Es noticia
70 toneladas, nuevo cañón y defensas 'premium': las claves del futuro acorazado español
  1. Tecnología
la urgente modernización del leopardo 2E

70 toneladas, nuevo cañón y defensas 'premium': las claves del futuro acorazado español

Desde que en 2004 llegaron a España los primeros ejemplares del Leopardo 2E, no se les ha hecho prácticamente ninguna mejora. Nada. Ha llegado el momento de que el Leopardo vuelva a la elite de los carros de combate

Foto: En marcha por San Gregorio desde un Leopardo 2E (Juanjo Fernández)
En marcha por San Gregorio desde un Leopardo 2E (Juanjo Fernández)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Una de las más sorprendentes paradojas militares que nos deja el conflicto ucraniano es la que planea sobre el futuro de los carros de combate. Hay expertos que llevan décadas dándolos por amortizados. Pero su acción en combate —que podemos ver casi a diario en Ucrania y también en Gaza— nos muestran dos realidades enfrentadas: por un lado, el poder acorazado sigue siendo imprescindible; por otro, es demasiado vulnerable para ser tan costoso de fabricar, operar y mantener. Las pérdidas son terroríficas. ¿Qué hacer entonces?

En este intenso debate hay elementos muy evidentes y otros menos obvios que vamos a analizar. Y comenzamos con una nota de cautela: hay que tener mucho cuidado con extrapolar a la ligera conclusiones de un determinado conflicto, porque las circunstancias, el material y la doctrina empleados en cada teatro de operaciones condicionan en gran medida los resultados. Lo que sí está claro es que algo hay que hacer con los carros de combate en los ejércitos occidentales. Y eso incluye a España.

Renovarse o morir

Desde que en 2004 llegaron a la madrileña base de El Goloso los primeros ejemplares del Leopardo 2E, y hasta hoy, no se les ha hecho prácticamente ninguna mejora. Nada. Si hacemos memoria, cuando llegaron estos blindados, el modelo equivalente alemán más puntero era el Leopard 2A6. Sobre este, la versión española incorporaba algunas mejoras tras el análisis que se llevó a cabo del sistema de armas.

placeholder Carros de combate Leopard 2E evolucionando sobre el terreno (Juanjo Fernández)
Carros de combate Leopard 2E evolucionando sobre el terreno (Juanjo Fernández)

Tanto es así que posteriores versiones (como la 2A7) incorporaron algunas de las modificaciones españolas. Por eso se dice que el Leopardo 2E estaba a caballo entre un A6 y un A7 alemán. En ese momento —hace ya dos décadas— podíamos afirmar que nuestro carro de combate principal era de los mejores del mundo; superior al estándar alemán y, en muchos aspectos, incluso al Abrams estadounidense del momento. Pero han pasado los años de mero mantenimiento, sin ningún tipo de mejora o actualización. Y eso se nota.

Hace unos meses, desvelábamos en estas páginas el camino de la fuerza acorazada española, algo que se podía leer entre líneas tras el anuncio de aquellos nuevos envíos de Leopard 2A4 a Ucrania. Dicho futuro, a grandes trazos, pasa por mantener el número de grandes blindados, pero adquiriendo ejemplares nuevos del último modelo (Leopard 2A8) y modernizando los que hoy se están quedando rezagados (Leopardo 2E), con el objetivo en mente de tener unos 250 ejemplares operativos.

Renovar la flota de Leopardo es una necesidad patente para cualquier observador militar. Recientemente, El Confidencial cubrió unas maniobras llevadas a cabo en San Gregorio (Zaragoza) por la Brigada Guadarrama XII. Consistieron en unos ejercicios combinados de nivel compañía, pero integrados con apoyos propios de la Brigada —entre ellos un importante despliegue del Grupo Logístico XII—. Allí vimos a los Leopardo 2E del Batallón León trabajar junto a los del Grupo de Caballería Villaviciosa XII.

El nivel de adiestramiento y motivación del personal sigue siendo elevado en estas unidades. Pero, mientras otros países renuevan sus medios y las nuevas unidades modernizadas se incorporan a sus unidades de combate, en España no hemos evolucionado.

