libres' como Palmer Luckey) y, sobre todo, la revolución de la inteligenia artificial, se han convertido en la rueda que hace girar ahora la competencia entre EEUU, Europa y China.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F0e8%2F701%2F0d2%2F0e87010d24bbdcf7328e87901fd069ee.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F0e8%2F701%2F0d2%2F0e87010d24bbdcf7328e87901fd069ee.jpg)
Su poder ha escalado tanto que estas empresas gastan anualmente en innovación más que países enteros. Un ejemplo: solo Alphabet, matriz de Google, gasta anualmente más en I+D que los gobiernos de España e Italia juntos. Esto ha generado una tensión geopolítica inédita. Los artífices del milagro económico en EEUU exigen rienda suelta a su visión, quieren aligerar la regulación, se lo han ganado, dicen. Europa, descolgada de la carrera, ha optado por todo lo contario. Hartos de las trabas, al otro lado del charco han dicho basta.
Esta tensión ha desencadenado en gran medida el segundo fenómeno, el salto definitivo de los 'tecnoligarcas' al poder político. No fue hasta 2024, concretamente la tarde del 13 de julio, cuando casi matan a Trump a tiros durante un mitin, que se confirmó la Santa Alianza entre el movimiento nacional-populista de Trump y los tecnomillonarios de San Francisco. Elon Musk tomó el relevo de Thiel y le abrió la puerta, respaldando al candidato republicano, haciendo campaña por él y donando 277 millones de dólares a su campaña, pagos a votantes incluidos.
"Estamos ante un enorme problema político y social", explica a este diario un reconocido experto mundial en IA afincado desde hace casi dos décadas en EEUU y ex alto directivo de una big tech. Pide que no revelemos su nombre porque "siente que ya no puede decir libremente lo que piensa". "Si continúas dando cada vez más poder y dinero a un pequeño grupo de gente, a estos tecnomillonarios, la sociedad acaba convertida en feudalismo. Si quieres algo que se parezca más a una democracia con una amplia clase media, necesitas otros parámetros para conseguirlo. Es lo que vimos tras la II Guerra Mundial en Occidente. Tenías impuestos elevados, gobiernos democráticos fuertes y un alto grado de centralización de los recursos. No había gente que tuviera más poder que los Estados. El Estado nación era la unidad de organización política. Ahora vivimos en un mundo en el que hay gente por encima de los Estados".
"Marc Benioff era el prototipo de empresario hippie. Ahora ha pasado de preocuparse por el mundo a decir 'que os jodan'"
Este ex directivo tecnológico, que ha vivido en primera persona la transformación de Silicon Valley, añade otro factor que explica lo que está ocurriendo hoy en día. "Además del giro económico y político, se ha producido un giro cultural. Siempre ha habido millonarios, pero en las últimas décadas, por razones culturales, se sentían obligados a jugar este rol de filántropo, a mostrar empatía, a actuar por el bien común. A estos tecnomillonarios ahora se les ha caído la careta, les da igual la empatía. Hemos vuelto a la Edad Media en este sentido. Lo único que intentan es amasar poder por el puro placer de hacerlo".
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F2e6%2Fab1%2F557%2F2e6ab1557f2935132a9bb69b18c4a972.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F2e6%2Fab1%2F557%2F2e6ab1557f2935132a9bb69b18c4a972.jpg)
Para explicar su idea señala un ejemplo revelador, el de Marc Benioff, creador de Salesforce y uno de los oráculos de Silicon Valley. "Hace unos años, Benioff construyó su imagen personal alrededor del slogan "El negocio de los negocios es mejorar el estado del mundo". Era casi como un empresario hippie. Pero era solo una estrategia de marca. Lo hacía porque había una presión social y cultural en ese sentido. Hoy es uno de los grandes fanáticos de Trump y no le importa reconocerlo y hablarlo en público. Ha pasado de preocuparse por el mundo a decir "que os jodan". Es dramático".
Anarcocapitalismo (de boquilla)
Ahora que Musk ha conseguido la posición de asesor extraoficial, pero a todas luces estrella, de Donald Trump, y de corresponsable (junto a Vivek Ramaswamy, defensor del turbocapitalismo y fundador de la farmacéutica Roivant Sciences), de recortar y reestructurar el Gobierno federal, la pregunta es qué va a pasar, cómo van a impactar en EEUU y el resto del mundo los intereses empresariales e ideológicos de los 'tecnoligarcas' en la administración Trump... si es que esto va a ocurrir.
