Detectives del cielo: este catalán sabe si tu vuelo se retrasará antes de que tu aerolínea lo admita
Una queja en Twitter en 2017 desató que tres desconocidos de diferentes partes del mundo se pusieran a crear su propia app, que triunfa entre viajeros frecuentes y tripulaciones. Ahora, han creado una IA capaz de predecir retrasos
Las idas y venidas de los aviones producen una extraña fascinación entre muchos de los que tienen los pies en tierra firme. Un buen ejemplo de ello es el fenómeno Flightradar, esa plataforma que permite consultar el tráfico aéreo de todo el mundo en tiempo real. Una web que es capaz de atraer la atención de millones de personas cuando estalla la guerra en Ucrania para ver cómo se vacía el espacio aéreo en esa zona del mundo o para seguir minuto a minuto el desplazamiento del jet privado de Elon Musk o de Taylor Swift.
Mucha gente se suele sorprender de que una gran parte del combustible que alimenta esta página son datos públicos y abiertos. No es ni mucho menos la única que lo hace, aunque probablemente sea la más conocida. Pero hay muchas otras aplicaciones que están intentando seguir su estela y hacer negocio con esto de seguirle la pista a vuelos comerciales de todo el mundo.
Una de las que está dando mucho que hablar desde hace tiempo es Flighty, una app lanzada en 2019 y que se ha hecho un hueco en países como Estados Unidos, donde acumula una notable comunidad entre viajeros frecuentes, profesionales de la aviación como pilotos o personal de cabina y, por supuesto, entre aficionados del mundillo.
El pasado año fue finalista al premio de mejor app de Apple y acabó llevándose el premio al mejor diseño que otorgan los de Cupertino durante su cumbre anual de desarrolladores. Hace unos días, sus creadores la han renovado con una sorprendente capacidad: la de predecir cuánto tiempo de retraso va a tener un vuelo antes de que la aerolínea lo reconozca. Algo que puede servir para que el usuario cambie el billete si tiene la posibilidad, llegue algo más tarde al aeropuerto o no esté esperando en la puerta sin sentido.
Una 'app' de triple nacionalidad
Estas capacidades, que se basan en tecnologías como el aprendizaje automático o la inteligencia artificial, están a la altura de la épica y singularidad que rodea su nacimiento. Aunque se lanzó hace cinco años, el proyecto echó a andar en 2017. Uno podría pensar que algo así necesita un ejército de personas rastreando bases de datos e integrándolas en el sistema, picando código, diseñando las pantallas y los menús, ocupándose de la parte comercial… Pero nada de eso. Aquí solo hay tres personas. Los mismos tres que empezaron el proyecto.
Ryan Jones, un joven estadounidense, tuvo un problema con un vuelo y puso un tuit quejándose. Aquella publicación, que podía haber caído en el olvido, hizo blanco en dos personas: un chico noruego llamado Markus Aarstad y el catalán Francesc Bruguera, un joven ingeniero informático nacido en 1996. Los tres empezaron a hablar del tuit de Jones y acabaron echando a rodar lo que acabaría convirtiéndose en Flighty.
Cada uno desde su casa, por lo que la aplicación tiene triple nacionalidad. “La primera vez que nos vimos en persona fue en 2021… No, a finales de 2022”, comenta Bruguera a este periódico, cómo no, a través de una videollamada, su hábitat natural en lo que se refiere a lo laboral. Jones se ocupa de la parte de negocio, Aarstad de todo lo que tiene que ver con el diseño, y él de todo lo que tiene que ver con la programación. Sí, él solo.
Si hubiese poca épica en lo de desarrollar una aplicación que surgió por una queja en Twitter entre tres personas, cada una desde una punta del mundo, hubo otro obstáculo mayor. Apenas medio año después del lanzamiento, cuando empezaban a ganar tracción y dar que hablar, apareció la covid, que supuso una sacudida inmensa para la aviación comercial por motivos más que conocidos a estas alturas de la película. “Ahí seguimos funcionando como pudimos, con las pocas personas que todavía tenían que volar”, explica.
Navegaron por la pandemia con éxito y, desde hace un tiempo, se dedican en exclusiva a estos menesteres. Hace unos días, pusieron en circulación la cuarta gran actualización de la app, que ahora ha sido supervitaminada con la capacidad de saber si un vuelo se retrasa y por qué antes de que la compañía de turno lo admita y lo comunique.
