Nació para acabar con la bici eléctrica: esta bicicleta usa combustible líquido y se carga en dos minutos
Las bicicletas de hidrógeno existen desde hace algún tiempo. Sin embargo, funcionaban mediante la sustitución de 'pilas', mientras que ahora se pueden recargar
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La bicicleta eléctrica nació con varios propósitos. Por un lado, brindar a la mayoría de personas una alternativa al coche y al transporte público que fuese saludable, eficiente y respetuoso con el medioambiente. Por otro, ayudar a todos aquellos que no tienen la suficiente condición física a afrontar una cuesta o un puerto de montaña con menor dificultad. Sin embargo, con el paso del tiempo, muchos usuarios se han percatado de sus múltiples inconvenientes.
En primer lugar, hay que hablar del incremento de peso que supone el motor, la batería y el resto de componentes del sistema, lo cual dificulta mucho su uso cuando no se quiere o no se puede usar el modo eléctrico. Por su parte, la oferta disponible es todavía bastante reducida y sus precios no han bajado en exceso respecto al momento de las primeras comercializaciones. Por si fuera poco, siguen ofreciendo tiempos de carga relativamente largos y son un objetivo bastante tentador para los ladrones, lo que hace obligado extremar siempre las precauciones.
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Por todo ello, no era de extrañar que algunos fabricantes investigasen e invirtiesen en soluciones alternativas. De ese trabajo surgen las primeras bicicletas de hidrógeno, un combustible líquido que puede utilizarse para alimentar los motores eléctricos y que minimiza algunos de los principales problemas de las e-bikes.
Cómo funciona
Alpha o Yuoun son algunas de las marcas que han apostado fuerte por las bicicletas de hidrógeno. Hasta hace poco tiempo, sus principales modelos necesitaban de la instalación de unas celdas o pilas intercambiables, las cuales solo se podían adquirir en tiendas oficiales. Sin embargo, el modelo Alpha Neo brinda la posibilidad de recargar un depósito con este combustible.
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En concreto, ese depósito tiene capacidad para 67 gramos de hidrógeno almacenados a 300 bares de presión, el cual proporciona entre 120 y 150 kilómetros de autonomía a su motor eléctrico de 250 W en cada repostaje, el cual permite alcanzar los 25 km/h en modo asistido. Un proceso que puede llevarse a cabo en cualquier hidrolinera en apenas dos minutos, si bien es cierto que este tipo de infraestructuras todavía son extremadamente escasas en España y en el resto de Europa.
Parece muy difícil que la bicicleta de hidrógeno vaya a hacerse un hueco entre los gustos de los usuarios en un futuro cercano. Sin embargo, sí que podría convertirse en una buena opción para empresas dedicadas al alquiler urbano de e-bikes que puedan disponer de sus propias infraestructuras de recarga.
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La bicicleta eléctrica nació con varios propósitos. Por un lado, brindar a la mayoría de personas una alternativa al coche y al transporte público que fuese saludable, eficiente y respetuoso con el medioambiente. Por otro, ayudar a todos aquellos que no tienen la suficiente condición física a afrontar una cuesta o un puerto de montaña con menor dificultad. Sin embargo, con el paso del tiempo, muchos usuarios se han percatado de sus múltiples inconvenientes.