"La manera más clara de imaginarse cuál es su motivación es a través del marco tradicional del complejo militar-industrial. En EEUU hay una larga tradición de empresas privadas obteniendo ganancias mediante la venta de productos y servicios al Gobierno federal", dice por teléfono Quinn Slobodian, profesor de historia internacional de Boston University y autor de varios libros que exploran el vínculo entre la riqueza, la ideología y la tecnología. "La empresa Palantir [de Peter Thiel] tiene grandes contratos federales; SpaceX [de Elon Musk] tiene grandes contratos para lanzar satélites militares; Mark Andreseen [uno de los mayores inversores tecnológicos del país] es muy activo a la hora de promover que sus startups tengan al Gobierno de Estados Unidos como su cliente principal".
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fb42%2F1ec%2F2c1%2Fb421ec2c1da5864787ba3ac484f568b7.jpg)
"Pero la parte que lo hace interesante", continúa Quinn Slobodian, cuyo último libro se titula El capitalismo de la fragmentación: el radicalismo de mercado y el sueño de un mundo sin democracia (Paidós, 2023), "es que Andreessen, David Sacks y Peter Thiel, han estado asociados, desde hace mucho, con una abierta hostilidad hacia el gobierno, e incluso hacia la idea de las instituciones democráticas".
Un reciente ejemplo de esta actitud es El Manifiesto Tecno-Optimista, publicado por Andreessenen en octubre de 2023. Unas 5.000 palabras de elogio materialista hacia la tecnología, los inversores y el sector privado. Un texto en el que, como apunta Quinn Slobodian, todo lo relacionado con el Estado y el Gobierno es negativo: corrupción, burocracia, exceso de regulación, pobreza. Un obstáculo a la innovación.
"Si Trump, que va a cumplir 79 años, se muere durante la presidencia, le sucederá J. D. Vance, un discípulo ni más ni menos que de Peter Thiel"
"La fortuna de Andreessen, sin embargo, y el futuro de su modelo de negocio reside en el propio Estado", dice Slobodian. "Así que tenemos una paradoja en la que hay personas que se oponen retóricamente al Gobierno, pero, al mismo tiempo, dependen de él por completo". La misma paradoja la vimos en marzo de 2023 tras el colapso del Silicon Valley Bank, que amenazó con enviar a la bancarrota a miles de startups y hundir la 'meca' de la innovación. En ese momento, muchos inversores y emprendedores como Andreessen rogaron al gobierno tomar cartas en el asunto. La FDIC, la agencia gubernamental encargada de garantizar los depósitos, se hizo con el control del banco y acabó pasando el agujero de 20.000 millones a la entidad privada First Citizens. Nuevamente, el vapuleado Estado salvaba los muebles.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F1ec%2Fecb%2F99b%2F1ececb99b1c58c71f43b45bc13a7b456.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F1ec%2Fecb%2F99b%2F1ececb99b1c58c71f43b45bc13a7b456.jpg)
Según Jonathan Taplin, autor de The End of Reality: How 4 Billionaires Are Selling a Fantasy Future of the Metaverse, Mars and Crypto, estos "tecnócratas", como él los llama, tienen varios proyectos concretos y extremadamente ambiciosos para los que necesitan al Gobierno federal. Uno de ellos, respaldado por Marc Andreessen y el CEO de Meta, Mark Zuckerberg, es Web3: un mundo virtual al que se accedería con unas gafas especiales, y que serían tan completo y vibrante que ejercería de realidad alternativa o "metaverso". Un futuro negocio que, de momento, ha supuesto un completo fracaso para Meta y en el que Apple también intenta colarse con sus gafas Vision Pro.
El segundo proyecto es el apoyo de las criptomonedas, un sector que solía ser denostado por esa criatura analógica de los años ochenta que es Donald Trump, hasta que durante las pasadas elecciones cambió de opinión y anunció que EEUU sería la criptocapital del mundo. Un movimiento que le ha valido cantidades extra de valiosas donaciones. El tercer proyecto es el que más se proclama a bombo y platillo, y pertenece a Elon Musk: colonizar marte en el próximo medio siglo para hacer de la humanidad una especie interplanetaria y alargar la vida de la conciencia.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F735%2Fd51%2F3fd%2F735d513fd03864ffea91b4667927a797.jpg)
Hay una tercera razón, según Quinn Slobodian, por la que estos milmillonarios tecnológicos estarían interesados en unirse al Gobierno, como David Sacks, nominado por Trump como el "zar cripto y de IA". Una alternativa algo menos realista que las dos anteriores, pero que no es descabellada, dados los antecedentes ideológicos de los 'broligarcas'. Es posible que su objetivo sea destruir el Estado desde dentro para traer ese capitalismo radical y antidemocrático.
