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¿Accidente o sabotaje? Estos cables submarinos tienen a medio mundo en vilo
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¿Accidente o sabotaje? Estos cables submarinos tienen a medio mundo en vilo

Se calcula que existen en la actualidad más de 600 cables submarinos repartidos bajo los océanos. Son fundamentales para la existencia de internet... y un objetivo militar de primer orden

Foto: Instalación del cable submarino C-Lion1 en el Mar Báltico en octubre de 2015. (Reuters/Lehtikuva Heikki Saukkomaa)
Instalación del cable submarino C-Lion1 en el Mar Báltico en octubre de 2015. (Reuters/Lehtikuva Heikki Saukkomaa)
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El pasado domingo 17 de noviembre, el cable BCS East-West Interlink fue cortado en torno a las 10:00 horas (08:00 UTC), según el jefe técnico de la empresa sueca Telia, operadora del cable, en declaraciones a la Radio Televisión Nacional de Lituania. Este cable enlaza Lituania con la isla sueca de Gotland, separadas por unos 218 km. A pesar de que el país báltico tan sólo tiene tres cables submarinos, el tráfico de internet pudo ser redirigido sin problemas.

Al día siguiente, Cinia, la operadora finlandesa del cable submarino C-Lion 1, comunicó que éste había sufrido un corte a las 04:00 horas (02:00 UTC). Este cable conecta Finlandia con Alemania, recorriendo una distancia de 1.173 km. La localización de la avería se encuentra dentro de la Zona Económica Exclusiva de Suecia, al este de la punta sur de Öland. Hacia allí se dirige el buque de reparaciones CS Cable Vigilance, que debería comenzar los trabajos el lunes y concluirlos a finales de noviembre. Los cables submarinos de ambos incidentes tienen muchas cosas en común: son cruciales para ofrecer conexión a internet en los países afectados y se cruzan en el Báltico. ¿Fue un extraño accidente casual o un sabotaje?

A las pocas horas de conocerse lo ocurrido, comenzaron a surgir voces acerca de posibles actos de sabotaje por parte de la Federación Rusa. Sin embargo, esta posibilidad se descartó y se puso el foco en un buque chino granelero (de carga a granel) Yi Peng 3, monitorizado de cerca por las autoridades danesas. Dicha nave, de casi 230 m de eslora y proveniente del puerto ruso de Ust-Luga, pasó por encima de ambos cables, quizá dañándolos con su ancla. Como era previsible, la Asociación Europea de Cables Submarinos (ESCA) ha llamado a la prudencia y a esperar a que las investigaciones en curso den sus frutos.

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Lo ocurrido estos días en el Mar Báltico ha disparado de nuevo las alarmas sobre el rol crítico de los cables submarinos de internet. Bajo los océanos hay una desconocida, pero imprescindible, red de cables de vital importancia. Son activos estratégicos, igual que la infraestructura eléctrica de un país, sus aeropuertos o su red ferroviaria. Un ataque a esa red puede dejar fuera de juego a todo un país, incluido sus activos militares. ¿Qué está pasando exactamente bajo el agua?

El telar sobre el que se basa internet

Los cables submarinos son los encargados de transportar en torno al 95% de los datos entre países, fluyendo a través de ellos los más de 9 billones de euros en transacciones financieras diarias. Actualmente, se tiene constancia de más de 600 cables submarinos entre los que están en servicio y los previstos. Según Telegeography.com, habría unos 1,4 millones de kilómetros actualmente en servicio, algunos con capacidades de cientos de terabits por segundo. El mapa actualizado se puede consultar en Submarine Cable Map.

