El bambú, el águila y 150 aeronaves: así ensaya EEUU una posible escalada militar con China
Estados Unidos recientemente realizó un ensayo militar en aguas del Pacífico Oriental. Fue una de las mayores movilizaciones de aeronaves realizadas en esa zona hasta la fecha. ¿El motivo? El gigante asiático
Estados Unidos lleva tiempo desplazando su centro de gravedad militar desde el Atlántico hacia el Pacífico, con la mente puesta en la República Popular de China. En este nuevo marco estratégico, la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF) ha diseñado un nuevo ejercicio enfocado al despliegue de fuerza a gran distancia. Lo puso en marcha hace solo unos días, entre el 2 y el 10 de agosto, y lo llamó 'Bamboo Eagle 24-3'. Se trata de la segunda iteración que hace este año. Entre finales de enero y principios de febrero se ejecutó la primera. El nombre ya deja clara las intenciones: por un lado, el bambú y, por otro lado, el águila.
Dicho ejercicio conjunto está organizado por el US Air Force Warfare Center y tuvo lugar en diversas zonas de la costa oeste de Estados Unidos y del Pacífico Oriental. A diferencia del popular ejercicio Red Flag (centrado en el combate aéreo avanzado) y, con el objetivo de simular un conflicto en el Indo-Pacífico, el Bamboo Eagle 24-3 se ha desarrollado principalmente sobre el mar. Las reservas de espacio aéreo, es decir, la zona delimitada para efectuar los combates, se extendieron 600 millas náuticas mar adentro (1.100 kilómetros aproximadamente) y, en la vertical, hasta los 80.000 pies (unos 24.000 metros), para evitar la aparición de 'curiosos'. En total, participaron más de 150 aeronaves y 3.000 militares, además de unidades de Reino Unido y Australia.
En palabras del general de brigada Gerald Donohue, este ejercicio brinda la oportunidad de poner a prueba su capacidad de "ejecutar operaciones de manera inmediata al llegar al teatro de operaciones con el objetivo de maniobrar la fuerza conjunta con velocidad, escala y masa". Para ensayar la generación de fuerza desde diferentes emplazamientos, los aviones se repartieron entre las bases aéreas y aeropuertos civiles existentes en la costa californiana, al contrario que en el Red Flag, en el que todos los aviones se congregan en la misma base aérea. Asimismo, se entrenó el mando y control distribuido, logística ágil y reabastecimiento aéreo táctico.
Las palabras de Christopher Niemi, general de división y Comandante del US Air Force Warfare Center, resumen bien la relevancia del Bamboo Eagle: ejemplifica el compromiso de la USAF de centrarse en un nuevo gran objetivo, la Competición entre Grandes Potencias (Great Power Competition, en inglés).
Cómo se gana esta batalla
El país norteamericano cuenta con la fuerza aérea más poderosa del planeta. En el Bamboo Eagle 24-3 requirió la presencia de casi todos los modelos en servicio. Puesto que es un ejercicio pensado para superar la 'tiranía de la distancia', los protagonistas fueron los aviones de reabastecimiento en vuelo. En algunos momentos, se pudo ver hasta 17 cisternas operativas, entre las que se encontraban varios Boeing KC-46A Pegasus.
Antes de continuar, es necesario explicar algo mejor el término 'tiranía de la distancia'. En palabras comunes, el Pacífico es enorme. Por ejemplo, en línea recta, desde San Francisco hasta la isla de Formosa es necesario recorrer 10.000 km. Suponiendo una velocidad de crucero de 850 km/h —la de la cisterna KC-46—, son necesarias casi 12 horas. Incluso desde la isla de Guam las distancias siguen siendo descomunales. En ese caso, 2.600 km separan ambas islas, que se cubrirían en unas tres horas de vuelo. Una operación normal con aviones de combate requeriría varios reabastecimientos tanto durante la ida como la vuelta.
El récord de ataque a gran distancia lo lograron los británicos con las cinco misiones que llevaron a cabo en el marco de la operación Black Buck durante la Guerra de las Malvinas. Fueron necesarios 11 cisternas para los dos aviones Avro Vulcan encargados de bombardear (uno de ellos era de reserva) las posiciones argentinas. La distancia a salvar era de 12.200 km y el vuelo duraba 16 horas.
Regresando al Bamboo Eagle 24-3, además de los aviones de reabastecimiento en vuelo, participaron aviones de combate como los Lockheed Martin F-35A Lightning II, Lockheed Martin F-22 Raptor y Lockheed Martin F-16 Fighting Falcon. Asimismo, bombarderos Rockwell B-1B Lancer y Boeing B-52H Stratofortress. Estos últimos, junto con los B-2A, están acostumbrados a volar misiones largas, en algunas ocasiones, de más de 20 horas de duración.