Ambicioso y capaz

El eventual proceso de modernización de los Leopardo 2E pasaría por dos fases. En la primera, se cambiarían los aspectos más críticos, aquellos que, de seguir sin ser acometidos, dejarían el vehículo inservible. Para esto ya se presupuestaron 208 millones de euros en 2023 para reemplazar equipos obsoletos para los que ya no se encuentran recambios.

La siguiente fase es la que devolvería al viejo 2E a la élite mundial, poniéndolo al nivel del Leopard 2A8, hoy por hoy, uno de los carros más poderosos del mundo. Esta modernización afectaría a elementos muy críticos que incluyen un aumento en la protección mediante blindajes reforzados en la parte inferior (contra minas), frontales y laterales, así como sistemas de defensa avanzados, con alertadores de láser que avisan a la tripulación de que están siendo amenazados.

placeholder Columna de Leopardo 2E de la Séptima Compañía del Batallón León (Juanjo Fernández)
Columna de Leopardo 2E de la Séptima Compañía del Batallón León (Juanjo Fernández)

Otro componente clave sería un sistema de protección activa (APS, por su sigla en inglés). Sofisticados y caros, estos emplean unos radares que detectan la llegada del misil enemigo y reaccionan lanzando una pequeña carga de fragmentación que lo destruye, algo que en teoría también podría funcionar incluso contra proyectiles perforantes tipo flecha (APFSDS). Este sistema, por su elevado precio, no se instalaría en todos los ejemplares, pero todos llevarían la preinstalación. No se sabe cuál sería el suministrador elegido, pero el Ejército se ha interesado por el israelí Trophy, eficaz y probado en combates reales.

Otras incorporaciones serían unos fumígenos (lanzadores de humo) más modernos para ocultar al vehículo de tropas, otros carros o sistemas de búsqueda de misiles punteros; también está pendiente la renovación de telémetros láser y cámaras térmicas (que serían ya de 4ª generación) e instalar pantallas para tirador y conductor junto a una cámara de visión para el conductor.

Nuevo cañón, más peso y algunas dudas

Uno de los elementos claves de cualquier tanque es el cañón. El Leopardo 2E monta el modelo de 120 mm Rheinmetall L/55 (Rh-120 L/55), un arma muy eficaz con una longitud de 55 calibres (55 veces el calibre del cañón o 6,6 metros), superior al cañón de igual calibre, pero L/44 (más corto) que llevan los Leopard 2A4 más antiguos. Esta arma también ha evolucionado y su versión más moderna, denominada L/55 A1, tiene prestaciones superiores.

placeholder Prototipo del Leopard 2A8 en pruebas. Este ejemplar lleva una RCWS tras el puesto del cargador (KMW)
Prototipo del Leopard 2A8 en pruebas. Este ejemplar lleva una RCWS tras el puesto del cargador (KMW)

Entre los avances, admite mayores presiones en su interior, lo que se traduce en que puede utilizar proyectiles más potentes o disparar los actuales a más velocidad (ganan unos 150 m/s de velocidad inicial). Esto, a su vez, implica más energía en el proyectil, lo que significa mayor alcance y mayor capacidad de penetración. Esta ventaja, en un combate de carros modernos, puede ser decisiva. Este cañón, que equipa a los Leopard 2A7V y 2A8, es lo más potente que existe en servicio en occidente, dejando aparte el novedoso (pero no introducido) cañón de 130 mm L/52.

Una ventaja adicional es que con este cañón y con la nueva electrónica se puede usar munición programable, cuyas espoletas se podrán programar desde la dirección de tiro y no desde el puesto del cargador, como se hace ahora. Toda Europa va en esta dirección y es por algo. Con todas estas mejoras tendríamos el Leopardo 2E M, pero el peso aumentaría de las 64 toneladas actuales a las 70. Algo que muchos expertos consideran el límite de lo razonable. También este incremento de peso obligaría a un refuerzo de la suspensión (barras de torsión) y tren de rodaje, aunque no se contempla otra cosa que no sean cadenas de acero.

