Bitcoin ya es un cohete con Trump: con él al mando nadie sabe hasta dónde puede llegar
La criptodivisa ha alcanzado su máximo histórico. El culpable es Donald Trump, que en su campaña ha prometido poner fin a la presión regulatoria y convertir a EEUU en el epicentro cripto mundial
"Estados Unidos será la capital de las criptomonedas". Son palabras de Donald Trump, quien acaba de alzarse con la victoria en las elecciones presidenciales. Días antes de pronunciar esta frase, se le vio comprando hamburguesas con Bitcoin en un restaurante de Nueva York, algo que calificó de una "transacción histórica". "¿Quién quiere una hamburguesa?", le preguntaba a sus compañeros de mesa. El político ha pasado de decir que las criptodivisas eran inútiles y una estafa a cimentar toda una estructura administrativa y empresarial para impulsarlas. Su triunfo aplastante en los comicios ya tiene consecuencias inmediatas: el Bitcoin ha alcanzado un máximo histórico. Y es solo el principio de lo que está por venir.
Mientras Trump celebraba su noche electoral en su residencia en Mar-a-Lago, se le pudo ver junto a una retahíla de partidarios de alto caché. Entre ellos se encontraban Elon Musk, Robert F. Kennedy, Jr. y el director ejecutivo de Cantor Fitzgerald, Howard Lutnick. ¿Qué tienen en común todos ellos? Son fieles criptobros. Durante los meses previos a la votación, el Bitcoin se había convertido en un termómetro para tratar de predecir los posibles resultados, ya que su precio ha seguido muy de cerca la posición de Trump en las elecciones. Los votantes sabían todo lo que se jugaban y todo lo que el mandatario puede hacer para catapultarles.
A los pocos minutos de que los resultados empezaran a ser claros en los estados clave y los datos se teñían de rojo, el cohete del Bitcoin despegaba con fuerza, marcando esta madrugada el precio más alto de su historia. La criptodivisa se ha disparado un 9% en las últimas 24 horas y ha superado por primera vez el umbral de los 75.000 dólares, con los inversores de todo el mundo jugándosela a que volvía a la Casa Blanca el magnate, ahora abiertamente un escudero de la industria de los activos digitales. “Esta noche, el votante de criptomonedas ha hablado con decisión”, decía Brian Armstrong, director ejecutivo de Coinbase.
Durante los últimos años, la administración Biden ha llevado a cabo una agresiva cruzada regulatoria contra las empresas de criptomonedas, obligando a algunas de ellas a marcharse al extranjero y planteando dudas sobre su futuro a largo plazo. Curiosamente, Trump también estaba en ese bando hace cinco años. Recordemos que durante su anterior mandato las calificaba de "estafa": “No soy un fan del Bitcoin, que no es dinero y cuyo valor es muy volátil y basado en la nada. Los activos cripto no regulados pueden facilitar conductas ilegales, incluyendo el tráfico de drogas y otras actividades ilícitas...”.
Sin embargo, recientemente ha dado un giro de 180 grados y ahora está irreconocible cuando se le llena la boca de halagos al hablar de ellas. Poner fin a la presión regulatoria, crear una reserva de Bitcoin y dar apoyos a la minería son solo algunos de los estandartes que ha alzado a lo largo de su campaña. También colocar al multimillonario Elon Musk a cargo de una auditoría nacional para controlar el gasto gubernamental, quien también es un férreo defensor de las criptodivisas.
Otra maniobra de Trump para convencer al votante joven y principalmente masculino ha sido lanzar junto a sus hijos su propia plataforma llamada World Liberty Financial, que permite a los usuarios prestarse criptomonedas entre sí. Pero, sin duda, uno de los movimientos más polémicos ha sido decir públicamente que, de volver al cargo, destituiría al presidente de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos, Gary Gensler. "El primer día, le despediré". Su agencia había presentado más de 100 acciones contra empresas del sector durante su liderazgo, entre ellas las plataformas de intercambio Coinbase, Kraken y Crypto.com, la empresa de blockchain Consensys y el proveedor de pagos Ripple Labs.
Su contienda tuvo el momento más álgido en julio, en Nashville, cuando encabezó la conferencia sobre Bitcoin más grande celebrada. En su discurso inaugural, el expresidente dijo que, si volvía a la Casa Blanca, se aseguraría de que el gobierno federal nunca vendiera sus tenencias de criptomonedas: “Si soy elegido, será política de mi administración conservar el 100% de todos los bitcoins que el gobierno estadounidense posee actualmente o adquiera en el futuro”.
Ha reiterado ese mensaje en múltiples ocasiones: “Si las criptomonedas van a definir el futuro, quiero que se extraigan, acuñen y fabriquen en EEUU. Crearemos tanta electricidad que dirán: ‘Por favor, por favor, presidente, no queremos más electricidad. ¡No podemos soportarlo!’”. Incluso ha fantaseado con la idea de crear un "consejo asesor presidencial de criptomonedas", cuyas leyes estarán escritas por “amantes de la industria, y no quienes la odian”.
Este ha pasado de ser un sector del que hablaba más bien poco en sus discursos a ser ensalzado a cada minuto. Las razones son obvias. Las personas detrás de todas esas empresas y carteras han gastado decenas de millones de dólares en donaciones para que los republicanos lleguen al Congreso, en una de las oleadas de gasto corporativo más agresivas de la historia política moderna. Un grupo de la America PAC, financiados por las empresas de criptomonedas Coinbase y Ripple, recaudaron más de 170 millones con ese fin. Es precisamente la entrada de diputados que apoyan estos activos digitales en las cámaras los que lo puede cambiar todo. Con un Senado controlado por los rojos, Trump tiene ya pocos obstáculos.
Y el cohete no ha hecho más que despegar. La euforia de la resaca electoral pronto se ha contagiado a la totalidad del mercado de activos digitales. Ethereum, la segunda que más cotiza, ha subido un 11% en 24 horas, Solana lo ha hecho casi un 12%, Cardano un 10%, y hasta Dogecoin, la memecoin, se ha disparado un 15%.
¿Qué pasará de cara al futuro? Algunos analistas han lanzado sus primeras previsiones y auguran que este contexto alimentará las proyecciones alcistas, situando el precio de Bitcoin alrededor de los 200.000 dólares para 2025, siempre y cuando se materialicen cambios regulatorios. El panorama lo resumía muy bien el jefe de inversiones de Bitwise Asset Management, Matthew Hogan: "En la industria cripto el sentimiento era de luchar con un brazo atado a la espalda durante años. Eso podría estar tocando a su fin".
"Estados Unidos será la capital de las criptomonedas". Son palabras de Donald Trump, quien acaba de alzarse con la victoria en las elecciones presidenciales. Días antes de pronunciar esta frase, se le vio comprando hamburguesas con Bitcoin en un restaurante de Nueva York, algo que calificó de una "transacción histórica". "¿Quién quiere una hamburguesa?", le preguntaba a sus compañeros de mesa. El político ha pasado de decir que las criptodivisas eran inútiles y una estafa a cimentar toda una estructura administrativa y empresarial para impulsarlas. Su triunfo aplastante en los comicios ya tiene consecuencias inmediatas: el Bitcoin ha alcanzado un máximo histórico. Y es solo el principio de lo que está por venir.
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