“No creo que sea tanto ocultismo, sino más cultura corporativa. Siempre piensan que lo pueden solucionar y, por eso, esperan hasta el último minuto posible para avisar”, afirma Bruguera, quien matiza que las aerolíneas podrían ser más claras a la hora de comunicarlo y “no dejar en la oscuridad” a sus clientes. Cuando lanzaron la última versión de Flighty, aseguraron que podían llegar a saber con una antelación de hasta 6 horas que un embarque iba a tener problemas y, además, hacerlo con un 95% de fiabilidad.
¿Por qué se retrasan los vuelos?
La clave para hacerlo, explica el catalán, “es monitorizar las fuentes de información, recopilarlas, entenderlas y convertirlas en algo claro y simple” para que el viajero pueda elegir qué hacer. Desde esta compañía, defienden que la mayoría de los retrasos se producen por dos grandes motivos. La primera gran causa son aviones que llegan tarde porque acumulan retrasos o han tenido problemas. Según las estadísticas que han recopilado, este es el motivo en más del 35% de las ocasiones.
Aproximadamente, otro 30% es consecuencia del propio control del tráfico aéreo. Dentro de esto, se incluyen problemas tan diversos como que haya que esperar a que pase una tormenta eléctrica o que haya congestión porque solo hay una pista disponible. Todos estos datos se transmiten a los pilotos desde las torres de control y es información a la que se puede acceder. “En Estados Unidos, los datos que se pueden conseguir en abierto son muchos más que en Europa y Asia. Allí, que es uno de nuestros principales mercados, llegan a un nivel de transparencia y disponibilidad mucho mayor. Me atrevería a decir que prácticamente todas las comunicaciones entre tierra y las tripulaciones son públicas”, admite Bruguera en este punto.
Los datos que reciben los pilotos son los mismos que ellos utilizan, y han trabajado para crear un sistema de aprendizaje automático que sea capaz de predecir el retraso. “Hay que entender todo el desarrollo como un trabajo de cuatro años, no como una actualización de un año. Los tres teníamos claro que este era un punto al que queríamos llegar, y ha habido que trabajar mucho, pero aquí estamos”, apunta el desarrollador, que presume de la fiabilidad y la precisión que han logrado. Muchos de los usuarios son personal de cabina o pilotos, a quienes incluso utilizan a modo de testers. “Es curioso porque muchas veces nos han contado que se han enterado de que tenían un problema y de que iban a salir tarde por la aplicación antes de salir de casa o camino al aeropuerto, y no por sus jefes”, explica.
El sistema también tira de información en tiempo real y muestra, por ejemplo, cómo están yendo los despegues y aterrizajes en un aeropuerto para que el usuario pueda comprobar fácilmente si las cosas están yendo bien en su punto de partida. Cuando el usuario selecciona el vuelo (solo necesita el código), recibirá notificaciones de si el avión que le tiene que llevar ha salido a tiempo, además de consultar la puntualidad de los últimos trayectos y ver si acumula demoras, si las ha recuperado…
Además, se puede ver el histórico de esa ruta, cuál es el índice de cumplimiento y ver cuántas veces llega pronto, en punto o tarde y cuántos minutos se demora. Todos estos datos se riegan con información sobre la aeronave, la antigüedad, el modelo, el nombre y otras referencias curiosas que encantan a los aficionados a la aeronáutica. La aplicación ofrece diferentes planes, además de una primera prueba gratuita. Se puede pagar por ella para siempre, lo que cuesta 229 euros. Pero uno se puede suscribir al servicio mensualmente o semanalmente por mucho menos.
Eso sí, solo está disponible para iPhone o iPad. “No todo el mundo es viajero frecuente o trabajador de una aerolínea”, apunta Bruguera. Flighty también es una suerte de red social, porque ofrece la posibilidad de seguir los vuelos de amigos o generar imágenes de la tarjeta de embarque o de la ruta para compartir en otras plataformas fácilmente. “Por tener, tenemos hasta una suerte de repaso del año al estilo Spotify Wrapped”,
Las idas y venidas de los aviones producen una extraña fascinación entre muchos de los que tienen los pies en tierra firme. Un buen ejemplo de ello es el fenómeno Flightradar, esa plataforma que permite consultar el tráfico aéreo de todo el mundo en tiempo real. Una web que es capaz de atraer la atención de millones de personas cuando estalla la guerra en Ucrania para ver cómo se vacía el espacio aéreo en esa zona del mundo o para seguir minuto a minuto el desplazamiento del jet privado de Elon Musk o de Taylor Swift.
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