Drones contra F-35: hay quien dice que los cazas de combate por excelencia ya están obsoletos
El dueño de SpaceX, Tesla y hombre de confianza de Trump dijo hace unos días que no tiene sentido seguir apostando por naves tripuladas por humanos para el combate y ha abierto un viejo debate en la industria militar
La semana pasada, Elon Musk volvió a abrir la lata del eterno debate entre aviones tripulados y remotamente o no tripulados. En las dos últimas décadas, han ganado mucha importancia. Sin embargo, ambos siguen y seguirán siendo necesarios, al menos, en los próximos diez años. El magnate Elon Musk, famoso por sus habituales salidas de tono y por su nueva relación de amistad con el futuro presidente estadounidense Donald Trump, comentó en su red social X (antiguo Twitter) que el F-35 es un avión maestro liendre —de todo sabe y nada entiende—, y que es mejor destinar los fondos de su programa a drones, ya que los cazas tripulados están obsoletos. Un argumento bastante habitual en los foros y, en ocasiones, un tanto simplista.
Además, este tipo de comparaciones no son novedosas, por ejemplo, durante la guerra del Vietnam, Estados Unidos eliminó el cañón de su poderoso F-4 Phantom, alegando que con la capacidad ofensiva de los modernos misiles aire-aire, este se había quedado desfasado. Nada más lejos de la realidad, se vieron obligados a instalarlo de nuevo.
Analizando el caso concreto del F-35, y sin saber si este ataque está dirigido contra el avión solo o contra todo el conglomerado que forma Lockheed Martin, el nuevo supercaza —actualmente el único quinta generación occidental— presenta algunos problemas de madurez. A diferencia de otros países, en los que encontrar información acerca de los desarrollos es prácticamente imposible, en Estados Unidos prima la transparencia. Tanto es así que el GAO dispone de numerosos informes detallando los problemas del avión.
The F-35 design was broken at the requirements level, because it was required to be too many things to too many people.
— Elon Musk (@elonmusk) November 25, 2024
This made it an expensive & complex jack of all trades, master of none. Success was never in the set of possible outcomes.
And manned fighter jets are… https://t.co/t6EYLWNegI
Sin entrar demasiado en detalle, el F-35 se trata de un sistema de armas complejo. Para empezar, se han desarrollado tres versiones, que operan de manera y en entornos diferentes, a partir de una base común con el objetivo de ahorrar en la fabricación de piezas. En resumen, el F-35A en servicio con la USAF, pensado para aterrizaje y despegue convencional (CTOL); el F-35B en servicio con el USMC, ideado para despegue corto y aterrizaje vertical (SVTOL), y el F-35C, en servicio con la USN y el USMC, destinado a operar en portaaviones, con catapulta y gancho de toma.
Teóricamente, la idea era fantástica, ya que se pretendía ahorrar costes mediante la citada comunalidad. Esto es, una respuesta para tres problemas. Tiempo después, se observó que era casi imposible llevarlo a cabo. Tanto es así que en 2017, el responsable del programa F-35, el entonces teniente general Chris Bogdan de la USAF, confirmó en una entrevista para Defense & Aerospace Report que el porcentaje de comunalidad rondaba el 20-25%. Por lo que se ha pasado a prácticamente tres respuestas para tres problemas.
Dicho inconveniente no está relacionado con el desarrollo de capacidades del propio sistema de armas, sino más bien con la gestión del programa. Es evidente, con la perspectiva del tiempo, que era técnicamente muy difícil lograr altas cotas de comunalidad en aeronaves tan dispares. Dos de ellas, con unos requisitos muy exigentes para soportar los elementos. Además de esto, otro de los grandes problemas de la aeronave es el software. Por ejemplo, el paquete de actualizaciones TR-3 ha sido retrasado al año que viene, debido a problemas en la generación y evaluación del código. Es conveniente mencionar que el F-35 precisa de más de 8 millones de líneas de código.
A pesar de todos los fallos detectados —y los que quedan—, la aeronave está demostrando ser uno de los sistemas de armas más punteros en el mundo. Tanto es así que se ha revelado como un pilar fundamental en la defensa israelí contra Irán. Esto es algo que las aeronaves remotamente tripuladas todavía no han conseguido igualar. En el lado contrario, los drones. Este término se lleva usando desde los albores de la aviación y engloba a toda una miríada de sistemas aéreos. Ya que dentro de dicha palabra entran desde el minúsculo Teledyne FLIR Black Hornet Nano hasta el enorme Global Hawk.
Desde el punto de vista histórico, en la Segunda Guerra Mundial, Alemania diseñó varios aparatos no tripulados de reconocimiento como el Argus As 292. En guerra antisubmarina, Estados Unidos construyó más de 700 unidades del dron de ala rotatoria Gyrodine QH-50 DASH. Estos dos son una escueta representación de los drones fabricados en el ámbito militar, algunos de ellos se pueden consultar en el blog Sandglass Patrol.