Quizás el tema que más dudas genera es el que se refiere a la colocación de una estación remota (RCWS) para una ametralladora pesada de 12'70 mm. Este tipo de armamento significa disponer de una segunda línea de fuego, ya que la ametralladora coaxial de 7.62 dispara en el mismo eje del cañón y las armas exteriores expondrían en exceso a la tripulación. El problema es dónde colocarla y quién la maneja. Asignársela al tirador no tiene sentido, ya que se ocupa del cañón. Tampoco es buena idea ponerla donde el cargador, pues es un puesto saturado de actividad en combate.

Foto: EC Diseño
TE PUEDE INTERESAR
Un mensaje blindado de 60 toneladas para Vladímir Putin
Juanjo Fernández Emma Esser Rocío Márquez María Mateo Patricia Seijas K.A.Pretel

Lo más recomendable sería que fuese manejada por el jefe de carro. Sin embargo, una de sus misiones es buscar y asignar objetivos al tirador. Para ello dispone del PERI, un visor en el techo con canal óptico y térmico con 360º de giro. Pero, o utiliza el PERI o maneja la RCWS. Además, si esta estación de armas se instala separada del PERI, necesariamente provocará un sector ciego al jefe, lo que también supone una vulnerabilidad. Tampoco son menores los desafíos técnicos que supone integrar la estación con el PERI. Por todo ello, no está claro aún qué decisión tomar y persiste un debate interno al respecto.

Por último, junto a las modernizaciones, se está valorando adquirir kits de arados o palas empujadoras (para minas y obstáculos), conjuntos de camuflaje visual y térmico (tipo Barracuda, por ejemplo) y los mencionados sistemas APS. Todo esto en un número suficiente para equipar un batallón (unos 50 ejemplares) al máximo de capacidades. Estos ejemplares, que se denominarían Leopardo 2E M+, o los ejemplares Leopard 2A8 de nueva adquisición, constituirían la élite de la fuerza acorazada española.

Aguantar otros 25 años

Esta combinación de compra y modernización dejaría el Ejército de Tierra con una fuerza homogénea para asegurar la defensa acorazada otros 20 o 25 años. No hay presupuesto, pero las estimaciones de los expertos apuntan a cifras superiores a los 3.000 millones de euros. No sería algo anómalo en nuestro entorno. Los ejércitos europeos llevan años dando a estos mastodontes de acero por amortizados. Varios países, como Reino Unido, Francia, Alemania o Italia, habían comenzado a reducir efectivos; otros, caso de Países Bajos o Bélgica, directamente a eliminarlos.

La realidad de Ucrania es que sí, se sufren enormes bajas (que tienen sus propias explicaciones), pero también que no hay operación de envergadura que se realice sin el concurso de los carros de combate. Esto ha impulsado cambios en todos los ejércitos occidentales, invirtiendo la tendencia a descartarlos. Entre los casos más ilustrativos, el de Reino Unido, con una modernización al máximo nivel —incluyendo el cañón L/55 A1— de su flota de Challenger; o el de Países Bajos, que después de deshacerse de todos sus blindados, está viendo cómo poner en servicio un batallón con ejemplares del Leopard 2A8.

El carro de combate no está muerto. Pero necesita mejoras de diseño y más capacidades de supervivencia para adaptarse a entornos de guerra más letales, donde la precisión de drones y artillería los ponen en constante riesgo. Esta transformación apareja numerosos desafíos técnicos e industriales, desde el peso (a más protección, más toneladas) o la integración de la inteligencia artificial. Y con esta modernización, los Leopard españoles deben volver a esta vanguardia.

Una de las más sorprendentes paradojas militares que nos deja el conflicto ucraniano es la que planea sobre el futuro de los carros de combate. Hay expertos que llevan décadas dándolos por amortizados. Pero su acción en combate —que podemos ver casi a diario en Ucrania y también en Gaza— nos muestran dos realidades enfrentadas: por un lado, el poder acorazado sigue siendo imprescindible; por otro, es demasiado vulnerable para ser tan costoso de fabricar, operar y mantener. Las pérdidas son terroríficas. ¿Qué hacer entonces?

Defensa Tecnología militar
El redactor recomienda