En 2023 hubo un megatsunami de 200 metros de altura. Nos hemos enterado ahora
El evento se produjo el 16 de septiembre de 2023 en una región que, por suerte, estaba deshabitada. Sus consecuencias en zonas habitadas habrían sido desastrosas
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Los megatsunamis están considerados como fenómenos especialmente destructivos que se han producido en contadas ocasiones. Por ejemplo, hay constancia de que han afectado a Cabo Verde, Hawai y Reunión, pero en tiempos tan remotos que no existen testimonios relacionados con la devastación que son capaces de generar. Aunque no existen valores estandarizados que permitan diferenciar entre tsunamis y megatsunamis, suele utilizarse esta denominación para referirse a las olas que alcanzan velocidades y alturas mucho más elevadas de lo habitual.
Por ejemplo, el tsunami que en 2011 causó la muerte de más de 20.000 personas en Japón alcanzó los 40 metros de altura. Asimismo, el producido a finales de 2004 en el océano Índico, que costó la vida a casi 230.000 personas, se quedó en 30 metros. Por ello, que acabemos de tener constancia de que el 16 de septiembre de 2023 se produjese un tsunami de 200 metros de alto resulta especialmente sorprendente.
✨OPEN ACCESS PAPER✨ AND 📣PRESS RELEASE📣
— SSA (@SeismoSocietyAm) August 9, 2024
The 16 September 2023 Greenland Megatsunami: Analysis and Modeling of the Source and a Week‐Long, Monochromatic Seismic Signal #TSR
Paper: https://t.co/RiIMRvrDyH
Press Release: https://t.co/TXO0F2bpMG
Un estudio publicado en la revista científica Geo Science World asegura que un megatsunami de dimensiones excepcionales impactó la costa este de Groenlandia el 16 de septiembre de 2023. Este fenómeno, generado por un deslizamiento de tierra masivo en el fiordo Dickson, produjo olas que alcanzaron alturas de hasta 200 metros en su punto máximo. La magnitud del evento ha llamado la atención de la comunidad científica global, destacando la fragilidad de las zonas costeras ante estos desastres naturales.
Recorrió más de 50 kilómetros
El equipo de investigación, liderado por Ángela Carrillo Ponce del Centro Alemán de Investigación en Geociencias (GFZ), analizó detalladamente las señales sísmicas registradas en estaciones de monitorización situadas a más de 5.000 kilómetros de distancia. Estas señales permitieron reconstruir el desarrollo del megatsunami y entender mejor su impacto en la región. El análisis reveló que la altura inicial de la ola superó los 200 metros cerca del fiordo, propagándose a lo largo de más de 50 kilómetros hasta la isla de Ella.
Size comparison of different tsunami waves.. 🌊pic.twitter.com/9Gx1Y2fgDc
— Itsme (@itsme_urstruly) July 3, 2024
Afortunadamente, la zona afectada no albergaba población humana en ese momento, y solo una base militar, que se encontraba sin personal, sufrió daños significativos. Sin embargo, la fuerza del tsunami y la destrucción causada resaltan la amenaza latente que representan estos fenómenos en regiones remotas, donde la naturaleza muestra su poder con toda su intensidad.
Un elemento particularmente notable del megatsunami fue la aparición de una onda estacionaria que osciló en el fiordo durante más de una semana. Este tipo de ondas, detectadas como señales sísmicas de periodo muy largo (VLP), son raras y generalmente se asocian con desprendimientos de glaciares. La señal VLP observada en este caso fue especialmente persistente, manteniéndose activa por más de siete días, un hecho que intrigó a los expertos.
🚨🇯🇵 Every one is talking about the mega earthquake warning from the JMA today, warning a quake up to 9.0 Will hit Japan soon after examining fault lines.
— Todd Paron🇺🇸🇬🇷🎧👽 (@tparon) August 10, 2024
This is what happens when you have a 9.0 magnitude earthquake⚡️
18K perished in the largest tsunami ever recorded it’s worth… pic.twitter.com/ozv38dLMtG
El estudio de estas señales VLP, junto con el análisis de imágenes satelitales, permitió a los científicos modelar con precisión la dinámica del deslizamiento y el posterior tsunami. Esta investigación no solo subraya la magnitud del evento, sino que también pone de manifiesto el creciente riesgo de megatsunamis en un contexto de cambio climático. El deshielo acelerado de los glaciares y el permafrost está incrementando la frecuencia de estos deslizamientos, aumentando así la posibilidad de que se repitan eventos similares en otras partes del mundo.
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