OpenAI ahora va a meterse en la 'webcam' de tu portátil. Es una idea brillante y peligrosa
Además de 'chatbots', chips y robots humanoides, la empresa lidera una inversión de 60 millones de euros en Opal para colarse en las cámaras web. ¿Qué hay detrás de esta extraño movimiento?
Sam Altman lo ha vuelto a hacer: su compañía, OpenAI, se prepara para desembolsar 60 millones de euros en Opal Camera, una desconocida startup que en solo un par de años se ha convertido en un referente en algo tan aparentemente anodino como las webcams. El movimiento puede parecer inofensivo, una operación más, pero en realidad explica a la perfección cómo OpenAI quiere aislar a sus rivales y crear una nueva categoría de inteligencia artificial. Teniendo en cuenta otros experimentos de Altman, como el polémico escaneo de iris con Worldcoin, su plan para colarse en la webcam de tu portátil es ahora mismo una idea tan ingeniosa como inquietante.
Esta inversión se añade a los 17 millones de dólares que esta empresa, con sede en San Francisco y fundada por el indio Veeraj Chugh, ya ha conseguido de algunos de los fondos de inversión más codiciados de Silicon Valley. La nueva financiación, revelada por The Information, se enmarca en una ronda de Serie B –aquella que se da cuando la startup ya está consolidada– y contará con la participación de otros inversores clave, como Founders Fund y Kindred Ventures.
Opal Camera es conocida por su producto estrella, la Tadpole, una cámara web que cuesta 136 euros y que se acopla a los monitores de los portátiles. Es pequeña, con un diseño cuadrado de 3,175 centímetros y un peso similar al de una pila AA, pero puede implementar potentes aplicaciones como Composer que ajusten la iluminación y otros aspectos de la configuración de la cámara web. La experiencia personalizable se aprecia en una alta resolución de 3840x2160 píxeles.
Con la inyección de capital proveniente de OpenAI, Opal no solo continuará su producción de cámaras web, según informa el medio estadounidense, sino que también expandirá su enfoque hacia el desarrollo de dispositivos equipados con tecnología de inteligencia artificial dirigida a consumidores que quieran potenciar su creatividad.
Estos nuevos productos podrían integrar algunas de las tecnologías avanzadas de OpenAI, como sus modelos de generación de imágenes y vídeos. De hecho, Opal ya ha fusionado hardware con IA en el pasado con su cámara web C1, que utilizaba el aprendizaje automático para mejorar la calidad del vídeo y ofrecer efectos como el desenfoque de fondo. Y ahora, con todo lo que Altman vaya a proporcionarle, podrá ofrecer muchas cosas más.
Cómo no depender de nadie
OpenAI inició recientemente conversaciones con Broadcom para crear un chip de IA personalizado. Y no solo eso: también ha reclutado a ingenieros con experiencia en los aceleradores de aprendizaje automático TPU de Google. La inversión en Opal es parte de una estrategia más amplia de OpenAI, que en los últimos tres años ha invertido en más de una docena de startups a través de su fondo de capital de riesgo, algunas de ellas enfocadas en el hardware.
Andrés Torrubia, cofundador del IIA.es y de Medbravo.org, explica que OpenAI lo hace para "asegurarse de que están presentes en todo el camino, desde el usuario hasta ellos (OpenAI), sin que los dueños de la infraestructura intermedia les puedan poner obstáculos". Muchas de estas empresas utilizan los grandes modelos de lenguaje (LLM) de OpenAI para potenciar sus productos, como recientemente lo ha hecho Figure AI con su robot humanoide.
"Si OpenAI solo puede interaccionar con el usuario (y sus datos) desde el navegador, los que controlan las plataformas sobre las que funciona el navegador (especialmente Google y Apple) pueden limitar funcionalidad y luego ofrecer ellos mejores experiencias sin esos límites", cuenta Torrubia. "Apple hace esto, y Microsoft también, aunque por ahora es aliada de OpenAI", explica.
La inversión en Opal podría tener un impacto significativo en la forma en que los compradores interactúan con la IA. "Si están en la cámara, pueden meter funcionalidades de IA en directamente sin que el sistema operativo o el navegador puedan hacer nada", cuenta el experto. Para las empresas que buscan mantenerse competitivas en el dinámico campo de la tecnología de consumo, el seguimiento de cerca de estos desarrollos es crucial. Hay herramientas de OpenAI, como DALL-E, para la generación de imágenes, o Sora, para la creación de vídeos, que podrían beneficiarse y potenciar enormemente todo aquello que ya fabrica la compañía.