Finalmente, habría otro objetivo, no del todo rocambolesco: si Donald Trump, que va a cumplir 79 años el próximo junio, se muere durante la presidencia, le sucederá su vicepresidente, J. D. Vance, un discípulo ni más ni menos que de Peter Thiel. Fue este quien los presentó a ambos en Mar-a-Lago en 2021, poco después de que Trump cayera en desgracia tras alentar el asalto al Capitolo. Pero Quinn Slobodian destaca que la ideología que parece profesar Vance es distinta a esa especie de anarcocapitalismo futurista de los broligarcas. "Vance solía trabajar para Thiel, en una compañía fundada por este. Así que no es exagerado decir que tienen conexiones. Sobre si las ideas políticas de Vance son una extensión de las de Thiel, ahí no estoy tan seguro", señala Slobodian.
"Ya están al mando"
Quienes han investigado de cerca el asalto al poder de los 'tecnoligarcas' tienen claro que no hay marcha atrás. "Creo que ya están al mando", resumía recientemente Jonathan Taplin al Financial Times. "Después de todo, sus empresas son las que construyen la infraestructura de computación en la nube y la IA para los gobiernos, los cables submarinos que impulsan el comercio y las comunicaciones, los drones militares y la tecnología satelital cruciales para la defensa y, ahora, los nuevos sistemas internacionales de divisas que bien podrían estar en el centro de la próxima crisis financiera".
Trump, de momento, no solo ha logrado unir a su causa a Musk, Thiel, Sacks y Andreessen, también lo ha conseguido con Mark Zuckerberg, que ahora hasta se atreve a ser entrevistado por el polemista y podcaster Joe Rogan. En un vídeo reciente, el fundador de Facebook anunció la supresión del actual sistema de moderación (basado en el trabajo de 40.000 moderadores en todo el mundo) por anotaciones de la comunidad similares a las que funcionan en X. Atacó además como nunca lo había hecho a los gobiernos europeos y a los medios de comunicación tradicionales por su "censura". Zuckerberg, cuya obsesión por el emperador romano Augusto César le ha llevado a cambiar sus hábitos de vida y hasta su look, ha decidido unirse a la cruzada de Musk para ganarse el favor de Trump, quien le llegó a acusar de conspirar contra él en las anteriores elecciones presidenciales y al que amenazó incluso con encarcelar de por vida.
"El acuerdo es sencillo: si Silicon Valley se deja 'vacunar' con la fórmula Musk, Trump legislará en favor de las 'big tech'. O no las perjudicará"
Está por ver qué postura tomarán el resto de jefes de las big tech, pero todo apunta a un endurecimiento de su estrategia. Satya Nadella, CEO de Microsoft, que hasta ahora había mantenido un perfil bajo y neutral, firmó el pasado noviembre una carta con el aceleracionista Marc Andreessen solo unos días antes de las elecciones pidiendo que se regule la IA "solo si los beneficios superan a los costes". Sam Altman (OpenAI), Jeff Bezos (Amazon) y Tim Cook (Apple) han financiado y apoyado abiertamente a Trump, con la esperanza de que la nueva administración aumente aún más el poder de sus empresas.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F5d7%2Fda8%2F6d0%2F5d7da86d08338950219d57122c561c15.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F5d7%2Fda8%2F6d0%2F5d7da86d08338950219d57122c561c15.jpg)
Solo Sundar Pichai, jefe de Google, y el cofundador del buscador, Sergey Brin, han sido más crípticos en sus pronunciamientos, pero tampoco les ha quedado más remedio que desfilar por el cuartel de Mar-a-Lago durante las últimas semanas para cortejar a Trump. El acuerdo bajo mesa es sencillo: si Silicon Valley acata sus órdenes y se deja 'vacunar' con la fórmula Musk (tecnoautoritarismo en nombre de la libertad de expresión), Trump legislará en favor de las big tech. O, al menos, no las perjudicará. Eso incluye defenderlas ante la 'retrógrada' Europa.
"Estamos en una carrera a muerte entre política y tecnología", escribió Thiel en su famoso artículo de 2009. "No sabemos exactamente cuán reñida está, pero sospecho que podría estar muy igualada, incluso hasta el último momento". Quizás sea el único vaticinio en el que el 'maestro' se ha equivocado. La tecnología y la política hace tiempo que son solo una.
"He dejado de creer que la libertad y la democracia sean compatibles. La noción de 'democracia capitalista' es un oxímoron". Si al leer esta frase has pensado que se trata de una nueva incontinencia tuitera de Elon Musk, no eres el único. El fundador de Tesla y dueño de X ha acaparado en los últimos días la agenda política global con sus ataques a los gobiernos de Europa y sus intentos de desestabilización. Nadie sabe aún si se trata de una estrategia orquestada con Donald Trump, en vísperas de su toma de posesión, o un episodio más de su personalidad, pero hay pocas dudas de que la 'era Musk' significa algo más que sus cascadas de tuits: es el arranque de una fase en la que las grandes tecnológicas van a definir el tablero geopolítico mundial. Ha llegado la hora de los 'tecnoligarcas', y todos quieren un asiento en primera fila.