Esta empresa ha recibido 1.500M para revolucionar la guerra como se ha visto en Ucrania e Israel
Anduril, creada por el fundador de Oculus, dispara su valoración. Una muestra más del interés de la industria armamentística por la IA y su uso en conflictos armados
En las últimas semanas, las gigantes tecnológicas han sudado la gota con sus proyectos de inteligencia artificial. No ha sido por ningún fallo garrafal ni porque hayan perdido el control. La razón es que los inversores dudan de si la montaña de dinero que están gastando en esta tecnología va a dar beneficios pronto o si, por el contrario, son un pozo sin fondo que solo proporcionará mejoras anecdóticas. Microsoft, Amazon, Google, Nvidia... nadie parece haberse salvó de recibir un toque de atención bursátil.
En medio de este pesimismo, sorprende escuchar una noticia como la de que Anduril hizo hace unos días. Esta empresa pertenece a Palmer Luckey, cofundador de Oculus y uno de los grandes impulsores de la realidad virtual, que hizo fortuna colocándole esta compañía a Mark Zuckerberg, para que el creador de Facebook diese forma a su metaverso.
Ahora Luckey se dedica a algo muy diferente: a utilizar la inteligencia artificial y la tecnología autónoma al campo militar. Algo que sí parece despertar el apetito de los inversores, que acaban de regar su proyecto con 1.500 millones de dólares, lo que ha disparado su valor hasta los 14.000 millones de dólares. Un capital que Anduril pretende utilizar para crear una fábrica gigantesca para dar forma a sus ideas y productos, uniéndose a una larga lista de productos como drones submarinos o motores de cohetes sólidos.
El anuncio de Anduril contrasta con las dudas que ha generado estos días la inteligencia artificial, porque es un recordatorio del enorme interés que sigue generando en la industria armamentística, que tiene grandes esperanzas depositadas en esta tecnología que ya se ha dejado ver en la invasión rusa de Ucrania o el conflicto en Gaza, convertidas en un campo de prueba de todos estos sistemas y desarrollos tecnológicos.
El ministro de Defensa de Ucrania ya lo dejó claro. Su país busca atraer a las empresas tecnológicas mediante inversiones lucrativas, llevando a empresas a firmar contratos millonarios con los departamentos militares de Ucrania. Una estrategia que Israel lleva desarrollando desde hace años, donde la apuesta por esta industria se hace con la esperanza de que redunde en sus capacidades ofensivas y defensivas.
Para canalizar este impulso, Kiev ha puesto en marcha la llamada plataforma Brave 1, que reúne ideas innovadoras —muchas de ellas con IA implementada— para sus estrategias militares. En 2023, tal fue su impulso que recibió 2,5 millones de dólares en subvenciones y financiación pública.
Los inversores dudan de si la montaña de dinero que están gastando en esta tecnología va a dar beneficios pronto o si son un pozo sin fondo
Gran parte de estas partidas han acabado destinadas a la creación, desarrollo y fabricación de drones, uno de los equipos más utilizados en el conflicto. El ministro de Defensa, Mykhailo Fedorov, señaló que una veintena de empresas ucranianas están desarrollando capacidades para estos drones utilizando inteligencia artificial.
Vyriy, una de estas startups, ha avanzado en la creación de drones que vuelan solos, fijan sus objetivos y atacan de forma autónoma. Según funcionarios ucranianos y un vídeo verificado por The New York Times, estos drones ya han sido utilizados en combate.
Cómo pueden ayudar los drones en combates se entiende mejor fijándose en las creaciones de Saker Scout. Esta compañía crea aeronaves no tripuladas que utilizan aprendizaje automático para identificar, enviar coordenadas y atacar objetos camuflados, pudiendo reconocer hasta 64 objetos militares y operando incluso en condiciones nocturnas gracias a sistemas de óptica infrarroja. Son cazadores que pueden expulsar munición o enviar a otros drones kamikazes para destruir los objetivos y, si pierden la conexión o se la bloquean, pueden volver solos por su sistema de guiado inercial.
El dron, mayor beneficiario de la IA…
Según un estudio, en Ucrania hay hasta 50 drones de ambos bandos sobrevolando cada tramo de 10 km de la línea del frente. Las autores del estudio aseguran que el ejército ucraniano pierde unos 300 drones al día, o unos 9.300 aparatos al mes, frente a los 50.000 que produce (como muestra el Informe Panorama de Cesce).
Por su parte, las fuerzas de Moscú producen 100.000 drones Ojotnik-B —drones no triuplados— al mes y utilizan masivamente otros drones como los kamikazes Shahed 136, suministrados por Irán. Según Defense Express, en solo un mes, las fuerzas rusas lanzaron 503 drones de este tipo hacia Ucrania, y se espera que para el verano de 2025 Rusia fabrique 6.000 drones kamikazes más, como reveló el Washington Post. También hay drones que atacan en enjambre, como los de Swarmer, otra empresa local ucraniana cuyo software de IA permite que un solo técnico opere hasta siete drones en misiones de bombardeo y reconocimiento.
Es más, Fedorov declaró que en febrero ya había 10 empresas fabricando drones autónomos capaces de llegar a Moscú o San Petersburgo. Marcas como Orion, Merlin, Black Hornet y Bayraktar son ahora nombres comunes de los arsenales de los ejércitos de los dos bandos.
En el caso de Israel, también se está aprovechando el conflicto con Hamás para probar la IA. Uno de los mejores ejemplos se aprecia con el uso que ha hecho el país de la IA para cartografiar la red de túneles que Hamás ha construido en Gaza. Robotican, en este sentido, es una startup que fabrica esta clase de drones que circulan por los túneles para ver hasta donde la conexión les permita. La información que captan se envía a los operadores, permitiéndoles crear un mapa.