Entre otras ventajas, se prefiere los cables submarinos (suelen ser de fibra óptica con varias capas de recubrimiento) a las comunicaciones satelitales tradicionales dado que ofrecen un mayor ancho de banda y menor latencia. Asimismo, son más baratos. Se trata de un mercado en absoluta expansión, previéndose un volumen de negocio en 2030 de 29.000 millones de euros, según el informe de The Insight Partners. Tomando la misma referencia, el coste de un cable submarino de comunicaciones es de 24.000 euros por km, mientras que el de energía asciende a 2,4 millones de euros por kilómetro de cable de red de potencia. El importe de una reparación de uno y otro oscila entre 1 y 3 millones de euros.

placeholder Los cables submarinos cortados y listos para enviar a una planta de reciclaje. (Cedida)
Los cables submarinos cortados y listos para enviar a una planta de reciclaje. (Cedida)

Como se ha hecho referencia, no sólo hay cables submarinos de comunicaciones, sino que también se instalan cables submarinos que transfieren flujo eléctrico (de aluminio o cobre). Se han diseñado tanto de corriente continua como de corriente alterna de alto voltaje, en inglés, HVDC y HVAC, respectivamente. En España existen varios de suministro eléctrico. Fuera de ellos, se encuentran otros tipos de infraestructura submarina, como los gaseoductos, entre los que destacan los conocidos Nordstream 1 y 2, y el Balticconnector.

Su instalación se realiza mediante barcos ‘cableros’, dotados con roldanas a popa y/o a proa, que se encargan de largar el cable a medida que el buque se va desplazando. Algunas marinas como la US Navy disponen de este tipo de buques. Por ejemplo, el T-ARC-7 USNS Zeus, operado por el Military Sealift Command. Es capaz tanto de instalar dichos cables como de repararlos. La Marina de Guerra del Ejército Popular de Liberación también cuenta con ellos.

El talón de Aquiles de las comunicaciones civiles...

La importancia de atacar los cables submarinos en caso de conflicto se hizo patente en el crepúsculo del siglo XIX. Durante la Guerra de Independencia cubana, el teniente William W. Kimball propuso -antes de que empezaran las hostilidades entre Estados Unidos y España- cortar los cables emplazados en Guantánamo y en Santiago de Cuba, así como en Cienfuegos, utilizando cualquier crucero ligero o auxiliar equipado con alguna herramienta de corte.

Más de 100 años después, y con más de 1 millón de kilómetros de cable esparcidos bajo el océano, el problema sigue siendo el mismo. Por ejemplo, en el caso lituano, el corte del cable ha supuesto una pérdida del 30% de la capacidad de tráfico de datos del país. En mayo de este año, los hutíes dañaron 4 de los más de 15 cables situados en el estrecho de Bab el Mandeb. Dichos cables son los responsables de conectar Asia con Europa y de transportar el 80% del tráfico hacia el oeste desde Asia, equivaliendo al 17% del tráfico global.

Según Naciones Unidas, se producen entre 150 y 200 cortes anuales de cables submarinos. Dos tercios por culpa de factores humanos, entre los que destaca la pesca de arrastre y las labores de dragado del fondo marino. Otras tantas son debidas a las anclas, que en ocasiones -de manera deliberada o no- son largadas e izadas sin tener en cuenta la posible presencia de un cable submarino.

Además, no sólo se deben proteger de los actos humanos, sino que también se ven afectados por otros fenómenos como tormentas, flujos de sedimentos, corrientes o deslizamientos submarinos. Por ejemplo, la erupción de un volcán en Tonga provocó el corte de un cable submarino. Y, evidentemente, los peces también los atacan, como ocurrió hace 10 años con un cable de Google.

A pesar del elevado número de incidencias, todos estos sucesos apenas tienen un gran impacto en el día a día, esto se debe a que la red dispone de un cierto grado de redundancia, permitiendo recircular de manera rápida el tráfico por otros cables sin que el ancho de banda o la latencia se vean afectados, tal y como muestran los datos de CloudFlare. No obstante, un ataque simultáneo de varios cables podría provocar grandes problemas, sobre todo en países isleños, como Taiwán. En febrero del año pasado, dos buques chinos dañaron los dos cables que conectan la isla de Matsu con la isla de Formosa, dejando a sus habitantes sin acceso a internet.

... y militares

Aunque en la mayoría de los recientes casos se han cortado cables civiles, como C-Lion 1 o BCS East-West Interlink, en otras ocasiones se han producido daños en cables con intereses militares. Por ejemplo, en 2021, Noruega sufrió el corte de los cables que enlazan con el observatorio oceánico Lofoten-Vesteralen (LoVe). Los datos recopilados por este sistema eran analizados por su Ministerio de Defensa antes de ser enviados a los científicos.

placeholder Despliegue de un cable submarino en Chile en 2017. (Reuters)
Despliegue de un cable submarino en Chile en 2017. (Reuters)

Además de los daños físicos, también se pueden perpetrar ataques digitales. Uno de los más conocidos fue la operación Ivy Bells, en la que Estados Unidos colocó en 1971 un dispositivo alrededor de un cable submarino en el Mar de Ojotsk, interceptando todas las comunicaciones que circulaban por él.