Un ojo en el Pacífico
Sin embargo, por mucho que Musk no lo haya comentado, ambos problemas, esto es, tanto los posibles retrasos en generación de código como los asociados a la propia gestión del programa, también están presentes en los vehículos aéreos no tripulados. En el caso de Europa, por ejemplo, la revisión crítica de diseño (CDR) del Eurodrone se ha retrasado un año hasta mayo de 2025. Un aparato, dicho sea de paso, que nacerá prácticamente obsoleto.
Uno de los escenarios más interesantes en los que comparar las capacidades de los drones y de los aviones tripulados es el Pacífico, en el que Estados Unidos y la República Popular de China librarían un futurible conflicto. El año pasado, se lanzó la iniciativa Replicator, cuyo objetivo era desarrollar una importante familia de sistemas no tripulados para dotar de masa a un precio contenido al país americano.
Sin embargo, el almirante Paparo, comandante en jefe del Mando del Indopacífico (INDOPACOM) dejó claro el pasado mes de noviembre que no bastará solo con los drones. Entre otros motivos, por la distancia. También refutó otro argumento habitual, extrapolar la situación ucraniana al Pacífico. Según el propio almirante, no se pueden comparar debido a que el país europeo se encuentra entre la OTAN y la Federación Rusa.
Esto es, Ucrania puede atacar a la Federación Rusa con drones FPV (first-person view), controlados por experimentados pilotos en retaguardia —que requieren un extenso período de formación—; pero, no es factible que Taiwán lo haga dada la distancia a la República Popular de China. Antes de continuar, es conveniente recordar que la USAF ya contemplaba en su hoja de ruta para 2009-2047 el uso de enjambres para efectuar ataques por saturación y el empleo de puntos fieles o loyal wingman. Esto es, 13 años antes de la invasión de la Federación Rusa.
Asimismo, el almirante estadounidense esgrimió que la flota china es enorme, por lo que no se le puede hacer frente únicamente con drones. Actualmente, se estima que la fuerza aérea china dispone de más de 2000 aviones de combate tripulados. Mientras que su marina de guerra cuenta con más de 200 buques de combate.
Prepararse para la guerra anterior
Esto no quita que, evidentemente, vayan asumiendo cada vez más tareas. Por ejemplo, han sido y son capitales en la lucha contra el terror. Los drones más grandes —categorías MALE y HALE— pueden ser muy efectivos en la lucha contra tráficos ilícitos, ya que sobrevuelan la zona a gran altitud sin que el ruido de su motor sea detectado por los delincuentes. Cuentan con una gran autonomía —superior en muchos casos a las 20 horas— y no presentan los requisitos de habitabilidad de los seres humanos.
Tampoco implica que las fuerzas armadas no deban prestarles atención. Sin duda, han de prepararse frente a la amenaza que suponen, pero teniendo siempre en mente que el próximo conflicto traerá consigo nuevos retos. Suele ser habitual prepararse para la guerra anterior. El siguiente paso en su desarrollo es que puedan operar en entornos contestados, es decir, en lugares en los que haya presencia de sistemas antiaéreos y cazas enemigos. De esta manera, es necesario que gocen de baja observabilidad, algo común a los aviones tripulados.
Tanto es así que Estados Unidos y otras naciones están trabajando en sus respectivos puntos fieles o loyal wingman. De manera que se amplíe la capacidad bélica y sensorial de los aviones tripulados, sin perder al piloto, el cual pasará a una situación más segura para gestionar el combate.
Esto requiere de un importante ancho de banda que permita comunicaciones en prácticamente tiempo real, otro motivo por el que sigue siendo necesario contar con una aeronave cerca. Dicho avión sería el encargado de recibir, procesar y, en algunos casos, explotar la información recopilada por los drones. Gracias a disponer de varios de ellos para una sola misión, se reduce el tiempo, por ejemplo, en la detección de emisores electrónicos enemigos.
Por último, queda la perspectiva ética. Claramente, esta arista abre un importante debate —sobre todo en occidente— acerca de delegar la guerra en robots. Si bien, el uso de aviones remotamente tripulados ha causado cierta controversia, esto lo haría aún más. El foco no debería estar en la elección entre drones o aviones tripulados. Ambos gozan de buena salud y serán necesarios en el campo de batalla del futuro, al menos, el de la próxima década.
La clave de un sistema de armas futuro residirá en la combinación de ambos componentes, drones y aviones tripulados, trabajando conjuntamente para suplir la acuciante necesidad de obtener información y procesarla de manera rápida y efectiva —acortando el ciclo de ataque o kill-chain en voz inglesa— y no en el debate estéril entre uno u otro.
La semana pasada, Elon Musk volvió a abrir la lata del eterno debate entre aviones tripulados y remotamente o no tripulados. En las dos últimas décadas, han ganado mucha importancia. Sin embargo, ambos siguen y seguirán siendo necesarios, al menos, en los próximos diez años. El magnate Elon Musk, famoso por sus habituales salidas de tono y por su nueva relación de amistad con el futuro presidente estadounidense Donald Trump, comentó en su red social X (antiguo Twitter) que el F-35 es un avión maestro liendre —de todo sabe y nada entiende—, y que es mejor destinar los fondos de su programa a drones, ya que los cazas tripulados están obsoletos. Un argumento bastante habitual en los foros y, en ocasiones, un tanto simplista.
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