"Papá, no me saques en Instagram": la exposición de tus hijos ya es un problema familiar
El 56% de los padres comparte contenido potencialmente vergonzoso e inapropiado de sus hijos. En muchos casos se vulneran los derechos digitales y de intimidad mientras los menores no tienen apenas herramientas legales
Fotos de niños y niñas en la playa, vídeos graciosos de un bebé aprendiendo a caminar o en la bañera, un adolescente haciendo el tonto con sus primos. Las redes sociales se han convertido en un 'álbum familiar'. El nivel llega a un punto en el que el 81% de los menores de 6 meses ya tiene presencia en internet, sin saberlo. La cifra aumenta en los primeros años de infancia. Para cuando tienen 10, los padres ya han compartido alrededor de 200 fotos de sus primogénitos sin su consentimiento. Asistimos al período con mayor exposición pública de la historia. Y surge una pregunta: ¿Es lícito subir fotos de una persona que no puede negarse por su edad? El resultado es que ahora cada vez más niños están pidiendo a sus familiares que borren sus fotos: “No voy a denunciar a mis padres, pero me está causando problemas en el colegio”, cuentan algunos menores a una psicopedagoga contactada por El Confidencial.
Es una práctica habitual que incluso ha recibido su propio término: sharenting, una mezcla entre los anglicismos share (compartir) y parenting (paternidad). Básicamente, se refiere a documentar de manera casi abusiva anécdotas de los pequeños en las redes. El repertorio es variado: bebés durmiendo, chapoteando en el baño, estrenando orinal, jugando en el parque y un sinfín más de vivencias cotidianas enternecedoras, pero a la vez muy peligrosas para el niño en cuestión. Según el informe EU Kids Online, nueve de cada diez familias españolas comparten al menos una vez al mes imágenes y vídeos de sus hijos. Pero también el 56% de los padres comparte contenido potencialmente vergonzoso de sus hijos y un 27% cuelga fotos directamente inapropiadas, según otro estudio similar.
Lo que a priori puede parecer inocente o divertido puede tener consecuencias graves. Desde los riesgos que conlleva la exposición pública de los menores, cuyas imágenes pasan a ser propiedad de la red social en cuestión y se convierten en una huella prácticamente imborrable, hasta una vulneración de sus derechos digitales y de su intimidad, bullying en el colegio o acoso por parte de depredadores sexuales.
“Muchos menores me escriben y me dicen que se sienten desprotegidos en sus propias familias porque no pueden hacer nada, los padres les dicen que es una tontería, que no le ven peligro alguno y que no van a eliminar esas fotos. No tienen herramientas, ni pueden acudir a una administración para que esas imágenes se retiren. Mientras son pequeños, son las familias las que tienen esa responsabilidad. Y, como muchas de ellas no tienen información sobre los riesgos, las comparten de forma masiva”, explica a El Confidencial Silvia P, psicopedagoga y divulgadora sobre protección a la infancia y privacidad.
“Por otro lado, los jóvenes no quieren meter en líos a su familia. Buscan maneras de intentar explicárselo, pero no funciona. Un niño me decía que no quería denunciar a su padre, que lo único que quería era que quitaran sus fotos de internet porque le estaban molestando sus compañeros de clase”, añade la experta.
Los expertos avisan de la falta de una legislación que establezca ciertos límites. Actualmente, la Ley Orgánica de Protección de Datos y Garantía de Derechos Digitales (LOPDGDD) establece esta edad de consentimiento en 14 años, es decir, que sólo a partir de los 14 años los menores tienen derecho a dar su consentimiento para el tratamiento de sus datos personales, incluida la publicación de fotografías en redes. Pero no antes. Antes de esa edad, el consentimiento recae en los padres o tutores legales.
Sin protección legal hasta los 14
“El problema es que la mayoría de padres lo hacen repetidamente y luego se enfadan si les comentas que están poniendo en riesgo a sus hijos. Yo he hablado con algunos padres y me dicen que es estoy paranoica, que por una foto no pasa nada. Se nos suele tildar de exagerados de que tenemos la mirada sucia. Pero la realidad es que tenemos una mirada realista. Y si estás vulnerando el derecho a la intimidad de tu hijo, debería importarte. Existe ahora un fenómeno en el que se piensa que los hijos y las hijas son propiedades y puedes hacer con ellos lo que te plazca. Ahora mismo, el debate es prácticamente ético, porque en España no hay una ley que tenga en cuenta esta problemática”, señala Silvia P.
La Ley Orgánica 1/1996 de Protección Jurídica del Menor establece en su artículo 4 que los menores tienen derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen y, en consecuencia, la publicación de determinadas fotos puede considerarse una intromisión ilegítima, aunque cuente con el consentimiento de sus padres, si la misma menoscaba la honra o la reputación del menor. Pero en la mayoría de casos, no hay más impedimento que la propia prudencia de quienes comparten estas fotos y que exista consentimiento de los padres del menor, que son quienes ostentan su representación legal.
“Esto significa que, en términos generales, los padres pueden decidir publicar fotos de sus hijos o hijas menores de esta edad. Lo que sí que conviene es hacer un llamamiento a todos aquellos padres que tienden a compartir imágenes de sus hijos en redes para que consideren y respeten los derechos de privacidad y bienestar de sus hijos e hijas”, explica a este diario Natalia Tejera Beamud, abogada responsable del Departamento de Penal Familiar en Vestalia Abogados.