…pero no el único
Los drones no son los únicos sistemas que han mejorado gracias a la inteligencia artificial. Al final, si se pueden construir armas con códigos abiertos y con mecanismos como un mando de la PlayStation, es normal que la IA se use en todo. Sin ir más lejos, una de las estrategias más tradicionales también ha sido modificada: la propaganda. Ya no es aquella de antaño, con carteles y panfletos, que hoy claramente podríamos identificar como sesgada. La nueva propaganda está muy pulida y sofisticada, y ha mutado hasta llegar al dominio de lo que se conoce como sharp power (poder afilado, en castellano).
Esta táctica bélica, que se suma a los poderes 'duros' (hard power, como las armas) y 'blandos' (soft power, como el cine), consiste en confundir y manipular al enemigo con información falsa. Y de ahí que se une el potencial de la IA: las técnicas como las del deepfake, por ejemplo, se están utilizando para crear vídeos o imágenes engañosas, como fue el vídeo falso en el que Zelenski se rendía ante Putin.
En la guerra, cualquier tecnología es susceptible de ser utilizada para infrinjir daños. Clearview, una empresa de reconocimiento facial, lo ha entendido muy bien y ha proporcionado herramientas a más de 1.500 funcionarios ucranianos, permitiéndoles identificar a más de 230.000 rusos en su territorio. Su biblioteca de imágenes ha crecido a 40 mil millones, un aumento del 400% desde el inicio de la guerra, según comentó Ton-Tha, director ejecutivo de Clearview AI, a la revista Time.
En Israel, se ha empleado el uso de un sistema de visión por ordnador denominado "Habsora" (el Evangelio, en castellano) para identificar combatientes enemigos y equipos. Este sistema puede producir objetivos a un ritmo al menos 50 veces más rápido que los métodos tradicionales, según explicó Tal Mimran, antiguo trabajador para el gobierno israelí, al medio estadounidense NPR.
La revista local +972 reveló que los militares de este país confían en un sistema de IA llamado Lavender, a pesar de que comete errores en aproximadamente el 10% de los casos. Este sistema ha registrado a hasta 37.000 palestinos como presuntos militares, por lo que, según el margen de error, 3.700 pueden ser civiles. Es por ello que el uso de herramientas proporcionadas por empresas plantea cuestiones complicadas sobre cuándo y cómo se debe utilizar la tecnología invasiva en tiempos de guerra. Al final, si no hubiesen conflictos, ¿serían estos servicios requeridos?
Guerra… ¡y a qué precio!
Una de las empresas que se ha ganado un renombre en lo que respecta a inteligencia artificial para la guerra es Palantir, especializada en análisis de datos utilizando la IA para analizar imágenes satelitales, código abierto, imágenes de drones e informes. Un contrato de 229 millones de dólares firmado en 2022 con el Departamento de Defensa de Ucrania, que formaba parte del Proyecto Maven del Pentágono sobre aprendizaje automático, impulsó su fuerza en este sector. Palantir proporciona con tan solo unos clics información en tiempo real sobre lo que ocurre en el campo de batalla. En mayo, el Pentágono anunció otro contrato para que les ayude a identificar objetivos hostiles por un valor de 480 millones de dólares, según un comunicado de defensa de la Guardia Nacional de Kentucky.
Para los ejecutivos de la empresa, la demanda de sus herramientas por parte de uno de los ejércitos tecnológicamente más avanzados del mundo hablaba por sí sola del alcance al que está llegando este 'unicornio' de la tecnología.
Antes, los contratos millonarios de empresas con los departamentos militares de Israel o Ucrania eran la semilla de protestas y revuelos, pero ahora muchas de estas empresas hacen la vista gorda. Gigantes tecnológicos como Google, que en 2018 rechazó el Proyecto Maven, ahora ha despedido a 50 trabajadores que protestaban por el Proyecto Nimbus, un contrato de 1.200 millones de dólares para proporcionar servicios en la nube y de inteligencia artificial al gobierno israelí.
La polémica del uso de la IA en la guerra nace en parte de los intereses de las empresas que invierten en ella, ya que muchas se lucran con los conflictos. Helsing, establecida en Alemania, alcanzó una valoración de 5.400 millones de dólares este julio tras recaudar casi 500 millones de dólares gracias a su software de defensa basado en inteligencia artificial, como apuntó Bloomberg. Elbit Systems, empresa israelí, también anunció que obtuvo aproximadamente 760 millones de dólares en contratos de municiones en 2023 del Ministerio de Defensa de Israel. Y así, empresa tras otra, se deshumaniza la guerra y se convierte en un negocio.
En las últimas semanas, las gigantes tecnológicas han sudado la gota con sus proyectos de inteligencia artificial. No ha sido por ningún fallo garrafal ni porque hayan perdido el control. La razón es que los inversores dudan de si la montaña de dinero que están gastando en esta tecnología va a dar beneficios pronto o si, por el contrario, son un pozo sin fondo que solo proporcionará mejoras anecdóticas. Microsoft, Amazon, Google, Nvidia... nadie parece haberse salvó de recibir un toque de atención bursátil.
- Rusia se desespera con el viejo avión soviético con el que Ucrania destruye sus drones Jesús Díaz
- Derribar drones es casi misión imposible. Han inventado una forma 'low cost' de conseguirlo Carlos D. González
- Rusia ataca las anticuadas avionetas soviéticas que están destrozando sus drones Jesús Díaz