Desde la invasión de Ucrania por parte de la Federación Rusa, se han incrementado las actividades de los buques ‘espía’ de este último. La cara más visible la protagoniza el buque Yantar, que fue expulsado recientemente de aguas irlandesas. Este y otros tantos buques rusos, que siempre suelen merodear cerca de infraestructuras submarinas o campos de aerogeneradores, son operados por el subrepticio GUGI (Directorio Principal de Investigación a Grandes Profundidades), que también es responsable del 29º Escuadrón de Submarinos Especiales. En el caso español, la Armada ha estado monitorizando hasta 6 buques rusos en los últimos días, notándose la falta de aviones de patrulla marítima.

Con todo lo anterior -a lo que se suma una ‘sobre-dependencia’ de buques de reparaciones provenientes de China-, los países europeos han decidido tomar cartas en el asunto y comenzar a priorizar un dominio que, aunque ya era conocido, (seabed warfare o guerra del fondo marino), se ha transformado en los últimos años de manera exponencial pasando, prácticamente, de estar limitado a guerra de minas e hidrografía a tener que proteger todo tipo de infraestructuras submarinas, algunas de ellas críticas.

Esto ha provocado que, por ejemplo, Reino Unido haya adquirido el RFA Proteus y que Francia haya publicado la Estrategia Ministerial de Control del Lecho Marino. El Parlamento Europeo también redactó en 2022 un completo estudio sobre las potenciales amenazas contra este tipo de infraestructuras y sus posibles consecuencias. Cabe mencionar que los cables submarinos discurren en su mayoría en aguas internacionales y que, algunos de ellos son operados por entidades privadas. Además, la legislación internacional no los protege de manera adecuada.

placeholder Instalación de un cable submarino en Mallorca. (Red Eléctrica)
Instalación de un cable submarino en Mallorca. (Red Eléctrica)

España, por su parte, goza de una posición estratégica en este ámbito, tanto es así que en la península ibérica hay 40 cables. Desde el punto de vista de capacidades, espera recibir en los próximos años el nuevo buque de acción marítima de intervención subacuática (BAM-IS) que relevará al A-20 Neptuno, cuya misión es la de rescate de submarinos. El nuevo buque podrá operar vehículos submarinos autónomos y remotamente tripulados. Además, también se han adquirido dos BAM ASW que, posiblemente, jugarán un papel importante en este dominio.

Y, cómo no, drones submarinos, ideales para este tipo de trabajos y ambientes. Esta semana, la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) ha publicado una licitación con el fin de desarrollar un sistema submarino no tripulado militar (SSNTM) para, entre otros cometidos, la protección de infraestructuras críticas. Quizá se trate del SWise diseñado por la firma Perseo Techworks S.L.

La protección de la infraestructura submarina es una capacidad absolutamente necesaria y primordial para el correcto funcionamiento de las relaciones internacionales. Un ataque certero y simultáneo de varios cables podría provocar la paralización de las comunicaciones globales, dando lugar a incontables pérdidas económicas, e incluso, la ralentización o paralización de operaciones militares. Dada la importancia de estas acciones, no es de extrañar que haya sabotajes disfrazados de accidentes, y viceversa. La investigación dirá qué ocurrió exactamente en el incidente en el Mar Báltico que, a buen seguro, no será el último.

El pasado domingo 17 de noviembre, el cable BCS East-West Interlink fue cortado en torno a las 10:00 horas (08:00 UTC), según el jefe técnico de la empresa sueca Telia, operadora del cable, en declaraciones a la Radio Televisión Nacional de Lituania. Este cable enlaza Lituania con la isla sueca de Gotland, separadas por unos 218 km. A pesar de que el país báltico tan sólo tiene tres cables submarinos, el tráfico de internet pudo ser redirigido sin problemas.

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