Con respecto al resto de slow-movers —término que se emplea para describir a los multiplicadores de fuerza, que vuelan más lento que los aviones de caza y cazabombarderos—, se tuvo constancia de aviones de alerta temprana y control aerotransportado Boeing E-3 AWACS, de nodo de comunicaciones Northrop Grumman E-11A BACN y de captación de señales electrónicas Boeing RC-135W Rivet Joint.
Entrando en detalle con respecto a estos últimos, los primeros se encargan de detectar de manera temprana los aviones enemigos que puedan aparecer y de gestionar la batalla aérea, transmitiendo en tiempo real al mando la información necesaria. Se espera que sean sustituidos en los próximos años por el Boeing E-7A Wedgetail en servicio con la fuerza aérea australiana. Como hecho curioso, en el ejercicio Pitch Black celebrado recientemente en Australia, operadores estadounidenses han estado trabajando en el avión, preparando la entrada en servicio.
Por su parte, los aviones de nodo de comunicaciones Northrop Grumman E-11A Battlefield Airborne Communications Node (BACN), derivados del reactor de negocios Bombardier BD700, son de lo menos conocido, pero con una serie de capacidades imprescindibles tanto en el campo de batalla actual como en el futuro, permitiendo la comunicación entre diferentes plataformas, por ejemplo, entre un F-22 y un militar de operaciones especiales en el terreno empleando un teléfono civil. Es decir, son una especie de puerta de enlace o gateway entre distintas unidades. Durante varios años, también estuvo en servicio una pequeña flota de aviones no tripulados EQ-4B Global Hawk realizando este cometido, pero fueron dados de baja en 2021.
En último lugar, el Boeing RC-135W Rivet Joint. Es uno de los tantos derivados del legendario Boeing C-135 Stratolifter. Su misión es la recopilación de señales electromagnéticas (tanto en banda radar como en banda de comunicaciones) y posterior análisis. Así, pueden determinar, a partir de las emisiones captadas, cuáles serán los objetivos que atacar, además de monitorizar en tiempo real las comunicaciones del enemigo. Por esto último es habitual que haya lingüistas en sus tripulaciones.
Aparte de todos ellos, se contrataron aviones agresores (conocidos en inglés como aggressors) F-5 de la empresa Tactical Air Support (exReal Fuerza Aérea Jordana). Aunque parezca extraño, en EEUU y en otros países es común que empresas especializadas proporcionen este tipo de servicios de ‘bando rojo’. Es decir, se encargan de simular a un potencial enemigo o fuerza oponente (en inglés OPFOR, opposing force). Para ello deben tener un conocimiento actualizado del empleo de la fuerza que desarrollaría el hipotético adversario. Dichos F-5 operaron junto a los F-16 del 706th Aggressor Squadron de la USAF con base en Nellis. Por último, también participaron los imprescindibles transportes Boeing C-17 Globemaster III.
Aunque en este ejercicio no ha sido necesario, en otros se cuenta con aviones que simulan misiles de crucero. Una de las aeronaves empleadas para este cometido es el supuestamente dado de baja e inconfundible F-117 Nighthawk. También se han utilizado otros modelos más curiosos y ligeros como el Bede BD-5J (Small Manned Aerial Radar Target Model 1, SMART-1) o los Sonex Aircraft SubSonex JSX-2, suministrados por KestrelX LLC y recientemente empleados en el ejercicio Northern Strike 24-2.
La amenaza que la República Popular de China supone en el Pacífico ha obligado a EEUU a pivotar hacia esta zona del globo. El problema es que no es la única región caliente. Recientemente, EEUU ha desplazado a Oriente Medio un submarino, buques de guerra y cazas ante la posible escalada militar entre Irán e Israel. Pese a ello, China y la tensión con Taiwán siguen siendo el principal dolor de cabeza. Ejercicios como el Bamboo Eagle son solo un ensayo de algo que, en realidad, nadie quiere que suceda en realidad.
Estados Unidos lleva tiempo desplazando su centro de gravedad militar desde el Atlántico hacia el Pacífico, con la mente puesta en la República Popular de China. En este nuevo marco estratégico, la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF) ha diseñado un nuevo ejercicio enfocado al despliegue de fuerza a gran distancia. Lo puso en marcha hace solo unos días, entre el 2 y el 10 de agosto, y lo llamó 'Bamboo Eagle 24-3'. Se trata de la segunda iteración que hace este año. Entre finales de enero y principios de febrero se ejecutó la primera. El nombre ya deja clara las intenciones: por un lado, el bambú y, por otro lado, el águila.
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