La letrada apunta a que en casos de desacuerdo entre los progenitores o situaciones de conflicto entre la voluntad o los deseos del menor o de la menor y la de los padres, prevalece el derecho de los hijos a decidir sobre su imagen, siempre que tengan la madurez suficiente para comprender las consecuencias de la publicación.
Hay jurisprudencia el respecto. En el año 2022, la Agencia Española de Protección de Datos obligó a un abuelo a retirar las fotos de su nieto que había colgado en redes sociales, tras una reclamación de la madre del niño. Unos años antes, en 2020, un padre tuvo que retirar de sus redes sociales las fotos de su hija después de una demanda por parte de su expareja. En Estados Unidos ya son varios los casos de hijos e hijas de influencers que, al cumplir la mayoría de edad, han demandado a sus padres.
¿Quién va a demandar a sus padres?
En nuestro país, es a partir de los 14 años que los hijos e hijas tienen la capacidad de consentir por sí mismos el tratamiento de sus datos y fotos. Por lo tanto, pasado ese umbral, un adolescente podría oponerse a que sus padres publiquen sus fotos, rectifiquen o las supriman directamente. También podría presentar una demanda contra los padres solicitando una indemnización por daños morales.
“Una vez que se alcance la mayoría de edad, se podría interponer una denuncia, siempre y cuando se cumplan los requisitos del delito y el mismo no hubiera prescrito. Entonces se hace necesaria las concurrencias de: finalidad de descubrimiento de secretos, vulneración de la intimidad, comisión con fines lucrativos u obtención de imágenes o grabaciones audiovisuales obtenidas con consentimiento del afectado en un domicilio u otro lugar fuera del alcance de la mirada de terceros, cuando la divulgación menoscabe gravemente su intimidad personal”, explica Adriana Rodríguez Rodríguez, socia abogada en Vestalia Abogados de Familia.
Esta práctica supone también un riesgo de que los menores se conviertan en blanco de burlas y sufrir ciberacoso, o que las imágenes sean utilizadas por otros para dañar la autoestima, reputación y relaciones sociales. El sharenting deja una huella digital casi imposible de borrar y esas imágenes pueden incluso terminar en alguna página no deseada.
Hace unos años, Wall Street Journal publicaba un espeluznante reportaje en el que alertaban de otro de los peligros de la sobreexposición: la usurpación de identidad. “Me gustaría dar la bienvenida al mundo a mi hijo. Mamá y el tío Maddox te quieren mucho, Artie”, decía una publicación acompañada de una foto de un bebé recién nacido dormido plácidamente. Resultó que Arthur no era Arthur. Una mujer canadiense de 33 años, la madre real del bebé, había hecho la foto dos años antes con su móvil en la habitación del hospital después de dar a luz y la había publicado en su perfil público de Instagram. Le llegó por terceros que la imagen de su hija circulaba como si fuera el bebé de otra mujer y alertó a Instagram. La compañía cerró la cuenta de la infractora porque violaba los términos.
Una herramienta que puede brindar cierta protección a los jóvenes es el derecho al olvido, que permite solicitar a los responsables del tratamiento (como plataformas tecnológicas, redes sociales, motores de búsqueda, etc.) la eliminación de cualquier información personal que los identifique. Esto incluye fotos, videos, publicaciones, comentarios, y cualquier otro dato. “Generalmente, las empresas tecnológicas proporcionan formularios específicos en sus sitios web para que los usuarios puedan solicitar la eliminación de sus datos personales”, apunta Rodríguez. El problema es que esto puede suponer un proceso lento y laborioso, no siempre acabando en buen puerto.
Ambas abogadas coinciden en que “existe una creciente urgencia y necesidad de contar con una ley digital actualizada en España que proteja adecuadamente los derechos de la infancia y la adolescencia en el entorno digital, especialmente en lo que respecta a derechos fundamentales como el derecho a la imagen y la privacidad de los menores. Habida cuenta de la exposición creciente de los menores en el entorno digital. La necesidad de una legislación que se adapte a estos nuevos desafíos es fundamental”.
En la misma línea se pronunciaba la abogada Carla Vall en un vídeo reciente, en el que explicaba las implicaciones del sharenting. Para ella, este tipo de conflictos podrían evitarse: “La duda se resuelve respondiendo a la sencilla pregunta de: ‘¿Qué beneficio tiene esto para el menor?’ Si la respuesta es ninguno, debería solventarse con la no publicación de imágenes”.
Fotos de niños y niñas en la playa, vídeos graciosos de un bebé aprendiendo a caminar o en la bañera, un adolescente haciendo el tonto con sus primos. Las redes sociales se han convertido en un 'álbum familiar'. El nivel llega a un punto en el que el 81% de los menores de 6 meses ya tiene presencia en internet, sin saberlo. La cifra aumenta en los primeros años de infancia. Para cuando tienen 10, los padres ya han compartido alrededor de 200 fotos de sus primogénitos sin su consentimiento. Asistimos al período con mayor exposición pública de la historia. Y surge una pregunta: ¿Es lícito subir fotos de una persona que no puede negarse por su edad? El resultado es que ahora cada vez más niños están pidiendo a sus familiares que borren sus fotos: “No voy a denunciar a mis padres, pero me está causando problemas en el colegio”, cuentan algunos menores a una psicopedagoga contactada por El Confidencial.
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