@BeMyEyes with GPT-4o pic.twitter.com/nWb6sEWZlo
— OpenAI (@OpenAI) May 13, 2024
En este contexto, es relevante mencionar el reciente desarrollo de OpenAI: ChatGPT-4o. Este modelo, que incorpora la letra "o" por omni (que significa “totalidad”), procesa entradas de múltiples fuentes a la vez, incluyendo texto, imágenes, vídeo y sonido, y generar respuestas en tiempo real. Una herramienta que, junto con los robots, las retinas y ahora las cámaras, quizás esté abarcando más de lo que debiera. Tal y como dijo el extrabajador de OpenAI, William Saunders, avances como estos son como aviones diseñados para vuelos cortos sobre tierra que están volando sobre el mar, o como barcos que se hunden por no estar preparados. "No quiero trabajar en el Titanic de la IA", sentenció el exempleado.
Un avión que quiere llegar a la Luna
Los empleados y exempleados de la empresa de Altman ya mostraron su preocupación por la velocidad con la que el empresario estaba llevando a cabo la trayectoria de la compañía, calificándola de "imprudente". Según recogió The New York Times, 9 personas que trabajan o trabajaron para OpenAI dijeron que, si bien la empresa comenzó como un laboratorio sin ánimo de lucro, ahora prioriza las ganancias a la seguridad. Ni siquiera un NDA ha sido suficiente para ocultar sus inseguridades. "Los amplios acuerdos de confidencialidad nos impiden expresar nuestras preocupaciones, excepto a las mismas empresas que pueden no estar abordando estos problemas", aseguran en una carta que defiende el derecho a advertir sobre la IA.
Torrubia señala que el canal directo a las personas que supone una cámara es "para conocernos más y hacer asistentes tipo 'Her' que nos conozcan mejor". Con ello, estas innovaciones plantean preocupaciones en torno a la privacidad y a la recopilación y uso de datos. "Hay muchos escenarios en los que no quieres que tus datos salgan a esas empresas como OpenAI, ya sea por privacidad, o bien por confidencialidad (a nivel empresarial)", apunta.
A Sam Altman no parece importarle. Ya se demostró con unos documentos filtrados que sus empleados estaban amenazados con la pérdida de capital adquirido de la empresa si no firmaban acuerdos de confidencialidad en tal solo 7 días, tal y como pudo conocer Vox. El empresario quiere todos los datos posibles para entrenar a su IA.
Es justamente lo que ya ocurrió con Worldcoin, un proyecto de OpenAI que ofrecía ‘tokens’ a cambio de un escaneo del iris. El deseo de Altman de obtener este dato biométrico único que, al igual que las huellas dactilares, es irrepetible, generó mucho debate hasta el punto de que el multimillonario tuvo que paralizar las operaciones en diversos países.
La iniciativa de Worldcoin buscaba crear una identificación personal basada en el iris, diferenciando así a los humanos entre sí y de las inteligencias artificiales (como las que crea OpenAI). Pero el nivel de transparencia de este proyecto deja mucho que desear, ya que su versión de por qué quería esos datos ha ido cambiando año tras año. Al menos, en ChatGPT aún queda la opción de poner la conversación en modo temporal para que no recojan los datos que aportes, o desactivar la opción "mejorar el modelo para todos" que, según Torrubia, se traduce en "que entrenen sus modelos con mis datos".
El experto piensa que "hay que buscar otras soluciones, incluso las que ejecuten los modelos locales (en tu ordenador o en tu servidor)", de forma que nadie se preocuparía de si OpenAI usa o no sus datos, ya que de entrada no los tendría. Al igual que con los Worldcoin en España, el futuro de estas tecnologías y su impacto en la privacidad y la seguridad sigue siendo difuso, y habrá que, nunca mejor dicho, echarle un ojo.
Sam Altman lo ha vuelto a hacer: su compañía, OpenAI, se prepara para desembolsar 60 millones de euros en Opal Camera, una desconocida startup que en solo un par de años se ha convertido en un referente en algo tan aparentemente anodino como las webcams. El movimiento puede parecer inofensivo, una operación más, pero en realidad explica a la perfección cómo OpenAI quiere aislar a sus rivales y crear una nueva categoría de inteligencia artificial. Teniendo en cuenta otros experimentos de Altman, como el polémico escaneo de iris con Worldcoin, su plan para colarse en la webcam de tu portátil es ahora mismo una idea tan ingeniosa como inquietante.